Todo sobre Bárbara Rey y el rey Juan Carlos

no creo que Mario Conde sea hijo del conde de Barcelona, piensa que el señor Conde es muy inteligente, sacó unas notas magníficas en la universidad, y en cambio los Borbones tienen fama de no saber hacer una o con un canuto...!y a las pruebas me remito! :sneaky::sneaky::sneaky::sneaky:

senequita era hijo y hermano y era inteligente, cosa rara en esa familia
 
Los Borbones con los 8.000.000€ que se les asigna anualmente no tienen ni para empezar.
A costa del pueblo español vive mucha gente a todo tren y se tapa mucha porqueria.

- Mantenemos a los Borbones, a los Gomez-Acebo, a los Grecia y a los Ortiz-Rocasolano.
- Corremos con todos los gastos de abogados para Cristina e Iñaki.
- Pagamos amantes, cerrado de bocas y matones si no cooperan.

Barbara Rey és solo un eslabón de la laaaaaaaaaaaaaarga cadena.
Yo creo que más de una amiga particular de JC tiene material para cargarselo de un soplido.
Es lo que pasa cuando se piensa con la entrepierna, tipycal "Borbón".
Los Grecia venían a veranear a Palma, pero como la relación con Sofía no era buena, los largó .Encima se quejó de que venian a vivir a su costa, como si pagara él algo...Me refiero a Federico,AnaMaría e hijos. Eso sí,Sofia continúa manteniendo a su hermana soltera a su lado.
 
Mario Conde, Don Juan, El Rey...

«Don Juan de Borbón, un hombre que llegó a querer de verdad al banquero, tanto que un día almorzando en casa de los Ussía, se levantó de su asiento para brindar por Mario, «al que quiero como a un hijo». El nivel de confidencialidad alcanzado entre ambos llegó a ser total en la última etapa de la vida del conde de Barcelona.
—¡Hay que ver, toda una vida esperando a ser rey, y resulta que quien te lo impide es tu hijo, cuando él no puede ser rey más que si yo soy rey!
Era una relación que alimentaba no pocas tensiones entre padre e hijo. El que Mario fuera amigo de Don Juan, y el que don Juan le pusiera por las nubes, provocaba que el entorno de ricos que frecuentaba palacio le pusiera por los suelos, estado de opinión del que participaba el Monarca. Pero ocurrió que don Juan enfermó de gravedad a mediados del 92, y en el transcurso de esta enfermedad Don Juan Carlos se dio cuenta de dos cosas: del afecto que sentía su padre por el gallego, y sobre todo del trascendental papel jugado por donjuán en la consolidación de la institución en España, hasta el punto de que con su muerte desaparece el punto de competitividad que existía entre ambos, y reaparece el afecto del hijo hacia el padre.
Pero el segundo y más importante asunto que contribuye a consolidar la posición de Mario Conde en palacio es una operación de la que poco se ha sabido hasta ahora y en la que el banquero jugó un papel decisivo: la serie de acontecimientos que condujeron al relevo del general Sabino Fernández Campo como jefe de la Casa Real.
