Libros, libros, libros

CONCEPCIÓN ARENAL
El dolor de pensar en España
Una biografía de Concepción Arenal rescata el valor de la obra de una de las pensadoras más lúcidas y prestigiosas del siglo XIX

CARMEN MORÁN BREÑA
Madrid 4 SEP 2018 -
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La intelectual Concepción Arenal.



La foto emblemática, casi la única, de Concepción Arenal (Ferrol, 1820-Vigo, 1893) muestra a una mujer de gesto adusto con las comisuras de la boca vencidas, en un gesto decidido de negar la sonrisa. Sufría porque su clamor por el reformismo en España caía en el desierto; sufría por el diferente trato que recibían las mujeres, por las dificultades materiales para atender a los menesterosos, por las condiciones de los encarcelados... Pero sufría mejor que nadie, eso debía quedar bien claro.

De lo contrario no sería ella, la pensadora más original y certera del siglo XIX español entre todos ellos, diversa y fecunda y con una obra de proyección internacional que en su país es prácticamente desconocida. Prefirieron hacer estatuas y dar su nombre a cientos de colegios e instituciones culturales. Que lean los europeos.

La editorial Taurus ofrece ahora en su colección Españoles eminentes una nueva oportunidad para acercarse a la vida de la autora con una biografía a la que la crítica literaria Anna Caballé ha dedicado cuatro años en los que ha podido, a pesar de la escasa y dispersa documentación existente, desmontar algunos mitos y redondear el primer estudio completo, desde sus orígenes hasta su vejez y muerte, de una autodidacta que no dio tregua a la vida. Ni la vida a ella tampoco. El volumen, que sale a la venta el jueves, es también el primero de la colección, que suma en total ocho títulos, que se dedica a una mujer. La serie está siendo coeditada con la Fundación Juan March con vocación de cubrir el enorme agujero existente en la historiografía española del siglo XIX.“Buscamos personajes eminentes no desde una perspectiva ética ni política, sino cultural”, dice el historiador Ricardo García Cárcel, asesor de las publicaciones junto a su colega Juan Pablo Fusi.

Arenal no fue pobre, como se la ha presentado en ocasiones, procedía de la nobleza rural y vivió de las rentas. Los que la rodearon eran de esa misma clase y bien situados en puestos relevantes de la vida pública así fueran políticos, escritores o militares, y muchos de ellos, como se estilaba, con título aristocrático. De tal forma que el trazado de su biografía va dibujando el mapa del convulso siglo XIX, desde Fernando VII a Leopoldo Alas, Castelar y Cánovas, Pi y Margall, Prim, Espartero, O’Donnell, Gertrudis Gómez de Avellaneda, la reina Isabel II, Carolina Coronado, Lázaro Galdiano, Menéndez Pelayo, Díaz Porlier, Espoz y Mina, Giner de los Ríos, en fin, para qué seguir, el callejero entero de cualquier ciudad grande. Y todos ellos subidos a una montaña rusa en la que caían reyes, se sublevaban generales, guerreaban carlistas y liberales, se promulgaban constituciones y se perdían colonias. Difícil caldo para consolidar las teorías ilustradas. En eso andaba Arenal, tocando todos los palos, pero con dos obsesiones: la miserable vida en las prisiones así como el inclemente código penal y la asistencia de los menesterosos. La misma mujer que exigía caridad privada a los pudientes pedía a los Gobiernos derechos sociales, la puritana de alta moral reclamaba el sacerdocio femenino y hacía ascos de la resignación cristiana. Ella era, sobre todo, una mujer de ciencia. Y así funcionaba su mente. Sus errores es de justicia leerlos a la luz de su siglo e inevitable ensalzar sus reflexiones y actitudes tan adelantados a aquel.

Concepción Arenal. La caminante y su sombra se disfruta a ratos como una clase de historia y por momentos se devora como un novelón francés, de Flaubert o de Stendhal. La sola imagen de una muchacha pelirroja de ojos azules que pasea con un gran perro en el que carga unos libros que leerá en plena naturaleza recuerda aquellas novelas. Pero ojo, esta estrafalaria joven viste una larga levita negra ¡y un pantalón!; siempre fue de esa guisa y así aparece en la foto, hecha un napoleón, con la mano en la casaca. “La única manera de ser respetada como intelectual sería negándose a sí misma, de modo que su escritura doctrinal adoptaría siempre la voz masculina, así como su indumentaria”, escribe Anna Caballé. Concha se va forjando una imagen austera e inteligente que espanta a algunos hombres y le acarrea más de un disgusto, con su propia madre, entre otros. El hombre en el que puso sus ojos de joven, Manuel de la Cuesta, acabó casándose con su hermana, más modosita y tradicional. Concha no podía soportar los corsés, tampoco el que iba bajo la ropa y nunca lo llevó.

El resto de la novela es una sucesión de tragedias y producción intelectual. Primero la muerte prematura del padre, Ángel Arenal, un militar vilipendiado y desposeído del cargo por su ideología liberal. Concha lo adoraba y él fue siempre la sombra (y la luz) más pertinaz en su vida. Con apenas tres años murió su primogénita, Concepción y después el marido, el abogado Fernando García Carrasco, cuando el matrimonio gozaba de una sintonía plena. Le quedaban dos hijos, Fernando, del que no se separó en la vida y Ramón, díscolo y conflictivo al que tuvo que sacar de los calabozos militares más de una vez. Las epidemias y los males de la época siguieron dejando muertes a su paso, dos de ellas singularmente duras, la de su amiga Juana de Vega, condesa de Espoz y Mina por matrimonio y duquesa de la Caridad por méritos propios. Y Pilar Matamoros, a cuyo cuidado dejó la hacienda en Madrid. La mala salud también hizo mella en la pensadora, que no por ello dejó de escribir ni de moverse de Galicia a Cantabria, de Cantabria a Madrid, de Madrid a Asturias, y de vuelta a Galicia.

Los historiadores tampoco disponen de grandes noticias sobre Arenal porque no era del gusto de ella participar en los actos públicos, y no por falta de invitaciones, algunas a prestigiosos congresos sobre política de prisiones en Europa. Ella enviaba, eso sí, un estudio sobre el tema requerido que normalmente recababa la mayor admiración. Y todo, recuerda Anna Caballé, “salía de una mujer autodidacta, cuyas reflexiones se procesaban de principio a fin en su cabeza”, no necesitaba un corpus académico sobre el que edificar sus teorías. En los varios cargos públicos que desempeñó, tuvo la oportunidad de visitar cárceles, instituciones de mujeres, lugares de caridad y sus razones partían de esa práctica. Sus textos son fruto de una sabiduría madura, modernos, que reclamaban políticas que se aplican hoy en día y articulados con la clarividencia y el estilo que hicieron de su nombre una referencia internacional en la materia. A pesar del árido panorama que presentaba España entonces, a pesar del desierto donde morían sus reclamaciones, una pregunta animó siempre su desempeño: “¿Y qué puedo hacer yo?”.


LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO

Ideas: “Las ideas que se dejan caer en el océano de la sociedad española pueden llamarse perdidas”. “Somos un pueblo enfermo, yo no quiero que se desespere, pero sí que sepa dónde le duele”.

Igualdad: “En la mayor parte de las facultades la mujer es igual al hombre; la diferencia intelectual solo empieza donde empieza la educación”.

Cárcel: “Todo ha avanzado, todo ha progresado más o menos; solo nuestros establecimientos penales son lo que eran, antros cavernosos de maldad propios para matar los buenos sentimientos y dar vida a monstruos”.
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https://elpais.com/cultura/2018/09/03/actualidad/1536001283_863475.html
 
20 grandes nombres para el otoño literario
Libros recomendados 2018
Literatura

ISMAEL MARINERO
Madrid



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    Eduardo Mendoza, Arturo Pérez Reverte y Haruki Murakami.



    No hagan caso a su psicólogo, el único remedio frente a la depresión posvacacional son los libros. La ficción (y el ensayo, y la poesía...) es un refugio de horizonte lo suficientemente amplio como para acogernos a todos y hacernos viajar. No hay mejor ansiolítico. Más aún cuando hablamos de escritores de primera categoría, como los que anuncian su llegada a las librerías en los próximos meses.

    La rentrée literaria trae autores consagrados y jóvenes promesas, ilustres reediciones y antologías de postín, novelas, relatos, ensayos y poemas. Novedades heterogéneas para un mercado editorial que sigue publicando por encima de sus posibilidades, un aluvión de títulos entre los que destacamos estos 20, a los que cabría sumar una novela póstuma de Piglia, además de lo nuevo de Stephen Kingo Jonathan Littell.

    Pasen y lean.

    El hombre de la dinamita, de Henning Mankell
    Aunque al autor sueco se le relacione siempre con su inolvidable detective Wallander, su producción también incluye obras que inciden en aspectos sociales, como su primera novela (1973), en la que aborda las durísimas condiciones del sector de la minería en Suecia a lo largo del siglo XX (Tusquets, 4 de septiembre).



