Libros, libros, libros

20 libros latinoamericanos de 2017
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Amigas: los años noventa fueron mejores / Teoría novelada de mí mismo, (Almadía / Random House), Sergio González Rodríguez
En las casi 500 páginas de estos dos libros póstumos, Sergio Gonzálezvuelve a desparramar su ADN narrativo. Erudición académica, prosa enroscada, sensibilidad, crítica, ironía y amor incondicional por las suyas y los suyos. El tono testimonial manda en Amigas: Los años noventa fueron mejores, una colección de crónicas urbanas en forma de diálogo. Mientas que Teoría novelada de mí mismo es uno de esos centauros de los géneros -como llamó él mismo al ensayo siguiendo a Alfonso Reyes- donde cabe todo: novela, memorias, crítica, autobiografía de uno de los cronistas más valientes y honestos de México.

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Carta sobre los ciegos para uso de los que ven (Random House), Mario Bellatin
Dos hermanos sordos y ciegos viven en la Colonia de Alienados, un tétrico psiquiátrico en medio del campo, acechado por perros salvajes. Ella tiene un implante en un oído que amplifica los sonidos alrededor y carga del cuello una ordenador del que sale un tubo que activa un teclado braille. Así le cuenta a su hermano siamés lo que piensa y lo que escucha. La fábula se completa con un escritor fracasado que imparte en el psiquiátrico una clase entre un grupo de ciegos para que “escriban cosas que no estén escritas”. Un reflexión sobre las posibilidades del lenguaje, desde la desaparición, el murmullo o el estallido, a través de la prosa condensada e hipnótica marca de Bellatin.

Historia Mínima de la Revolución Cubana (Colegio de México), Rafael Rojas
Ecuánime y brillante síntesis de la Revolución Cubana, desde mediados de los años 50 con las oposiciones violentas y pacíficas a la dictadura de Fulgencio Batista hasta la institucionalización del nuevo orden socialista con la Constitución de 1976 y la incorporación definitiva de la isla al bloque soviético. Especial interés merecen los capítulos dedicados a los años previos al triunfo de la revolución, antes de que la leyenda castrista y el esquema de la Guerra Fría tiñera todas las interpretaciones, cuando los contrastes entre la oposición en las ciudades y la insurrección en la sierra dejaba el futuro abierto. Antes, en definitiva, de que el carisma y la determinación de Fidel junto con la cerrazón de Estados Unidos marcasen el destino. Un libro imprescindible para comprender la transición cubana en los próximos años.

Temporada de Huracanes (Random House), Fernanda Melchor
En Temporada de Huracanes, la veracruzana Fernanda Melchor compone un memorable ejercicio de desesperanza. Hace unos meses, la autora explicaba a EL PAÍS que en Temporada, su segunda novela, no existe el amor. “La gente no se enamora, se encula y se enverga”, decía. Una manera de resumir la “indigencia emocional” de sus personajes, chavos desahuciados que malviven en un poblado cercano a la costa del Golfo de México. Si William Golding hubiera nacido allí hace 35 años, habría escrito algo así.

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La vaga ambición, (Páginas de espuma), Antonio Ortuño
Seis relatos que bien podrían ser también seis capítulos. Un libro de cuentos –premio Ribera del Duero– que funcionaría igual como una novela de iniciación: a la vida adulta y al oficio de escribir. Abandono, violencia, precariedad, egos revueltos, supervivencia, compromiso, vanidad y los consejos de una madre: “me decía que escribir es la vaga ambición de guerrear contra mil enemigos y salir vivo, que escribiera contra todos y a pesar de todos. Que no les llevara paz si no la espada”.

De la plata a la cocaína. Cinco siglos de historia económica de América Latina, 1500-2000 (Colegio de México/Fondo de Cultura Económica). Carlos Marichal, Steven Topik, Zephyr Frank (Coordinadores).
Once años después de su publicación en inglés se traduce al español este amenísimo volumen de ensayos sobre la historia de las principales materias primas de América Latina demandadas por el mercado internacional en los últimos cinco siglos. Bajo el enfoque de las cadenas de mercancías (commodity chains), el libro traza la genealogía de cada producto –plata, tabaco, azúcar, plátano, caucho, tintes, cocaína…- estableciendo las relaciones entre productores, intermediarios y consumidores en este primer proceso de globalización. Un conjunto de historias que socava algunas interpretaciones la de la dependencia –también había empresarios en los países exportadores- y que pasa revista desde el contrabando de especies hasta la eficacia de la publicidad pasando por la razón de Estado para explicar la evolución de nuestras sociedades.

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Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino, (Random House) Julián Herbert
Primero nos cuenta que un funcionario corrupto había vomitado encima de Teresa de Calcuta. Luego nos dirá que no, que no sucedió así: “dispénsenme si estoy arruinado la historia. Lo hago por darme el lujo de vomitar un poco encima de esos lectores ingenuos que adoran la literatura redonda, sin digresiones ni contradicciones ni atajos; esa gente bebé que lee como si un relato fuera una mamila”. Herbert declara la guerra al lector desde el primer cuento de un libro que es una marea intertextual de pop, alta cultura, fuga del lugar común y descacharrante ironía.

Raza y política en Hispanoamérica (Bonilla Artiga Editores / Colegio de México). Tomás Pérez Vejo y Pablo Yankelevich (Coordinadores)
Diez ensayos sobre la importancia del concepto raza en la construcción de las naciones latinoamericanas, sobre sus ensayos fallidos y dificultades pero también de sus soluciones a través de los casos de Cuba, México, Brasil, Argentina, Colombia y el Caribe. Una historia de las respuestas que cada república independiente buscó para resolver la complejidad de conjugar sociedades multirraciales con el modelo de ciudadano de matriz blanca y europea en un contexto en el que primaba en los países del norte el discurso racista. El negro y el indio como problema, el fomento de la migración blanca como remedio, la diferencia étnica como enfermedad social, el mestizaje como alternativa…debates del pasado de alarmante actualidad en nuestros días.


 
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Los diarios de Emilio Renzi. Un día en la vida (Anagrama), Ricardo Piglia
Sólo la persistencia de trabajo permitió a Ricardo Piglia (Adrogué, 1941 – Buenos Aires, 2017) recopilar sus diarios ante la muerte que lo acechaba. Los diarios de Emilio Renzi. Un día en la vida es el último tomo de la trilogía autobiográfica que el argentino inició con Años de formación y Los años felices, fruto de la reescritura de 326 cuadernos donde durante años tomó apuntes sobre su vida. El tercer volumen aborda en el inicio los años que van desde 1976 y 1982, tiempo de dictadura donde “lo peor es la siniestra sensación de normalidad”. Es también el período en que Piglia se convierte en escritor, según sus propios parámetros, con la publicación de Respiración artificial. Los cuadernos llegan hasta 2015 y en medio del trabajo de reescritura Piglia se enteró de que padecía esclerosis. Murió en enero de este año, con la trilogía terminada, testamento de uno de los escritores latinoamericanos más relevantes de las últimas décadas.


