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Recordando otras versiones sobre "la verdad" de la Ortiz...
AUG
28
TRAS LOS PASOS DE LETIZIA: El peligroso juego de los principes
Queridos lectores, debido a la gran cantidad de noticias y polémicas que genera Letizia Ortiz, os iremos informando periódicamente sobre sus andanzas, idas y venidas. Dichas informaciones las recogeremos de la red, e intentaremos ofreceros las más interesantes y atractivas. Esperamos que estos post tengan por vuestra parte la buena acogida habitual
El Mundo Orbyt.
FELIPE DE BORBÓN / LETIZIA ORTIZ
EMILIA LANDALUCE / ÁNGELA TORRES 17/08/2013
EL PELIGROSO JUEGO DE LOS PRÍNCIPES
La desunión que han protagonizado estos días perjudica la imagen de la Corona. Hoy comienzan su ‘vacaciones privadas’ en medio de rumores de crisis matrimonial
Doña Letizia no tiene ningún problema con su marido. Simplemente le apetecía estar sola un par de días en Madrid. No hay más». Un miembro de la discreta corte plebeya formada en torno a la Princesa explica a La Otra Crónica los motivos por los que la consorte abandonó Palma el pasado 7 de agosto mientras que su esposo permanecía en el archipiélago balear. No se trataba de una separación breve. El mismo día que el Príncipe retornaba a la capital de España —el 10 de agosto— de sus vacaciones públicas, la Princesa se marchaba a Zurich con sus hijas.
La consigna oficial está clara: nada de crisis matrimonial. Según dejan entrever los aledaños zarzuelíes, Don Felipe se habría despedido con normalidad de su señora e infantitas antes de la huida hacia la privacidad. Posteriormente, el Heredero se habría centrado en «sus labores de despacho», eufemismo de las estancias regias en Madrid sin participar en actividades oficiales; el martes marchó finalmente hacia Paraguay para asisitir a la toma de posesión del nuevo presidente.
El príncipe no volvió de su breve periplo hasta ayer; si bien para entonces, la Princesa y las niñas habrían ya abandonado la ciudad suiza rumbo a un destino desconocido en donde, según Zarzuela, esperarían al futuro Rey de España. La pregunta es lógica: ¿Dónde se ha llevado doña Letizia a la heredera del heredero al Trono? ¿Por qué, al contrario que otros jóvenes matrimonios reales, los españoles no pueden saber en donde se solazan las personas destinadas a encarnar la jefatura de Estado? ¿A qué juegan los Príncipes con sus extrañas idas y venidas? Las cuestiones son lógicas considerando los 7,9 millones que los presupuestos generales del Estado han destinado a Casa Real en 2013.
SE HA PLANTADO
«Doña Letizia vive obsesionada con su privacidad y con las de sus hijas. Quiere preservar la infancia de sus niñas al máximo», explica una persona cercana. «No quiere exponerlas a los fotógrafos ni tampoco que se sientan diferentes al resto aunque Leonor ya sea muy consciente del papel que va a desempeñar». Pero sus hijas no son la única excusa esgrimida por Letizia para zafarse de su vida pública. «Por supuesto, le cuesta participar en las actividades oficiales programadas por Zarzuela o cualquier cosa que implique fotógrafos. Recientemente, estuvo en un acto castrense en compañía de los Reyes. Había que esperar unos instantes en una sala. De repente, mientras Don Felipe y sus padres aprovechaban para hablar con todos nosotros, ella desapareció. Todos empezaron a preguntar dónde estaba. Cuál sería nuestra sorpresa al saber que se había metida sola en un despacho —a oscuras— para no tener que hablar con nadie», desliza a LOC un habitual de la pareja real.
La desidia se traduce en sus apariciones públicas. Mientras que su marido ha aumentado los actos de su agenda en un 18% —131 entre enero y agosto de 2012 y 159 en el mismo periodo de este año— doña Letizia se ha plantado en 85 actos, uno más que en el año anterior. «Ella ha perdido interés; quizás porque al principio empezó muy fuerte pero poco a poco se está haciendo más pasota y aunque todos en Zarzuela tratan de advertirle de que ha de ejercer a todas horas, a la Princesa le cuesta entenderlo. Dice que ella también tiene derecho a su tiempo libre». Es inevitable que este comportamiento le haya generado algún que otro conflicto con su marido. «A veces es áspera con él; no le pasa ni una», dice un amigo del Heredero. Una anécdota que puede ayudar a entender al lector. «En cierta ocasión, en una cena, [Don] Felipe se puso a contarnos un chiste. Cuando acabó, ella le reprendió muy socarrona. ‘Hijo es que eres de un soso’. Y se volvió a nosotros y nos dijo. ‘Se cree que tiene gracia’».
