@Edurnelabella
Yo tuve el mismo problema que tú (en lo relativo a los pendientes) pero al revés. Yo quería ponerle pendientes a la niña, pero a mi marido, británico, no le cabía en la cabeza. Lo hablamos, razonamos, y cedí yo.
Pero cuando la nena tenía un par de meses, en una visita a España, me dió "un aire" y le puse pendientes. Casi sin pensar. O pensando, muy en el subconsciente... Tomé un café con mi prima, que es comadrona, le dije que habíamos cambiado de idea (trola gorda), compré unos pendientitos en una joyería, fuimos al centro de especialidades en el que trabaja mi prima y una enfermera amiga suya se los puso.
Llegué a casa de mis padres y todo fueron alabanzas (evidentemente, mis padres habían preguntado sobre el tema, pero sin incordiar ni presionar) pero mi marido... No dijo nada, pero la cara que puso el pobre, se me cayó el alma a los pies. Porque ni siquiera era cara de enfado, era de decepción.
Como es muy civilizado, y muy flemático Brit, la pelotera la tuvimos al volver a casa. En realidad yo era consciente de que es algo que debíamos discutir los dos y llegar a un acuerdo, pero siempre me ha fastidiado que el que cede es, siempre, pero siempre, el "antiguo"; el "moderno" nunca cede. Al menos en los casos que yo conozco, sea por pendientes, tipo de boda, bautizo de la criatura, hacemos la comunión o no, etc.
Al final, a las pocas semanas, le quité los pendientes. Porque aunque él ya se había "acostumbrado", a mí me recordaban continuamente su cara de decepción, el pobre. De vez en cuando se los ponía, un par de horas, una tarde, para "conservar" el agujero y no tener que volverlo a hacer.
Curiosamente, y aunque aquí las bebés y niñas pequeñas no llevan pendientes (es más, llevarlos en niñas es un tanto "choni" y en bebés ya es de hortera de bolera total), mi niña empezó a pedirlos en cuanto se percató de que era cosa "de mayores" y de que las niñas en España los llevaban. Los empezó a llevar de nuevo, asiduamente, a los 8/9 años. En el colegio hay que llevarlos mínimos, que no se puedan enganchar y sin piedrecitas (básicamente, los de bebé) y está prohibido llevarlos para deportes, ballet, etc.
Tengo otra niña más pequeña y con ésta ni lo propuse. Pero mi marido me dijo que si quería se los poníamos. Que tampoco era justo que tuviese que ceder yo; si es importante para mí que los lleve y para él que no los lleve, no hay razón para que él se tenga que llevar el gato al agua bajo la falaz premisa de que es más "civilizado", "moderno" o "igualitario" no llevarlos. Pero esta vez le dije que esperaríamos.
Esta otra es una cabrita loca y por ella se hubiese puesto los pendientes más grandes desde el minuto cero, pero esperamos a los 7/8 años.
Qué quieres que te diga? Que hay que hablarlo, pero no partir de que uno tiene la razón porque sí, ni tú ni él, porque cada uno puede tener sus razones, aunque el otro no las entienda. A lo mejor tu marido no se había parado a pensar mucho en el tema, pero una vez que lo ha hecho no entiende la negativa. Y tal vez su negativa es por otras razones, no por llevar la contraria ni por seguirle la onda a su madre.
Y ahora me voy a ganar una lluvia de cruces, pero a mí el argumento de que elijan los hijos cuando sean mayores me parece un poco tonto, incluso aplicado a casos como éste.
Yo tengo la manía de reducirlo todo al absurdo... Y por ello encuentro que es un argumento con muchos fallos. Porque si a mí me hubieran dejado elegir, no hubiera nunca tocado las Matemáticas, ni perdido tantas horas con la gimnasia rítmica, ni en clases de piano en las que me aburría como una ostra (aptitudes musicales = 0). Como padres nuestra labor es elegir y decidir en nombre de nuestros hijos. Y el tema de los pendientes no es crucial, para nada, y precisamente por ello no deberíamos darle tanta importancia. Es la costumbre en España. Si quieres lo haces y si no, pues nada, pero todo el mundo que he conocido de mi quinta a los que les dejaron elegir de mayores (una con tema pendientes, otros dos con tema bautizo, etc.) dicen que sus padres tenían que haber seguido la costumbre y no meterlos en líos a futuro.
Porque esta chica al final acabó poniéndose los pendientes a los 12 años en un puesto de la playa, con infección incluida, y los otros dos, un chico y una chica, sin tener que ver nada entre ellos y en distintos países, han acabado en catequesis de adolescentes y adultos (curioso) y dicen, tanto la de los pendientes como estos otros dos, que son cosas que si de pequeños te dan hechas, mejor. Ya decidirás tú luego si las quieres o no.