Mario conoció a Sabino en una cena en casa de José Antonio Martín y Alonso Martínez que, además de amigo de don Juan, había sido cuidador de la imagen del gallego desde los tiempos de Antibióticos, barrio de Mirasierra, año 88, y la misma noche en que se lo presentan Sabino comienza a hablar del Rey en una forma que si al principio pareció chocante, al final terminó siendo francamente molesta, intolerable, o eso piensan algunos de los invitados, Conde queda sorprendido, soy presidente de Banesto, no me conoce, y dice esas cosas del Monarca, y tiene un par de conversaciones con donjuán sobre Sabino, el papel de Sabino, a qué juega Sabino.
El recelo es mutuo. Al jefe de la Casa Real no le parece trigo limpio el banquero, desconfía de él, y cree que la amistad con el padre del Rey es una simple añagaza para llegar a palacio e instalarse en él, también celos, y Sabino intenta por todos los medios romper esa relación, dispuesto a utilizar todo en su contra, hasta la acracia feliz de un Dicky Gómez-Acebo, marqués de Deleitosa, vicepresidente de Banesto y concuñado del rey Juan Carlos, que no pierde oportunidad de proclamar que la decadencia de España empezó con los Borbones, un desastre de reyes, insiste Dicky, si no hay más que repasar la Historia...
Un incidente informativo típicamente veraniego, ocurrido a primeros de agosto del 92, vino a romper este estado de cosas. En efecto, la revista francesa Point de Vuey la italiana Oggi se hicieron eco durante el verano 92 de las andanzas en tierras suizas del Rey de España, y de un supuesto affaire amoroso del Monarca con una señora mallorquina.
La información fue recogida el 2 de agosto por el diario El Mundo. Pedro J. Ramírez se encontraba en Bath, Inglaterra, y el director en funciones, Melchor Miralles, consideró de interés, en una época del año informativamente pobre, dar una reseña de lo aparecido en ambas publicaciones.
El reportaje produjo un cierto revuelo entre algunas fuerzas vivas, rehenes de una hipocresía muy británica y una ambición muy francesa, al servicio de una envidia muy española. La biutiful, herida por el escándalo Ibercorp, consideró llegado el momento de asestar un rejonazo a El Mundo y a través de su inefable vocero, Juan Tomás de Salas, acusó al diario de estar al frente de una campaña contra el Rey, movida tras las bambalinas por el banquero Mario Conde. Aquello era matar dos pájaros de un tiro.
Llovía sobre mojado con El Mundo. En efecto, menos de dos meses antes de la historieta de Oggi, el diario había dado en la diana con una exclusiva según la cual S. M. el Rey había firmado una ley en Madrid un día que se encontraba en Suiza. Un imposible lógico.
La historia tiene su anclaje en el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, que, muy castigado físicamente, llevaba tiempo solicitando el relevo al presidente del Gobierno, la última vez, el domingo 7 de junio del 92, horas antes de que el presidente viajara a Bolivia.
El 12 de junio, tras la rueda de prensa posterior a un Consejo de Ministros presidido por Narcís Serra, Rosa Conde anunció que Felipe decidiría el nombre del sustituto de Ordóñez inmediatamente después de su regreso de Iberoamérica» (Jesús Cacho, M.C. Un intruso en el laberinto de los elegidos. Temas de Hoy, Madrid 1994, págs. 219-221).