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    Joan Didion, Henning Mankell y José Saramago.



    El rey recibe, de Eduardo Mendoza

    El tomo inicial de la trilogía Las Tres Leyes del Movimiento nos presenta al periodista Rufo Batalla, arquetípico personaje del universo Mendoza, con el que recorre los principales acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, en este caso, los años 70 en una España todavía franquista y una Norteamérica en ebullición (Seix Barral, 4 de septiembre).

    Cara de pan, de Sara Mesa
    Una de las revelaciones de la narrativa española de los últimos años firma un arriesgado salto al vacío que desafía tabúes y convenciones sociales. Dos personajes, una adolescente y un hombre mayor, cruzan sus destinos y quedan enlazados por un vibrante y sutil hilo invisible (Anagrama, 5 de septiembre).

    'Operación Masacre', de Rodolfo Walsh
    La crónica periodística como arte sublime. El pionero del periodismo narrativo en Latinoamérica logró revelar con su investigación una operación clandestina de la dictadura cívico-militar argentina para asesinar a un grupo de opositores al régimen. Sencillamente imprescindible (Libros del Asteroide, 10 de septiembre).



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    Philip Hoare, Sara Mesa e Isaac Rosa.



    'Algunos libros', de E.M. Foster
    Las clases magistrales sobre literatura que el autor de Pasaje a la India impartió en cada una de sus apariciones en un programa radiofónico de la BBC, reunidas por primera vez en castellano y prologadas por Zadie Smith (Alpha Decay, 10 de septiembre).

    'Profundidad de la noche', de Vladimir Holan
    Si La gruta de las palabras (2011) reunía las obras más importantes del más grande de los poetas checos, este volumen amplía la selección para ofrecer toda una cartografía de su producción, que incluye sus primeros versos y textos en prosa (Galaxia Gutenberg, 19 de septiembre).

    'Poesía reunida', de Roberto Bolaño
    «Vio en la poesía una forma de rebeldía y una intriga existencial que engrandecía la vida". Así describe el prólogo de Manuel Vilas al Bolaño poeta, en una compilación que incluye, además de sus tres poemarios ya publicados, más de 60 poemas inéditos de sus comienzos (Alfaguara, 20 de septiembre).

    'Fausto', de Goethe
    Como ya hiciera hace unos años con La Divina Comedia de Dante, Miquel Barceló ilustra ahora otro clásico universal, una interpretación plástica a través de acuarelas que acompañan el texto bilingüe, en castellano y alemán (Galaxia Gutenberg, octubre).

    'Feliz final', de Isaac Rosa
    Isaac Rosa empieza esta historia por el final, cuando ya no queda nada, salvo las cenizas, de una relación rota. A partir de ahí, reconstruye a dos voces los reproches y recuerdos felices de una pareja en descomposición en la que es su octava novela (Seix Barral, 2 de octubre).

    'Sabotaje, de Arturo Pérez Reverte
    Vuelve Falcó, vuelve Pérez-Reverte. La tercera entrega de las aventuras del agente secreto le sitúan en un París efervescente, en pleno 1937, en el que deberá localizar a Picasso y "secuestrar" el Guernica (Alfaguara, 3 de octubre).

    'Ensayos completos', de Edgar Allan Poe
    El genio de Poe no se limitaba a la poesía, el relato corto o la novela. Así lo demuestra este primer tomo de sus escritos, centrados en los engranajes de su oficio, la crítica literaria y poética que tanto influyó a los simbolistas franceses (Páginas de espuma, 3 de octubre).

    'El cuarto del siroco', de Álvaro Valverde
    El título del nuevo poemario del escritor extremeño hace referencia a la habitación que utilizaban para refugiarse las familias patricias sicilianas cuando soplaba el temible siroco. Y es que, afirma Valverde, "la poesía puede servir de defensa contra el viento furioso de la existencia" (Tusquets, 4 de octubre)

    'La muerte del comendador' , de Haruki Murakami
    Ajeno a las quinielas del Nobel (este año tampoco caerá), el prolífico escritor japonés sigue a lo suyo, trazando fantasías que irrumpen en lo cotidiano. En este primer tomo de su nueva bilogía sitúa como centro de la narración a un pintor, la ópera Don Giovanni de Mozart y un nada disimulado homenaje a El gran Gatsby(Tusquets, 9 de octubre)

    'El alma del mar', de Philip Hoare
    Con la misma obsesión que el capitán Ahab, Philip Hoare sigue cartografiando la vida marítima en esta continuación de sus dos anteriores zambullidas en el océano literario. Una inmersión en la fascinación que ejerce el océano sobre el ser humano en general, y los artistas en particular (Ático de los Libros, 10 de octubre)

    'El cuaderno del año del Nobel', de José Saramago
    En un año sin Nobel, un recuerdo en primera persona del que fuera el año en que el escritor portugués logró tal distinción, hace ahora dos décadas. El último de los Cuadernos de Lanzarote es, en el que hay "menos vida personal que en los anteriores y más posicionamento cultural y ético" según su viuda, Pilar del Río(Alfaguara, 11 de octubre)

    'Sur y Oeste', de Joan Didion
    La gran Joan Didion, uno de los puntales del Nuevo Periodismo, publica por primera vez una recopilación de sus cuadernos inéditos, escritos durante la década de los años 70. Borradores, entrevistas, retazos y pinceladas que conforman una visión poliédrica de la sociedad estadounidense (Random House, 11 de octubre).

    'Kentukis', de Samanta Schweblin
    La argentina afincada en Berlín es una de las renovadoras de la narrativa en castellano, capaz de provocar una inquietud malsana con sus descripciones de cómo lo extraño irrumpe en la cotidianidad, en este caso a través de las nuevas tecnologías (Random House, 11 de octubre).

    'Teoría general de la basura', de Agustín Fernández Mallo
    El mascarón de proa de la Generación Nocilla recicla una de sus reflexiones recurrentes para construir un ensayo en torno a los procesos creativos de la postmodernidad y lo que tienen de mezcla y apropiación (Galaxia Gutenberg, 17 de octubre).

    'El adulto', de Gillian Flynn
    Tras el éxito de la adaptación televisiva de Heridas abiertas (la HBO nunca defrauda) la autora de Perdida publica su primera incursión en el terror con una novela corta. Eso sí, las constantes de su obra siguen ahí: la mujer en primer plano y ningún personaje es de fiar (Reservoir Books, 20 de octubre).

    'Fuego y sangre', de George R.R. Martin
    A la espera de que termine por fin el sexto libro de Canción de hielo y fuego (si es que alguna vez lo consigue), George R.R. Martin intentará apaciguar la voracidad de los fans de Juego de Tronos con el primero de los dos volúmenes en los que revela el pasado de los Targaryen, la casa de Daenerys, Madre de Dragones (Plaza & Janés, 20 de noviembre).


    http://www.elmundo.es/cultura/literatura/2018/09/04/5b8d2f8546163f94318b460e.html

 
INFLUYÓ EN J.K. ROWLING O C.S. LEWIS
La extraordinaria Edith Nesbit, la madre de la fantasía juvenil que inspiró 'Harry Potter'
La editorial El Paso recupera la trilogía de hadas de la autora y publica su primer y popular cuento, 'Cinco chicos y eso'


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Se reedita el clásico de literatura infantil 'Cinco chicos y eso' de E. Nesbit.

PAULA CANTÓ
04/09/2018


“La autora con la que más me identifico es Edith Nesbit”. Lo dijo J.K. Rowling, autora de la heptalogía millonaria 'Harry Potter' que vistió con capa y varita a toda una generación. E. Nesbit, como ella firmaba, fue una de las pioneras más importantes del género fantástico infantil y juvenil. Su nombre brilla por sus casi 60 libros para -o sobre- niños y jóvenes, pero su activismo político la llevó a publicar también propaganda socialista entre sus obras de teatro, reseñas, poesía o novelas de terror o romance. ‘Los chicos del ferrocarril', ‘Historia de un amuleto’, ‘La ciudad mágica’, ‘Los buscadores de tesoros’... títulos que se han convertido en joyas imprescindibles y que han influido a multitud de escritores. "El niño que vivió" no habría nacido sin su abuela Nesbit.


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'Cinco chicos y eso' (El Paso)


La autora pasó a la historia por sus libros pero también aupada por las palabras de sus discípulos literarios. “Si los británicos somos al género fantástico lo que Brasil al fútbol, E. Nesbit es nuestra Pelé”, comparó el novelista y guionista Frank Cottrell-Boyce. CS Lewis, Pamela Lyndon Travers, creadora de ‘Mary Poppins’ o Jacqueline Wilson se rindieron también a Nesbit: “'Cinco chicos y eso' es mi clásico favorito de todos los tiempos”.

