Francamente la veo cada vez más parecida a Charlene de Mónaco. Porque además de la transformación de la cara, ahora llegó a la etapa de piercings como la otra llegó a rasurarse el cabello. Es una necesidad enfermiza de llamar la atención y querer ser cool. Pero no es lo que se le pide a una reina, menos a los 50 años. Da la imagen de vivir preocupada de superficialidades cuando se espera más preocupación y compromiso por su pueblo.