«[...]el propio Sabino, desde la atalaya de un cargo que multiplicaba las ocasiones, goza de fama de mujeriego. Aquí, y en contra de lo que ocurre en Estados Unidos, por ejemplo, no se entendería que un candidato a la Presidencia del Gobierno perdiera sus opciones tras serle descubierto un affaire amoroso.
Pero esta vez era distinto. Esta vez eran palabras mayores, porque el asunto afectaba a la Casa Real. El Monarca llamó a Mario Conde. El banquero era dueño de casi un 5 por ciento en el diario madrileño y tenía que hacerle un favor. También llamó a Gianni Agnelli, su amigo italiano, situado al final de la cadena como accionista [Nota 1: Fiat es el accionista minoritario más importante del grupo Gemina, a su vez el mayor accionista del grupo Rizzoli, propietario del 45 por ciento del capital social de El Mundo] más importante del diario. Al incidente se sumó con fruición Felipe González. El sagaz político vio en el asunto la oportunidad de llevarse por delante a un periódico convertido en el principal testigo de cargo contra su gestión. Una lucha que se adivinaba a muerte. Fue precisamente González quien, en Mallorca, y tras un despacho con S. M. el Rey, dijo que «cabe la posibilidad de que existan intereses extranjeros para debilitar a España y a la Corona, que es la institución que la representa». Todo un mensaje teledirigido al millonario Agnelli.
El 19 de agosto, Diario 16 titulaba: «Relacionan a Conde con una supuesta campaña contra el Rey.» Una afirmación significativa por tres razones: porque reconocía la existencia de una campaña contra el Rey, movida desde dentro y fuera de España; porque había que buscarle un malo a la película, Mario Conde, y porque todo encajaba al utilizar como envoltorio al diario El Mundo, supuestamente controlado por Conde.
Se había roto el cántaro. A primera hora de la mañana de aquel miércoles de agosto, Su Majestad, hecho una furia, ¡estoy harto!, ¡no me fío de la gente que me rodea, no me fío!, estaba tratando de localizar con toda urgencia a Manolo Prado y Mario Conde, El banquero navegaba por aguas de la isla de Cabrera a bordo del White Finn, y aquella mañana decidió fondear en una discreta cala, para dedicarse por entero a atender las «llamadas reales». Había que pensar con calma, para intentar desentrañar la trama.
Pero el mismo diario daba al día siguiente, el conejo tapado y las orejas fuera, una pista esencial para resolver el puzzle, al publicar unas declaraciones de Sabino Fernández Campo, en las que aseguraba que «parece que existe una ofensiva premeditada contra el Rey de España. Lo que se publica del Rey en el extranjero sale de España de modo intencionado». Conde tenía ya pocas dudas sobre el origen de la información de Diario 16.
La otra pieza a encajar consistía en saber quién había facilitado a El Mundo la información de primero de mes sobre el supuesto romance, y quién había filtrado el dato de la firma real con la fecha trucada. Mario Conde puso manos a la obra con total dedicación. Pedro J. Ramírez tendría que colaborar, a cambio de que los italianos de Rizzoli no levantaran el campo dejándole a la intemperie.
Una hipótesis comenzó a tomar cuerpo en palacio: Sabino Fernández Campo era la fuente de todas las informaciones que aparecían aquí y allá en las páginas de la prensa, con el objetivo de, si no erosionar la imagen del Rey, sí advertirle y reconvenirle contra determinadas prácticas poco ejemplarizantes.
Años atrás Sabino había tenido que recorrer las redacciones de los diarios madrileños para frenar algunas informaciones envenenadas, procedentes de Ruiz-Mateos, contra la Casa Real. En todos los medios hubo acuerdo en preservar la figura del Monarca, aunque la coincidencia fue también general en la necesidad de levantar el listón informativo en torno al Rey como algo bueno para la propia institución, porque las plantas no pueden echar raíces sólidas si se las mantiene perennemente en el invernadero.
¿Nos encontrábamos efectivamente en 1992 ante un intento bienintencionado de Sabino de darle un tirón de orejas al Monarca mediante la publicación de algunas medias verdades, muy matizadas, sobre la conducta real, o se trataba de algo muy distinto y radicalmente más serio, como sospechaba Mario Conde?
Los asuntos de palacio habían sido ya piedra de escándalo para José Joaquín Puig de la Bellacasa, un diplomático de prestigio que el 28 de marzo del 90 fue llamado a palacio como secretario de la Casa Real.
Aquél parecía un relevo programado. Sabino, que había sustituido tiempo atrás al marques de Mondéjar, sentía llegada la hora de dejar sus responsabilidades, y todo estaba listo para que, tras un año de rodaje como secretario, José Joaquín le sustituyera en la máxima responsabilidad.
