Vacaciones dentro de europa

RUTAS URBANAS

Ocho pistas secretas en Roma
De la puerta de los alquimistas a un palacio pintado por Caravaggio, ruta por las maravillas ocultas de la capital italiana.



La cúpula de la basílica de San Pedro, en Roma, vista desde el Castel Sant'Angelo. GIUSEPPE GRECO SIME

PEDRO JESUS FERNÁNDEZ
26 SEP 2017 - 00:00 CEST



El sueño de los viajeros es vivir ese momento único, original, ajeno a lo que ha sido preparado para las aglomeraciones masivas. Una posibilidad antes improbable y ahora casi imposible, sobre todo en grandes destinos como Roma. La meta de ese ideal sería encontrar resquicios de singularidad en espacios construidos durante siglos, y poder disfrutarlos en intimidad. Resquicios auténticos, con la belleza de lo natural, de lo originario. Parece increíble, pero aún quedan bastantes. Y para mayor paradoja, no tiene ninguna trascendencia compartirlos mientras los operadores turísticos no decidan convertirlos en productos. Entonces también dará igual.

Roma, mucho más vieja —mucho más sabia—, conserva varios de estos espacios desdeñados que alimentan la fugacidad de nuestras sensaciones y nos permiten acceder con calma, sin meterle prisa al tiempo, en la ciudad con la que soñábamos antes de partir.

Algunas de mis piezas favoritas se encuentran en este paseo ajeno a los ojos de la mayoría, fuera de los circuitos. Piezas muy relevantes. Por ejemplo, la que me parece la más delicada escultura (Santa Cecilia), o la mejor pintura al fresco (Casa de Livia), lo que es mucho decir en una urbe que presume de exhibir las obras maestras de Miguel Ángel, Bernini o Rafael. Y otros tesoros: desde una iglesia medieval donde se narra —en viñetas románicas— el secreto de un fraude que cambió el estatus de la Iglesia católica hasta puertas cuyo dintel contiene la fórmula de la piedra filosofal. Jardines con itinerarios para ciegos, bibliotecas soñadas por Borges, subterráneos de toda índole, obras pictóricas y arquitectónicas de hace 300 años en 3D que dejarán pasmados sus ojos digitales, e, incluso, un palacio que, entre otros primores, aloja por primera y única vez un techo pintado por Caravaggio, en el que retrató su rostro y sus testículos.

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Atardecer en el Foro Romano, con las ruinas del templo de Saturno en el centro. PETER.ZELEI GETTY


Empecemos por el fraude. Un documento que permitió a la Iglesia católica dar el salto de religión a potencia política y crear su propio Estado. Se llama la Donación de Constantino por haber sido otorgado por el emperador Constantino al papa Silvestre IV adjudicándole el gobierno militar de Roma y las provincias de Italia. El texto, teóricamente firmado alrededor del año 300, fue elaborado 500 años después y sirvió para legitimar un dominio de 1.900 años. La falsificación está probada desde mediados del siglo XV, cuando el humanista Lorenzo Valla demostró sus incongruencias lingüísticas. Pero ya daba igual, si para el Vaticano había sido indiferente el mensaje del maestro —“Mi reino no es de este mundo”—, ¿qué importancia podía tener la autenticidad de un simple papel, aunque se tratara del que justifica su origen? Por fortuna, contamos con un conjunto de frescos del siglo XIII que narra el proceso como en un cómic, culminando con la escena en la que el Papa llega a pie vestido de obispo para visitar al emperador y sale armado y a caballo convertido en el monarca de Italia. Está en una salita aislada de Santi Quattro Coronati, un monasterio de monjas agustinas donde se sigue respirando el espíritu medieval, ese aire indefinido que viene de muy lejos en la historia y te arroja al pasado. Es preciso tocar la campanilla y ser paciente; además de la capilla de San Silvestre, hay un cautivador claustro románico y, si se aguarda en la penumbra de la iglesia hasta las seis de la tarde, las monjas, acompañadas al órgano, cantan las mejores Vísperas de Roma.

Jardines del edén
Estamos en el Celio, la colina menos visitada de Roma, a pesar de contener calles como la irreal Clivo di Scauro, o historias como la de la siguiente esquina, una capillita en memoria de un supuesto joven papa del siglo IX, Juan VIII, quien, al pasar por aquí, se cayó de la silla y dio a luz un niño y una leyenda maldita, la de la papisa Juana. Una fábula alimentó otra, la que dice que desde entonces los candidatos a Papa deben sentarse en la silla obstétrica, sin asiento, para que un clérigo palpe desde abajo sus atributos varoniles. A muy poca distancia se encuentra otro de esos lugares fuera del tiempo, Santo Stefano Rotondo, una basílica circular con un espacio central concéntrico y 34 capillas alrededor que contienen una especie de antología del sadismo, pues están decoradas con frescos que describen todas las formas imaginables de martirio del cuerpo humano. Bajando unas escaleras, en el subsuelo, se encuentra un templo dedicado a Mitra, el culto a la fertilidad masculina importado de Persia, que rivalizaba con el cristianismo en la época imperial de Roma.

El palacio Massimo alle Terme, una de las cinco sedes del Museo Nacional Romano, no suele tener visitantes. En la segunda planta se expone un salón abovedado subterráneo de la Casa de Livia, la esposa del emperador Augusto, que fue rescatado por el peligro de desmoronarse. Las pinturas de las paredes representan un jardín pletórico de árboles, flores y plantas ornamentales perfectamente identificables; membrillos, granados, alcornoques, encinas, abetos, cipreses, palmeras datileras, pinos, adelfas, arrayanes, boj, laureles, rosas, amapolas, crisantemos, violetas, helechos… Ignorando las estaciones, todas las especies botánicas se muestran en floración. Entre ellas hay 73 pájaros de 40 especies diferentes volando en libertad, idea que se acentúa con la imagen del primer plano: un ruiseñor encerrado en una jaula de mimbre. Pintados unos 40 años antes del nacimiento de Cristo, y casi en perfecto estado de conservación, son una obra maestra que ejemplifica como pocas la capacidad de la pintura para simular, es decir, para que más allá del conocimiento o la crítica, el artista transfiera al espectador su misma pulsión arrebatadora y éste deje de sentir a través de la razón. Por eso miramos con naturalidad jardines bajo tierra habitados por multitud de pájaros donde maduran y florecen al mismo tiempo especies de toda condición. Por eso, además de percibir al artista infectándonos con la fuerza de su ficción, podemos aprender lo que los especialistas señalan; a saber, que los pájaros simbolizaban la pasión erótica y marital y la variedad de árboles, flores y aves tiene un valor funerario, evocando el pasaje entre el mundo de los vivos y el cielo.

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Una estatua en Villa Celimontana, un parque público en la colina de Celio de Roma. MARCO VARRO AGE FOTOSTOCK

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La escalera de caracol (1932) de Giuseppe Momo en los Museos Vaticanos, en Roma. KARL WEATHERLYGETTY


Vamos ahora a la escultura. Se encuentra en el Trastevere ignorado, el de la izquierda del Viale, en una iglesia con varios tesoros, el baldaquino o ciborio gótico de Arnolfo di Cambio, el juicio universal de Cavallini y la escultura de Maderno, de 1600, en el altar mayor. Mírenla despacio, muestra el cuerpo de santa Cecilia, la santa titular de la iglesia, tal y como fue encontrado incorrupto. Tiene la cabeza cubierta por un velo, la postura parece forzada, pero está durmiendo, asistimos a un sueño secular en el que la piedra se ha contagiado de las cualidades humanas.

Cuando llegamos a vivir a Roma, los ojos de mis hijos venían inundados de experiencias digitales. Si quería hacerles disfrutar del arte, debía sorprender su mirada incrédula. Opté por enseñarles primero una parte de la Roma barroca; la Roma en 3D de los trampantojos y las ilusiones ópticas, diseñada para alterar las percepciones. Hay muchas paradas; desde Sant’Ignazio —para nosotros asociada al nombre de iglesia del truco—, con su falsa cúpula solo visible cuando estás debajo, hasta la perspectiva inventada por Borromini en el palacio Spada, que convierte la escultura de un hombre de apenas 60 centímetros en otra de tamaño natural culminando un pasillo de 8 metros que aparenta 40. Además, está la vista del Vaticano desde el jardín de los naranjos, donde se invierten las proporciones y, ante tu incredulidad, conforme te vas alejando, il Cupolone va haciéndose más grande.