Quizá sea esta saga de hadas la que más ha impregnado la literatura juvenil. Un día caluroso de verano, cinco niños cavan un hoyo y descubren una extraña criatura a la que llaman “eso”. Dice ser un hada y les concederá deseos que, como todo libro juvenil que se precie, traerá unas consecuencias. “Amo los libros de Nesbit, especialmente la saga de ‘Cinco chicos y eso’”, aseguró también Neil Gaiman, creador de ‘The Sandman’. Ahora, la editorial El Paseo publica los volúmenes de la saga más popular de Nesbit, más de cien años después.


"Fumando como una chimenea"
Nesbit no era nada convencional y destacaba en la época en la que le había tocado vivir. Nació el 15 de agosto de 1858, en Kennington (Inglaterra) en el seno de una familia de vida bohemia. Tras la muerte de su padre y su hermana, se asentó junto a su madre y sus hermanos en Halstead, en Kent. Sus idílicos paisajes de la Inglaterra campestreparecen ser los que inspiraron a Nesbit: los ecos verdes del pueblo resuenan en muchas de sus obras.


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Edith Nesbit publicó a lo largo de su vida casi 60 libros para niños y jóvenes.


Las costumbres de Nesbit poco tenían que ver con los tiempos de entonces. Fumaba en público, lo que era visto como una provocación cuando lo hacía una mujer, llevaba el pelo corto, iba en bicicleta y se vestía sin corsé. Y, claro, escribía, una labor que se reservaba principalmente a los hombres. David Stuart Davies recuerda cómo describió a Nesbit la periodista y escritoraAda Elizabeth Jones: “Era una mujer muy alta, corpulenta, y, en ocasiones, lucía en las fiestas un vestido de cola de satén color azul, como las plumas de un pavo real, con pulseras de abalorios y brazaletes de la India desde el codo hasta la muñeca. Madame, que era cómo se referían a ella siempre, fumaba incesantemente, y su alargada boquilla era un elemento indisoluble de la imagen que evocaba: como una peculiar pintura de Rossetti, con un largo cuello y un exuberante cabello oscuro. Era una mujer maravillosa, de gran corazón, increíblemente poco convencional pero con peculiares reversiones a los estándares ultra respetables. Podía ser capaz de escribir sin ninguna preocupación en mitad de una algarabía de personas, fumando como una chimenea todo el rato”.

Se casó a los 22 años con Hubert Bland cuando ya estaba embarazada de siete meses y juntos fundaron la Sociedad Fabiana, germen del Partido Laborista británico que atrajo a personalidades como George Bernard Shaw o Eleanor Marx. Cuando Bland cayó enfermo, la autora lo mantenía a él y a sus cinco hijos a través de la escritura por encargo: publicó fructíferamente bajo el pseudónimo E.Nesbit, que ocultaba su identidad femenina, y cuando escaseaba el trabajo pintaba tarjetas de Navidad o recitaba. Le fascinaba lo sobrenatural -en estas historias plasmó las tensiones que vivía en su hogar- y quería dedicarse a la poesía, pero lo que vendía entonces era la literatura infantil y juvenil.

A pesar de su estilo de vida bohemio, en ciertos aspectos se guiaba con una rectitud victoriana: nunca apoyó el sufragio femenino

A pesar de su estilo de vida que podría catalogarse de bohemio, en ciertos aspectos se guiaba con una rectitud victoriana. Nesbit nunca apoyó el sufragio femenino y se escandalizó cuando su amiga Eleanor Marx anunció su intención de vivir con otro hombre. La relación con sus hijos, al contrario de lo que pueda pensar quien lea sus obras, familiares y dulces, dejaba mucho que desear. Nesbit era distante y fría, sobre todo con su hijo Fabian, que murió en una operación de amígdalas, y con Paul, que se marchó de la ciudad en cuanto pudo. En el prólogo de ‘Los chicos del ferrocarril’, Cristina Sánchez-Andrade recuerda las palabras de Nesbit: “Cuando era una niña pequeña solía rezar fervientemente, hasta las lágrimas, por que, cuando fuera mayor, nunca olvidara lo que pensaba, sentía y sufría entonces”. Quizá solo lo consiguió en su ficción.



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'Cinco chicos y eso' se convirtió en una película en 2004, con Freddie Highmore.



Nesbit fue la primera escritora moderna de literatura infantil con mundos mágicos fabricados desde cero. Si algo destaca en sus historias, además de sus peculiares universos, son sus personajes: los niños muestran unas debilidades que podrían tener en la vida real, algunos aderezados con elementos fantásticos. Nesbit también solía incluir a personajes femeninos fuertes y grupos de niños de diferentes edades y distintas procedencias.

Algunos de sus libros parecen el grito silencioso con el que Nesbit querría recuperar a su padre fallecido: las familias a las que crea y da nombre suelen tener que lidiar con una muerte inesperada, como la propia autora. Fue en mayo de 1924 cuando Edith Nesbit murió por un cáncer de pulmón, dejando tras de sí páginas llenas de humor y magia.

‘Cinco chicos y eso’, con traducción de Nuria Reina Bachot, es la nueva apuesta de El Paseo por la escritora después de haber publicado el año pasado su también clásico ‘El castillo encantado’. Ahora presentan una preciosa edición del primer volúmen de la trilogía y que fue adaptado a la gran pantalla en 2004. “Una vez encontré un libro de E. Nesbit en una biblioteca”, dijo Diana Wyme Jones, autora de ‘El castillo ambulante’. “Y ya no dejé de buscarlos por todas partes”.


https://www.elconfidencial.com/cult...sbit-harry-potter-cinco-chicos-y-eso_1611071/
 
Yo he leido una obra de Jakob Wassermann (1873-1934) titulada "El caso Maurizius".



Aunque me gusta más esta portada de una edición antigua



Un chico de 16 años, separado de su madre desde la infancia por el padre que lo educa friamente, el Fiscal General del Estado, que aplica severamente la ley sin contemplaciones, se enfrenta a él cuando conoce al padre de un condenado a perpetua que clama que su hijo es inocente. El hecho de que fuese su padre quien lograse la condena hace que el chico se interese más y más por el caso, pregunte, escuche y llegue a huir para hablar con el principal testigo cuyo testimonio se aceptó pese a resultar ser irregular.

Mientras el chico descubre en ese hombre la maldad humana según le relata la verdad, la sublevación ante su padre y su huida hace que el Fiscal, por primera vez en su vida, para demostrarle que está equivocado, revise ese antiguo caso de 18 años atrás llegando a hablar con el condenado, quien hace un monólogo impresionante, de los mejores de la literatura.

No continuo, hay que leerlo. Es muy profundo, eso sí.

Es una novela, basada en un hecho real, que profundiza en el tema de la justicia, la burocracia, la conciencia y la culpa, muy a lo Dostoievski, aunque atrapa inmediatamente y es muy diferente a las tipicas novelas policiacas.

Que lo goceis si podeis.​
 
VLADIMIR NABOKOV
El caso de la niña que inspiró ‘Lolita’
Un nuevo libro profundiza en la relación entre la exitosa novela de Nabokov y la historia real de Sally Horner, de 11 años, secuestrada y maltratada por un pederasta en 1948

ÁLEX VICENTE
Nueva York 9 SEP 2018

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Sally Horner habla con su familia por teléfono horas después de su rescate.


Sally Horner desapareció pocos días después de su undécimo cumpleaños, en junio de 1948, secuestrada por un pederasta llamado Frank La Salle. La niña pasaría casi dos años en paradero desconocido, hasta que logró escapar y regresar a casa. Puede que alguno de los numerosos titulares que dieron cuenta de su suplicio llegara a las manos de Vladimir Nabokov. En algún punto entre 1950 y 1952, el gran literato ruso tomó conocimiento de su caso. Nabokov se encontraba, por aquel entonces, en una profunda crisis creativa. Llevaba varios años peleándose con un manuscrito, todavía llamado El reino junto al mar, que estuvo a punto de tirar a la hoguera en dos ocasiones al sentirse incapaz de terminarlo. La historia de Sally le ayudó a encontrar el camino para concluir una novela que, retitulada como Lolita, catapultó su popularidad y dejó una marca imborrable en la historia de la literatura.

Esa es la tesis desarrollada por la escritora Sarah Weinman en The Real Lolita: the kidnapping of Sally Horner (Ecco), un nuevo libro que recoge su investigación de cuatro años sobre la identidad de esta doble de carne y hueso del personaje ideado por Nabokov. El volumen, que llega mañana a las librerías estadounidenses y británicas, profundiza en un caso ya conocido pero mal documentado. En 2005, el universitario ruso Alexander Dolinin, gran experto en la obra de Nabokov, reveló los increíbles parecidos entre Sally Horner y el personaje de Dolores Haze. Las dos eran morenas, hijas de madres viudas, secuestradas casi a la misma edad y retenidas con métodos idénticos. Pero una se convirtió en mito literario y la otra cayó en el olvido. Weinman escribió el libro para reparar esa injusticia. “La vida de Sally, que fue breve y trágica, augura otros calvarios sufridos por mujeres y niñas. Con este libro quise convertir a Sally en inmortal, porque su vida importó y sigue importando”, sostiene la autora.