Pero aquel verano del 90 en Mallorca resultó nefasto. El diplomático no podía creer lo que estaba viendo. El Monarca salía de palacio sin avisar para reunirse con sus amigos en casas privadas, y José Joaquín se sentía impotente para frenar aquel desgobierno. Cuando, a mediados de agosto, Sabino regresó a Mallorca para sustituirle, se encontró con un hombre al borde de un ataque de nervios.
—Yo no puedo soportar estas cosas, Sabino, esto es inenarrable... No valgo para estar aquí.
—Cálmate, hombre, cálmate, a ver, ¿qué ha pasado?
—Que esto no tiene arreglo y yo me marcho. Me marcho a menos que seamos capaces de cortar por lo sano y eso implica educar bien al Príncipe, que es un chico estupendo, y hacer el relevo controlado. Y que Su Majestad haga su vida.
Aquél era un envite de dimensiones constitucionales, al que, al parecer, podría no ser ajena la Reina. La idea de Puig de la Bellacasa no llegó muy lejos, porque rápidamente recaló en los oídos del Rey [Nota 2: Una versión que circula en palacio apunta que fue Sabino quien le hizo la cama a Puig de la Bellacasa, contándole interesadamente al Rey lo que aquél decía de las salidas nocturnas del Rey para ver a sus amistades, lo que fue suficiente para que el Monarca le fulminara de inmediato] que le puso en la calle de un día para otro, sin más miramientos.
Algunos sucesos posteriores sirvieron para acelerar el clima de desconfianza entre el Rey y su primer servidor, como el reportaje de Seline Scott, la periodista británica que entrevistó a don Juan Carlos, o el largo episodio del libro de José Luis de Vilallonga, menos mal que se pudo meter mano en la versión española, Sabino se llevaba las manos a la cabeza, menos mal, porque las cintas, sobre todo las cintas grabadas con las conversaciones de S. M. con el aristócrata eran tremendas. Su posición en La Zarzuela comenzó a sufrir una erosión vertiginosa. Hasta los segundos niveles comentaban a hurtadillas en palacio que Sabino «nadaba y guardaba la ropa». Su silla comenzó a peligrar.
En la segunda mitad del 92, sin embargo, con Puig de la Bellacasa en su retiro lisboeta desde hacía muchos meses, Manolo Prado y Mario Conde creían encontrarse ante un intento similar de Sabino Fernández Campo, destinado a provocar un relevo controlado en la máxima jefatura del Estado.
Había que proteger al Rey. Mario Conde, decidido a erigirse en firme bastión del Monarca, inició un lento asedio a las posiciones del jefe de la Casa Real.
El argumento esgrimido por Sabino, limpiar el entorno real, podía ser válido, pero sus intenciones eran envenenadas. La vida privada del Rey debe ser preservada de la curiosidad pública, especialmente en todo aquello que afecte a la imagen de la Familia Real como grupo humano modelo. Y esta vez el secreto no sólo no había sido guardado, sino que había dado la vuelta al país. La primera en la frente. Pero la alarma salta cuando la cabeza pensante de la operación da un salto cualitativo al transmitir que el Rey firma leyes mientras está de vacaciones privadas, en primera página, ¡por tomarse unas vacaciones el Monarca deja de cumplir sus obligaciones con el Estado!
Para cerrar el círculo, Felipe González, ¿estaba Felipe en la operación, o simplemente consentía?, había manifestado que no sabía dónde se encontraba Su Majestad en aquellos días. Era el tercer eslabón de la cadena: se cuestiona la vida privada del Rey, firma leyes estando fuera del país, y además no informa al presidente del Gobierno de sus movimientos. Tal conducta podría entenderse como un descuido de sus obligaciones. La campaña estaba perfectamente orquestada, y había que desactivarla abordando el tema clave de Sabino.
En el cruce de todos los caminos, el Rey, Conde y Pedro J. mantuvieron un almuerzo el 12 de septiembre del 92 que resultó trascendental para el futuro del diario madrileño, que aquellos días tuvo su porvenir en el alero.
El segundo de Agnelli, Cesare Romitti, viajó a Madrid para cenar con Mario.
—Hay una decisión prácticamente tomada de vender.
—Si ustedes quitan de en medio a El Mundo —replica el banquero— le harán daño a la democracia española. No lo hagan. No toquen El Mundo, porque si lo hacen fastidiarán este país. Y si ustedes tienen miedo, dejen que otros que no lo tenemos hagamos lo que sea menester.
Al final, Conde pudo impedir que los socios italianos efectivamente vendieran su paquete y abandonaran El Mundo, que era el objetivo colateral de la conjura. El mensaje de Agnelli fue escueto:
—No vendo, pero si algún día decido hacerlo, venderé al señor Conde» (Jesús Cacho, M.C., págs. 224-227)
Publicado 2nd July 2013 por José Manuel Rodríguez Pardo