El salto de papá (Seix Barral), Martín Sivak
Casi nadie discute en Argentina que El salto de papá es el libro del año. Se titula así porque este texto vibrante arranca con el su***dio del padre de Martín, Jorge Sivak, un conocido banquero argentino de los 80, que decidió acabar con su vida al quebrar su empresa. Martín, un respetado periodista y escritor, necesitó 25 años para animarse a escribir la trágica historia de la familia Sivak: Jorge, comunista, se hizo cargo del banco cuando una mafia policial secuestró y asesinó a su hermano Osvaldo. Pero la primera frase del texto deja claro que lo que van a leer no es un drama, sino un relato irónico, divertido y descarnado que parte de la familia Sivak para contar un país lleno de historias delirantes y contradictorias narrado desde dentro.

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Las aventuras de la China Iron(Random House), Gabriela Cabezón Cámara
La China, la mujer a la que Fierro abandona junto a sus dos hijos cuando es reclutado para la leva en el clásico poema narrativo El Gaucho Martín Fierro de José Hernández, se erige en protagonista de la luminosa novela de Gabriela Cabezón Cámara (San Isidro, 1968). Ella también decide irse y junto a su perro Estreya y Liz, una inglesa que va en busca de su marido, se embarcan en un viaje a través del desierto pampeano. De la intemperie pasarán al fortín y llegarán a las tierras de los indios para fundar un mundo libre, sin ataduras de géneros ni sexos. Cabezón Cámara firma una gozosa subversión de la literatura gauchesca que invita a imaginar otra Argentina posible.

Chicos de Varsovia (Sudamericana), Ana Wajszczuk
La periodista y escritora argentina Ana Wajszczuk (Quilmes, 1975) fusiona relato familiar e investigación histórica para transportar al lector al levantamiento de Varsovia de 1944, la mayor rebelión civil contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de historias de sus antepasados, de viajes y de la reconstrucción de la relación de un padre y su hija, arma un libro coral sobre los 63 días del alzamiento contra la ocupación nazi, la posterior masacre y destrucción de la ciudad por las fuerzas alemanas y las vidas de los supervivientes y sus descendientes. Wajszczuk incluye testimonios desgarradores, entrevistas a especialistas y citas de libros históricos para ayudar a reconstruir un episodio que marcó la historia de Polonia y de su familia.


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Seres queridos (Anagrama), Vera Giaconi

En su segundo libro de cuentos tras Carne viva, la uruguaya residente en Buenos Aires Vera Giaconi (Montevideo, 1974) se sumerge en la oscuridad de las relaciones familiares. En los 10 cuentos de Seres queridosarden los celos, la envidia, la revancha, el odio y rencores alimentados durante años entre cuatro paredes. La finalista del premio Ribera del Duero estira la realidad hasta los bordes para construir historias perturbadoras, que tienen en común la pérdida: ya sea una nieta, amigos, hermanos o una parte del cuerpo. Los ecos de las estadounidenses Flannery O’Connor y Eudora Welty de su debut se alejan en estos relatos para dejar emerger una voz propia.




 
Una ofrenda musical (Eterna Cadencia), Luis Sagasti
Luis Sagasti (Bahía Blanca, 1964) no escribe libros, los teje. Ya lo hizo con el tapiz de relatos que fue su ensayo de no ficción Bellas Artes (Eterna Cadencia, 2011). Y ha vuelto a hacerlo ahora con Una ofrenda musical, donde los microrelatos cambian la figura del tapiz por una partitura conceptual que no entra en los cánones de género literario alguno. Con maestría, el autor compone con palabras una obra donde suenan personajes tan variados como Bach, Beethoven, John Cage, Glenn Gould, The Beatles y Los Rolling Stones. Con todos ellos, Sagasti crea la caja de resonancia de un microcosmos único, fruto de una voz argentina original y refinada de la que, poco a poco, oiremos hablar cada vez más.


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Afuera crece un mundo (Seix Barral), Adelaida Fernández Ochoa
Una novela sobre la esclavitud y la búsqueda de la identidad desde la voz de una mujer que no cree que la libertad se consiga con la ley, sino volviendo a los orígenes. Un viaje que ganó el premio Casa de las Américas.

Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas (Espasa), Amalia Andrade
Un manual para sobrevivir al miedo. Una mezcla entre guía práctica (que no manual de autoayuda) y autobiografía en la que la autora cuenta su experiencia con la ansiedad. Andrade no solo pone las letras, ilustra con humor lo que provoca esta emoción. Incluye un test para medir el nivel de los ataques.
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El diablo de las provincias (Periférica), Juan Cárdenas
Hibridando géneros -thriller, fantástico, comedia-, Cárdenas dibuja un retrato de las aristas contemporáneas más puntiagudas -corrección política, libertad de expresión, racismo, depredación económica- desde una mirada ni nostálgica ni romántica, pese a acudir a los recursos de lo popular y la naturaleza como raíces de la mejor tradición latinoamericana.

Hotel París (Random House), María Isabel Abad
Raquel, la protagonista de este libro, encuentra en una casa de huéspedes una forma de familia cuando huía de la suya. Una nueva forma de entender las relaciones lejos de los conceptos de la ambición y los prejuicios.

Pasajeros en tránsito (Códice Producciones), Diana Ospina Obando
Este es un libro de relatos cortos. Algunos aparecieron publicados en revistas o antologías y otros son inéditos. Tienen en común personajes que están atravesando un momento en sus vidas en el que algo va a cambiar de manera definitiva o está al borde de cambiar”, ha explicado la autora en varias entrevistas.

Animales del fin del mundo (Alfaguara), Gloria Susana Esquivel
Inés tiene seis años, está a punto de cumplir siete. Se acerca el fin. La primera novela de la autora colombiana recurre a los juegos de la infancia para narrar el tránsito hacia la revelación del mundo.

Esta información ha sido elaborada por Mar Centenera, Luis Prados, David M. Pérez, Ana Marcos, Pablo Ferri, Federico Rivas y Carlos Cué https://elpais.com/cultura/2017/12/29/actualidad/1514506758_731856.html





 
Los ojos de Bette Davis, la mirada de Joan Crawford
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Bette Davis (izq.) se lleva un cigarro a la boca mientras Joan Crawford lee el guion de "¿Qué fue de Baby Jane?" BETTMANN ARCHIVE

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En el libro "Bette & Joan, ambición ciega", el periodista Guillermo Balmori repasa la vida y las desavenencias de las dos míticas actrices


Dicen los nutricionistas, que para eso lo han estudiado, que una dieta equilibrada es la clave para una vida larga y próspera. La pirámide alimenticia de esa mole ególatra y narcisista que es Hollywood siempre ha estado formada por tres grupos bien diferenciados: en la base están los jovencitos y jovencitas idealistas y confusos que, buscando el éxito, se dejan los escrúpulos por el camino; justo encima, montones y montones de billetes verdes y estatuillas varias que se queman por la noche y se vuelven a recomponer al amanecer; y, por último, coronando la estructura, un pico de magnates ególatras que oscurecen todo el diagrama. La histórica enemistad entre las actrices Bette Davis y Joan Crawford es, sin lugar a dudas, el menú perfecto con el que nutrirse en la meca del cine. Todos los elementos de la pirámide se entremezclan ahora en el libro Bette & Joan, Ambición ciega (Notorius), obra del periodista y fundador de la editorial, Guillermo Balmori.