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Su relato empieza en Camden, la ciudad de Nueva Jersey donde residía. Allí fue retada por un grupo de niñas del que se moría por formar parte a robar un cuaderno de cinco céntimos en la tienda de la esquina. Nunca había hecho nada parecido, pero se armó de valor y escondió la libreta en su mochila. Hasta que un hombre la interceptó al salir: “Soy un agente del FBI. Estás detenida”. Ese desconocido le anunció que tendría que pasar una temporada en el reformatorio. Ante los llantos de la niña dejó que se marchara, pero a condición de mantenerse en contacto con él y obedecer sus órdenes en el futuro.

La Salle tenía 50 años y no era agente de la oficina federal, sino un simple mecánico con un historial de abusos sexuales a niñas menores. No tardó en comunicar a Sally su primera misión: debería acompañarle a Atlantic City, la ciudad de los casinos en la Costa Este. Para convencer a su madre, bastaba con hacerle creer que iba a pasar unas semanas con una amiga. El propio La Salle la llamó haciéndose pasar por el padre de esa hipotética chica. Su madre dudó, pero terminó accediendo: iban a ser las vacaciones que no podía pagarle de su bolsillo. Acompañó a su hija al autobús y la perdió de vista. No la volvió a ver hasta 21 meses más tarde, cuando Sally consiguió llamar a su familia desde California gracias a la ayuda de una vecina. Suplicó que mandaran a alguien para salvarla. Y pudo volver a casa, pero el destino se ensañó con ella: moriría dos años después en un accidente de tráfico.

El caso influyó a Nabokov. Para empezar, el escritor decidió incluir una breve pero explícita referencia en las últimas páginas del libro: “¿Quizá había hecho con Dolly lo mismo que Frank La Salle, un mecánico de 50 años, había hecho en 1948 con Sally Horner, de once?”. En 1952, Nabokov también copió un teletipo sobre la muerte de la niña en una de las fichas que utilizó para escribir Lolita, que hoy conserva la Biblioteca del Congreso en Washington. Pocos meses más tarde, en diciembre de 1953, lograba terminar la novela. “La historia de Sally contaba para Nabokov, porque no hubiera podido acabar Lolita sin haber leído sobre su secuestro”, suscribe Weinman, que está convencida de que estuvo al corriente del caso desde 1950, en la fase de concepción de la novela. No ha encontrado pruebas directas, pero numerosos indicios apuntan a ello. El protagonista de Lolita, Humbert Humbert, también amenaza con mandar a Dolores Haze a un correccional. Y, en el capítulo final, teme ser “condenado a 35 años por violación” de una menor, pero confía en quedar “absuelto del resto de cargos”. Esa fue la sentencia que recibió La Salle.

La Salle tenía 50 años y no era agente de la oficina federal, sino un simple mecánico con un historial de abusos sexuales a niñas menores. No tardó en comunicar a Sally su primera misión: debería acompañarle a Atlantic City, la ciudad de los casinos en la Costa Este. Para convencer a su madre, bastaba con hacerle creer que iba a pasar unas semanas con una amiga. El propio La Salle la llamó haciéndose pasar por el padre de esa hipotética chica. Su madre dudó, pero terminó accediendo: iban a ser las vacaciones que no podía pagarle de su bolsillo. Acompañó a su hija al autobús y la perdió de vista. No la volvió a ver hasta 21 meses más tarde, cuando Sally consiguió llamar a su familia desde California gracias a la ayuda de una vecina. Suplicó que mandaran a alguien para salvarla. Y pudo volver a casa, pero el destino se ensañó con ella: moriría dos años después en un accidente de tráfico.

El caso influyó a Nabokov. Para empezar, el escritor decidió incluir una breve pero explícita referencia en las últimas páginas del libro: “¿Quizá había hecho con Dolly lo mismo que Frank La Salle, un mecánico de 50 años, había hecho en 1948 con Sally Horner, de once?”. En 1952, Nabokov también copió un teletipo sobre la muerte de la niña en una de las fichas que utilizó para escribir Lolita, que hoy conserva la Biblioteca del Congreso en Washington. Pocos meses más tarde, en diciembre de 1953, lograba terminar la novela. “La historia de Sally contaba para Nabokov, porque no hubiera podido acabar Lolita sin haber leído sobre su secuestro”, suscribe Weinman, que está convencida de que estuvo al corriente del caso desde 1950, en la fase de concepción de la novela. No ha encontrado pruebas directas, pero numerosos indicios apuntan a ello. El protagonista de Lolita, Humbert Humbert, también amenaza con mandar a Dolores Haze a un correccional. Y, en el capítulo final, teme ser “condenado a 35 años por violación” de una menor, pero confía en quedar “absuelto del resto de cargos”. Esa fue la sentencia que recibió La Salle.



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Sally Horner ve a su madre, Ella Horner, por primera vez en 21 meses. AP


Aun así, Nabokov siempre negó rotundamente que Sally Horner hubiera inspirado la historia o el personaje. “Lolita nunca tuvo un original. Nació en mi propia mente. Nunca existió”, afirmó a la BBC en 1962. “Mientras escribía el libro, aparecían en los periódicos todo tipo de relatos sobre caballeros entrados en años que perseguían a niñas pequeñas. Fue una coincidencia interesante, pero nada más”, puntualizó. Pese a considerarla deshonesta, a Weinman no le sorprende esa reacción. “Los Nabokov apreciaban el arte por el arte. Cualquier cosa que sugiriese una influencia de la vida real podría haber eliminado la magia de la creatividad”, responde. Cuando, en 1963, la revista masculina Nuggetinsinuó que Nabokov no se había inventado nada, sino copiado al pie de la letra el caso de Sally Horner, el escritor respondió a través de una carta firmada por su esposa, Véra. “Mi marido se pregunta qué importancia puede tener eso”, decía la misiva, añadiendo que el escritor estudió “una cantidad considerable de casos prácticos (o historias reales)”. En ese caso, cabe preguntarse, como hace Weinman, por qué solo se refirió, tanto en su libro como en sus archivos, a la que protagonizó esta niña perdida.



HISTORIA DE UNA OBSESIÓN


Lolita no fue el primer libro en el que Nabokov escribió sobre menores corrompidas. “De sus 19 ficciones, por lo menos seis se refieren a la sexualidad de niñas prepúberes”, señaló el escritor Martin Amis en un artículo publicado en el Times Literary Supplement en 2011, donde aludía a “una infestación de ninfas” en la producción nabokoviana. Por ejemplo, en el cuento Un cuento de hadas (1926) aparece una niña de 14 años con un pronunciado escote que satisface “un veloz deseo secreto” de un narrador bastante mayor. En Risa en la oscuridad, el respetable crítico de arte Albert Albinus, primer esbozo para el personaje de Humbert Humbert, deja a su esposa y su hija para fugarse con Margot, que tenía 18 años en la primera edición del libro, pero 16 en la segunda. Además, en la novela breve El hechicero, su última ficción en ruso, ya aparece un joyero que se siente atraído por niñas menores. “Tal vez era una idea tan repugnante moralmente que no lograba desprenderse de ella”, sostiene Weinman. Aunque la autora también apunta a un capítulo traumático en la infancia de Nabokov: su “perturbadora interacción” con su tío Ruka, que a los 9 le hizo sentarse sobre él para hacerle tocamientos. Un episodio traumático que habría inspirado, según algunos expertos, el conocido pasaje en el que Humbert alcanza el orgasmo con Lolita sentada en su regazo.


https://elpais.com/cultura/2018/09/06/actualidad/1536252283_246150.html

 
Lord Byron: Por delicadeza, perder la vida
LITERATURA

Reedición
ANTONIO LUCAS
Madrid
10 SEP. 2018

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Los 'Diarios' de Lord Byron dan cuenta de la vida desatada de uno de los iconos del romanticismo europeo y dejan ver las pasiones desbordantes de un poeta hedonista, bisexual, incestuoso, excesivo y desafiante que murió a los 36 años en la guerra de independencia de Grecia.

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Al igual que Marcel Proust, el sexto barón de Byron, Lord Byron, consideraba que un secreto compartido es un secreto que aspira a ser revelado. Quizá por eso dejó pocos sin contar. En diarios y memorias desplegó las pertenencias de su intimidad. La infancia malencarada con su madre; las primeras fascinaciones; los excesos con una de sus niñeras, Mary Gray, calvinista y alcohólica, que a los nueve años lo inició en la lectura de la Biblia y en el s*x*. El arrebato erótico por su prima, Margaret Parker, que lo rechazó por joven y lo arrastró a la poesía... Lord Byron había nacido en Londres en 1788, con el Romanticismo pidiendo paso. Y enlazó con la aristocracia por un hilo de muertes sucesivas y títulos que saltan de mano en mano.