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Terraza de la plaza Farnese, en Roma, donde se sitúa el palacio homónimo. STEFANO AMANTINI SIME


Mi ilusión favorita, quizás por sus pequeñas dimensiones, está en la entrada de las estancias de Sant’Ignazio, un corredor decorado con escenas de los milagros del santo y el paraíso celestial en el techo. Ahora bien, san Ignacio es un elegido, vive en el cielo; nosotros, simples mortales, no podemos vislumbrar su gloria, a menos, claro, que lo hagamos a través de una visión. Es lo que hace el pintor Andrea Pozzo: inventarse ventanas, ángeles y paisajes imposibles, convertir lo plano en curvo y lo cóncavo en convexo, confundir nuestros sentidos, obligarnos a ver un espacio diferente al real. A la salida, si quieren seguir alterados, abran la puerta de al lado, la de la iglesia del Gesú. Todos los días, a las 17.30, tiene lugar un espectáculo que representa el triunfo del Barroco, el arte hecho teatro. Sobre el diseño original del siglo XVII, también de Andrea Pozzo, cuadros descendiendo y esculturas ascendiendo (los jesuitas han integrado música e iluminación para que los haces de luz vayan mostrando, en paulatino crescendo, los lienzos, las esculturas y los altares, luego la cúpula y los frescos de las bóvedas, llegando a la apoteosis, al final, con la iluminación de toda la iglesia).

Hay dos bibliotecas emocionantes, la Angelica, en la plaza de San Agustín, junto a la iglesia que expone el cuadro de la Virgen de los Peregrinos, el caravaggio más humano, y la Casanatense, fundada por un cardenal de origen navarro, archivero vaticano que, a mediados del siglo XVII, acumuló 350.000 libros en una estancia prodigiosa. Es gratis, solo hay que pedir permiso y atravesar varios corredores de una biblioteca en los que se duda si valdrá la pena el recorrido. Lo vale, culmina en uno de los salones más bellos de Roma. Seguimos en el Barroco, la estética de la sorpresa y el deslumbramiento. Trasladémonos ahora a la ladera del Gianicolo. Tiene la mejor vista de Roma y esconde el Orto Botánico, con el hallazgo de un área del jardín pensada para ciegos cubierta de flores y plantas de aromas intensos y tactos especiales.


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La plaza de la Rotonda vista desde el Panteón de Roma (o Panteón de Agripa), del siglo II. GETTY IMAGES

Laberintos y necrópolis bajo tierra

Entre lo esotérico y lo místico existe una ciudad paralela. La parte más interesante no está en la superficie, sino en el vientre de Roma, una telaraña de galerías y catacumbas cuya dimensión aturde: dos millones de metros cuadrados, seis millones de tumbas, más de 700 kilómetros de extensión. Las hay famosas, san Calixto, san Sebastián; desconocidas, san Ciriaco, de los Jordanes; las hay hebreas, Viña Rondanini, Villa Torlonia, y las hay herejes y en hipogeos, como el de los Aurelios, para acoger a las sectas que mezclaban el paganismo, las liturgias orientales y el cristianismo. Cerca del Vaticano, a orillas del Tíber, los mármoles neogóticos de Nuestra Señora del Sufragio custodian otra perla de la Roma mágica, el Museo delle Anime del Purgatorio, con un número impresionante de testimonios documentados, breviarios, hábitos, sotanas, cartas, libros, con la huella física del maligno. Todavía otra: un ángulo de la enorme plaza Vittorio aloja la puerta de Villa Palombara, la casa del marqués de Pietraforte, apasionado por la alquimia, cuyo dintel contiene la fórmula para transformar el metal en oro. La escribió un hombre que, tras una visita fugaz, desapareció dejando tras de sí copos de oro puro y unos papeles con inscripciones simbólicas. El marqués, incapaz de comprender su significado, mandó tallarlos sobre la puerta por si alguna vez pasaba alguien que supiera descifrarlos. Han pasado 400 años y todavía nadie ha podido.

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Detalle de las pinturas murales de la Villa de Livia, expuestas en el palacio Massimo de Roma. J. LANGE GETTY

Ya que no contamos, como el personaje Jep Gambardella en la película La gran belleza, con un amigo que custodie las llaves de los palacios de la ciudad de los palacios, les propongo un plan diferente: visitar los restos de la Villa Ludovisi, 36 hectáreas de exuberantes jardines, fuentes y esculturas, alabados por Goethe, Stendhal o Henry James, que se vendieron en 1885 y forman parte del barrio de Via Veneto. Queda el pabellón de caza, la Villa Aurora, llamada así por un fresco de Guercino que justifica la visita. Su jardín exhibe, junto a piezas romanas, una escultura de Miguel Ángel. Con todo, nuestro secreto es un caravaggio pintado en 1597 por encargo del cardenal Francesco Maria del Monte para ilustrar el techo de su laboratorio de alquimia con una teoría herética en ese momento: el Sol, en lugar de la Tierra, como centro del universo. Al lado, tres dioses vistos desde abajo en una perspectiva muy estudiada mueven una esfera translúcida con los signos del zodiaco. El rostro, los testículos y el cuerpo entero de Plutón son un autorretrato del mismo Caravaggio.

https://elviajero.elpais.com/elviajero/2017/09/25/actualidad/1506337999_352783.html
 
Ocho lugares para enamorarse de Rumanía
Del delta del Danubio a la seductora ciudad de Sibiu, en Transilvania, ruta por escenarios imprescindibles entre ciudades medievales y leyendas vampíricas


Uno de los famosos tejados con ojos en la ciudad de Sibiu, en la región de Transilvania. MARCO CRISTOFORI GETTY



LONELY PLANET
5 OCT 2017 - 00:00 CEST
Rumanía suena cada vez más como destino de vacaciones: castillos de cuento y ciudades medievales, enriscadas fortalezas que nos hablan de leyendas de vampiros, iglesias pintadas de vivos colores, montañas rocosas y suaves colinas, pueblos tradicionales que parecen de otra época y unos paisajes fantásticos para disfrutar de la naturaleza, el deporte y la observación de aves.

castillo de Bran, con sus torres y almenas, dominando un puerto de montaña de Transilvania, rodeado de bosque y niebla. Toda una industria que se nutre de su mala reputación. Su exterior es digno de una película de terror pero el interior es de todo menos espeluznante, con paredes blancas y un patio decorados de geranios. Cuenta la leyenda que Vlad el Empalador (quien inspiró el personaje del conde Drácula) estuvo encarcelado aquí y los turistas siguen sus pasos a través de un conjunto de patios y pasadizos secretos.

El castillo de Drácula estuvo abandonado durante muchos siglos hasta que en 1920 se cedió a la reina consorte María de Rumanía como agradecimiento a sus esfuerzos por mantener unido al país; de hecho, en la fortaleza hay más información sobre la reina que sobre el personaje creado por Bram Stoker. Cada vez hay más casas y pensiones para dormir en Bran, aunque la mayor parte de los visitantes solo van a pasar el día desde Brasov. Desde Bran los visitantes suelen completar la visita con una subida a Poiana Brasov, una pequeña estación de esquí con 20 pistas que presume ser el escenario de la película Cold Mountain(2003).

2 Arte a lo grande en Bucovina
Escondidos en la vertiente oriental de los Cárpatos, los monasterios pintados de Bucovina, declarados patrimonios mundial, son un ejemplo de la tradición ortodoxa con toques latinos de Rumanía. Son de lo más original en la cristiandad y sus frescos reviven desde pasajes bíblicos hasta el asedio de Constantinopla en el siglo XV. Los monasterios fueron construidos en su mayoría por orden del príncipe Esteban el Grande (Stefan cel Mare), que posteriormente fue canonizado.

En total son media docena de monasterios, repartidos a lo largo de una extensa franja de Bucovina, caracterizados sobre todo por sus coloridos frescos exteriores, mucho de los cuales han conseguido sobrevivir relativamente intactos a los duros inviernos de la región. Muchos de estas iglesias tienen también pequeños museos. Los principales son los monasterios de Arbore (en colores verdes), Humor (en colores rojo y marrón), Voronet (en azul), Moldovita (amarillo) y Sucevita (verde).


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Pelícanos en el delta del Danubio, en Rumanía. LEVENTE GYORI GETTY


3 Estuario de un gran río
Tras recorrer 2.800 kilómetros a través de Europa y cruzar numerosos países, el Danubio crea enormes humedales en el este de Rumanía antes de desembocar en el mar Negro. En la localidad de Tulcea el río se divide en tres brazos principales, dando origen a una extensión de 4.000 kilómetros cuadrados de marismas, islotes de juncos y bancos de arena. Bajo la protección medioambiental de la Reserva de la Biosfera del Delta del Danubio, la región se ha convertido en un refugio para peces y aves. Es un lugar fantástico para ornitólogos, pescadores y todo el que se quiera escapar del mundanal ruido. Se pueden pueden avistar especies como la carraca europea, el pigargo europeo, la garceta grande e incluso uno o dos abejarucos.