La historia del enfrentamiento entre ambas figuras titánicas del cine de entreguerras es un tema recurrente en la cultura popular moderna. No en vano, el gurú del morbo televisivo Ryan Murphy orquestó recientemente una recreación de la historia de odio, fama y rencor entre ambas actrices. Susan Sarandon en el papel de Bette Davis, Jessica Lange en la piel de Joan Crawford. Feud, que así se llama la excelente serie, opta a cuatro Globos de Oro en la gala del próximo 7 de enero.


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Crawford (izq.) era la hermana paralítica de Davis en "¿Qué fue de Baby Jane?" (1962)

Al tratarse de un producto televisivo y, en consecuencia, elíptico, muchos elementos de esta célebre trifulca del cine se omiten o se cambian. Ambición ciega ahonda mucho más en la historia personal de las dos actrices, trasciende su condición profesional y nos ofrece un perfil pormenorizado de dos mujeres únicas. Irrepetibles.

Las luchas de ego entre las divas Davis y Crawford solo se pueden entender gracias a su bagaje personal. Balmori cuenta en el libro que Bette (nacida Ruth Elizabeth) provenía de un ambiente deprimido pero estable que le permitió formarse como una actriz de método. Joan (su nombre real era Lucille Fay Le Sueur) sufrió hasta abusos sexuales a cargo de su padrastro y llegó al cine de rebote, bailando en pubs del hampa y posando para fotógrafos de dudosa reputación. Sea como fuere, ambas compitieron en igualdad de condiciones por llegar a ser la diva absoluta de la industria del celuloide. Davis, con las cartas de la actriz consabida e intensa que repudia el oropel hollywoodiense; Crawford, con la seducción como arma de destrucción masiva y el atractivo innato de quien se sabe deseado.

Las tensiones entre ambas comenzaron a iluminar sus carreras cuando apenas acababan de empezar. Bette Davis se curtió en la compañía teatral de George Cukor, director luego de cintas cumbres del cine americano como Historias de Filadelfia o My Fair Lady. Allí, una joven Crawford buscó su sitio, pero los flirteos de la Davis con Cukor hacían imposible que brillase cualquier otra estrella. Este hecho, anecdótico, solo sería la chispa de una mecha tejida con mucho mimo y que terminó en una bomba tan mediática como mítica. Hablamos, como no, del rodaje de ¿Qué fue de Baby Jane? La película que firmó Robert Aldrich es el referente universal del proceso creativo problemático, el caos fílmico por antonomasia y uno de los desastres mejor documentados de la Historia del cine.

El rodaje, por culpa del productor Jack Warner y pese a la negativa del director, se convirtió en un auténtico circo. Debido a las presiones del magnate del estudio, Aldrich se vio obligado a dejar que todas las escenas se rodarán en un plató abierto. Cualquier periodista podía visitar los estudios y fue así como las crónicas de la periodista Hedda Hopper copaban las portadas de la época.

«Se coloca unos pechos falsos tan puntiagudos que algún día me sacará un ojo», le espetaba en la prensa Davis a Crawford, vanidosa aunque interpretase a una discapacitada a punto de morir de inanición. «Es tan vieja que en mi siguiente película interpretará a mi madre», le respondía Joan al día siguiente. Uñas fuera.

Para jolgorio de todos, la maniobra publicitaria de la Warner salió bien y en 1962 la película se convirtió en un auténtico éxito de crítica y taquilla. Davis incluso fue nominada al Oscar, premio del que siempre reivindicó su nombradía.

Nunca se supo si se llegaron a reconciliar o no, ya que cada una contó un final diferente de la historia. Una historia llena de odio, ambición y pasión por el cine y por la fama. La historia de una actriz tan talentosa como soberbia y la de una estrella que quería serlo a toda costa. Bette y Joan. Joan y Bette. El duelo de divas más intenso que haya vivido Hollywood.

http://www.elmundo.es/cultura/cine/2017/12/29/5a45440622601df83e8b45fe.html
 
UNA NUEVA ARMA DE ESTADO
La guerra de la heroína en España: ¿la droga contra la política?
Tras los libros que desmontaban las teorías conspiranoicas de la introducción masiva de droga en Euskadi por parte del Estado Español, surgen nuevas voces defendiendo esa tesis

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Un adicto se prepara una dosis. (iStock)

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DANIEL BORASTEROS
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01.01.2018 – 05:00 H.

De todas las teorías 'conspiranoicas', una de las más persistentes en el tiempo y afortunada en cuanto al número de personas que la defienden es la de la entrada masiva de heroina en el País Vasco a principios de los ochenta para adormecer "a la juventud combativa". Una tesis que se ha sostenido sin grandes argumentos durante décadas y ha tenido un notable éxito entre los simpatizantes de la izquierda más escorada a los márgenes del sistema. Desde principios del siglo XXI, Juan Carlos Usó, con diversos artículos y varios libros (en especial '¿Nos matan con heroína?', Libros Crudos, 2015), ha rebatido esta creencia. Pero, precisamente, la aparición de sus análisis ha hecho que surja un potente 'contraataque' que tomó cuerpo en forma de libro en 2016: 'A los pies del caballo: narcotráfico, heroína y contrainsurgencia en Euskal Herria' (Txalaparta, 2016), de Justo Arriola, una especie de biblia documental que resume todas y cada una de las patas en las que se sustenta esta extendida creencia.

Me sorprende que gente potente, como Usó o Escohotado, lo nieguen. Es muy gratuito que digan que todo es un cuento chino

Arriola está ahora intentando aparcar en el concurrido (y complicado desde el punto de vista vial) barrio de Lavapiés. Cuando lo consigue, atiende a El Confidencial por teléfono para explicar el por qué de su publicación. El autor, operario en una fábrica de Elgoibar (Guipúzcoa), llevaba participando, con el seudónimo Txus, en diversos foros de Internet desde 2014 que discutían (en ocasiones de forma muy acalorada aunque fuera por escrito) sobre la realidad o mito de que el Estado introdujo las drogas duras en Euskadi para neutralizar a unos jóvenes demasiado rebeldes. La participación de Arriola, un discutidor apasionado, le llevó a ir recopilando datos que avalasen su convicción: "Lo que hemos vivido en Euskal Herria todos lo hemos visto con nuestros propios ojos". Así, a base de ir preparando material de guerra dialéctico para rebatir a quienes no estaban de acuerdo con él (casi todos los demás participantes en el foro), fue acumulando documentación diversa. De hecho, la espoleta definitiva para escribir el libro fue la continua invitación a ello de los discrepantes.

El autor, nacido en 1966, lo tiene todo muy claro a estas alturas. Nada de 'conspiranoia', es todo puro sentido común. "Lo que me sorprende es que gente académicamente potente, como Juan Carlos Usó o Escohotado lo nieguen. Me parece muy gratuito que digan que todo es un cuento chino", se lamenta el guipuzcoano, que considera que hay argumentos "y sólidos" para seguir manteniendo la tesis que el propio Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, ha verbalizado en alguna ocasión (con grandes críticas, e incluso chanzas, por cierto).