Evidentemente, España supo el mismo día de la petición de mano cómo era la futura princesa de Asturias. El «déjame terminar» quedó bien impreso en el imaginario popular si bien era un retrato más o menos fiel del matrimonio. Pero eran otros tiempos sentimentales. Entonces, el Príncipe atravesaba esa etapa de enamoramiento que afrontan los novios en los primeros meses «pero ese tipo de adocenamiento no dura para siempre».
Don Felipe se dio cuenta enseguida que si quería ahorrarse conflictos conyugales debía dejar a la Princesa a su aire y ella hizo buen uso de su libertad; si bien su implicación con la Institución ha ido mellándose con el paso del tiempo, a medida que el prestigio de la Monarquía ha sido socavado por el caso Urdangarin y otros escándalos. Doña Letizia sufre muchísimo cuando les reciben con indiferencia o les abuchean porque considera que ella no se lo merece.
«A veces es como si ni la propia Letizia se creyera lo que hace», dice una persona que conoce bien los entresijos de Zarzuela. Una buena prueba de este descrédito es su renuencia a recibir cualquier tipo de consejo respecto a cómo desempeñar su papel. Ni siquiera sugerencias respecto a cuestiones fútiles. «Incluso se negó a que la asesorara un estilista en materia de atuendo para protocolo».
Don Juan Carlos también contempla con preocupación el extraño juego de su nuera. «El rey ve que a largo plazo, si no cambia, puede hacer mucho daño a la Institución». Incluso más que Iñaki Urdangarin.
Pero este comportamiento tampoco ha pasado inadvertido para la sociedad española. Según un sondeo publicado por EL MUNDO en enero, Doña Letizia sólo obtenía el respaldo del 51,7% de los españoles frente al 63,1 de su suegra, unos resultados pobres que la situaban como el miembro peor valorado de la Familia Real nuclear, esto es sin las infantas, y que contrastan con los brillantes resultados que cosechan sus homólogas europeas en sondeos similares.
En Zarzuela son muy conscientes de este desgaste, sin duda hoy acrecentado tras su esquivo comportamiento durante su breve estancia en Mallorca y su extraña marcha a Madrid. Doña Letizia sabe a lo que juega y también lo que se juega. «Pero ella no tiene tan interiorizado como su marido los deberes que conlleva el puesto», dice un noble que defiende con fervor al Príncipe de Asturias. «Por eso, ha debido de actuar de esta forma. Su marcha, esa vida por separado que parece empeñada en evidenciar, no hace sino disparar todo tipo de rumores de crisis matrimonial que, precisamente ahora, no le vienen bien al príncipe».
Don Felipe no ha sido ajeno a esa sensación y ha dejado actuar a su esposa; al mismo tiempo, por primera vez se ha permitido que las plumas más realistas se hicieran eco de la situación ¿de crisis? Quizás, tal y como hacía hincapié la prensa cortesana, para que se diera cuenta del daño que estaba causando su comportamiento y que sirviera de acicate para que la Princesa retomara con fuerza su labor institucional. Aunque otro análisis es que Zarzuela haya pretendido evidenciar una situación de la que todos comentan: el supuesto desencuentro de los Príncipes.
Hoy los futuribles y sus hijas se solazan bajo el sol en un destino desconocido, un empeño que contrasta con la promesa de trasparencia dada tras la caída de Botsuana. Nadie sabe dónde están; ni siquiera si están juntos. Pero, ¿acaso no es un riesgo que los dos herederos de Don Juan Carlos estén en paradero desconocido? «El Príncipe sufre porque no sabe cómo afrontar el desencanto de su esposa respecto a sus obligaciones. Ha crecido siendo Príncipe y conoce bien su trabajo. Ha habido tensiones y las habrán», dice un amigo.
Henry Miller dice que solo se podían hacer tres cosas con las mujeres: quererlas, sufrir por ellas o convertirlas en Literatura. Sobre Doña Letizia se ha escrito mucho. Habrá que ver cómo se convierte en reina o leyenda.