La ciudad portuaria más grande del delta es Tulcea, desde donde parten numerosas excursiones en barco que recorren este vasto humedal, y cuyo somnoliento puerto de Sulina es su principal atractivo. A mediados del siglo XIX fue elegida sede de la Comisión Europea del Danubio, una temprana iniciativa multinacional nacida para transformar los canales del delta en una ruta navegable. Y hasta aquí llegaron rusos, griegos, turcos, iraníes, británicos, franceses, alemanes y todo ello creó un clima realmente internacional y hasta de lujo... La II Guerra Mundial terminó con el proyecto, pero algo queda.

4 Viaje en el tiempo en Maramures
Maramures es para muchos viajeros, la región más bella de Rumanía. Es, también, la más tradicional, salpicada de iglesias de madera y granjas con puertas delicadamente labradas. Uno tiene la sensación de retroceder 200 años a bordo de una rudimentaria máquina del tiempo. Entre praderas, poblada por campesinos vestidos de manera pintoresca, es como sumergirse un cuento de los hermanos Grimm. Esto es el corazón de la Rumanía medieval y folklórica, donde sobrevive la última cultura campesina de Europa.

Como agujas negras que despuntan en las laderas boscosas del norte de Rumanía, las iglesias de madera de Maramures son. a la vez, austeras y hermosas, con tejados de tablillas y ajados campanarios de estilo gótico. Sus exquisitos interiores lucen frescos de temática bíblica, algunos de ellos originarios del siglo XIV. Los domingos, los lugareños se visten de manera tradicional para asistir a misa, por ejemplo a la iglesia rural de Budesti, también de madera, una de las más bonitas (y grandes) de Maramures. Una de las visitas más clásicas en la zona es pasear entre las coloridas y simpáticas lápidas de madera pintada del cementerio de Sapanta: cada una cuenta una historia, una labor tradicional de la zona.


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Terraza de un café en el casco antiguo de Bucarest. ALEXANDER SPATARI GETTY


5 Bucarest: cafés, villas y recuerdos comunistas

A pesar de su mala fama, Bucarest es una ciudad dinámica y divertida donde los vestigios del comunismo conviven con el capitalismo más desenfrenado. Muchos viajeros solo pasan una noche en la ciudad, de paso hacia Transilvania o los Cárpatos, pero merece la pena dedicar un poco más de tiempo para ver sus modernos cafés, algunas iglesias ortodoxas, las elegantes villas art nouveau y algún vestigio comunista sorprendente, como el Palacio del Parlamento.

Considerado un increíble despilfarro de la dictadura y, simultáneamente, un impresionante muestrario de materiales y artesanía patrios, la mayoría de los visitantes concluyen que el parlamento del país es una mezcla de ambas cosas. Independientemente de sus fines siniestros, las emociones que suscite la antigua “Casa del Pueblo”, su tamaño (similar al del Taj Mahal) o el Pentágono, es uno de los edificios más grandes del mundo y hay que verlo para creerlo.


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Vista del paso de Tihuta, también conocido como desfiladero del Borgo, entrada a los dominios de Drácula en la novela de Bram Stoker. WALTER BIBIKOW AGE FOTOSTOCK


6 Cluj-Napoca: tras las huellas del vampiro
El norte de Transilvania está cubierto por bellos y crudos paisajes montañosos con una pincelada de Bran Stoker como atractivo turístico extra. Son los motivos básicos para viajar por el norte de Transilvania. El corazón de la región es Cluj-Napoca, la segunda mayor ciudad de Rumanía, que ahora cuenta con cafés bohemios, restaurantes, festivales musicales, clubes nocturnos y bares, además de ser el centro de arte contemporáneo del país. Su ambiente juvenil y vida nocturna hay que agradecérselos a sus miles de estudiantes. Cluj cada vez recibe a más visitantes, relacionados con el aumento de vuelos a más ciudades europeas, aunque normalmente salen disparados hacia Brasov, Sibiu o Sighisoara.

Cluj tiene una bonita arquitectura, desde la segunda iglesia gótica más grande de Rumanía, hasta edificios barrocos y torres medievales, y muchas galerías y jardines. En el casco antiguo también encontramos restaurantes pintorescos y casas históricas y en el barrio de los estudiantes hay centros de escritores y maravillosos cafés, además de un bonito jardín botánico y un majestuoso cementerio húngaro.

Desde aquí los viajeros suelen desviarse a Bistrita, siguiendo las huellas del vampiro, que suele decepcionar porque con sus edificios renacentistas en tonos pastel, tiene pocas similitudes con la Bistritz descrita en la novela de Bram Stoker. Y a 45 kilómetros al este de Bistrita nos espera el desfiladero del Borgo, con el Hotel Castel Dracula, perfecto para leer la novela una vez más, sobre todo cuando cae la noche y el viento ulula en el valle.


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Senderismo en los montes de Retezat, en los Cárpatos meridionales, en Rumanía. STARUSHAGE FOTOSTOCK


7 Senderismo de cuento en los Cárpatos
Nos encontramos ante densos bosques primarios que parecen sacados de los cuentos de los hermanos Grimm: osos, lobos, linces, jabalíes y escarpadas mesetas montañosas y senderos bien señalizados, con una red de cabañas para entrar en calor. A estos picos se puede acceder tanto desde Transilvania como desde Moldavia. Los montes Retezat, con unos 80 lagos glaciares y cotas de más de 2.000 metros, son una zona espectacular de los Cárpatos meridionales. Es la reserva natural más antigua de Rumanía y ejerce de reclamo turístico por su fauna y sus vertiginosos senderos.

Los excursionistas pueden sentirse desbordados por semejante oferta de senderos (516 kilómetros en total), la mayoría de ellos para caminatas de más de cinco kilómetros. La localidad de Hateg, al norte del parque, es una buena base excursionista, y además está cerca de la pequeña reserva de bisontes, algunos monasterios y fortalezas pequeños, y el yacimiento de Sarmizegetusa Regia, de ancestrales vestigios lacios.


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Atardecer en el centro histórico de Sibiu, en Rumanía. CALIN-ANDREI STAN GETTY


8 Pueblos sajones e iglesias fortificadas

En el siglo XII, los sajones germanos fueron invitados a establecerse en algunas zonas de la Transilvania rumana para proteger al entonces reino de Hungría de las amenazas tártaras y turcas. Su legado arquitectónico, una serie de iglesias fortificadas, atalayas y murallas de piedra, salpica el paisaje entre Sighisoara y Sibiu. La mayoría de los viajeros visita la iglesia fortificada de Biertan, pero también valen la pena Viscri, Malancrav y Alma Vii.

Las románticas y remotas aldeas de la meseta de Tranave tienen la virtud de sumergir al visitante en el pasado de Transilvania. Repartidas entre Sighisoara y Sibiu, las iglesias flanqueadas por torres de vigilancia y recias murallas sobresalen por encima de pueblos en ruinas. Aunque la mayor parte de los residentes sajones empezaron a abandonar estos pueblos a partir de la II Guerra Mundial, todavía se nota la profunda huella sajona en sus iglesias, y algo aún más insólito: todavía se puede escuchar a algún lugareño hablar en alemán.

En los alrededores de estos lugares hay posadas de temática medieval y algunas actividades curiosas como los paseos en carromato, con la posibilidad de ver a pastores y herreros en plena faena.

https://elviajero.elpais.com/elviajero/2017/10/04/actualidad/1507128566_647848.html
 
RUTAS URBANAS
12 razones para enamorarse de París
De la mejor panadería, junto al canal de Saint -Martin, a un baño nocturno en la piscina de 'Azul', pistas muy parisienses


Piscina Pontoise, en París, decorado de la película 'Azul', de Krzysztof Kieslowski.


ÁLEX VICENTE
12 OCT 2017 - 00:00 CEST


1. Tomar...

Un té en el jardín del Museo de la Vida Romántica, escondido en el barrio de Pigalle. En este antiguo atelier del siglo XIX se dieron cita, en su día, Chopin, Listz, Dickens o Georges Sand.

2. Darse...
Un baño nocturno en la Piscine Pontoise, al pie de la colina del Panteón. Ejemplo de la arquitectura art-déco, está declarada monumento histórico y sirvió de decorado para la película Azul, de Krzysztof Kieslowski.

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Grand Moulins de Pantin (París). VSL AGE FOTOSTOCK

3. Perderse...
Por las calles de Pantin, el suburbio obrero que se ha puesto de moda. El galerista Thaddaeus Ropac abrió su nueva sede en el barrio.

4. Ver...
Un clásico de cine en Le Champo, en el Barrio Latino. Truffaut lo definió como su cuartel general.

5. Descubrir...
La belleza de la sede antigua de la Biblioteca Nacional, que ha reabierto tras siete años de obras.

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Parque de Buttes-Chaumont, en París. PATRICK FORGET AGE FOTOSTOCK

6. Explorar...
El parque de Buttes-Chaumont, el más escarpado de París. Tienen cascada, lago, dos teatros de guiñol y varias terrazas.