Indicios y pruebas
Pero vayamos a los argumentos sólidos: "Está el caso de la policía de Arrasate, por ejemplo", dice Arriola. Se refiere a una declaración del jefe de los agentes locales de esa población, que aseguró que guardias civiles ofrecían droga gratuita, heroína para ser más precisos. La policía local siguió a los camellos-guardias en varias ocasiones y su destino de regreso final fueron los cuarteles de Intxaurrondo o La Salve. También recurre al célebre "informe Navajas", un documento que denuncia varias tramas de narcotráfico relacionados con las fuerzas de seguridad. Y otro de los puntales es la declaración de un narco turco que aseguró que la Guardia Civil le escoltaba y facilitaba 15 kilos de heroína cada semana para introducirlos en el País Vasco. Hay más argumentos, pero esos son los más concretos.



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'A los pies del caballo'


El libro de Arriola, muy extenso, se detiene en muchos otros casos en los que las drogas se han usado como instrumento de control (o descontrol) de una población. Es decir, que no niega que eso haya sucedido en otras partes y en otros tiempos. "Yo suelo hacer un paralelismo con la tortura: claro que ha existido siempre y en todas partes, pero en algunos lugares el poder lo ha implementado de manera más intensa, aunque sea un fenómeno global", comenta el autor al respecto. La idea del libro es partir de lo más alejado y general a dedicar un capítulo a su propio pueblo, Elgoibar, que ciertamente muestra unas cifras de fallecidos por SIDA verdaderamente anómalas y difíciles de explicar desde la lógica.


En la lucha sucia contra ETA también hubo quien se lucró con los fondos reservados, aunque el motivo de fondo no fuera el interés económico

Sobre la objeción de Usó y otros poco crédulos de esta hipótesis que señalan a que la intervención de las fuerzas de seguridad en muchas partes del país se debió a que las mafias necesitan la connivencia de esta y la corrompen con facilidad, Arriola no lo niega, pero piensa que no es excluyente: "Por un lado entiendo que había interés por parte de los cuerpos de seguridad de participar en el reparto de una ganancia económica, pero también se combina con motivos políticos. Puede haber un interés de lucro, pero no solo. Coexisten ambos motivos". A ese respecto también recuerda que en la lucha sucia contra ETA también hubo quien se lucró con los fondos reservados, aunque el motivo de fondo no fuera el interés económico.

Otro punto débil de sus tesis, el hecho de que al mismo tiempo que profileraban los 'yonquis' en Euskadi también lo hacían en casi cualqueir otra zona desindustrializada de la península en aquellos años (Madrid y la cuenca minera asturiana, principalmente), tampoco desanima a Arriola, que en este caso sí aporta un argumento algo distintivo: la conspiración no fue solo contra Euskadi, aunque es en lo que él se centra por proximidad geográfica y sentimental. "Yo no niego que también haya pasado en otros sitios, por ejemplo, la permisividad en ciertos barrios obreros de Madrid, pero pudo ser por la misma causa, por desmovilizar a gente incómoda".

Perder interés por la bronca
Ahora bien, el autor tiene respuestas para casi cualquier situación en la que se señale un punto débil. Por ejemplo, si se le pregunta si consiguieron su objetivo, si realmente el estado se salió con la suya y si no fuera por esa trapacera maniobra hubiese habido una revolución, Arriola replica: "Pues en parte sí consiguieron su objetivo. Los que cayeron era gente que iba a las manifas, protestaban y luego perdieron interés por la bronca con el consumo de las drogas. Si eran 10.000 chavales podían haber sido muchos de ellos parte de la insurgencia. Y otros no, claro. Algunos entraron tan jóvenes, como el caso de un chaval de 13 años, que no se sabe…".

En cualquier caso, Arriola ha hecho un trabajo extenso que no cierra el asunto, pero puede dar más leña al fuego de una polémica que parece que aún sigue viva.

https://www.elconfidencial.com/alma...drogas-libros-conspiraciones-euskadi_1493652/
 
REGALOS DE NAVIDAD
Leo, leo... ¿Dónde lees?
Los nativos digitales todavía prefieren el papel, pero las ofertas editoriales se afanan en hacer la pantalla cada vez más atractiva

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PIXABAY
MAMEN LUCIO MADERUELO
21 DIC 2017 - 02:25 CET



Con carcasas de colores, más ligeros, resistentes al agua, los nuevos e-readersdestinados al público infantil quieren llegar para quedarse. Los fabricantes aguzan el ingenio porque saben que no lo tienen fácil. La facturación de literatura infantil y juvenil en formato electrónico supuso en 2016 un 4,8% del total, menos que el 5,3% alcanzado el año anterior.

Una tendencia que “no cambiará mucho” con vistas al balance de 2017, según una nueva oleada de encuestas que la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) comenzó el pasado septiembre, enfocadas sobre todo a ese lector comprendido entre los 10 y 14 años. “Y no es que compren y lean pocos libros; eso sucede a partir de los 16. Al revés, suponen nada menos que el 85% del mercado editorial español —no en facturación, ya que junto al libro de bolsillo es el más barato—. Edades además en las que el papel sigue siendo imbatible, lo que constata la vasta y excelente producción nacional que existe. ¿Quién dijo que el e-book arrasaría entre los más pequeños? Todo ha sido presión comercial más que otra cosa”, comenta Antonio Mª Ávila, director de la FGEE.

Amazon lidera de largo la venta de libros en formato digital, con una cuota de ventas del 22,6% el año pasado. Y su lector, Kindle, también es el más vendido en sus diferentes modelos. En cualquier caso, datos solo significativos a partir de 10 años, pues los e-readers para más pequeños apenas tienen demanda, “lógico”, consideran en Kobo by Fnac, “texturas, colores, formatos son elementos aún con difícil traslación a lo digital”. De ahí que algunos se hayan retirado del mercado como Paquito, el libro electrónico que comercializaba Imaginarium. “Hemos elegido fomentar el juego real (…). El entorno digital forma parte del presente de nuestros niños y es importante que convivan con él y aprovechen sus ventajas educativas y de ocio (…), pero también sabemos que tenemos que aprender a gestionar el correcto uso de las pantallas para evitar que por un uso excesivo sus beneficios pasen a ser inconvenientes”, explican.

Pero con los e-books, de momento, no parece haber necesidad de cronometrar tiempos. “Está demostrado que leer en estos dispositivos ni altera el reloj biológico ni daña la vista. Son más recomendables que cualquier otra pantalla. Su luz no tiene efecto tóxico, porque ni es azul, ni va directamente a nuestros ojos, por ser reflejada”, indica el optometrista Ramón García, autor de la web cuidatuvista.com.

Una propuesta paralela
El gran reto parece estar en los contenidos. “No se acaba de dar el salto”, considera Luis González, responsable de La Casa del Lector (Matadero, Madrid), institución que fomenta la investigación para la lectura y el entorno digital. Él lo ve claro: “un libro en un e-book, sin más, es un libro confinado. Es absurdo emular la literatura en papel en un formato electrónico. Así siempre saldrá perdiendo porque, neuronalmente, la lectura tradicional es insustituible. El desafío consiste en sacar verdadero provecho a lo digital como una propuesta distinta y paralela. Que exista comunicación y que se incorporen elementos multimedia son los dos requisitos indispensables”.

En La Casa del Lector, dependiente de la Fundación Sánchez Ruipérez, son conscientes de que el mundo editorial vive un periodo crucial y están convencidos de que “se acabará generando un modelo de negocio basado en otro concepto de lectura, más amplio y real, que fomentará la participación, el compartir contenidos y, por supuesto, será capaz de seguir motivando y haciendo placentero el acercamiento a los libros”.