http://josemanuelrodriguezpardo.blo...ml#!/2013/07/mario-conde-don-juan-el-rey.html
 
Una vez se ha sabido lo de Corinna, que es MUCHO mas grave,lo de Bárbara queda en cosa de niños. A menos que tenga audios de cosillas interesantes sobre el 23F, chanchullos, criticas a políticos y cosas mas graves ....
Porque Bárbara era una amante cocinera.
Pero Corinna actuó representando al gobierno español,sin que éste supiera nada,, se llevó comisiones millonarias, se le arregló, amuebló y decoró una vivienda propiedad de Patrimonio Nacional con dinero público,(en donde se supone vivía con J.C .)vivió a costa nuestra, se le puso protección, escoltas, vehículos,aviones.Los tres millones de Barbara son el chocolate del loro, comparado con lo que se ha llevado Corinna.
 
Don Juan de Borbón lo quería como un hijo porque le daba todo el dinero que quería.Siempre habían ido cortitos de dinero, y tener a alguien que le permitiera tener una "black card" sin límite de gasto le encantaba.Mario Conde que sabía que iban cortitos de dinero, se acercó primero al padre, con la finalidad de así acercarse al hijo, que es el que le interesaba.
 
SOS...puede alguien ayudarme? Estaba buscando el tema que habìa sobre "Corinna zu-sayn Wittgenstein y el rey", en este foro de monarquìa, que abriò una forera llamada Calpurnia, y no lo encuentro,ni buscando en Google. Puede alguien recuperarlo?
Borrado como casi todo lo antiguo
 
Menos a la "gran profesional" se zumbó a toda la que se dejara...qué país!. Y encima hay gilis que le ríen las gracias y les parece cojonudo alegando que los bobones ya se sabe cómo son . El botón del ajjjjco por favor !!!!!.
Además la tiene pequeña, presuntamente

http://blogs.lainformacion.com/strambotic/2012/04/18/caza-pexx-pequeno/
 
Medios españoles silencian el escándalo que relaciona al rey emérito

Sorprendentemente, los principales medios digitales de la prensa española no se han hecho eco de la información publicada en 'OkDiario' por el periodista Manuel Cerdán, en la que se afirma que ‘El CNI compró el silencio de Bárbara Rey, amiga entrañable de Juan Carlos I, con fondos reservados en Luxemburgo’.

En este sentido, han preferido el silencio, salvo la excepción de El Español, Voz Populi, Libertad Digital, Deia o el propio OkDiario autores de la exclusiva. Entre las principales cabeceras digitales como El País, El Mundo, La Razón, ABC, Huffington Post, Público, eldiario, InfoLibre o La Marea no han dado cobertura al escándalo y han preferido mantenerse al margen de la polémica.

Un silencio bastante sospechoso, nos preguntamos ¿por qué ese mutis?. ¿Acaso no es un escándalo el presunto uso de fondos reservados para tales fines?. ¿Se mantienen al margen para no erosionar a la monarquía y proteger la figura de Felipe VI?. ¿No es una noticia suficientemente importante si en ella se cuestiona al rey emérito?

Este escrupuloso silencio también alcanza a los principales partidos políticos, ni el PP, ni el PSOE, ni Unidos Podemos, ni Ciudadanos han realizado comentario alguno sobre este asunto. A todo ello, sería una buena pregunta para el Congreso y de ser cierta las informaciones publicadas en 'OkDiario' de la utilización de Fondos Reservados, pedir las correspondientes responsabilidades.

El escándalo que salpica a la Corona, fue comentado en algunos espacios televisivos, como Telecinco, Antena 3 o la Sexta, siempre guardando la prudencia y 'sin mojarse'. Lo cierto, es que da la impresión de que muchos periodistas tienen miedo a hablar, es decir, saben más de lo que cuentan y utilizan términos para cubrirse las espaldas.

Medios de comunicación británicos, franceses, alemanes o polacos, no han tenido problemas en dar difusión a la información publicada en 'OkDiario', también la cadena de televisión HispanTV

Eco Republicano

http://www.ecorepublicano.es/2017/01/medios-espanoles-silencian-el-escandalo.html
 
Operación de Estado
Así destruyó el CESID las cintas de Bárbara y el rey en una maleta con ácido
Montaron un falso evento para que la actriz no estuviera en casa, pero el mecanismo se activó antes de tiempo, ella descubrió el humo y arrojó la maleta a la piscina.

La operación se planeó al detalle, pero no salió como los espías esperaban. La idea era garantizar que Bárbara Rey estuviera fuera de casa a las nueve de la noche. Y mientras ella disfrutaba del evento social, un falso galardón montado como coartada, una maleta trampa con varios reactivos químicos destruiría las cintas y los documentos que demostraban la relación entre la artista y el rey Juan Carlos.

La idea era que el ácido se detonara a distancia, trabajara durante horas y acabara con todas las pruebas que ponían en entredicho la figura del monarca. Pero el humo del proceso químico al corroer las cintas podía dar al traste con la operación, si era detectado por la vedete. Por eso era tan importante que Bárbara Rey -que ha declinado confirmar o desmentir la información de este reportaje- estuviera fuera de casa en el momento en el que el ácido comenzara a hacer efecto. Y por eso la operación terminó en fracaso, con la maleta flotando en la piscina de la casa de la artista y con la ira de Bárbara Rey plasmada a modo de denuncia, tanto en la prensa, como en un juzgado del distrito madrileño de Tetuán.