7. Reservar...
Una mesa en Radioeat, la nueva brasserie de la Maison de la Radio, sede de la radio pública.


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Librería del centro de arte contemporáneo Palais de Tokyo, en París.

8. Sumergirse...
En la sublime selección de catálogos y revistas de la nueva librería del Palais de Tokyo, templo del arte contemporáneo en París.

9. Imitar
El inimitable estilo parisiense en French Trotters, tienda multimarcas en el norte del Marais, allá donde no van los turistas.

10. Tomar...
Una copa en La Colonie, bar fundado por el artista Kader Attia en el distrito 10, feudo de la juventud moderna y progresista.

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Cruasanes de la pastelería Du Pain et Des Idées, en París

11. Degustar...
Las especialidades de Du Pain et Des Idées, una de las mejores panaderías de París, pegada al pintoresco Canal Saint-Martin.

dupainetdesidees.com

12. Subir...
La escalera mecánica del Centro Pompidou hasta la última planta. Permite obtener las mejores vistas de la ciudad (y una de las mejores colecciones de arte del planeta).

https://elviajero.elpais.com/elviajero/2017/09/25/actualidad/1506348933_827230.html
 
RUTAS URBANAS
12 razones para enamorarse de París
De la mejor panadería, junto al canal de Saint -Martin, a un baño nocturno en la piscina de 'Azul', pistas muy parisienses


Piscina Pontoise, en París, decorado de la película 'Azul', de Krzysztof Kieslowski.


ÁLEX VICENTE
12 OCT 2017 - 00:00 CEST


1. Tomar...

Un té en el jardín del Museo de la Vida Romántica, escondido en el barrio de Pigalle. En este antiguo atelier del siglo XIX se dieron cita, en su día, Chopin, Listz, Dickens o Georges Sand.


2. Darse...
Un baño nocturno en la Piscine Pontoise, al pie de la colina del Panteón. Ejemplo de la arquitectura art-déco, está declarada monumento histórico y sirvió de decorado para la película Azul, de Krzysztof Kieslowski.


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Grand Moulins de Pantin (París). VSL AGE FOTOSTOCK

3. Perderse...
Por las calles de Pantin, el suburbio obrero que se ha puesto de moda. El galerista Thaddaeus Ropac abrió su nueva sede en el barrio.


4. Ver...
Un clásico de cine en Le Champo, en el Barrio Latino. Truffaut lo definió como su cuartel general.


5. Descubrir...
La belleza de la sede antigua de la Biblioteca Nacional, que ha reabierto tras siete años de obras.

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Parque de Buttes-Chaumont, en París. PATRICK FORGET AGE FOTOSTOCK

6. Explorar...
El parque de Buttes-Chaumont, el más escarpado de París. Tienen cascada, lago, dos teatros de guiñol y varias terrazas.


7. Reservar...
Una mesa en Radioeat, la nueva brasserie de la Maison de la Radio, sede de la radio pública.



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Librería del centro de arte contemporáneo Palais de Tokyo, en París.

8. Sumergirse...
En la sublime selección de catálogos y revistas de la nueva librería del Palais de Tokyo, templo del arte contemporáneo en París.


9. Imitar
El inimitable estilo parisiense en French Trotters, tienda multimarcas en el norte del Marais, allá donde no van los turistas.


10. Tomar...
Una copa en La Colonie, bar fundado por el artista Kader Attia en el distrito 10, feudo de la juventud moderna y progresista.

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Cruasanes de la pastelería Du Pain et Des Idées, en París

11. Degustar...
Las especialidades de Du Pain et Des Idées, una de las mejores panaderías de París, pegada al pintoresco Canal Saint-Martin.

dupainetdesidees.com

12. Subir...
La escalera mecánica del Centro Pompidou hasta la última planta. Permite obtener las mejores vistas de la ciudad (y una de las mejores colecciones de arte del planeta).


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París... hermosa ciudad, creo que le faltaron más razones... hay mucho más en París que la hace una ciudad única en el mundo... gracias por compartirlo @pilou12, Saludos.
 
VIAJES POR ESPAÑA
Calatañazor, Yanguas... Cinco razones para escaparte este puente a Soria
Estos pueblos son de leyenda, mágicos, allá en lo alto, enfrentados al abismo de una hoz, rodeados de una naturaleza virgen y con arquitectura auténtica y muy medieval. Hay que verlos
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El viejo palomar de Calatañazor (1700) que ahora es un restaurante. (Foto: El Palomar)
AUTOR
ÁNGELES CASTILLO
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11.10.2017 – 05:00 H.

Soria tiene un color especial. Y no nos referimos al de Sevilla, sino a otro que le viene de la piedra y el entorno natural y de estar maravillosamente bien cuidada y conservada, como si nadie antes hubiera pasado por allí. Es curioso, pero siendo eminentemente provinciana y rural, resulta chic. Tiene el elegante y soberano encanto de la tienda de antigüedades. Y sí, es machadiana a rabiar. Aquí la primavera tarda, pero llega. Y el Duero baja solitario. Es tan romántica. Más allá de San Saturio y del olmo de don Antonio y Leonor, te damos cinco razones para que te pierdas ya por esta provincia castellanoleonesa a la que tampoco, volviendo a citar a Camilo José Cela, nos da la gana de ir... Hasta ahora.

1. Calatañazor, mucho más que un tambor
Bromas aparte, por eso de que aquí Almanzor perdió el tambor, este es un pueblo de los que hay que ver, mágico, muy literario, a solo 33 kilómetros de Soria capital y en la comarca de las Tierras del Burgo. No es un castillo de los cátaros, pero casi: se alza en una peña escarpada desafiando la profundidad de la hoz del río Milanos. No hay otro igual. Una vez dentro, todo es muy antiguo, auténtico y medieval. O sea, calles de cantos rodados, puertas con postigos a media altura, paredes de tapial de barro y Paj*, iglesia románica... Para colmo, tiene en sus proximidades un sabinar único: con las sabinas albares más altas de la península.



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Por las calles (increíbles) de Calatañazor. (Foto: Turismo Soria)


Dónde dormir: un caserón del siglo XV con decoración bereber y mucha solera, como todo aquí. Perteneció, nos cuentan, a una familia judía prestamista. Dispone de diez habitaciones, chimenea, que tarde o temprano llegará el frío, y buenas vistas. Es El Mirador de Almanzor. Desde 54 euros.

Dónde comer: en el restaurante El Palomar, que era exactamente eso, un palomar de 1700, y donde se puede probar la comida típica soriana, que es lo suyo. Migas pastoriles, pastel de boletus, lomo de olla o cangrejos de río. De postre, tarta de cuajada y crepe de compota de manzana. Y alegría, tiene patio.

2. Yanguas, el de los arrieros del Quijote


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Yanguas no podía ser más pintoresco. (Foto: Turismo Soria)


Es más que probable que hayas estado en El Burgo de Osma y no digamos en Medinaceli, pero ¿y en Yanguas? Este pueblo de las Tierras Altas de Soria, al norte de la provincia, ya casi La Rioja, se alza sobre una de las colinas de la sierra de Cameros y es igualmente histórico y pintoresco. Y además sale en el Quijote; bueno, más que el pueblo, sus arrieros (capítulo XV de la primera parte). Tiene de todo: castillo al estilo árabe, puertas de la villa, iglesia gótica, casa consistorial dieciochesca, puente de tres ojos sobre el río Cidacos, casas blasonadas, soportales y un rico entorno natural. Como es otoño, no dejes de ir al hayedo de Diustes, a unos ocho kilómetros. Ni al acebal de Garagüeta, a unos 30.

Dónde dormir: en el hotel rural El Rimero de la Quintina, en pleno casco antiguo. Siete habitaciones y jardín-terraza. Desde 55 euros.

Dónde comer: en el restaurante del hotel Los Cerezos de Yanguas, que sirve cocina tradicional serrana. Por ejemplo, cocidos y potes de antaño, sopas de ajo de los arrieros yangüeses (los que cita Cervantes), pimientos de las huertas del Cidacos rellenos de bacalao, carnes de buey, caza y, como guinda, arroz con leche de la abuela.

3. Chaorna, un pueblo de leyenda
Otra vez una hoz, esta del arroyo de Useca, y un pueblo peculiar, Chaorna, que está en la comarca de Arcos de Jalón y es todito él de postal, muy de sierra. Le da mucho encanto su torreón de origen islámico sobre la Cueva de la Mora, el barranco de la cascada y su fuente. ¡Uy!, es que Chaorna está al fondo de un desfiladero y presume de casas de piedra y teja, allá, alejado del asfalto y la contaminación, envuelto por las sabinas, las que integran los Sabinares del Jalón. Andando andando, que lo sepas, se llega a la laguna de Judes. Decíamos de postal, pero es un pueblo de leyenda. De mucha leyenda.



