Recuerdos. Baroja y su mundo. De Don Julio Caro Baroja.
Disculpa... pero Julio Caro Baroja no tiene ningún libro que se titule "Recuerdos. Baroja y su mundo".
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Recuerdos. Baroja y su mundo. De Don Julio Caro Baroja.
Disculpa... pero Julio Caro Baroja no tiene ningún libro que se titule "Recuerdos. Baroja y su mundo".
yo creo que sí. Igual lo estoy confundiendo con su madre, Carmen Baroja Nessi, que tiene un libro de recuerdos...
Continúa: Era el rigor del verano en los Berkshires. Herzog estaba solo en la casa grande y vieja. Aunque solía ser muy exigente para la comida, tomaba ahora pan Silvercup que venía envuelto en papel, guisantes de lata y queso americano. De vez en cuando cogía frambuesas en la exuberante huerta, y, para dormir, utilizaba un colchón sin sábanas —era su abandonada cama de matrimonio— o la hamaca, cubriéndose con su abrigo. En el patio, le rodeaban la abundante hierba, los algarrobos y los arces. Cuando abría los ojos por la noche, veía cerca a las estrellas, como cuerpos espirituales. Como fuegos, desde luego; eran gases, minerales, calor, átomos, pero resultaban muy elocuentes hacia las cinco de la mañana para un hombre que yacía en una hamaca envuelto en un abrigo...Párrafo nuevo:
"Si, estoy como una cabra, qué le voy a hacer, pensó Moses H-----
Había quienes pensaban que estaba tarado, y durante cierto tiempo, él mismo había dudado de su cordura.Pero ahora, aunque todavía se comportaba de una manera extraña, se sentía seguro de sí mismo, lúcido y fuerte. Estaba como hechizado y deseaba escribir cartas a todo quisque. Estas cartas le alteraban hasta tal punto que, desde finales de junio,iba de un lado a otro con una maleta llena de papeles. La había llevado desde Nueva York a Martha´s Vineyard, pero no tardó en volver a Vineyard; dos días más tarde voló a Chicago, y desde allí fué aun pueblo en la zona occidental de Massachussetts. Oculto en el campo, escribía sin parar, frenéticamente, a amigos y parientes, y, por fin, a los muertos, primero a sus difuntos cercanos y casi anónimos, y por último a los famosos.
Ya lo tengo. Es una novela epistolar:
Ayer, después de casi dos meses de tiempo inseguro y chaparrones intermitentes, que según parece han sido agua bendita para el campo, estalló por fin la primavera y la sentí bullendo provocativa a través de los cristales de la ventana. Fue la sombra fugaz de una paloma la que reveló, al desaparecer, ese raudal de luz que todo lo invadía con el asalto de su llamada, un tirón anacrónico hacia aventuras ya imposibles. Me acordé de que había soñado con (X).
Bueno, tengo que pensar...
En los viejos, viejos tiempos, cuando los hombres hablaban todavia muchas otras lenguas, ya habia en los paises ciudades grandes y suntuosas. Se alazaban allí los palacios de los reyes y emepradores, habia en ellas calles estrechas y callejuelas intrincadas, mágnificos templos de oro y mármol dedicadas a los dioses; habia mercados multicolores, donde se ofreciam mercaderias de todos los paises, y plazas amplias, donde la gente se reunía para comentar las novedades y haacer o escuchar grandes discursos. sobre todo, había alli grandes teatros. Tenian el aspecto de nuestros circos actuales, solo que estaban hechos de sillares de piedra. Las filas de asientos para los espectadores estaban escalonadas como un embudo. vistos desde arriba, algunos de estos edificios eran totalmente redondos. otros más ovalados y algunos hacian semicírculo. Se les llamaba anfiteatros.
Ya lo tengo. Es otra novela epistolar:
Mi querido hermano:
No renunciaré por más tiempo al placer de aceptar la amable invitación que me hicisteis la última vez que nos vimos para pasar unas semanas en (X), por lo que, si no resulta un trastorno para vos y para vuestra esposa el recibirme en estas fechas, espero tener la oportunidad de conocer en breve a una hermana con la que llevo tanto tiempo deseando intimar. A pesar de que mis amables amigos insisten en que prolongue mi estancia entre ellos, su naturaleza hospitalaria y alegre los empuja a llevar una vida social demasiado intensa para mí en las presentes circunstancias. No sabéis con cuánta impaciencia espero el momento de llegar a vuestro hermoso lugar de retiro; deseo que vuestros pequeños me conozcan y aprendan a quererme. No tardaré en precisar de todo mi ánimo, pues estoy a punto de separarme de mi hija. La larga enfermedad de su querido padre me impidió prestarle de lleno la atención a la que tanto el deber como el cariño me obligaban, y tengo poderosas razones para creer que la institutriz que se ocupaba de su cuidado no ha sabido estar a la altura de la tarea que se le había encomendado.