“Leer no es fácil, cuesta, así que hagámoslo atractivo y enriquezcamos las propuestas recurriendo a lo innovador”, subraya Cristina Puig, directora de marketing y socia de la plataforma de lectura Boolino, una ayuda para que los padres encuentren el libro idóneo. Como ejemplo, su producto Fiction Express(de 6 a 12 años), una solución digital para colegios que permite aprender inglés a través de la creación conjunta de historias que se publican semanalmente.

Dispositivos
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Nuevo Kindle Oasis
El último en incorporarse a la familia Kindle y el primer e-reader de Amazon resistente al agua; más tamaño, más resolución, un diseño delgado y ergonómico. Con una carga rápida en menos de dos horas y una duración de batería que se mide en semanas.

Kindle FreeTime
Una nueva funcionalidad para que los niños solo puedan leer los libros que un adulto haya incorporado de la Biblioteca. Compatible con cualquier modelo de e-book a partir de la sexta generación.
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Lecturas digitales y aplicaciones interactivas para niños
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Animal Rescue Book
Ilustrada por Patrick George, ejemplo de propuesta digital para bebés con contenidos visuales acompañados de elementos sonoros e interacciones muy intuitivas para que se recreen junto a un adulto. Su manejo imita el paso de las hojas de un libro. Hasta 4 años.


Lucy and Pogo
Del desarrollador Fox and Sheep. Música e imágenes realizadas en collage componen un singular relato interactivo centrado en las peripecias de un gato al que no aceptan en la escuela de perros. Entre 4 y 7 años.

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Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore
Del ilustrador William Joyce. Un clásico que sigue sorprendiendo por su planteamiento argumental —con un protagonista enamorado de los libros y sus historias— y su calidad técnica. Hasta 8 años.


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Wuwu and Co
Cuento de hadas nórdico adecuado para lectores autónomos. Lo literario y lo tecnológico se imbrican acertadamente gracias a una fórmula que permite leer la historia como un libro cuando el dispositivo electrónico está en posición horizontal. Al colocarse en vertical convierte la obra en un escenario ilustrado por el que transcurre la aventura. Premio Virtual Reality para niños. A partir de 9 años.

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Wonder, todos somos únicos
De R. J. Palacios. Un libro entrañable que enseña la importancia de aceptar a los demás tal como son. Perteneciente a la serie Wonder, en cuyo primer título, Wonder, la lección de August, se ha basado la película del mismo nombre recién estrenada. Desde 12 años.

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https://elpais.com/elpais/2017/12/18/escaparate/1513613095_550649.html
 
LITERATURA
Muere Sue Grafton
La dama del alfabeto del crimen se despide
    • JAVIER MEMBA
  • 31 DIC. 2017 17:25
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Se quedó en la letra "y" pero antes editó "A de adulterio", "B de bestias"... Kinsey Millhone, la detective de la serie, fue su gran creación .



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Son tres los territorios míticos más destacados en el panorama de la novela negra: el Bay City de Raymond Chandler, el Santa Teresa de Ross McDonald y el Santa Teresa de Sue Grafton. Sin embargo, estos lugares imaginarios son el trasunto de sólo dos sitios, un par de localidades californianas. Bay City no es otro que Santa Mónica y Santa Teresa es Santa Bárbara. Sue Grafton, fallecida el pasado jueves a consecuencia del cáncer que sufrió en sus últimos días, llamó Santa Teresa a su territorio mítico en honor al de Ross MacDonald, uno de sus autores favoritos.

Sue Grafton fue una de esas escritoras que se dieron al relato criminal a raíz de la mitificación, y correspondiente eclosión, de la que fue objeto el género a comienzos de los años 80. Bien es cierto que sus primeras ficciones -Keziah Dane (1967), The Dolly Madonna War (1969)- tocan el crimen tangencialmente.

Pero cuando se habla de Sue Grafton como una de las grandes autoras de la novela negra contemporánea -que ella prefería denominar "detectivesca"- se habla del Alfabeto del Crimen, el ciclo de ficciones protagonizadas por la detective Kinsey Millhone y ambientadas en Santa Bárbara en la que cada uno de los títulos había de empezar por una letra del alfabeto: A de adulterio (1982), B de bestias (1985), C de cadáver (1986)... Lástima que el óbito le haya impedido completar la serie. El título dedicado a la "y", Y is for Yesterday, aparecido en agosto de este mismo año, fue el último que le dio tiempo a finalizar.

Merecedora de premios tan prestigiosos como el Edgar Allan Poe, el Cartier Diamond Dagge o el Ross McDonald, su singular abecedario fue traducido a 26 lenguas y leído con avidez en 28 países. Publicado en España desde 1990 por Tusquets Editores, X de rayos X (2017) es su última traducción a nuestro idioma.

Quienes la conocían cuentan que Sue Grafton era tan parecida a Kinsey Millhone como su Santa Teresa a Santa Bárbara. Nacida en Louisville (Kentucky) en 1940, su padre era un abogado que dedicaba el tiempo libre a la escritura de novelas detectivescas. La madre de la futura autora era una profesora de química. Pero a la pequeña Sue el hogar natal se le vino encima cuando, al volver su padre de la guerra, sus progenitores se dieron al alcoholismo. Licenciada en Literatura Inglesa por la universidad Louisville en 1961, por aquel entonces ya era una gran aficionada al relato policial, pero su primer trabajo fue en un hospital de Santa Mónica.

Se inició en el oficio de las letras como guionista, tras la indiferencia con la que la crítica y el público recibieron su primera novela. Fue el guion de la segunda lo que le llevó a la pantalla, pero también fue su experiencia audiovisual la que le aportó un aprendizaje inestimable para la estructura de las historias. Libretista de innumerables telefilmes y capítulos de series, en 1979, tras un "amargo divorcio y lucha por la custodia de los hijos", mientras imaginaba "diferentes formas de asesinar a su ex marido" concibió su alfabeto del crimen. "Era muy optimista, muy joven. No tenía nada, ni contrato ni la certeza de que se fuera a vender. Mi esperanza era atraer a los lectores", declaró la escritora en una de sus recientes visitas a España.

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NARRATIVA / ENTREVISTA
Mary Karr: “La vida es un chiste malo”
La autora de uno de los libros del año de 'Babelia' desvela las claves de 'El club de los mentirosos', celebrada autobiografía que narra episodios aterradores de su vida. “Reconciliarme con mi historia fue muy doloroso”

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Mary Karr (Grove,Texas, 1955) tenía cuatro años cuando su padre, al final de su jornada laboral en la refinería de petróleo donde trabajaba, se la llevaba con él a los antros donde quedaba para beber, jugar a las cartas e intercambiar historias con sus amigos, broncos texanos excombatientes de la Segunda Guerra Mundial. Después de Texas vendrían otros paisajes: las drogas y el surf en California; la escena punk durante los años del college, en Minnesota; Vermont, donde cursó un máster en escritura creativa y conoció a su futuro marido, poeta como ella. Siguieron el nacimiento de su hijo, Dev, y su primer trabajo, como profesora de la Universidad de Siracusa. En cada uno de estos lugares surgió de manera fragmentaria un entramado que apenas logra ocultar una espiral de episodios aterradores: una violación perpetrada por un compañero de juegos a una edad temprana; la imagen de su madre amenazándola con un cuchillo, presa de un brote psicótico; la sombra aciaga de la depresión; un intento de su***dio; tétricas sesiones en los locales de Alcohólicos Anónimos; la religión, como única salida posible. La búsqueda de una tabla de salvación en la escritura recuerda a la de Sylvia Plath, cuando hacía frente a sus demonios en el terror de la madrugada. El resultado fue un libro de memorias que, conforme al dictamen de la crítica cuando se publicó en 1995, cambiaba las reglas del género. El club de los mentirosos es un libro difícil de caracterizar. Durante un año se mantuvo en la lista de best sellers del New York Times, mientras su autora recibía a diario cientos de cartas desgarradoras escritas por mujeres que le daban las gracias por haber logrado algo que ellas no sabían hacer: contar la crónica de su estancia en el infierno dejando espacio a la esperanza.