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Chaorna, ¿a que dan ganas de ir? (Foto: Turismo Soria)


Dónde dormir: en El Rincón de la Fuente Vieja, una casa rural por habitaciones en Maranchón, Guadalajara. Saltando de provincia, pero a solo 12 kilómetros. Desde 45 euros.

Dónde comer: en Chaorna no hay ningún restaurante, es parte de su encanto, así que nos vamos ahora a la noble Medinaceli. Al Asador de la Villa El Granero, a probar lo más típico de la gastronomía soriana. Es hora de hincar el diente a las migas de matanza, la sopa castellana al estilo de la villa, los judíones de la Ribera del Jalón y el cordero asado. De postre, helado casero de mantequilla de Soria.

4. Somaén, entre altos cerros
Seguimos en las tierras de Arcos de Jalón, buscándole las cosquillas a Soria. Y de pronto nos plantamos en Somaén, mirando, al igual que Chaorna, más a Guadalajara y Zaragoza, hacia el sureste. Más castillo, lo que queda de él; otra hoz (del río Jalón), casas rojizas escalonadas, calles estrechas y cerros que lo amparan, haciendo casi un circo, todos ellos de mil metros. El sabor es también árabe. Este valle del Jalón es un paraíso para los amantes de la fauna: corzos, zorros, comadrejas, halcones y garzas reales.



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Somaén, en el valle del Jalón. (Foto: Turismo Soria)


Dónde dormir: en alguna de las lujosas habitaciones de la Posada Santa Quiteria, una casona del siglo XVIII junto al castillo de Somaén, del siglo XI, nada menos y con vistas al Jalón, piscina y jardín. No se puede pedir más. Desde 111 euros.

Dónde comer: en el restaurante de la posada, por supuesto. Platos como las carrilladas marinadas al oporto acompañadas de dados de manzana, uvas pasas de Corinto y sofrito de setas.

5. La Fuentona, un edén de aguas cristalinas
Este es un monumento natural, un paraíso de esos que hay en Soria, junto a la Laguna Negra, el Valonsadero o el Cañón del Río Lobos. Este en Cabrejas de la Sierra. Hay que ir de nuevo dirección Valladolid y pasar precisamenteCalatañazor para llegar a Muriel de la Fuente, desde donde ya se ve el desvío a La Fuentona, que es, ya lo dice su nombre, una señora fuente, una surgencia de aguas subterráneas, el nacimiento del río Abión, el mismo que luego se junta con el Ucero en El Burgo de Osma. Pura naturaleza y edén, que sus aguas son muy muy cristalinas y profundas, aunque no lo parezca. A su alrededor barrancos y desfiladeros de sobresalientes formaciones rocosas. No le falta su leyenda de ondinas y jóvenes incautos. Para saberlo todo y más, la Casa del Parque de la Fuentona y del Sabinar de Calatañazor, en un antiguo palacio a la entrada de Muriel. De ahí precisamente sale el recorrido que va río arriba hasta dar con ella, la Fuentona; hacerlo es lo mejor.



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La Fuentona, una laguna con leyenda. (Foto: Turismo Soria)

https://www.vanitatis.elconfidencia...-calatanazor-yanguas-pueblos-bonitos_1458013/
 
RUTAS URBANAS
Lisboa, amor al pasado
Ruta por tiendas emblemáticas de la ciudad que han sobrevivido al turismo masivo en la capital portuguesa. El ayuntamiento las trata ahora de proteger


La tienda de café y té A Carioca, en Lisboa, uno de los establecimientos incluidos en el programa Lojas com História de la cámara municipal lisboeta. MAGDALENA BARBOSA

JAVIER MARTÍN DEL BARRIO
13 OCT 2017 - 00:00 CEST
Las reinas de la casa, con corona o sin ella, nunca más encargarán el ajuar en la tienda Paris em Lisboa, el comercio de textil para el hogar ubicado en la calle más popular de Lisboa. Abierta en 1888, ha anunciado varias veces su cierre. Con su marquesina afrancesada, sus rótulos en dorado y negro, la escalera de caracol que lleva al piso superior, Paris em Lisboa compite en historia secular con las cafeterías de enfrente, A Brasileira (1905) y Benard (1868), y con la librería Bertrand (1732), la más antigua del mundo bajo la misma propiedad familiar, todas ellas, afortunadamente, con buena salud mientras no les suban el precio de los arrendamientos.

Casa das Velas Loreto (1789).

la Baixa; en la histórica zona arrasada por el terremoto de 1755 se concentra la mayoría de las llamadas Tiendas con Historia, sello que otorga el Ayuntamiento para apoyar su supervivencia antes de acabar todas vendiendo sombreros mexicanos. En 2012 abrían en el barrio 12 tiendas de recuerdos; hoy son ya 93 vendiendo camisetas de Ronaldo hechas en China.

La calle de Conceição resiste a la invasión con sus mercerías únicas, con tanta historia que, por ejemplo, en la mercería Adriano Coelho (1912) las losas son las mismas que se emplearon en 1755 para reconstruir la vecina catedral. La propiedad del negocio ha ido pasando de la familia a sus empleados hasta su tercera generación, la de Guilherme y Orlando, hoy sus dueños. Tienen más de 18.000 referencias y venden a la unidad y al centímetro, desde un botón hasta cientos de madejas de hilo que compra la artista Joana Vasconcelos para confeccionar sus gigantescas obras de ganchillo.

Maestros del oficio
Tampoco hay jóvenes que sepan el oficio de la forja como la familia Guedes (1922) y su maravillosa tienda en Portas de Santo Antão. “La entrada en el euro nos fue fatal, ahora vamos remontando; la gente con gusto vuelven a tener dinero, ha pasado la novedad de los ikeas y quieren tener algo exclusivo en sus casas”, explica José Guedes, tercera generación con el negocio. No hay picaportes, tiradores, cerraduras o llaves más nobles y especiales que los de Guedes, aunque aquí el problema es encontrar herederos en el oficio.

La vida da muchas vueltas y, tras décadas de barbudos y peludos, quién iba a apostar por la revitalización de las peluquerías masculinas. Cuánto bien ha hecho Bogart a la sombrerería Azevedo (1886), los hipsters a barberías como la Campos (1886), las cápsulas monodosis a las tiendas de café o los masterchefs a la cuchillería.

En Casa Macário (1913) muelen el grano de café en el momento con la mezcla deseada por la clientela de generación en generación; guardan sus tés en los mismos frascos de cristal y cajones de madera, con los rótulos originales y en la vieja ortografía. A pocos pasos de la Vía Augusta, en la calle de São Nicolau está Polycarpo(1822), lugar indispensable para encontrar cualquier cosa de cortar, para la cocina o para la higiene. La tienda es un encanto partida en dos por un portal con preciosa azulejería del siglo XIX.

Tampoco hay que andar mucho para llegar al Hospital de Bonecas (1830) —hospital de muñecas—, en la plaza de Figueira; como en otros casos, es fácil pasar de largo. Son apenas dos metros de ancho por muchos de alto, una medida que se repite en otras tiendas históricas como Tabacaria Mónaco (1875), la guantería Ulisses (1925), la floristería Pequeno Jardim (1867) o la tasca de aguardiente Ginjinha Espinheira (1840).

Manuela Cutileiro es cirujana, oftalmóloga y traumatóloga de su singular hospital de muñecas; a la entrada tiene aparcada la “ambulancia”, como ella llama a un cesto de mimbre con una gran cruz roja. “Antiguamente teníamos cuatro pisos y, para no andar subiendo y bajando escaleras, cuando nos llegaba una muñeca la poníamos en este cesto y lo subíamos con unas cuerdas”, explica Manuela, cuarta generación de la misma familia al frente del negocio.

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Floristería Pequeno Jardim, en Lisboa. L. ANICETO

El hospital está lleno de ojos, brazos y piernas. “Las dolencias más frecuentes son en el torso, muy sucio y desgastado, y en los ojos”, explica Cutileiro. En su piso-museo se amontonan muñecas de todas las épocas, aunque la directora del hospital se niega a decir cuál es la pieza más valiosa, pues, cual doctora, aplica el principio hipocrático: “Aquí todos los pacientes son iguales, no hay preferencias en el tratamiento”.