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TRAS LOS PASOS DE LETIZIA: El peligroso juego de los principes
Queridos lectores, debido a la gran cantidad de noticias y polémicas que genera Letizia Ortiz, os iremos informando periódicamente sobre sus andanzas, idas y venidas. Dichas informaciones las recogeremos de la red, e intentaremos ofreceros las más interesantes y atractivas. Esperamos que estos post tengan por vuestra parte la buena acogida habitual
El Mundo Orbyt.
FELIPE DE BORBÓN / LETIZIA ORTIZ
EMILIA LANDALUCE / ÁNGELA TORRES 17/08/2013
EL PELIGROSO JUEGO DE LOS PRÍNCIPES
La desunión que han protagonizado estos días perjudica la imagen de la Corona. Hoy comienzan su ‘vacaciones privadas’ en medio de rumores de crisis matrimonial
Doña Letizia no tiene ningún problema con su marido. Simplemente le apetecía estar sola un par de días en Madrid. No hay más». Un miembro de la discreta corte plebeya formada en torno a la Princesa explica a La Otra Crónica los motivos por los que la consorte abandonó Palma el pasado 7 de agosto mientras que su esposo permanecía en el archipiélago balear. No se trataba de una separación breve. El mismo día que el Príncipe retornaba a la capital de España —el 10 de agosto— de sus vacaciones públicas, la Princesa se marchaba a Zurich con sus hijas.
La consigna oficial está clara: nada de crisis matrimonial. Según dejan entrever los aledaños zarzuelíes, Don Felipe se habría despedido con normalidad de su señora e infantitas antes de la huida hacia la privacidad. Posteriormente, el Heredero se habría centrado en «sus labores de despacho», eufemismo de las estancias regias en Madrid sin participar en actividades oficiales; el martes marchó finalmente hacia Paraguay para asisitir a la toma de posesión del nuevo presidente.
El príncipe no volvió de su breve periplo hasta ayer; si bien para entonces, la Princesa y las niñas habrían ya abandonado la ciudad suiza rumbo a un destino desconocido en donde, según Zarzuela, esperarían al futuro Rey de España. La pregunta es lógica: ¿Dónde se ha llevado doña Letizia a la heredera del heredero al Trono? ¿Por qué, al contrario que otros jóvenes matrimonios reales, los españoles no pueden saber en donde se solazan las personas destinadas a encarnar la jefatura de Estado? ¿A qué juegan los Príncipes con sus extrañas idas y venidas? Las cuestiones son lógicas considerando los 7,9 millones que los presupuestos generales del Estado han destinado a Casa Real en 2013.
SE HA PLANTADO
«Doña Letizia vive obsesionada con su privacidad y con las de sus hijas. Quiere preservar la infancia de sus niñas al máximo», explica una persona cercana. «No quiere exponerlas a los fotógrafos ni tampoco que se sientan diferentes al resto aunque Leonor ya sea muy consciente del papel que va a desempeñar». Pero sus hijas no son la única excusa esgrimida por Letizia para zafarse de su vida pública. «Por supuesto, le cuesta participar en las actividades oficiales programadas por Zarzuela o cualquier cosa que implique fotógrafos. Recientemente, estuvo en un acto castrense en compañía de los Reyes. Había que esperar unos instantes en una sala. De repente, mientras Don Felipe y sus padres aprovechaban para hablar con todos nosotros, ella desapareció. Todos empezaron a preguntar dónde estaba. Cuál sería nuestra sorpresa al saber que se había metida sola en un despacho —a oscuras— para no tener que hablar con nadie», desliza a LOC un habitual de la pareja real.
La desidia se traduce en sus apariciones públicas. Mientras que su marido ha aumentado los actos de su agenda en un 18% —131 entre enero y agosto de 2012 y 159 en el mismo periodo de este año— doña Letizia se ha plantado en 85 actos, uno más que en el año anterior. «Ella ha perdido interés; quizás porque al principio empezó muy fuerte pero poco a poco se está haciendo más pasota y aunque todos en Zarzuela tratan de advertirle de que ha de ejercer a todas horas, a la Princesa le cuesta entenderlo. Dice que ella también tiene derecho a su tiempo libre». Es inevitable que este comportamiento le haya generado algún que otro conflicto con su marido. «A veces es áspera con él; no le pasa ni una», dice un amigo del Heredero. Una anécdota que puede ayudar a entender al lector. «En cierta ocasión, en una cena, [Don] Felipe se puso a contarnos un chiste. Cuando acabó, ella le reprendió muy socarrona. ‘Hijo es que eres de un soso’. Y se volvió a nosotros y nos dijo. ‘Se cree que tiene gracia’».