El plan concebido por el espionaje español, conocido en aquel 1997 como CESID, se puso en marcha semanas antes, captando a varias personas del entorno de la artista. No era la primera vez que los espías se fijaban en ella. Ni la primera que su nombre sonaba en los despachos de quienes consideraron la vida de Bárbara Rey una cuestión de Estado. Años antes, uno de sus compañeros en la sala Lido de Madrid terminó en prisión por contrabando de armas. Nada tuvo que ver la vedete en aquello, pero la fama de su nombre ya llamaba la atención de los agentes en aquellas fechas.

Según confirman a EL ESPAÑOL fuentes de la inteligencia española, el objetivo del operativo fue siempre destruir la amenaza. Y en este caso, el riesgo llegaba en forma de cintas, presuntas grabaciones tanto de vídeo como de audio que acreditaban la relación extramatrimonial del monarca. Días antes del altercado, dos agentes encubiertos se acercaron a la artista y le lanzaron una propuesta, una oferta que nunca podría rechazar: 10 millones de dólares en cómodos plazos a cambio de su silencio.

Al cambio y según las mismas fuentes, la oferta fue de 1.600 millones de pesetas. Una cifra importante a día de hoy, pero estratosférica en 1997. Un dinero que sirvió como reclamo y que el servicio secreto nunca tuvo intención de pagar. Con esa cuantía sobre la mesa, la artista murciana y los agentes llegaron a un acuerdo. Un arreglo óptimo para ambas partes; mientras se realizaban los pagos, las cintas quedarían guardadas en una maleta cerrada con un código. Y serían los agentes los únicos que tendrían la contraseña para abrirla, aunque el recipiente quedara custodiado en casa de Bárbara Rey.

El acuerdo era un equilibrio de poder. Un consenso por partida doble: al tenerlas bajo llave, los agentes garantizaban que las cintas estuvieran ocultas hasta que se cerraran todos los pagos. Por su parte, la artista mantenía en su poder los documentos hasta que recibiera todo el dinero. Sin embargo, todo fue un espejismo. Una argucia para que la amistad del rey introdujera los documentos más comprometedores en aquella maleta. En aquel recipiente que contenía un mecanismo secreto capaz de destruir todo lo que tocaba.

Un cable oculto en el asa
Según el plan establecido, la maleta quedó guardada en una de las habitaciones que la casa de Bárbara Rey ocupaba en la localidad madrileña de Pozuelo. En apariencia, los agentes llegaron, confirmaron que los documentos quedaban guardados bajo su contraseña, y se marcharon. Pero en realidad, con su marcha activaron un mecanismo oculto capaz de destruir con productos químicos todo el contenido de la maleta.

El sistema era sencillo. El asa del maletín tenía oculto un cable, que al ser tensionado activaba un temporizador escondido en el interior de la maleta, un mecanismo que rompía las cápsulas de dos componentes. La reacción de ambas sustancias generaba un ácido capaz de corroer por completo el contenido de la maleta. Y con él, los documentos comprometedores que afectaban al monarca.

Pero el plan tenía una pega: el vapor generado por la efervescencia podía alertar a la artista y truncar las expectativas de terminar con la amenaza. Por eso era importante que Bárbara Rey estuviera fuera de su casa aquella noche. Mientras ella disfrutaba de la cena, organizada también por los espías, el mecanismo se activaría y tendría horas para actuar sin que nadie en la casa pudiera detectarlo. Cuando Bárbara Rey volviera a casa, se encontraría los documentos destruidos, su ropa quemada y un importante agujero en el armario donde guardaba la maleta. Pero ninguna de esas cosas sería ya problema de los espías.

Algo salió mal
Todo estaba preparado. Las cintas en la maleta. La maleta en casa de la artista. Y ella acicalándose para disfrutar de una noche especial. Pero algo salió mal. O los agentes calcularon mal el tiempo para activar el mecanismo o la artista se retrasó en el momento de salir de casa. En cualquier caso, fue el humo del ácido consumiendo el plástico lo que llamó la atención de Bárbara Rey. Temerosa de que fuera una bomba, la vedete salió al balcón de su casa y tiró la maleta humeante a la piscina.

Allí quedó flotando el artilugio ideado por el CESID, con las cintas del rey en remojo, una mujer asustada y la constancia por parte de Bárbara Rey de que su intento de acuerdo con el Estado no iba a terminar de manera amistosa.

http://www.elespanol.com/espana/politica/20170119/187232286_0.html

 

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