Cinco personas se dedican a sanar los cuerpos y a vestirlos al gusto de sus dueños. “No nos podemos quejar. Hemos visto pasar tiempos mejores y también peores… Guerras…, revoluciones, reyes, dictadores. Vamos camino de cumplir 200 años de la historia de Lisboa”

10 IMPRESCINDIBLES
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Sombrerería Azevedo. J. HENRIQUES
  • Hay varios centenares de tiendas interesantes en Lisboa, aunque, de momento, solo 80 refrendadas por el plan municipal Tiendas con Historia. Por su actividad, su arquitectura o su decoración, estas son nuestras 10 preferidas.
  • 1. Los guantes, de Ulisses (1925). Antiguo no es sinónimo de viejo. En esta tienda que más que fachada tiene perfil realizan artesanalmente guantes preciosos, de piel inmejorable, a medida, personalizados en colores y adornos. Rua do Carmo, 87-A.
  • 2. El sombrero, de Azevedo (1886). Es la catedral de los amantes del sombrero, la boina, el gorro o la gorrilla. Su mobiliario de madera y armarios con puertas acristaladas, del suelo hasta el techo, es único, así como la trastienda. Praça Dom Pedro IV, 73.
  • 3. La barba, en Campos (1886). Por aquí pasaba el genial Eça de Queiroz y ahora el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa. Desde 1910 la familia Campos mantiene el negocio con éxito y gusto. Largo do Chiado, 4.
  • 4. Las frutas confitadas, de Manuel Tavares (1860). Tés, cafés, chocolates, oportos, embutidos, pero sobre todo esas frutas confitadas o secas, como la maravilla de la uva seca en rama. Una tienda mágica, pues es imposible tener tanto tan bien ordenado y con servicio tan atento. Rua da Betesga, 1-A y B.
  • 5. La tostada, del Versailles (1922). Camareros uniformados, mesas con doble mantel, grandes espejos, mármoles en suelos y paredes, pero lo mejor son sus vitrinas de dulces y salados, y lo sublime, la tostada de 10 centímetros de altura que sale de cocina recién planchada. Está en la avenida da República (no ir al sucedáneo de Belém).Avenida da República, 15-A.
  • 6. El tabaco, de Mónaco (1875). Entre postales y revistas se esconden azulejos maravillosos de Bordalo Pinheiro, una fuente de agua, un gato cortapuros, armarios de madera de Brasil y frescos de António Ramalho. Praça Dom Pedro IV, 21.
  • 7. La joya, de Ferreira Marques (1926). Su fachada es una de las más espectaculares de la ciudad, con su estilo art nouveau de vidrios de colores y forjados verdes. En el interior, columnas de mármol verde italiano le dan al espacio un sabor añejo. El biznieto del fundador mantiene el espíritu del negocio, que incluye joyería de diseño propio. Praça Dom Pedro IV, 7.
  • 8. La aspirina, de la farmacia Barreto (1876). La fundó un italiano y la llamó Farmácia Francesa, quizá porque ya era medio portugués. Los muebles de madera de cerezo y diversos instrumentos nos trasladan a sus orígenes. Lo que falta está todo en el Museo de la Farmacia. Rua do Loreto, 24.
  • 9. El cóctel, del Pavilhão Chinês (1986). De ayer mismo, sí, pero un lugar único, excesivo, inclasificable, surgido de la mente inagotable de Luís Pinto-Coelho. La bebida es la excusa para entrar y mirar con la boca abierta. Rua Dom Pedro V, 89.
  • 10. La cerradura, de Achilles. En 1998 un cliente, António Lucas, se enteró de que su tienda favorita iba a cerrar y la compró. Es una tienda, es un museo, es un taller de tiradores, aldabas y adornos de puertas y muebles en cobre y latón. casa-achilles.com Rua de São Marçal, 194.
21 CRITERIOS PARA SER SINGULAR


“La edad no lo es todo. Lisboa ha sido pionera en valorar la actividad comercial para proteger la conservación del comercio local histórico”. El arquitecto Miguel Marques Santos es parte del equipo dedicado a la selección de las primeras 80 Lojas com História de Lisboa. “Las primeras las designamos unilateralmente nosotros para poner el programa en marcha, la siguiente fase es a propuesta de los comercios, y ya hay más de 120 solicitudes”.

El plan del Ayuntamiento de Lisboa ha recibido el primer premio de la UE instaurado para destacar las buenas prácticas del comercio tradicional. “Fuimos los primeros en valorar la actividad de los establecimientos. Estuvimos mirando qué habían hecho en Barcelona y en otras ciudades europeas, y en sus planes no se valoraba la actividad”. Ahora es Marques Santos quien viaja por Europa —la próxima semana, Tallin— a explicar la experiencia portuguesa. “La antigüedad no es la única razón para apoyar un comercio, ni siquiera condición necesaria. Lisboa tiene cientos de tiendas de más de un siglo, pero la mayoría no valen nada”.

El plan puesto en marcha en Lisboa exige una serie de condiciones, pero la edad mínima para optar es de solo 25 años. “Valoramos 21 criterios y el candidato debe obtener al menos 11; en el capítulo de la actividad, evaluamos si tienen marca o productos propios; en el patrimonio material, la decoración o si hay obras de arte, y en el capítulo inmaterial, su historia. Era el caso de dos farmacias enfrentadas en el barrio del Chiado: en una se reunían y compraban los republicanos; en la otra, los monárquicos, pero llegamos tarde. Sí llegamos a tiempo con el restaurante Leitão D’Ouro, donde nació la pintura naturalista portuguesa”.

Si el comercio consigue el sello de Loja com História, no puede cambiar su actividad. “La arquitectura no nos preocupa, porque ya está catalogada y preservada como patrimonio por el Ministerio de Cultura; pero la actividad sí. “Tampoco podemos inmiscuirnos en las leyes del mercado; si quieren cerrar, cierran; pero intentamos ayudarles en el caso de que su problema sea la falta de herederos para seguir con el oficio o de readaptación del negocio. Les buscamos estudiantes de artes y oficios, y ofrecemos cursos de marketing o informática. Entre todos los gremios comerciales, el que menos dificultades tiene para pasar el oficio de generación en generación es el joyero”.

El programa ha sido muy bien acogido por el comercio, aunque ha habido una excepción, la tienda de la Fábrica de Azulejos Sant’Anna en el Chiado. “Nosotros dimos la distinción a la fábrica, en el barrio de Ajuda, y ellos querían que se diese a la tienda, pero en ese caso el valor está en la fabricación del producto, no en la tienda en sí”.

https://elviajero.elpais.com/elviajero/2017/10/12/actualidad/1507802271_703304.html?por=mosaico
 
RUTAS URBANAS
Lisboa, amor al pasado
Ruta por tiendas emblemáticas de la ciudad que han sobrevivido al turismo masivo en la capital portuguesa. El ayuntamiento las trata ahora de proteger


La tienda de café y té A Carioca, en Lisboa, uno de los establecimientos incluidos en el programa Lojas com História de la cámara municipal lisboeta. MAGDALENA BARBOSA

JAVIER MARTÍN DEL BARRIO
13 OCT 2017 - 00:00 CEST
Las reinas de la casa, con corona o sin ella, nunca más encargarán el ajuar en la tienda Paris em Lisboa, el comercio de textil para el hogar ubicado en la calle más popular de Lisboa. Abierta en 1888, ha anunciado varias veces su cierre. Con su marquesina afrancesada, sus rótulos en dorado y negro, la escalera de caracol que lleva al piso superior, Paris em Lisboa compite en historia secular con las cafeterías de enfrente, A Brasileira (1905) y Benard (1868), y con la librería Bertrand (1732), la más antigua del mundo bajo la misma propiedad familiar, todas ellas, afortunadamente, con buena salud mientras no les suban el precio de los arrendamientos.

Casa das Velas Loreto (1789).

la Baixa; en la histórica zona arrasada por el terremoto de 1755 se concentra la mayoría de las llamadas Tiendas con Historia, sello que otorga el Ayuntamiento para apoyar su supervivencia antes de acabar todas vendiendo sombreros mexicanos. En 2012 abrían en el barrio 12 tiendas de recuerdos; hoy son ya 93 vendiendo camisetas de Ronaldo hechas en China.

La calle de Conceição resiste a la invasión con sus mercerías únicas, con tanta historia que, por ejemplo, en la mercería Adriano Coelho (1912) las losas son las mismas que se emplearon en 1755 para reconstruir la vecina catedral. La propiedad del negocio ha ido pasando de la familia a sus empleados hasta su tercera generación, la de Guilherme y Orlando, hoy sus dueños. Tienen más de 18.000 referencias y venden a la unidad y al centímetro, desde un botón hasta cientos de madejas de hilo que compra la artista Joana Vasconcelos para confeccionar sus gigantescas obras de ganchillo.

Maestros del oficio
Tampoco hay jóvenes que sepan el oficio de la forja como la familia Guedes (1922) y su maravillosa tienda en Portas de Santo Antão. “La entrada en el euro nos fue fatal, ahora vamos remontando; la gente con gusto vuelven a tener dinero, ha pasado la novedad de los ikeas y quieren tener algo exclusivo en sus casas”, explica José Guedes, tercera generación con el negocio. No hay picaportes, tiradores, cerraduras o llaves más nobles y especiales que los de Guedes, aunque aquí el problema es encontrar herederos en el oficio.