Evidentemente, España supo el mismo día de la petición de mano cómo era la futura princesa de Asturias. El «déjame terminar» quedó bien impreso en el imaginario popular si bien era un retrato más o menos fiel del matrimonio. Pero eran otros tiempos sentimentales. Entonces, el Príncipe atravesaba esa etapa de enamoramiento que afrontan los novios en los primeros meses «pero ese tipo de adocenamiento no dura para siempre».
Don Felipe se dio cuenta enseguida que si quería ahorrarse conflictos conyugales debía dejar a la Princesa a su aire y ella hizo buen uso de su libertad; si bien su implicación con la Institución ha ido mellándose con el paso del tiempo, a medida que el prestigio de la Monarquía ha sido socavado por el caso Urdangarin y otros escándalos. Doña Letizia sufre muchísimo cuando les reciben con indiferencia o les abuchean porque considera que ella no se lo merece.
«A veces es como si ni la propia Letizia se creyera lo que hace», dice una persona que conoce bien los entresijos de Zarzuela. Una buena prueba de este descrédito es su renuencia a recibir cualquier tipo de consejo respecto a cómo desempeñar su papel. Ni siquiera sugerencias respecto a cuestiones fútiles. «Incluso se negó a que la asesorara un estilista en materia de atuendo para protocolo».
Don Juan Carlos también contempla con preocupación el extraño juego de su nuera. «El rey ve que a largo plazo, si no cambia, puede hacer mucho daño a la Institución». Incluso más que Iñaki Urdangarin.
Pero este comportamiento tampoco ha pasado inadvertido para la sociedad española. Según un sondeo publicado por EL MUNDO en enero, Doña Letizia sólo obtenía el respaldo del 51,7% de los españoles frente al 63,1 de su suegra, unos resultados pobres que la situaban como el miembro peor valorado de la Familia Real nuclear, esto es sin las infantas, y que contrastan con los brillantes resultados que cosechan sus homólogas europeas en sondeos similares.
En Zarzuela son muy conscientes de este desgaste, sin duda hoy acrecentado tras su esquivo comportamiento durante su breve estancia en Mallorca y su extraña marcha a Madrid. Doña Letizia sabe a lo que juega y también lo que se juega. «Pero ella no tiene tan interiorizado como su marido los deberes que conlleva el puesto», dice un noble que defiende con fervor al Príncipe de Asturias. «Por eso, ha debido de actuar de esta forma. Su marcha, esa vida por separado que parece empeñada en evidenciar, no hace sino disparar todo tipo de rumores de crisis matrimonial que, precisamente ahora, no le vienen bien al príncipe».
Don Felipe no ha sido ajeno a esa sensación y ha dejado actuar a su esposa; al mismo tiempo, por primera vez se ha permitido que las plumas más realistas se hicieran eco de la situación ¿de crisis? Quizás, tal y como hacía hincapié la prensa cortesana, para que se diera cuenta del daño que estaba causando su comportamiento y que sirviera de acicate para que la Princesa retomara con fuerza su labor institucional. Aunque otro análisis es que Zarzuela haya pretendido evidenciar una situación de la que todos comentan: el supuesto desencuentro de los Príncipes.
Hoy los futuribles y sus hijas se solazan bajo el sol en un destino desconocido, un empeño que contrasta con la promesa de trasparencia dada tras la caída de Botsuana. Nadie sabe dónde están; ni siquiera si están juntos. Pero, ¿acaso no es un riesgo que los dos herederos de Don Juan Carlos estén en paradero desconocido? «El Príncipe sufre porque no sabe cómo afrontar el desencanto de su esposa respecto a sus obligaciones. Ha crecido siendo Príncipe y conoce bien su trabajo. Ha habido tensiones y las habrán», dice un amigo.
Henry Miller dice que solo se podían hacer tres cosas con las mujeres: quererlas, sufrir por ellas o convertirlas en Literatura. Sobre Doña Letizia se ha escrito mucho. Habrá que ver cómo se convierte en reina o leyenda.