“No sé cómo lo conseguí”, afirma, acariciando un manuscrito en su casa de Manhattan. “Fueron más de 15 años de intentos fallidos. Cuando publiqué el libro tenía más de 40 años. Reconciliarme con mi historia fue un proceso muy doloroso. Vivía sola con mi hijo en condiciones muy precarias. Me levantaba a escribir a las cuatro de la madrugada, antes de que se despertara el niño”. El club de los mentirosos está poblado por sombras inquietantes. Las presencias más formidables son las de sus familiares.

“Mi madre intentó matarme, y escribir acerca de algo así fue una pesadilla. Como entrar en la cámara de los horrores sin protección”

“Mi padre era un bebedor y un jugador empedernido, pero también un ser maravilloso que embaucaba a todo el mundo con sus historias, casi todas inventadas. Me llevaba con él a un local donde se reunía con sus amigos, todos tan mentirosos como él, de ahí el título del libro. La relación con mi madre fue muy tormentosa. Se casó siete veces. Era una mujer culta, artista, pero estaba profundamente desequilibrada. Era alcohólica y tenía brotes psicóticos. En una ocasión intentó matarme con un cuchillo de carnicero. Escribir acerca de ese tipo de situaciones fue una pesadilla. Era como entrar en una cámara de horrores sin ninguna protección”.

Tras El club de los mentirosos, Karr escribió otros dos libros de memorias, Cherry(2000) y Lit (2009), dignos continuadores del primer volumen, además de cuatro poemarios. Es en sus libros de poesía donde quizá se encuentre la clave de su escritura. “Soy poeta antes que nada,” dice señalando el manuscrito que tiene en las manos. “Es mi último libro de poemas, saldrá en abril. Este original es para Don DeLillo, que me lo ha pedido. Me inquieta que lo vaya a leer alguien como él. Empecé a escribir poemas a los cinco años, lo cual es inexplicable. Nunca había conocido a ningún poeta. Si alguien me hubiera dicho: ‘Mary, ven, en el cuarto de al lado hay un poeta’, es como si me hubieran dicho que me iban a enseñar un unicornio o un caballero andante. La anécdota más extraña es algo que me ocurrió cuando tenía 12 o 13 años. La maestra, molesta con mi insistencia en decir que quería ser poeta, me mandó al despacho del director del colegio, que me dijo: ‘Como persistas en la idea de dedicarte a la poesía, acabarás siendo prost*t*ta’. ¿Se imagina decirle algo así a una niña? Claro que fue en Texas”.

Tal vez el logro mayor de un libro como El club de los mentirosos es la capacidad de Mary Karr para dar la vuelta a situaciones trágicas mediante el uso de un sutilísimo recurso al humor. “La vida es un chiste, no hay mejor manera de explicarlo, un chiste malo. Comparto la visión budista según la cual la vida es sufrimiento, sólo que hay modos de salvarse de él; el más importante para mí es el humor. Es algo que aprendí de mi padre. Cuando desplumaba a un matón en una partida de póquer y veía que su integridad física corría peligro, lo desarmaba contándole un chiste”. El humor y, es preciso añadir, la religión. Por los años que escribía El club de los mentirosos, Karr se convirtió al catolicismo. “Es cierto”, afirma, “aunque soy más bien lo que se dice una católica de cafetería”.

‘El club de los mentirosos’. Mary Karr. Traducción de Regina López Muñoz. Errata Naturae / Periférica, 2017. 520 páginas. 23 euros.

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'Apegos feroces': ¿nuestras madres tiraron la toalla de sus vidas?
La novela de Vivian Gornick es un relato en primera persona sobre la relación de la escritora con su madre y amantes que, aunque se publicó en 1987, se ha colado en las listas de lo mejor del año pasado
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Detalle de portada de la edición inglesa de 'Apegos feroces' ('Fierce Attachments')
AUTOR
HENAR ÁLVAREZ
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TIEMPO DE LECTURA6 min
05.01.2018 – 05:00 H.

Hace ya casi dos años, y gracias a una iniciativa de Twitter para visibilizar escritoras, me di cuenta de que apenas había leído libros escritos por nosotras. En mis treinta años de vida, y salvo excepciones, había construido mi visión del mundo desde la voz de los varones. Lo más grave es que ni siquiera había reparado en ello. Consideré neutra su palabra, creí que sus experiencias servían para explicar como era el mundo: el suyo, el de los hombres, y el nuestro, el de las mujeres. Pero no es así. Nuestras experiencias no son las mismas por lo que su punto de vista no puede tomarse como universal. Somos nosotras quienes debemos relatar nuestras vivencias, de otra manera continuaríamos dando por válidas construcciones culturales elaboradas para que nos ciñamos a ellas a modo de manual de conducta.

Afortunadamente, algunos libros que pasaron desapercibidos por tener un nombre de mujer en el abajo firmante –o que ni si quiera llegaron a editarse en nuestro país– están siendo rescatados por editoriales independientes. Es el caso de 'Apegos feroces' de Vivian Gornick (Sexto Piso), un relato en primera persona sobre la relación de la escritora con su madre y amantes que, aunque se publicó en 1987, se ha colado en todas las listas de lo mejor del 2017. Gornick nos presenta como las mujeres combaten durante toda su vida con una idea del amor cuidadosamente elaborada para mantenernos ocupadas y dedicadas, desinteresadamente, al cuidado de los demás.



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'Apegos feroces'. (Sexto Piso)


La periodista discute con su madre mientras pasean por Manhattan: no soporta que le recuerde los sacrificios que, en nombre del amor, hizo por ella y su marido. Atisbo en los reproches de su madre una envidia malsana hacia el estilo de vida de las mujeres de la edad de su hija. Es imposible no verse a una misma y a algún miembro de su familia; quizá nuestra madre, con toda seguridad nuestra abuela. Me asquea profundamente cuando el primer domingo de mayo los medios se saturan de mensajes en los que agradecen a nuestras madres sus servicios infinitos.

Hasta hace no mucho pensaba que no tenía nada que reconocer a toda esa masa de sirvientas abnegadas que habían ayudado a perpetuar este sistema misógino, que tendría algo por lo que dar las gracias si hubieran mandado a la mierda a sus maridos cuando les pidieron que dejaran de trabajar. Me ha costado ser consciente de que no tenían elección. La frustración que se desprende de las quejas de la madre de Gornick la he sentido en las palabras y la expresión de derrota de otras mujeres de su misma edad. Muchas de ellas no aprueban nuestro modo de vida porque sería reconocer que tiraron la toalla con la suya propia. “O follamos todas o el putero al río”, pensaran.