La vida da muchas vueltas y, tras décadas de barbudos y peludos, quién iba a apostar por la revitalización de las peluquerías masculinas. Cuánto bien ha hecho Bogart a la sombrerería Azevedo (1886), los hipsters a barberías como la Campos (1886), las cápsulas monodosis a las tiendas de café o los masterchefs a la cuchillería.

En Casa Macário (1913) muelen el grano de café en el momento con la mezcla deseada por la clientela de generación en generación; guardan sus tés en los mismos frascos de cristal y cajones de madera, con los rótulos originales y en la vieja ortografía. A pocos pasos de la Vía Augusta, en la calle de São Nicolau está Polycarpo(1822), lugar indispensable para encontrar cualquier cosa de cortar, para la cocina o para la higiene. La tienda es un encanto partida en dos por un portal con preciosa azulejería del siglo XIX.

Tampoco hay que andar mucho para llegar al Hospital de Bonecas (1830) —hospital de muñecas—, en la plaza de Figueira; como en otros casos, es fácil pasar de largo. Son apenas dos metros de ancho por muchos de alto, una medida que se repite en otras tiendas históricas como Tabacaria Mónaco (1875), la guantería Ulisses (1925), la floristería Pequeno Jardim (1867) o la tasca de aguardiente Ginjinha Espinheira (1840).

Manuela Cutileiro es cirujana, oftalmóloga y traumatóloga de su singular hospital de muñecas; a la entrada tiene aparcada la “ambulancia”, como ella llama a un cesto de mimbre con una gran cruz roja. “Antiguamente teníamos cuatro pisos y, para no andar subiendo y bajando escaleras, cuando nos llegaba una muñeca la poníamos en este cesto y lo subíamos con unas cuerdas”, explica Manuela, cuarta generación de la misma familia al frente del negocio.

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Floristería Pequeno Jardim, en Lisboa. L. ANICETO

El hospital está lleno de ojos, brazos y piernas. “Las dolencias más frecuentes son en el torso, muy sucio y desgastado, y en los ojos”, explica Cutileiro. En su piso-museo se amontonan muñecas de todas las épocas, aunque la directora del hospital se niega a decir cuál es la pieza más valiosa, pues, cual doctora, aplica el principio hipocrático: “Aquí todos los pacientes son iguales, no hay preferencias en el tratamiento”.

Cinco personas se dedican a sanar los cuerpos y a vestirlos al gusto de sus dueños. “No nos podemos quejar. Hemos visto pasar tiempos mejores y también peores… Guerras…, revoluciones, reyes, dictadores. Vamos camino de cumplir 200 años de la historia de Lisboa”

10 IMPRESCINDIBLES
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Sombrerería Azevedo. J. HENRIQUES
  • Hay varios centenares de tiendas interesantes en Lisboa, aunque, de momento, solo 80 refrendadas por el plan municipal Tiendas con Historia. Por su actividad, su arquitectura o su decoración, estas son nuestras 10 preferidas.
  • 1. Los guantes, de Ulisses (1925). Antiguo no es sinónimo de viejo. En esta tienda que más que fachada tiene perfil realizan artesanalmente guantes preciosos, de piel inmejorable, a medida, personalizados en colores y adornos. Rua do Carmo, 87-A.
  • 2. El sombrero, de Azevedo (1886). Es la catedral de los amantes del sombrero, la boina, el gorro o la gorrilla. Su mobiliario de madera y armarios con puertas acristaladas, del suelo hasta el techo, es único, así como la trastienda. Praça Dom Pedro IV, 73.
  • 3. La barba, en Campos (1886). Por aquí pasaba el genial Eça de Queiroz y ahora el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa. Desde 1910 la familia Campos mantiene el negocio con éxito y gusto. Largo do Chiado, 4.
  • 4. Las frutas confitadas, de Manuel Tavares (1860). Tés, cafés, chocolates, oportos, embutidos, pero sobre todo esas frutas confitadas o secas, como la maravilla de la uva seca en rama. Una tienda mágica, pues es imposible tener tanto tan bien ordenado y con servicio tan atento. Rua da Betesga, 1-A y B.
  • 5. La tostada, del Versailles (1922). Camareros uniformados, mesas con doble mantel, grandes espejos, mármoles en suelos y paredes, pero lo mejor son sus vitrinas de dulces y salados, y lo sublime, la tostada de 10 centímetros de altura que sale de cocina recién planchada. Está en la avenida da República (no ir al sucedáneo de Belém).Avenida da República, 15-A.
  • 6. El tabaco, de Mónaco (1875). Entre postales y revistas se esconden azulejos maravillosos de Bordalo Pinheiro, una fuente de agua, un gato cortapuros, armarios de madera de Brasil y frescos de António Ramalho. Praça Dom Pedro IV, 21.
  • 7. La joya, de Ferreira Marques (1926). Su fachada es una de las más espectaculares de la ciudad, con su estilo art nouveau de vidrios de colores y forjados verdes. En el interior, columnas de mármol verde italiano le dan al espacio un sabor añejo. El biznieto del fundador mantiene el espíritu del negocio, que incluye joyería de diseño propio. Praça Dom Pedro IV, 7.
  • 8. La aspirina, de la farmacia Barreto (1876). La fundó un italiano y la llamó Farmácia Francesa, quizá porque ya era medio portugués. Los muebles de madera de cerezo y diversos instrumentos nos trasladan a sus orígenes. Lo que falta está todo en el Museo de la Farmacia. Rua do Loreto, 24.
  • 9. El cóctel, del Pavilhão Chinês (1986). De ayer mismo, sí, pero un lugar único, excesivo, inclasificable, surgido de la mente inagotable de Luís Pinto-Coelho. La bebida es la excusa para entrar y mirar con la boca abierta. Rua Dom Pedro V, 89.
  • 10. La cerradura, de Achilles. En 1998 un cliente, António Lucas, se enteró de que su tienda favorita iba a cerrar y la compró. Es una tienda, es un museo, es un taller de tiradores, aldabas y adornos de puertas y muebles en cobre y latón. casa-achilles.com Rua de São Marçal, 194.
21 CRITERIOS PARA SER SINGULAR


“La edad no lo es todo. Lisboa ha sido pionera en valorar la actividad comercial para proteger la conservación del comercio local histórico”. El arquitecto Miguel Marques Santos es parte del equipo dedicado a la selección de las primeras 80 Lojas com História de Lisboa. “Las primeras las designamos unilateralmente nosotros para poner el programa en marcha, la siguiente fase es a propuesta de los comercios, y ya hay más de 120 solicitudes”.

El plan del Ayuntamiento de Lisboa ha recibido el primer premio de la UE instaurado para destacar las buenas prácticas del comercio tradicional. “Fuimos los primeros en valorar la actividad de los establecimientos. Estuvimos mirando qué habían hecho en Barcelona y en otras ciudades europeas, y en sus planes no se valoraba la actividad”. Ahora es Marques Santos quien viaja por Europa —la próxima semana, Tallin— a explicar la experiencia portuguesa. “La antigüedad no es la única razón para apoyar un comercio, ni siquiera condición necesaria. Lisboa tiene cientos de tiendas de más de un siglo, pero la mayoría no valen nada”.

El plan puesto en marcha en Lisboa exige una serie de condiciones, pero la edad mínima para optar es de solo 25 años. “Valoramos 21 criterios y el candidato debe obtener al menos 11; en el capítulo de la actividad, evaluamos si tienen marca o productos propios; en el patrimonio material, la decoración o si hay obras de arte, y en el capítulo inmaterial, su historia. Era el caso de dos farmacias enfrentadas en el barrio del Chiado: en una se reunían y compraban los republicanos; en la otra, los monárquicos, pero llegamos tarde. Sí llegamos a tiempo con el restaurante Leitão D’Ouro, donde nació la pintura naturalista portuguesa”.

Si el comercio consigue el sello de Loja com História, no puede cambiar su actividad. “La arquitectura no nos preocupa, porque ya está catalogada y preservada como patrimonio por el Ministerio de Cultura; pero la actividad sí. “Tampoco podemos inmiscuirnos en las leyes del mercado; si quieren cerrar, cierran; pero intentamos ayudarles en el caso de que su problema sea la falta de herederos para seguir con el oficio o de readaptación del negocio. Les buscamos estudiantes de artes y oficios, y ofrecemos cursos de marketing o informática. Entre todos los gremios comerciales, el que menos dificultades tiene para pasar el oficio de generación en generación es el joyero”.