Es el personaje perfecto para encarnar un tiempo nuevo. Acarrea una capacidad desbordante para deslumbrar, sabe cargar la suerte en el artificio, cultiva una renovada condición de calavera, maneja con el mismo encanto la impertinencia y el peligro. Pero hay días en que el humor le da colorido y otros en que una melancolía lo amarillea, aparcándolo lejos del manierismo que tanto gusta al público. Lord Byron izó la poesía con su juventud, y fue dejando un rastro de prosas reunidas en diarios. A veces son textos donde se transparenta el hombre con sus pasiones y sus averías; otras, un artificio que sólo la pura incorrección disculpa.

Sus diarios traen una rara armonía desde muy distintos frentes: el hedonismo, el desencanto, lo bello y lo dramático. Todo junto. Galaxia Gutenberg los recupera en un volumen traducido y anotado por Lorenzo Luengo, Diarios. Que si dandi antes del dandismo, que si cojo caprichoso (nació con una deformidad en los pies), que si desatado, que si satánico. Esa apoteosis teatral fue una conquista del poeta mismo. Aunque no siempre fue para tanto. En las páginas de estos diarios irregulares cabe un hombre que a veces deja el disfraz al final de algún párrafo, movido por la espontaneidad o por el artificio. Consciente de una fama que alimentar y cansado (a ratos) de su propio campaneo. "Nunca consigo que la gente entienda que la poesía es la expresión de las 'pasiones excitadas', y que no hay tal cosa como una vida de pasión". En esta cita está Byron de cuerpo entero, con su peligro. Igual se descose por el impacto de un paisaje que por la necesidad de prestar servicio a una causa revolucionaria. Igual por un poema que por un amor furtivo como el que mantuvo con su hermana de padre, Augusta Leigh, del que nació su hija Medora para escándalo del público. El poeta fue acusado de incesto, cosa que le alegró porque ayudaba a incrementar la fama que en 1812 fue espumando con la publicación de los dos primeros movimientos del poema Child Harold, donde cuenta sus viajes por Europa con afán hiperromántico.

Son cuatro los diarios de Lord Byron: el de Londres (noviembre de 1813-abril del 1814), el alpino (septiembre de 1816), el de Rávena (enero-febrero de 1821) y el de Cefalonia (junio de 1823-febrero de 1824). Y muchos los poemas que en su día lo auparon al primer puesto de la poesía inglesa, hasta que los escándalos y la denuncia de sus irregularidades sexuales lo condenaron a un cierto rechazo social. Ya se había casado con Anabella Milbanke, hija de Lady Melbourne, ("Te arrepentirás de haberte juntado con el diablo", dicen que le dijo el día de la boda). Anabella no pudo soportar el exhibicionismo del poeta, su insinuada bisexualidad, tantas amantes repartidas por alcobas y salones... Y lo abandonó. Byron maldice Inglaterra y escoge marchar para siempre. Lo fija en sus cuadernos, en sus diarios y en las memorias coloreadas de su biógrafo, Thomas Moore, que a la muerte del escritor ejerció de censor (como corresponde a los aduladores de oficio). "¡Qué cosa tan extraña es la propagación de la vida!", anota. "Una burbujeante semilla, ya sea derramada en el vientre de una put* o en el orgasmo de un sueño voluptuoso, podría (por lo que sabemos) conformar un César o un Bonaparte: nada destacable se recuerda de sus progenitores, sin embargo, que yo sepa".

En Ginebra fue Claire Claremont la amante oficial, con quien tuvo a su hija Allegra. En Venecia y Rávena vivió del desenfreno con la condesa Guiccioli. La obsesión por Grecia ya estaba haciendo nido en su sed de aventura. En 1819 publicó los dos primeros cantos del Don Juan, una de sus cumbres poéticas, denunciado por "obsceno e impío". Byron quería combatir, quería heroísmo, necesitaba luces para su espectáculo. Era famoso en Europa por sus poemas y por su jaleo. Ya en 1814 había escrito esto: "¿Quién que tuviera algo mejor que hacer escribiría? 'Acción, acción, acción', dijo Demóstenes: 'Acciones, acciones', digo yo. Y no escribir... y menos aún rimar". No podía ser una vida larga.

Hasta que la verdad desagradable asoma. Muere su madre, muere su hija Allegra, mueren algunos de sus pocos buenos amigos, como el poeta Percy B. Shelley (con quien vivió aquel verano sin verano de 1816 del que salió un mito de la literatura universal: Frankenstein, inventado por Mary Shelley). El desencanto se instala en su repertorio de desniveles. "Tengo el presentimiento de que moriré en Grecia. Espero que sea en plena acción, pues sería un buen final para una muy triste existencia, y tengo horror por las escenas de lecho de muerte". Acertó. El último de los diarios que se conservan de Lord Byron es un inventario de malos augurios cumplidos. Fascinado por la guerra de independencia griega contra el Imperio Otomano, quiso dar la batalla. Como si las situaciones dramáticas estuviesen numeradas, cumplió con todos los protocolos expedidos por el romanticismo.

El 16 de julio de 1824 embarcó en la goleta Hércules con destino a Cefalonia. Regresaba a Grecia, donde había estado en uno de sus primeros viajes (España, Portugal, Albania, Malta...) y donde había cruzado a nado el Helesponto con su amigo John Hobhouse. Llegó el 4 de agosto. "No he venido aquí para unirme a una facción, sino a una nación. Y para tratar con hombres honestos, no con especuladores o prevaricadores (los griegos se pasan las culpas casi a diario de unos a otros)", escribió en la última entrada del último de sus diarios. La salud se le desgasta. Sufre un ataque convulsivo que lo deja sin habla y postrado. Le aplican sanguijuelas en las sienes. Es el fin, aunque no pierde el aguijón romántico: "Recientemente me he visto agitado, no sin violencia, por más de una pasión". Ya no da tiempo a más. Su fama era extraordinaria. Había desembarcado en Grecia con yelmo homérico, pues su visión de la guerra venía directamente de las lecturas de La Iliada. El 19 de abril murió Lord Byron en Missolonghi. Extremado, desafiante, trágico, febril, poeta. Su cuerpo volvió a Inglaterra embalsamado y en una cuba de coñac. "Es extraño pero es verdad, porque la verdad es siempre extraña, más extraña que una ficción". Tenía 36 años.


http://www.elmundo.es/cultura/literatura/2018/09/10/5b955b6a46163f09278b45e9.html
 
LA NIÑA ALEMANA

ARMANDO LUCAS CORREA
2016


sinopsis: Antes de que todo cambiara, la vida de Hannah Rosenthal era de ensueño. Pero ahora, en 1939, las calles de Berlín están embanderadas de estandartes nazis, su familia ha sido desposeída de sus bienes y los judíos ya no son bienvenidos en los lugares que antaño frecuentaban. Hannah y Leo Martin, su mejor amigo, sellan un pacto: pase lo que pase, ambos compartirán un mismo futuro.

La próxima partida del transatlántico St. Louis con rumbo a Cuba les proporcionará una chispa de esperanza. Tras una ardua gestión para obtener visados, los Rosenthal y los Martin se embarcan en la lujosa nave con destino a La Habana. La vida a bordo del St. Louis se asemeja a unas vacaciones surrealistas para esos refugiados, pero los rumores inquietantes desde Cuba no tardan en ensombrecer el ambiente festivo, y la nave que prometía ser su salvación parece a punto de convertirse en su sentencia de muerte. Hannah y Leo se ven enfrentados a una decisión desgarradora…

Siete décadas después, en la ciudad de Nueva York, el día que cumple doce años, Anna Rosen recibe un paquete de Hannah, una tía abuela a la que nunca conoció pero que crió a su difunto padre. En un intento de reconstruir el misterioso pasado de su padre, Anna y su madre viajan a La Habana para reunirse con la anciana. Hannah les relatará el viaje en el St. Louis, les hablará de sus años en la isla y revelará, por primera vez, el modo en el que ella y Leo cumplieron con el solemne pacto que sellaron.

Inspirada en un hecho poco conocido: la negativa de Cuba y otros países a recibir a los judíos que huían de la Alemania nazi a bordo del transatlántico St. Louis.

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  • Novela negra
  • NO SOY UN MONSTRUO (PREMIO PRIMAVERA DE NOVELA 2017)




NO SOY UN MONSTRUO (PREMIO PRIMAVERA DE NOVELA 2017)

CARME CHAPARRO
, 2017


  • Nº de páginas: 336 págs.
  • Editorial: S.L.U. ESPASA LIBROS


En solo treinta segundos tu vida puede convertirse en una pesadilla
Si hay algo peor que una pesadilla es que esa pesadilla se repita. Y entre nuestros peores sueños, los de todos, pocos producen más angustia que un niño desaparezca sin dejar rastro.

