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El Mundo Orbyt.
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TESTIGO IMPERTINENTE
CARMEN
RIGALT
26/02/2017
Letizia de España:
donde no llegan las tiaras
LA ‘IT GIRL’ BIANCA BRANDOLINI
Letizia debería lucir la tiara sólo cuando el tipo de visita lo justifique: fue un exceso usarla en la cena con los Macri
Se hizo coincidir la noche de los fiscales con la inauguración de ARCO, pero no lograron que pasara inadvertida
El director de La Vanguardia me confesó: «Estoy raro. ¡Llevo seis horas sin decir ‘referéndum’!»
El despegue oficial de ARCO coincidió con la noche de los fiscales. No estaba previsto que así fuera, pero estas cosas pasan. Mientras los Reyes madrugaban para ir al encuentro de los Macri, los primeros noticiarios del día abrían sus boletines con el lío de los fiscales. Ignoro si José Manuel Maza, fiscal general del Estado, se acogió al viejo truco de solapar una noticia con otra de igual rango, o incluso mayor, para crear confusión entre la concurrencia.
En política es habitual aprovechar los momentos de espesura informativa para colar noticias esperando que pasen inadvertidas. Eso pudo ocurrir la noche del 22 al 23, pero no hubo suerte. En plena madrugada, adquirió fuerza una noticia según la cual Maza decidía renovar 28 puestos de los 35 que habían quedado vacantes.
La noticia carecería de interés si no fuera porque entre las fiscalías renovadas había dos con especial significación: la Fiscalía Anticorrupción y la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Una tercera plaza despertó también las alarmas de los informadores. Se trataba de la plaza del fiscal jefe de Murcia, una Autonomía cuyo presidente está siendo investigado.
La noche de los fiscales se prolongó durante todo el día (y los siguientes), expropiando buena parte del tiempo informativo que correspondía a la visita del presidente argentino y a la inauguración de ARCO, la Feria de Arte Contemporáneo, que todos los años por estas fechas acude a la cita. La inauguración empezó con retraso respecto al horario previsto y la espera fue aprovechada por el comité de recepción para explayarse comentando la jugada. Allí estaban la presidenta del Congreso, Ana Pastor; el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo; la presidenta Cifuentes; la alcaldesa Carmena y Carlos Urroz, director de la feria.
Había de todo pero, especialmente, argentinos de aquí y de allá que, en cuanto avistaron los coches de la comitiva, levantaron los brazos y empezaron a disparar sus móviles. Las retratadas eran ellas (Letizia y Juliana). No digo que no se lo merecieran, pero la expectación ha sido tal que ha llegado a producir sonrojo.
Nos estamos pasando con el lenguaje bélico. Expresiones como «duelo de estilismos» o «Letizia gana la batalla» resultan cargantes. Aparte están las cuestiones de protocolo mal resuelto, como la primera comparecencia diurna de las damas. Ambas iban de beige tirando a nude, con el pelo recogido y zapatos (stilettos) similares. La coincidencia fue interpretada por los medios de comunicación como un error, de lo que se deduce que en lo sucesivo las damas deberán cotejar los atuendos respectivos para evitar sobresaltos.
Si la coincidencia es un error, con mayor motivo lo será la discordancia en el dress code. Ejemplo: la cena ofrecida por el presidente argentino y su esposa en el Palacio del Pardo. Para tal ocasión, Juliana Awada vistió de largo y nuestra Reina, de corto. Sin embargo, el impacto mayor se produjo en la cena de Estado del Palacio Real, con la Reina Letizia luciendo la tiara de Victoria Eugenia en lo alto de la azotea. Un exceso, se mire por donde se mire.
Las visitas de Estado no son desfiles de modelos pero, vista la avidez informativa que despiertan, lo parecen. No es para menos. Tras la política de ceño fruncido impuesta por los gobiernos Kirchner, Macri ha devuelto la sonrisa a las relaciones entre Argentina y España.
Particularmente, no me parece de recibo que se utilicen las tiaras para presumir de rango o establecer diferencias ante alguien alejado de la Monarquía. Las tiaras deberían lucirse cuando la naturaleza de las visitas lo requiere. Un suponer: si vinieran a España los monarcas holandeses, estaría justificado que Máxima y Letizia se pusieran la tiara para jugar a reinas por un día. Nunca para epatar.
Madrid, cuando reina ARCO, es carne de evento. Por todas partes se organizan fiestas y recepciones, cenas con lady Foster y negocios con los arquitectos emergentes.
Fashion & Arts es la revista que ha celebrado su primer aniversario al calor de ARCO, con un fiestón en el Espacio Nubel y previa visita guiada al Gernika. Mejor, imposible.
En el carromato venían también Carme Chacón; Judit Mascó; la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat; y el director de La Vanguardia, Màrius Carol, que al final de la noche me confesaba: «Estoy raro. ¡Llevo seis horas sin pronunciar la palabra referéndum!».
En Madrid se sumaron Teresa Fernández de la Vega (¿realmente era ella?), Laura Sánchez, Agatha Ruiz de la Prada, la cantante Bebe, Chiquín Figueroa e India Martínez, que dio el cante para cerrar el acto.
Llegó un carromato de Barcelona comandado por Joana Bonet, la inconmensurable directora de ‘Fashion & Arts’, y los directivos Carlos Godó y Javier Moll. Presentó la fiesta Rossy de Palma, que invocó a las musas y a los musos para que a la revista nunca le falte alimento intelectual. Desfiló por el estrado la directora de cine Isabel Coixet, autora de un documental sobre el síndrome de Stendhal que lleva el nombre de la revista. Llegó también Bianca Brandolini, que se lo monta de ‘it girl’ y aparca el chasis en Instagram. Las ‘it girls’ se llamaban antes «mujeres objeto» y servían para lo que servían. Ahora se hacen ‘selfies’ y no sirven para otra cosa.
Modestamente, opino que en este artículo, Carmen Rigalt, analiza de manera muy acertada lo improcedente que estuvo ZuperfefeZta al ponerse la tiara más llamativa del joyero real.
El siguiente párrafo lo dice todo:
"Particularmente, no me parece de recibo que se utilicen las tiaras para presumir de rango o establecer diferencias ante alguien alejado de la Monarquía. Las tiaras deberían lucirse cuando la naturaleza de las visitas lo requiere. Un suponer: si vinieran a España los monarcas holandeses, estaría justificado que Máxima y Letizia se pusieran la tiara para jugar a reinas por un día. Nunca para epatar".
Parecía que me estuviera leyendo el pensamiento. Lo mismo opiné al ver las fotos.