Esto de vivir de las apariencias es más antiguo que la tos. Me recuerda a los hidalgos empobrecidos de las novelas picarescas, o a los personajes de Galdós que no comían para poder ir al teatro bien vestidos. También recuerdo que mi padre me contaba que había gente que se encerraba en verano en sus casas y no salía para hacer creer que se habían ido de veraneo. Con las redes esto se multiplica, pero es lo mismo, la vanidad