Eso es precisamente lo que ocurre al principio de esta novela: en un centro comercial, en medio del bullicio de una tarde de compras, un depredador acecha, eligiendo la presa que está a punto de arrebatar. Esas pocas líneas, esos minutos de espera, serán los últimos instantes de paz para los protagonistas de una historia a la que los calificativos comunes, «trepidante», «imposible de soltar», «sorprendente», le quedan cortos, muy cortos.

Porque lo que hace Carme Chaparro en No soy un monstruo, su primera novela, es llevar al límite a sus personajes y a sus lectores. Y ni ellos ni nosotros saldremos indemnes de esta prueba. Compruébenlo.libro-1490461489.jpg




https://www.casadellibro.com/libro-...rimavera-de-novela-2017/9788467048964/5225895
 
"La industria musical era una peli por**": los secretos de la autobiografía rockera del año
La primera cazatalentos de Atlantic recuerda la Gomorra que fue el rock de los ochenta

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Escena rock habitual en los 70 con Mick Jagger y Keith Richards

VÍCTOR LENORE

12/09/2018

Dorothy Carvello tenía 25 años. Era la secretaria de Ahmet Ertegün, capo de la industria musical estadounidense y fundador de Atlantic Records, el personaje que había descubierto a Ray Charles y firmado a Led Zeppelin, entre otras hazañas. El jefe y su joven asistente habían viajado juntos a un estadio de Pensilvania para intentar firmar a Skid Row, una de las bandas emblemáticas del heavy metal de los años ochenta, a la que también pretendían sus rivales Geffen. Ertegün, bien entrado en los sesenta, aprovecho la atmósfera festiva del conciertopara meter mano a los genitales de su secretaria. “Era como un pulpo aferrado a mi cuerpo y le empecé a pegar”, explicó Carvello hace unos días al New York Post.

Es una de las decenas de confesiones que contiene ‘Anything For A Hit’ (Chicago Review Press, 2018), su libro de memorias recién publicado, una bomba de relojería en los tiempos del movimiento #MeToo. No se trata solamente de las historias que cuenta, sino la posibilidad de que otras muchas otrasempleadas, artistas y mujeres de la industria musical se animen a compartir sus experiencias de abusos sexuales.

s*x* y contratos de confidencialidad

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'Anything For A Hit'


Los recuerdos recogidas en el libro destacan por su extrema crudeza y honestidad. Por ejemplo, Carvello reconoce que a la mañana siguiente de aquel brutal incidente fue ascendida, convirtiéndose en la primera cazatalentos femenina de la historia de Atlantic Records. También comparte el momento en que entró en el despacho de su jefe para que le firmara un documento y le encontró con los pantalones bajados, recibiendo s*x* oral. Tras los primeros instantes de duda, decidió acercarle el papel y retirarlo cuando estampó su nombre. “Tenía que seguir la corriente o despedirme. Decidí seguir la corriente”, admite. Atlantic era una especie de Gomorra, que seguía el ritmo impuesto por su líder. Por ejemplo, cuando Carvello se acostó con Michel Hutchence de INXS, su jefe empezó a hablar mejor de ella en las reuniones. A la oficina solían llegar polaroids de Ertegün desmadrado en mitad de actos sexuales. El vicepresidente de Atlantic recibía a las mujeres chantajistas en su oficina y les pagaba al contado a cambio de que firmaran contratos de confidencialidad.


Despedida por capricho
No todo fueron conductas sexuales. Tras un concierto lamentable de Skid Row, Ertegün agarró del brazo a Carvello y la lanzó contra la mesa de un club nocturno, causándole una grave fractura en la frente. Nunca se disculpó ni se interesó por las facturas médicas. Carvello duró cuatro años en Atlantic y fue despedida por la negativa a sentarse en las rodillas de un ejecutivo, que previamente le había palmeado los muslos. Ertegün falleció a los 82 años, cargado de vodka y cocaína, en la zona VIP de un concierto de los Rolling Stones. “El abuso sexual era rampante en la industria musical de los ochenta”, sostiene Carmelo. También recuerda como los ejecutivos recibían pedidos de lubricante y juguetes sexuales en sus despachos. A pesar de los abusos, la autora siguió visitando a Ertegün (y manteniendo a raya sus avances sexuales) hasta pocos meses antes de su muerte.



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Dorothy Carvello con Bon Jovi y Skid Row


Competición femenina feroz
En una jugosa entrevista con la prestigiosa publicación Rolling Stone, Carvello admite que “era una locura. Como una película por**. Allí es donde trabajaba: en el decorado de una productora por**. Y te lo dice una chica de Brooklyn, independiente y que conoce la calle”, aclara. Su relato explica como los comportamientos más salvajes empezaban entre los directivos y se filtraban poco a poco hasta las recepcionistas. También describe una competición feroz entre mujeres, que llegaban a darse información falsa unas a otras para que a las rivales les cayesen broncas de sus jefes. La inmensa mayoría de sus compañeras de oficina se negaron a hablar con ella para el libro. Preguntada por el movimiento #MeToo, apunta lo siguiente: “Las mujeres en la industria de la música todavía tienen miedo de hablar. Dudo que si alguna lo hiciera, fuese a recibir el tipo de respaldo de sus compañeros y compañeras que han recibido en el cine”, sospecha. Carvello ha pasado los últimos seis años intentando vender sus memorias, pero no lo consiguió hasta abril del año pasado, en plena efervescencia de la oleada feminista.



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Dorothy con Vito Bratta (White Lion) y Steve Tyler (Aerosmith)


https://www.elconfidencial.com/cult...vello-anything-for-a-hit-s*x*-drogas_1614365/
 
LA VIDA DIARIA Y SUS PARTICULARIDADES, SEGÚN BILL BRYSON
Una historia de la vida privada: comer, dormir, s*x*, higiene, diversión...
El autor de 'Una breve historia de casi todo' propone una divertida reflexión sobre la historia de los objetos y los hábitos de la cultura europea


https://www.ecestaticos.com/imagestatic/clipping/04f/24b/04f24b2e3bc623e22848853d98d70d88/una-historia-de-la-vida-privada-comer-dormir-s*x*-higiene-diversion.jpg?mtime=1520409308

Miembros de la familia de John F. Keefe fotografiados desde la calle en cuatro habitaciones de su casa, en febrero de 1948, antes de que el Tribunal Supremo estadounidense refrendara el derecho a la intimidad consagrado en la Novena Enmienda.

BILL BRYSON 

11/09/2018
Todo lo que sucede en el mundo —todo lo que se descubre, o se crea, o todo aquello por lo que se pelea amargamente— acaba terminando, de una manera u otra, en la casa de cada uno. Guerras, hambrunas, la Revolución industrial, la Ilustración, todo está ahí, en los sofás y las cajoneras, escondido entre los pliegues de las cortinas, en la aterciopelada suavidad de las almohadas, en la pintura de las paredes y el agua de las cañerías. Y por ello la historia de la vida doméstica no es solo una historia sobre camas, sofás y cocinas, sino sobre prácticamente todo lo que ha sucedido. Las casas no son el refugio de la historia. Son el lugar donde termina la historia.

El salón

Si tuviéramos que resumirlo en una sola frase, diríamos que la historia de la vida privada es la historia de ir sintiéndose confortable y cómodo poco a poco. Hasta el siglo XVIII, el concepto de sentirse confortable en casa era tan desconocido que ni siquiera existía una palabra que lo definiera. “Confortable” significaba simplemente “capaz de ser consolado”. El confort se entendía como el consuelo que se ofrece al herido o al afligido.

La primera persona que utilizó la palabra en su sentido moderno fue el escritor Horace Walpole, que en una carta a un amigo escrita en 1770 le comentaba que una tal señora White le atendía muy bien y le hacía sentirse “lo más confortable posible”. A principios del siglo XIX, todo el mundo hablaba de tener un hogar confortable o de disfrutar de una vida confortable, pero antes de la época de Walpole, nadie hacía mención de ello. En ningún lugar de la casa se plasma mejor el espíritu del confort (si no la realidad) que en la estancia de curioso nombre: el salón.

Durante los siglos XVII y XVIII, el término inglés que define esta pieza, 'drawing room', se vio desafiado en los círculos ingleses más refinados por el salón francés, que a veces se anglicanizó para dar lugar a la palabra 'saloon'. Ambas palabras, sin embargo, acabaron asociándose a espacios exteriores a la casa, de modo que el 'saloon' vino primero a referirse a una estancia donde socializar en un hotel o en un barco, después a un local donde se servían bebidas alcohólicas, y finalmente, y de forma algo inesperada, a un tipo de automóvil, la berlina. Salón, por otro lado, quedó vinculado a lugares relacionados con actividades artísticas, antes de que se lo apropiaran (a partir de 1910) los proveedores de tratamientos capilares y de belleza.