Admito que he sido injusta juzgando las decisiones de mis mayores. Me he preguntado muchas veces si merece la pena que mujeres que pasan de los 60, y que han dedicado su vida entera a la familia, reconozcan el machismo que nos rodea. No ganamos nada haciendo que quienes ya tienen su biografía escrita, quienes están en ese punto en el que ya no pueden empezar de nuevo, se reconozcan a si mismas haber desperdiciado sus días en favor de su marido, hijos y seguramente nietos. Es más, concluyo que es una canallada tratar de abrirles los ojos. En 'Apegos feroces' confluyen las voces de dos generaciones de mujeres que se mantienen unidas gracias al poder invisible de los lazos afectivos pero que son incapaces de entenderse. La educación en el amor romántico de la madre y la universitaria de la hija provocan una brecha insalvable. Ambas actúan como un espejo de los miedos de la otra: lo que hubiera querido ser, los errores que no quiere repetir.

El mito del amor romántico
Gornick también rememora la relación que mantuvo con su exmarido y amantes. Me gusta leer a escritoras que asumen que la media naranja es un invento que sustenta un único modelo de mujer válido cuyo objetivo no es otro que el de conseguir un marido. Se nos inocula un miedo tan terrible a vivir en los márgenes de la atracción masculina que, por temor a que su descendencia femenina se comportara de modo que ningún hombre le brindara su protección, han sido nuestras mismas anteriores generaciones quienes se han encargado de perpetuar el sistema. Incapaces de creer que podemos ser las dueñas de nuestra propia vida, les salía más a cuenta educarnos para el servicio, como hicieron con ellas.

Me gusta leer escritoras que asumen que la media naranja es un invento con un único modelo de mujer válido cuyo objetivo es hallar un marido

A pesar de ser consciente de lo nociva que es para nosotras la idea del amor romántico, Vivian Gornick no puede evitar el romanticismo, contradecirse cuando reconoce que con uno de sus amantes casados ha encontrado el equilibrio pero que se ahoga en el espacio minúsculo en que se desarrolla la relación. Cuando el affaire empieza a andar escaso de pasión, le recrimina que “lo que no asumo es que nos haya hecho volver a caer en la crueldad desfasada dinámica hombre – mujer, convirtiéndome en una mujer que espera una llamada que nunca llega y él en un hombre que debe evitar a la mujer que espera”.

Me sorprende la facilidad que tenemos las mujeres, aun en plena deconstrucción, para situarnos en el lugar asignado por los roles de género. Vivimos en una pugna constante entre lo aprendido y lo deseado. Ya no queremos ser madres desinteresadas ni amantes monógamas pero tememos que nos tachen de mala madre, put* o indecente. Queramos o no, y mientras vivamos en un sistema patriarcal mantenido sobre la idea del amor romántico, la manera en que se desarrolle nuestra vida afectiva y sexual determina el juicio de quien nos rodea. No tenemos elección: mientras ellos pueden ser vividores, solteros de oro, gigolos o príncipes azules, a nosotras cualquier paso en falso nos arrebata el título de señora y nos transforma en una ramera sin honor ni derechos.

Que liberador ha sido descubrir otra voz femenina capaz de explicar con palabras nuestras contradicciones, nuestro dolor. Además, estas memorias de Vivian Gornick llegaron a mí de la mano de mi madre. Estaba subrayado y marcado con post it. En el diálogo materno-filial ajeno he encontrado, guiada por el grafito, sus reproches. Quizá prestarme el libro fue la manera de establecer una nueva conversación. Habrá que buscar hora y lugar.

https://www.elconfidencial.com/cult...ian-gorncik-libro-maternidad-crianza_1501077/
 
Los años del miedo

Los años del miedo se lee como una novela, pretende mostrar lo que sucedió al mismo tiempo que entretiene. En cada página se pueden encontrar anécdotas desconocidas e historias inolvidables que harán el lector disfrute como nunca con un libro sobre nuestra historia reciente

El autor no pretende contentar a nadie, sino contar lo que fueron aquellos años para el maltratado pueblo español, que salió de una guerra para topar con la miseria.

http://www.juaneslavagalan.com/ficha.php?id=62
 
MADRID
Cuando La Latina perdió la timidez
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Fuentecilla hacia el año 1900. A la izquierda, la tahona de Capmau. ARCHIVO RUIZ-VERNACCI


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Un libro desgrana en un recorrido fotográfico la historia y la evolución de uno de los núcleos con más carisma de la capital

ÁLBUM: Un paseo por el ayer de La Latina, en imágenes

Existe en el barrio de La Latina una pátina de atemporalidad que recubre sus callejuelas y rincones. Una suerte de encanto que parece congelar el pasado y detener el presente. Su historia es la de sus tabernas y comercios. La de sus vecinos y forasteros. Y todos, absolutamente todos, pasan por la calle Toledo. De ella dijo Pérez Galdós que era la "más bonita y pintoresca del mundo". Y Mesonero Romanos la describió con atino y acierto en 'El antiguo Madrid', donde asegura que, siendo "sin duda la más poblada y animada" de la capital, se erige como "un compendio abreviado de España".

Es en esta avenida donde arranca el recorrido del escritor Antonio Pasies. El autor de La Latina. Su historia, sus calles y sus gentes (Editorial Temporae), vecino ocasional y turista empedernido, delimita su zona de acción dentro del perímetro de ese triángulo invertido que toma como base la calle de Segovia y la Puerta de Toledo como vértice. "No hay un metro que no haya pateado, hablando con los vecinos y comerciantes y, en los descansos, comprobando 'in situ' la calidad de los caldos, aperitivos y platos de sus múltiples restaurantes", asegura.

Calle a calle, tramo a tramo, se asoma a cada uno de los portales para descubrir cómo eran y cómo son los vecinos de este barrio, cuyo nombre, como bien es sabido, remite al apodo con el que fue conocida la humanista Beatriz Galindo, preceptora de los hijos de Isabel la Católica. El Madrid por el que transita Pasies es el que antaño calzaba alpargatas y bebía en botijo. Aquel en el que oficios prácticamente extinguidos, como curtidores, alabarderos, guarnicioneros y tralleros marcaban el ritmo a seguir, entre largas jornadas de trabajo y breves descansos, impregnados por el olor a fritura de gallinejas y regados con chatos de vino. Aunque Pardo Bazán exageró cuando se refirió a "las mil tabernillas" que poblaban la calle Toledo, exceso en el que también cayó Galdós cifrándolas en casi un centenar, lo cierto es que las bodegas y tascas siguen siendo hoy uno de sus principales atractivos.

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Taberna de Pedro Garrido en el nº 79 (hoy 73), en la calle Toledo. COLECCIÓN IZQUIERDO MARIBLANCA


Así lo concebían ya dos siglos atrás el bandolero Luis Candelas y sus secuaces que, con su propia historia, pasean por estas páginas en compañía de otros personajes populares. Es el caso de Rosa la Naranjera, famosa, según Galdós, por las suntuosas fiestas que organizaba en la calle de las Maldonadas, donde "historiadores muy concienzudos aseguraron haber visto a más de un príncipe traspasar los umbrales de su bodegón". Tampoco se quedan fuera otros insignes nombres como Pastora Imperio, Lina Morgan y, por supuesto, Joaquín Sabinaque, durante sus primeros años en la capital, ocupó una buhardilla de la calle Tabernillas.