El programa ha sido muy bien acogido por el comercio, aunque ha habido una excepción, la tienda de la Fábrica de Azulejos Sant’Anna en el Chiado. “Nosotros dimos la distinción a la fábrica, en el barrio de Ajuda, y ellos querían que se diese a la tienda, pero en ese caso el valor está en la fabricación del producto, no en la tienda en sí”.

https://elviajero.elpais.com/elviajero/2017/10/12/actualidad/1507802271_703304.html?por=mosaico
Hermosa ciudad... con muy lindos callejoncitos.... Gracias @pilou12 por los hermosos lugares que nos compartes.
Un abrazo y bonito miércoles.
 
Champagne, la más glamurosa aventura vinícola
    • LORENA G. DÍAZ
    • Francia
  • 18 OCT. 2017 17:51
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Viñedos en Hautvillers. C. MANQUILLET-COLL


La región francesa de Champagne descorcha su atractivo turístico mostrando al mundo que son mucho más que seductoras burbujas: aquí se puede comer, beber y dormir muy bien

Cristal, el champán de los zares

Reims, la cuna de los reyes de Francia

"La vida es tranquila, la gente es amable y tenemos el champagne". Ahí queda eso. Estas son las primeras palabras de Célia Dahan, guía que conduce al visitante por este paraíso plagado de verdes viñedos de donde cuelgan variedades de uva como el pinot noir, pinot meunier o chardonnay, base del champagne.

Es casi otoño y todo está preparado para la gran fiesta de la vendimia en esta exclusiva región francesa cuyo epicentro es la ciudad de Reims, donde se encuentra la mayor condensación de viñedos. A menos de una hora en tren de París, lo suyo es entregarse a ese savoir faire que tan bien cultivan los franceses: paseos entre viñedos, visitas a bodegas centenarias y catas con expertos donde aprender a degustar, y a disfrutar, las exquisitas burbujas del champagne francés.

Esta ruta por la región de Champagne comienza en la terraza del exuberante jardín de Les Crayères, un hotel mítico en Reims situado en la antigua mansión de la familia Polignac, que recrea y moderniza el estilo château. Un ambiente de elegante sofisticación que da comienzo a un viaje único, como también únicos son los platos del chef del establecimiento, Philippe Mille (una estrella Michelin), quien pone especial énfasis a los productos del terroir -que otra cosa no, pero en esta tierra bendecida por los dioses, son muchos y variados-.

Bodegas modestas y de lujo
Mientras que las famosas marcas internacionales exigen un alto precio por una visita a sus bodegas, hay un número cada vez mayor de bodegueros más modestos que reciben visitas, cobran precios simbólicos por las degustaciones y están abriendo sus propios hoteles en la región. Es el caso de Le Clos des Terres Soudées, un coqueto bed&breakfast surgido bajo el amparo de la casa familiar vinícola Roger Coulon.

Su bodega se ubica en Vrigny, a menos de 10 kilómetros de Reims, y en ella trabaja laoctava generación de la familia, algo muy meritorio si tenemos en cuenta que entre el 60% y el 70% de la producción de champagne pertenece al lujoso grupo LVMH, que engloba marcas tan reconocibles como Moët&Chandon o Dom Pérignon.


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En Épernay hay más de 100 kilómetros de bodegas subterráneas. E.GOULET-COLL


No resulta complicado entender por qué la bebida más glamurosa del mundo ha mantenido celosamente sus estándares de calidad y de producción durante siglos. De esto se encarga el organismo de vigilancia del champán, una especie de comité que orquesta las reglas y decide la fecha de inicio de la cosecha. Este año, fruto del sofocante verano que hemos padecido, ésta ha sido excepcionalmente temprana.

Épernay, además de capital del champán, es el hogar de muchas de las casas más famosas del mundo y el mejor lugar para recorrer las bodegas y disfrutar las burbujas del elixir francés. Bajo sus calles se despliegan más de 100 kilómetros de bodegas subterráneasdonde se están envejeciendo a la vez más de 200 millones de botellas.

A la luz del sol y en tierra firme, merece la pena dar un paseo por la conocida Avenida del Champán, donde también se encuentra la maison que elaboraba -y que elabora- el champán preferido de Winston Churchill, Pol Roger.

¿Quién inventó el champán?
A cinco kilómetros de Épernay nos topamos con uno de los rincones más carismáticos de la región, el pueblo de Hautvillers, acreditado como el lugar donde nació el champán. Y aunque son muchas las teorías al respecto de esta afirmación, todas ellas confluyen en la figura de un monje benedictino, Dom Pierre Pérignon, quien perfeccionó la técnica de fermentar y embotellar champán.

Pérignon está enterrado aquí, en el corazón de la abadía de Hautvillers, aunque no es el único lugar de peregrinaje de este coqueto pueblo. Au 36 es otro de los lugares a visitar para disfrutar, relajarse, comer y beber. Se trata de un establecimiento familiar compuesto por un bar y una tienda (más de 50 referencias a precio de productor). El local también ofrece degustaciones de bebida y comida con algunas de las especialidades más notables de la región, como el famoso jamón de Reims, quesos locales como el chaource (muy parecido al camembert) o deliciosos macarons de postre, marca de la casa.


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La Briqueterie, de la cadena Relais&Chateaux, cerca de Épernay.


Y cuando cae la noche los homenajes continúan. La Briqueterie es un establecimiento perteneciente a la cadena Relais & Chateaux donde todo está pensado para la relajación y el bienestar en particular y la buena vida en general. Ubicado en las idílicas colinas del Marne y muy cerca de Épernay, su restaurante gourmet es una de las obras maestras del establecimiento, con una cocina capitaneada por el chef Thomas Debouzy (una estrella Michelin). Siempre, claro, acompañados de una burbujeante copa de champagne.

http://www.elmundo.es/viajes/europa/2017/10/18/59c3917c46163fa3058b4678.html
 
Cinque Terre en Italia
Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore son las cinco villas que componen el Cinque Terre. Distinguidas como Patrimonio Mundial de la UNESCO, son actualmente reconocidas por su natural belleza y encanto indiscutible. Estas pequeñas cinco villas recuerdan el entorno típicamente mediterráneo, con los pinos, las pequeñas calas y la agradable brisa.

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Localizados a orillas del mar y rodeados por colinas y viñedos, Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore son pequeñas localidades salidas de una postal que ofrecen a sus visitantes un ambiente de ensueño gracias a sus escarpados acantilados, su ambiente acogedor y su deliciosa gastronomía.

Pueblecitos de las Cinque Terre
Como su propio nombre indica, las "Cinco Tierras" están compuestas por cinco atractivos pueblecitos que constituyen uno de los mayores tesoros de Italia. Estos son los pueblos que las componen:

  • Monterosso: Ubicado en un pequeño golfo natural en la parte más occidental de las Cinco Tierras, Monterosso es la localidad más poblada de las Cinque Terre y cuenta con las playas más extensas de la zona.
  • Vernazza: Localizado al norte de las Cinque Terre, Vernazza es un hermoso pueblo marinero en el que las antiguas casas de colores se agrupan junto a sorprendentes acantilados. Cuenta con un atractivo puerto natural, un antiguo castillo y una encantadora iglesia localizada junto al mar.
  • Corniglia: Asentado sobre un escarpado promontorio de 100 metros de altura, Corniglia es el pueblo más elevado de las Cinque Terre y se encuentra rodeado por un majestuoso paisaje de viñedos y olivares.
  • Manarola: Con un carácter colorido y animado, Manarola es el más antiguo de la Cinque Terre y además de recibir una gran cantidad de turistas aún conserva como pilares básicos para su economía la pesca y la viticultura.
  • Riomaggiore: Riomaggiore es un tranquilo pueblo de pescadores con carácter pintoresco en el que resulta un auténtico placer perderse por sus coloridas y empinadas callejuelas.
Una excursión imprescindible
Cinque Terre es uno de los tesoros mejor guardados de Italia, una porción de terreno suspendido entre la tierra y el mar que no deja indiferentes a sus visitantes. La zona aún conserva su encanto de antaño y los agricultores continúan trabajando en los empinados terrenos como lo han hecho durante siglos.

Las Cinque Terre se encuentran a unos 160 kilómetros de Florencia, por lo que resultan un destino ideal para una excursión de un día.

Cómo llegar a las Cinque Terre
Hay varias formas de llegar desde Florencia:

  • Reservar una excursión en español: La mejor forma de visitar las Cinque Terre es realizar una excursión de un día desde Florencia. Por 75€ os recogerán en el hotel y conoceréis los cinco hermosos pueblecitos sin complicaciones. Podéis hacer la reserva aquí.
  • Coche de alquiler: Si preferís llegar por libre alquilar un coche es la opción adecuada. No obstante, tendréis que aparcar algo lejos del centro y necesitaréis el tren para desplazaros entre algunas localidades.
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    Riomaggiore
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    Corniglia
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    Vernazza
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    Manarola
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    Monterosso
 
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