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La estrella de Hollywood Jean Harlow (1911 - 1937) en su dormitorio, llamando por teléfono desde su cama, en 1932.


El dormitorio
Es un lugar extraño. No hay otro espacio en la casa donde pasemos más tiempo sin hacer nada, y haciéndolo de la forma más silenciosa e inconsciente, y aun así es en el dormitorio donde se materializan gran parte de las desdichas más profundas y persistentes de la vida. Si está usted moribundo o enfermo, agotado, con problemas sexuales, con ganas de llorar, atormentado por la ansiedad, demasiado deprimido para enfrentarse al mundo o carente de ecuanimidad y alegría, el dormitorio será el lugar donde con toda probabilidad lo encontraremos.

En cuanto a la cama, durante gran parte de la historia la cama fue, para los propietarios de viviendas, su posesión más preciada. En tiempos de Shakespeare, por ejemplo, una cama con dosel costaba cinco libras, la mitad del sueldo anual de un maestro de escuela. Al ser objetos tan valiosos, la mejor cama solía quedarse en la planta baja, con frecuencia en la sala de estar, para hacer alarde de ella ante invitados o para que se viera desde la calle a través de una ventana abierta.



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A la izquierda, una modelo muestra un pijama de la Wiener Werkstaette, diseñado por Anny Schröder en 1920. A la derecha, el vestidor de señoras de la casa del artista austriaco Kolo Moser (1868-1918), en la Hohe Warte de Viena, en 1902.


La cocina
Hasta mediado el siglo XIX, la cocina seguía siendo un lugar muy poco seguro para los alimentos, cuya esperanza de vida era realmente corta. Se necesitaba con desesperación encontrar la manera de conservar los alimentos en buen estado y frescos durante periodos más largos de lo que la naturaleza permitía. A finales del siglo XVIII, un francés llamado François Appert (o tal vez Nicolas Appert, las fuentes varían de manera confusa) escribió un libro titulado 'El arte de conservar todo tipo de sustancias animales y vegetales durante varios años', que representó un auténtico hito.

El sistema de Appert consistía básicamente en guardar herméticamente los alimentos en frascos de cristal y hervir después los frascos a fuego lento. El método solía funcionar bien, pero los cierres no eran del todo herméticos y a veces penetraban en los frascos aire y elementos contaminantes, provocando con ello problemas gastrointestinales a quienes disfrutaban de su contenido. En resumen, hasta que la comida llegaba a la mesa podían sucederle un montón de cosas malas. Por ello, cuando a principios de la década de 1840 apareció un producto milagro inesperadamente conocido: el hielo, que prometía transformar la situación, el entusiasmo se disparó.



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Los antiguos griegos adoraban el baño, pero para ellos bañarse era algo que tenía que realizarse con rapidez. A la derecha, una anónima lady victoriana fotografiada en 1890 mientras prepara su baño.


El baño
Una vivienda de hace 4.500 años del valle del Indo, en un lugar llamado Mohenjo-Daro, disponía de un ingenioso sistema de conductos para las basuras a través del cual los desperdicios se eliminaban del habitáculo para quedar depositados en un podridero. La civilización minoica disponía, hace más de 3.500 años, de agua corriente, bañeras y otras comodidades civilizadas. Los antiguos griegos adoraban el baño, pero para ellos bañarse era algo que tenía que realizarse con rapidez. En realidad, los baños en serio -los baños lánguidos- se inician con Roma. Nadie se ha bañado jamás con tanta devoción y precisión como los romanos. Para los romanos, los baños eran una forma de vida: tenían bibliotecas, tiendas, gimnasios, barberos, esteticistas, bares y burdeles, y los frecuentaban gentes de todos los estamentos sociales.

Por otra parte, tal vez no exista otra palabra en inglés que haya sufrido más transformaciones que 'toilet'. Originalmente, hacia 1540, hacía referencia a un tipo de paño y era un diminutivo de 'toile', palabra que aún se utiliza para describir cierto tipo de tejido. Después se convirtió en una tela con la que se cubrían los tocadores. Después pasó a referirse a los objetos que podían encontrarse encima del tocador. Después se convirtió en el tocador en sí, después en la acción de vestirse, a continuación en el acto de recibir visitas mientras uno se vestía, después en el vestidor, luego en cualquier tipo de habitación contigua al dormitorio, a continuación en una habitación utilizada para lavarse, y finalmente en el lavabo en sí. Eso explica por qué 'toilet water' describe en inglés el agua de colonia.

'Garderobe', palabra extinta en inglés, sufrió una transformación similar. La palabra es una combinación de 'guard' [guardar] y 'robe' [vestido], y en su origen hacía referencia a un cuarto de almacenaje, después a cualquier habitación de carácter privado, luego (brevemente) a un dormitorio y al fin a un retrete.



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Paula Bonet escribe a la hija que perdió y rompe el tabú: "No tengo miedo"
La pintora publica 'Roedores', un libro doble compuesto por un cuento que dibujó a la niña que esperaba y por 'Cuerpo de embarazada sin embrión' en el que narra su dolorosa experiencia del aborto

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Paula Bonet. (Noemí Elías)
ANNA MARIA IGLESIA
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14/09/2018

“No tengo miedo, ni en el plano profesional ni en el plano personal”, afirma con firmeza la pintora Paula Bonet (Villarreal, Castellón, 1980). Presenta 'Roedores' (Literatura Random House), un libro doble compuesto por un cuento ilustrado que dibujó a la niña que esperaba y por 'Cuerpo de embarazada sin embrión' un breve texto de carácter autobiográfico en el que narra su dolorosa experiencia del aborto. En este breve texto hecho de elipsis y sin florituras, Bonet narra sus dos abortos, el dolor de la pérdida y el dolor de una recuperación que tarda en llegar. Con este texto, el lector descubre a la Paula Bonet escritora, a la mujer que escribe consciente del peso de las palabras.

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'Roedores'


La pintora busca nombrar lo innombrado, lo silenciado, busca romper el tabú del aborto y busca situar al sujeto femenino en el centro del relato. “No es fácil hablar y menos de estos temas”, sin embargo, “tengo que hablar, aunque me duela. No puedo seguir siendo la mujer silenciosa, que es complaciente, que habla, pero no muy alto. No puedo callarme, necesito verbalizar todo este relato” y lo hace con la palabra literaria y con la pintura, dos lenguajes que domina con maestría.

PREGUNTA: Tengo que reconocer que me ha resultado muy complicado pensar qué preguntas puedo realizarte, qué preguntas son pertinentes y qué preguntas pueden tener sentido a la hora de abordar un tema tan doloroso como el aborto natural.



RESPUESTA: Entiendo que haya una dificultad por tu parte, pero piensa mi dificultad para hablar del libro es mayúscula. Este es el primer proyecto que hago sin entender del todo lo que he hecho. Lo público porque, por intuición y por compromiso con el contexto social, sé que lo tengo que publicar, pero no es lo que más me apetece. Preferiría estar pintando y leyendo sobre otros temas menos doloroso y preferiría estar más serena. Tengo que confesar que me da curiosidad lo que va a suceder con esta promoción, porque hay una parte de mí que no controla del todo este proyecto. En anteriores trabajos, había detrás un trabajo bibliográfico e intelectual que me servía para teorizar sobre lo que había hecho.



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Paula Bonet. (Noemí Elías)


P: Ahora eres tú el sujeto de la narración.


R: Efectivamente. A pesar de que hay mucha bibliografía detrás de este libro, a pesar de haber leído ensayos escritos por especialistas y a pesar de haberme acercado al tema desde todos los puntos de vista posibles, no tengo respuestas.

P: Pero sí hay una necesidad de contar y, por tanto, de romper tabúes, de romper silencios.


R: Sí, porque me he dado cuenta de que el hecho de que tú no sepas cómo preguntar y yo no sepa qué quiero contar se debe a que vivimos en el tabú. Hasta que no viví la experiencia del aborto, cuando alguien me hablaba de la pérdida, no entendía lo qué significaba. Es muy complicado abordar este tema, sobre todo porque no tenemos experiencia al respecto.

Hasta que no viví la experiencia del aborto, cuando alguien me hablaba de la pérdida, no entendía lo qué significaba

P: El aborto no solo ha sido considerado siempre un tema privado, del que no tenía que hablarse socialmente, sino que, como se ha visto en algún artículo reciente, se ha tratado como chiste, se ha banalizado.


R: Cierto y, por esto, es importante hablar del tema del aborto y por esto son importantes libros como 'El acontecimiento' de Annie Ernaux, que es el único libro que he encontrado acerca del aborto como deseo. Hay que tener presente que alrededor de la maternidad o, mejor dicho, de las maternidades hay muchos temas de los que no tenemos ni idea. El cuerpo de la mujer es el gran desconocido, incluso, para la medicina, que trabaja casi siempre sobre cuerpos masculinos. De hecho, en los laboratorios se trabaja con ratas macho y solo ahora se empieza a utilizar las hembras. Nosotras somos las grandes desconocidas también para nosotras mismas.

