Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.
La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar
La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar