Steffi Graff y André Agassi

Me he leído el hilo y me ha encantado. Son personas, con luces y sombras.

Agassi tiene un punto egocéntrico, muy de luchar por ser el número uno, y narcisista. Le gusta estar en el foco de atención, como una estrella, y de quedar como el mejor. Al contrario de Steffi, disfruta de ser anónima.

"muchos han escuchado el dicho que dice: "en la vida hay que hacer tres cosas: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo”, pero muy pocos saben el porque.

Este dicho tan popular, se basa en la adaptación de un relato profético de mujámmad, el mensajero del islam. aunque es tan conocido, pocos saben su significado y el objetivo de estas tres cosas mencionadas, que son: el hijo, el libro y el árbol.".
 
Brooke no sería tan rica ni tan valorada en su profesión, pero ella tenía su propio dinero y su propia vida, antes y durante su relación de Agassi.
 
Brooke fue bellísima pero demasiado alta y tuvo mala suerte. Pillo una época de galanes bajitos con los que no pegaba nada (Tom Cruise, Richard Gere...)
 
También he leído el libro, cuando salió al mercado.

No me dio la impresión de que hablara mal de Brooke, pero sí me quedó muy claro que convivían mal. Tuvo una primera novia de la que habla con más dulzura.

Agassi me produjo un sentimiento de profunda compasión. No tuvo ni una infancia ni una adolescencia felices. Es un hartazgo lo de los padres obsesionados con que sus niños prodigio los hagan ricos. En el libro afirma que no le gusta el tenis, pero es lo que mejor sabe hacer, y lo asume porque no conoce otra forma de ganar tanto dinero (esto son palabras casi textuales). Llegar a esa conclusión le llevó años: aceptación de una circunstancia de vida a la que te ves arrastrado de manera no voluntaria en inicio.

Stefi es una crack, una de las mejores deportistas de la Historia, con una capacidad de trabajo y una constancia impresionantes. También hija de padre plasta que explota a su niña prodigio. No sé ahora, hace mucho que no veo fotos actuales de ella, pero, en sus tiempos de competición era lo más parecido a un cuerpo con proporciones perfectas. De cara nunca ha sido una belleza, pero siempre se aceptó a sí misma, y esa autoestima a mí me hace verla guapa.

Me alegro de que el matrimonio haya perdurado en el tiempo y espero que ambos sean felices, porque habrán tenido éxito y dinero, no digo que no, pero se lo han ganado pelota a pelota, nadie les ha regalado nada....Su suerte estriba en que el tenis es un deporte duro, pero genera dinero. Hay otros deportes igual de duros pero nada rentables....
 
ANDRE AGASSI
Andre Agassi: “Las redes sociales son algo terrible: soy afortunado de haber hecho lo que hice sin testigos”
Pocos se han asomado más a su propio abismo como él. Llegó a odiar el tenis, pero ahora vuelve a gustarle y lo enseña en escuelas
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El extenista se sinceró de forma brutal en 'Open', su biografía. Su mayor trauma, quedarse calvo tan joven, parece que ya está bastante superado. PAWEL PYSZ
TONI GARCÍA
Londres 27 AGO 2018 - 12:02 CEST
Andre Agassi (Las Vegas, 1970) ha sido un ídolo nada menos que tres veces. La primera, cuando apareció en el mundo del tenis para ponerlo patas arriba, a principios de los noventa; la segunda, cuando volvió a las pistas tras descender del número 1 al 141 y se ganó a todos los que un día le habían odiado con una fuerza que pocas veces se ha visto en el circuito. La tercera fue cuando apareció Open, su autobiografía, que muchos consideran una de las mejores de la historia. “Me costó más decidirme que ponerme a ello. No sé si me sentía a gusto con la idea de que todos supieran quién era yo”. Agassi ha ganado kilos y también paciencia, según reconoce él mismo, y ya no le importa hablar de sí mismo. Ahora, como embajador de la marca cafetera Lavazza, lo hace constantemente.

Se sienta con ICON en un box del Old England Club, a unos kilómetros de Londres y a pocos metros de las pistas donde se celebra Wimbledon. Agassi, vestido de negro, habla sin pelos en la lengua de cualquier cosa que uno desee preguntarle. “¿El peor error de mi vida? En lo profesional, haber fichado por Adidas. En lo personal haber dejado Nike [risas]. Fue un grave error que tardé mucho en solucionar. Tuve que reencontrarme con Phil Knight (fundador de Nike) y había pasado demasiado tiempo, pero cuando volví allí fue como volver a casa”.

la calvicie y –sobre todo– la desorientación de un chaval que llegó demasiado pronto a la fama y demasiado tarde a todo lo demás. “Solo te diré que, gracias a Dios, escogí el mejor momento para ser famoso. Podía beber todo lo que quisiera y comportarme como me diera la gana sin miedo a nada, porque a los paparazzis los veías venir a cien kilómetros. Ahora, con los móviles y las redes sociales, cualquiera es un paparazzi. Las redes sociales son algo terrible: me siento afortunado de haber hecho lo que hice sin testigos. No puedo ni imaginarme lo que me pasaría ahora”.

Al de Las Vegas, el juego de hoy se le hace imposible, como si en los años que han pasado desde que lo dejó alguien hubiera reemplazado a las estrellas del circuito por cíborgs que embisten con la intensidad de un ciclón. “¿Tú les has visto golpear la bola desde el fondo de la pista? Yo podría jugar a ese juego durante, pongamos, diez minutos, luego tendría que dejarlo. A ese trío que forman Rafa Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic no le ganaría ni en un millón de años. Mi mejor versión del pasado no podría con su peor versión actual. He hecho las paces con ello, no te preocupes. Han pasado esos días en los que odiaba este deporte con todas mis fuerzas, ahora puedo verlo, enseñarlo y opinar sobre él”, confiesa.

Edward Norton [risas]. Solo dejaría que me interpretara él. Nadie más… pero creo que no pasará”, dice, para volver a reírse a continuación. “Creo, aunque no soy ningún experto, que el tenis no es un deporte demasiado cinematográfico. El boxeo, eso sí encaja bien con el cine. ¿El tenis? Yo creo que no”.

Cuando le toca hablar sobre ese momento en que descubrió que por fin podía hablar de sí mismo, agacha un poco la cabeza y mira al suelo, como si buscara el relato correcto: “Mira, para explicar quién eres a los que te conocen y especialmente a los que no, debes estar roto. O has tenido que romperte. Cuanto más bajo llegas, cuanto más te hundes, más posibilidades hay de que no te dé miedo exponerte, porque ya no tienes nada que perder. Yo tengo mis cicatrices, todos las tenemos. Pero las mías son visibles. Si no tienes cicatrices es que no has vivido. Así de simple. Lo pensé en las pistas, cuando tuve que volver a recorrer al camino hacia arriba, o al menos intentarlo: el punto más importante del partido siempre es el que viene a continuación”.

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