Yo tuve el mismo problema que tú (en lo relativo a los pendientes) pero al revés. Yo quería ponerle pendientes a la niña, pero a mi marido, británico, no le cabía en la cabeza. Lo hablamos, razonamos, y cedí yo.
Pero cuando la nena tenía un par de meses, en una visita a España, me dió "un aire" y le puse pendientes. Casi sin pensar. O pensando, muy en el subconsciente... Tomé un café con mi prima, que es comadrona, le dije que habíamos cambiado de idea (trola gorda), compré unos pendientitos en una joyería, fuimos al centro de especialidades en el que trabaja mi prima y una enfermera amiga suya se los puso.
Llegué a casa de mis padres y todo fueron alabanzas (evidentemente, mis padres habían preguntado sobre el tema, pero sin incordiar ni presionar) pero mi marido... No dijo nada, pero la cara que puso el pobre, se me cayó el alma a los pies. Porque ni siquiera era cara de enfado, era de decepción.
Como es muy civilizado, y muy flemático Brit, la pelotera la tuvimos al volver a casa. En realidad yo era consciente de que es algo que debíamos discutir los dos y llegar a un acuerdo, pero siempre me ha fastidiado que el que cede es, siempre, pero siempre, el "antiguo"; el "moderno" nunca cede. Al menos en los casos que yo conozco, sea por pendientes, tipo de boda, bautizo de la criatura, hacemos la comunión o no, etc.
Al final, a las pocas semanas, le quité los pendientes. Porque aunque él ya se había "acostumbrado", a mí me recordaban continuamente su cara de decepción, el pobre. De vez en cuando se los ponía, un par de horas, una tarde, para "conservar" el agujero y no tener que volverlo a hacer.
Curiosamente, y aunque aquí las bebés y niñas pequeñas no llevan pendientes (es más, llevarlos en niñas es un tanto "choni" y en bebés ya es de hortera de bolera total), mi niña empezó a pedirlos en cuanto se percató de que era cosa "de mayores" y de que las niñas en España los llevaban. Los empezó a llevar de nuevo, asiduamente, a los 8/9 años. En el colegio hay que llevarlos mínimos, que no se puedan enganchar y sin piedrecitas (básicamente, los de bebé) y está prohibido llevarlos para deportes, ballet, etc.
Tengo otra niña más pequeña y con ésta ni lo propuse. Pero mi marido me dijo que si quería se los poníamos. Que tampoco era justo que tuviese que ceder yo; si es importante para mí que los lleve y para él que no los lleve, no hay razón para que él se tenga que llevar el gato al agua bajo la falaz premisa de que es más "civilizado", "moderno" o "igualitario" no llevarlos. Pero esta vez le dije que esperaríamos.
Esta otra es una cabrita loca y por ella se hubiese puesto los pendientes más grandes desde el minuto cero, pero esperamos a los 7/8 años.
Qué quieres que te diga? Que hay que hablarlo, pero no partir de que uno tiene la razón porque sí, ni tú ni él, porque cada uno puede tener sus razones, aunque el otro no las entienda. A lo mejor tu marido no se había parado a pensar mucho en el tema, pero una vez que lo ha hecho no entiende la negativa. Y tal vez su negativa es por otras razones, no por llevar la contraria ni por seguirle la onda a su madre.
Y ahora me voy a ganar una lluvia de cruces, pero a mí el argumento de que elijan los hijos cuando sean mayores me parece un poco tonto, incluso aplicado a casos como éste.
Yo tengo la manía de reducirlo todo al absurdo... Y por ello encuentro que es un argumento con muchos fallos. Porque si a mí me hubieran dejado elegir, no hubiera nunca tocado las Matemáticas, ni perdido tantas horas con la gimnasia rítmica, ni en clases de piano en las que me aburría como una ostra (aptitudes musicales = 0). Como padres nuestra labor es elegir y decidir en nombre de nuestros hijos. Y el tema de los pendientes no es crucial, para nada, y precisamente por ello no deberíamos darle tanta importancia. Es la costumbre en España. Si quieres lo haces y si no, pues nada, pero todo el mundo que he conocido de mi quinta a los que les dejaron elegir de mayores (una con tema pendientes, otros dos con tema bautizo, etc.) dicen que sus padres tenían que haber seguido la costumbre y no meterlos en líos a futuro.
Porque esta chica al final acabó poniéndose los pendientes a los 12 años en un puesto de la playa, con infección incluida, y los otros dos, un chico y una chica, sin tener que ver nada entre ellos y en distintos países, han acabado en catequesis de adolescentes y adultos (curioso) y dicen, tanto la de los pendientes como estos otros dos, que son cosas que si de pequeños te dan hechas, mejor. Ya decidirás tú luego si las quieres o no.
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