Pese a que Pasies reconoce que el barrio que le habría gustado conocer es el que latía a finales del XIX, "con el mercado de la Cebada en plena ebullición, con Fortunata paseando por sus calles, y con los cafés de San Millán y Naranjeros llenos de tratantes y verduleras", también asegura que "sus encantadoras callecitas antiguas llenas de comercios y locales" siguen siendo un reclamo para guiar hasta aquí sus pasos una mañana de rastro. Y, por la noche, ¿acaso hay mejor plan que irse de verbena? Verano tras verano, el barrio se engalana puntual con luces y guirnaldas para, entre mantones de Manila y vasos de 'limoná', celebrar las fiestas dedicadas a la Virgen de la Paloma.

Tras más de un año rastreando en archivos, bibliotecas y hemerotecas, el libro se redondea con más de 300 fotografías extraídas del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, el Museo de Historia de la Ciudad, la Fototeca del Patrimonio Histórico o la Revista Villa de Madrid, entre otras fuentes. Son precisamente los protagonistas de estas instantáneas los encargados de poner rostro a la publicación. De encarnar con sus gestos y expresiones toda historia, recuerdo o anécdota que Pasies relata. Por eso, siempre tuvo claro a quiénes quería homenajear con este libro, dedicado "a los boteros, cedaceros, cordeleros y esparteros; a los merceros, quincalleros y chatarreros; a los dependientes de ultramarinos, coloniales y colmados; a los salchicheros, carniceros y pescaderos; y -por supuesto- a las verduleras de la Cebada". Pues, como él mismo confirma, "¿qué es un barrio sin sus gentes? Nada".

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Caramelos Paco, ampliada posteriormente con el local de la sastrería de su izquierda.

http://www.elmundo.es/madrid/2018/01/04/5a42e4b546163fff0a8b45b5.html
 
Jamás saldrás vivo de este libro
La lectura de un diario puede llevar a experimentar auténtica conmoción si sus autores los escribieron hasta el último día de sus vidas, como sucede con el de Ricardo Piglia
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(Imagen: E. Villarino)
AUTOR
ALBERTO OLMOS
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TIEMPO DE LECTURA4 min
10.01.2018 – 05:00 H.

Cuando aún no se le daba bien ser Vila-Matas, Vila-Matas concibió un libro que matara a quien lo leyera. Se tituló 'La asesina ilustrada' (1977) y, aprensiones aparte, no consta que ningún lector falleciera a media lectura o inmediatamente después de acabarlo. Matar a tus lectores, qué duda cabe, es algo con lo que sueña cualquier autor decente. Matarlos de gusto, de belleza, de admiración; dejarlos muertitos después de leer un libro que les ha parecido mejor que sus vidas. Pero los lectores siguen viviendo después de leerte y luego se mueren de cualquier otra cosa, incluso de viejos, cansados ya de leerse a sí mismos.

Sin embargo, hay libros mortales, todo un género literario necesariamente asesino, donde se muere mucho. Son los diarios.

Callar dos veces
La primera vez que me sobrecogí con un diario homicida fue con el de César González-Ruano. Como todos los perversos, Ruano tardó mucho en morirse; en concreto, 1.162 páginas. Fue leyéndolas cuando comprendí que un diario como Dios manda se lleva hasta que te mueres; que es morirte también en sus páginas —callar dos veces— lo que hace de un diario una gran obra. Escribir un diario para contar tu vida no tiene ningún interés; los diarios se escriben para contar tu muerte.

Un diario se lleva hasta que te mueres; es morirte también en sus páginas —callar dos veces— lo que hace de un diario una gran obra

Ruano se moría en su diario escribiendo menos, escribiendo mal —y cuánta muerte hay en escribir mal, amigos— y mentando mucho sus dolencias y los hospitales a los que iba. Solo los diarios nos cuentan cómo calla un hombre, qué silencio es ese de morirse.

Iñaki Uriarte lo ha detectado en el último de los suyos ('Diarios, 2008-2010', Pepitas de Calabaza) asustado de pronto, pero con mucho humor: “Al escribir un diario ya es una hazaña salir vivo de él”.

Aunque no lo dicen, pienso que llega un momento para todo diarista persistente en el que se pregunta si lo dejará antes de que las posibilidades de morir dentro de su diario se vuelvan muy elevadas. Mi diarista predilecto, Andrés Trapiello, me tiene muy preocupado por estas razones. Aunque le deseo la inmortalidad o los 100 años, también defiendo mi derecho, como apasionado lector de su 'novela en marcha', a que no me revienten el final.

Cuando ya no pueda
Todo esto se me ha ocurrido porque, finalmente, pude leer la tercera y última entrega de los diarios de Ricardo Piglia, titulada 'Los diarios de Emilio Renzi. Un día en la vida' (Anagrama). Qué cosa más grande, más triste y más Piglia, amigos.



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'Los diarios de Emilio Renzi', Anagrama.


Ricardo Piglia falleció en enero del año pasado y el último tramo de sus diarios se publicó en septiembre. Entonces uno lee la vida de alguien que ya ha muerto, y el hecho de que las páginas de su diario se vayan acercando poco a poco a un tiempo en el que no hay escritura posible acaba por dar bastante miedo. El mundo se va volviendo apocalíptico y antiliterario en el último cuarto de esta obra: “por primera vez en la historia, hay más escritores que lectores de literatura”, “la crítica es la más afectada por la situación actual de la literatura, ha desaparecido del mapa”, “vendo mi biblioteca, necesito espacio, conservo sólo quinientos libros”...

“La mano derecha está pesada e indócil pero puedo escribir. Cuando ya no pueda...”, leemos en la penúltima página. Y en la última: “Siempre quise ser sólo el hombre que escribe”.

Cerrar este libro es como decir adiós. Es un funeral literario. Creo que pocos funerales de verdad te dejan más arrasado que la última página de estos diarios, última página que no es la muerte, sino ese instante épico donde aún había vida.

Cuarentena
Me leí el libro de Piglia casi de una sentada —hasta he empezado a trabajar en la teoría de que los diarios hay que leerlos de una sentada, pues eso me pasa con los de Trapiello, Uriarte y muchos otros: es como si tuviera que alcanzar al autor en el tiempo—, y luego, sin dejar pasar ni cinco minutos —no se lo van a creer—, me leí también de un tirón otro diario, el de Eduardo Laporte ('Diarios 2015-2016', Pamiela).

Disfruté muchísimo de las entradas breves de Laporte (“Febrero se hace largo porque es corto”), un autor cercano a la cuarentena, con problemas y preocupaciones de cuarentón normal y corriente, que si Hacienda, que si las chicas, que si nieva. En su diario todavía no tiene sitio morirse.

Porque su lectura fue eso: volver a la vida. A veces es lo mejor que tenemos.

https://blogs.elconfidencial.com/cu...as-vivo-de-este-libro-diarios-piglia_1503484/
 
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