P: A propósito de esto, en 'Clavícula', Marta Sanz plantea la medicina como un discurso construido a partir de un patrón masculino y patriarcal.


R: Marta Sanz tiene toda la razón del mundo. Me gusta muchísimo el discurso de Marta, su estilo y los temas que aborda. Leyendo 'Clavícula', sentía cierto pudor y, al mismo tiempo, una maravillosa atracción por lo desconocido. Yo también seré una mujer de 50 años, tendré menopausia y haré frente a los problemas y a las situaciones que narra Marta. Lo curioso es que nadie me había hablado de todos estos temas: ni mi madre, ni mis tías, ni mis abuelas… No se habla de los temas que afectan a las mujeres a partir de una edad como tampoco se habla de lo doloroso y lo difícil de un embarazo. Laura Freixas recuerda que, cuando se quedó embarazada, solo encontraba revistas cursilonas y facilonas sobre lo bueno del estar embarazada. Piensa en cuántas imágenes de famosas embarazadas “luciendo tripita” aparecen en las revistas, cuando el estar embarazada es mucho más que “lucir tripita”. Las dos veces que estuve embarazada a penas me podía levantar de la cama por las náuseas y por los mareos. Ya sé que es es un estado y no una enfermedad, pero el contexto social no lo recibe ni como estado ni como enfermedad.



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Ilustración de un embrión de Paula Bonet para su libro 'Roedores'


P: Sin embargo, ahora estamos en un momento de ruptura de este silencio y se está escribiendo como nunca sobre temas hasta ahora tan tabú como la regla, el aborto o la endometriosis, tema que aborda la novela 'Conversaciones con amigos'.


R: Estamos en un momento de cambio. El sujeto femenino apenas ha hablado y ahora debe hablar. Para mí, era muy importante hablar de forma serena del desgarro de la experiencia del aborto y del dolor que conlleva. No quería banalizar ese dolor, ni cursilizarlo. He intentado que 'Cuerpo de embarazada sin embrión' sea un libro duro, crudo y que gran parte del contenido esté más en lo que no se cuenta que en lo se cuenta.

P: Y para contarlo, incluso, a partir de elipsis, te apoyas en la palabra, ya no en el trazo pictórico.


R: Yo soy pintora y siempre que me acerco a la escritura lo hago con muchísimo respeto y prudencia. La literatura es el arte que más respeto, porque es el arte que más placer me ha dado nunca, es el espacio donde crezco, donde aprendo y donde vivo. No quiero decir que con la pintura no me suceda lo mismo, pero sí es cierto que la entiendo como algo más íntimo. La literatura me conecta con el contexto, la pintura con conecta conmigo misma.

Para mí, era muy importante hablar de forma serena del desgarro de la experiencia del aborto y del dolor que conlleva

P: Y es desde la pintura que estás continuando con tu indagación en este tema y lo estás haciendo de una manera oscura, retratando embriones mal formados, abandonados en la intemperie y envueltos de tonalidades negras.


R: Estas pinturas nacen de mi propia experiencia: en mi último embarazo estaba gestando un ser que irremediablemente no podía llegar a sobrevivir, que no podía llegar a ser un hijo. El síndrome de Down implica tener un cromosoma triplicado y lo que yo estaba gestando tenía todos los cromosomas triplicados. Lógicamente, no podía sobrevivir, por mucho que yo me empeñara que sobreviviera. Fue entonces cuando me di cuenta de lo poco que sabemos en torno al embarazo y en torno a lo que puede suceder durante la gestación.

P: El desconocimiento está directamente relacionado con el silencio.


R: Claro, por esto estamos completamente desinformados. Lo peor es que, hasta que no lo vivimos en primera persona, no nos interesamos por las implicaciones que tiene la gestación de un ser humano, por cómo la gestación afecta emocional y físicamente al cuerpo y por todo lo que puede suceder a lo largo de la gestación. Es un gran e imprescindible tema, pero no se habla de él porque estamos imbuidas dentro de un discurso hetero patriarcal donde el sujeto es el hombre y donde las mujeres aparecemos solo y cuando el hombre nos necesita. Por esto es tan difícil articular un relato donde la mujer sea el sujeto de la enunciación. No hay palabras para nombrar aquello que quiero contar; las mujeres no tenemos el léxico para contarnos a nosotras mismas.



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Paula Bonet. (Noemí Elías)


P: La falta de palabras hace que te refieras a ti misma como “huérfana de hija”.


R: Exacto. La falta de palabras implica silencio, implica no poder hablar. El silencio que me acompañó tras el primer abortó me dolió mucho y me dolió mucho también que socialmente no se me permitiera vivir el duelo. Contra ese silencio, escribí el post de Facebook en el que contaba lo que había vivido. Para mí fue muy importante, porque era la primera vez que utilizaba una red social para hablar de un tema personal y decidí contarlo a través de una fotografía y de las pinturas de Louise Bourgeois. Por un lado, era consciente de que publicando este post iba a ser algo inconsciente e iba saltarme esa norma imprescindible según la cual las redes sociales son solo un escaparate para mostrar mi trabajo. Por otro lado, sin embargo, era consciente de que estaba nombrando aquello que no se nombra -el aborto espontáneo-, pero que es muy frecuente.

El silencio tras mi primer abortó me dolió mucho y me dolió mucho también que socialmente no se me permitiera vivir el duelo

P: La búsqueda de nuevas palabras, de un lenguaje inclusivo en el que podamos reconocernos, choca contra el muro de instituciones, véase la RAE.


R: Y por esto es tan importante hablar desde la propia experiencia, porque hacer que lo íntimo femenino forme parte de un discurso público es reivindicar y exigir esas palabras que una institución como la RAE nos niega. Si no tenemos esas palabras, no vamos a poder nombrarnos. El hecho de que la RAE no acepte que determinadas palabras se pueden nombrar en femenino muestra lo grande que es el enemigo al que tenemos que hacer frente para convertirnos en sujeto del relato. Fíjate lo controvertido que todavía resulta utilizar el plural en femenino como algo inclusivo.

P: De ahí la importancia del 8-M.


R: Efectivamente. Para mí fue esencial leer a María Luisa Bombal, a Sylvia Plath, a Simone de Beauvoir… al leerlas me di cuenta de lo importante que somos todas las mujeres y lo importante que es que las mujeres comencemos a nombrarnos y a reivindicarnos.



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Paula Bonet. (Noemí Elías)


P: Y hay que hacerlo sin culpa, concepto que tú también abordas: la culpabilidad por hablar, la culpabilidad por no poder gestar e, incluso, la culpabilidad por haber sido víctimas de una violación.


R: Lo peor es que, en el caso de las mujeres violadas, aunque demuestres que has sido víctima de una violación, el contexto te vuelve a culpabilizar. La infertilidad como culpa, tiene que ver con la idea de que las mujeres estamos aquí para reproducirnos, no para hablar ni para crear. En India, por ejemplo, las mujeres existen solo para parir y la infertilidad es un lastre, pues convierte a las mujeres en unas parias. Si hablamos de nuestro contexto, fíjate de qué manera el protocolo médico pone, ante todo, el acento siempre en las mujeres; la pregunta de la infertilidad masculina siempre viene después. Tras el segundo aborto, me dijeron que para poder saber qué estaba pasando, tenía que esperar a un tercer aborto, porque solo a partir del tercer aborto se comienza a estudiar cuál es el problema y si el problema está en el padre.

P: Y aquí aparece el tema económico: la mujer que puede permitírselo, tras un primer o segundo aborto, irá a la medicina privada y se realizará unas pruebas muy caras. La mujer que no puede permitírselo deberá esperar a sufrir tres abortos.


R: En efecto. Y si hablamos de la cuestión económica, hablemos del negocio en torno a la maternidad y, sobre todo, del gran negocio de los vientres de alquiles, fruto de la sociedad patriarcal y capitalista donde las mujeres somos un objeto de consumo: compras el vientre de una mujer para tener un hijo.

P: Dicho de otra manera: la clase privilegiada compra el vientre de una mujer en una posición social y económica más precaria.


R: Yo no puedo entenderlo. ¿Cómo es posible que, hombre o mujer, pueda pensar que alguien puede gestar un hijo de forma altruista? Además, no es de forma altruista, porque se paga. Género y clase, al final, todo se reduce a esto.

https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-09-14/paula-bonet-roedores-aborto-entrevista_1615601/
 
Ahora he acabado „La desaparición de Stephanie Mailer“
Lo compré porque me habían gustado otros dos de Joël Dicker ( el caso Harry Quebert y el de los Baltimore). Y qué plancha :(

He entrado aquí buscando ideas.
A ver si encuentro inspiración.
Tengo varios esperando, pero me apetece buscar algo nuevo :)
 
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