Hagamos una redacción (juego).

Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar
 
Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó.
 
Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó. Jurando en "arameo" de las cañas salimos, nuestro gozo en un pozo; vaya destrozo, sueños evaporados, cuerpos pelados y sienes plateadas, ojos ojerosos y con párpados en punta, ver para creer
 
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Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó. Jurando en arameo de las cañas salimos, nuestro gozo en un pozo; vaya destrozo sueños evaporados cuerpos pelados y sienes plateadas, ojerosas y con párpados en punta ver para creer y no podíamos evitar aguantar las risas, qué día, primero el viento se lleva nuestra ropa y ahora tocados por un rayo; quién iba a pensar la aventura que íbamos a vivir en el día de playa pero juntos
 
Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó. Jurando en arameo de las cañas salimos, nuestro gozo en un pozo; vaya destrozo sueños evaporados cuerpos pelados y sienes plateadas, ojerosas y con párpados en punta ver para creer y no podíamos evitar aguantar las risas, qué día, primero el viento se lleva nuestra ropa y ahora tocados por un rayo; quién iba a pensar la aventura que íbamos a vivir en el día de playa pero juntos. Desventura diriá yo; nunca amores tan cercanos por mor de elementos meteorológicos se vieron cercados en su palomar adorado. No pasa nada, ocasiones vendrán que anécdota será: el rayo sin relámpago que asustados nos dejó. No por ello la pasión concebida en deseo decreció,
 
Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó. Jurando en arameo de las cañas salimos, nuestro gozo en un pozo; vaya destrozo sueños evaporados cuerpos pelados y sienes plateadas, ojerosas y con párpados en punta ver para creer y no podíamos evitar aguantar las risas, qué día, primero el viento se lleva nuestra ropa y ahora tocados por un rayo; quién iba a pensar la aventura que íbamos a vivir en el día de playa pero juntos. Desventura diriá yo; nunca amores tan cercanos por mor de elementos meteorológicos se vieron cercados en su palomar adorado. No pasa nada, ocasiones vendrán que anécdota será: el rayo sin relámpago que asustados nos dejó. No por ello la pasión concebida en deseo decreció, pero lo dejamos para mejor ocasión.
 
Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó. Jurando en arameo de las cañas salimos, nuestro gozo en un pozo; vaya destrozo sueños evaporados cuerpos pelados y sienes plateadas, ojerosas y con párpados en punta ver para creer y no podíamos evitar aguantar las risas, qué día, primero el viento se lleva nuestra ropa y ahora tocados por un rayo; quién iba a pensar la aventura que íbamos a vivir en el día de playa pero juntos. Desventura diría yo; nunca amores tan cercanos por mor de elementos meteorológicos se vieron cercados en su palomar adorado. No pasa nada, ocasiones vendrán que anécdota será: el rayo sin relámpago que asustados nos dejó. No por ello la pasión concebida en deseo decreció, pero lo dejamos para mejor ocasión.
Desde entonces, los encuentros...
 
Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó. Jurando en arameo de las cañas salimos, nuestro gozo en un pozo; vaya destrozo sueños evaporados cuerpos pelados y sienes plateadas, ojerosas y con párpados en punta ver para creer y no podíamos evitar aguantar las risas, qué día, primero el viento se lleva nuestra ropa y ahora tocados por un rayo; quién iba a pensar la aventura que íbamos a vivir en el día de playa pero juntos. Desventura diría yo; nunca amores tan cercanos por mor de elementos meteorológicos se vieron cercados en su palomar adorado. No pasa nada, ocasiones vendrán que anécdota será: el rayo sin relámpago que asustados nos dejó. No por ello la pasión concebida en deseo decreció, pero lo dejamos para mejor ocasión.
Desde entonces, los encuentros, felices por otra parte, siempre incidían al final en la ocasión perdida, de dar paso a la pasión deseada y consentida...
 
Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó. Jurando en arameo de las cañas salimos, nuestro gozo en un pozo; vaya destrozo sueños evaporados cuerpos pelados y sienes plateadas, ojerosas y con párpados en punta ver para creer y no podíamos evitar aguantar las risas, qué día, primero el viento se lleva nuestra ropa y ahora tocados por un rayo; quién iba a pensar la aventura que íbamos a vivir en el día de playa pero juntos. Desventura diría yo; nunca amores tan cercanos por mor de elementos meteorológicos se vieron cercados en su palomar adorado. No pasa nada, ocasiones vendrán que anécdota será: el rayo sin relámpago que asustados nos dejó. No por ello la pasión concebida en deseo decreció, pero lo dejamos para mejor ocasión.
Desde entonces, los encuentros, felices por otra parte, siempre incidían al final en la ocasión perdida, de dar paso a la pasión deseada y consentida. Sería una simple casualidad o un golpe del destino, lo llaman algunos. Pero a mí me cambió la vida. Y no podía abandonar la idea de que...
 
Estábamos disfrutando de un magnífico día de playa, cuando un inesperado remolino de viento nos dejó sorprendidos, se llevó quién sabe adónde toda nuestra ropa. Afortunadamente, las lonas de las carpas estaban bien ancladas al suelo. Y nos permitían disimular la atrevida situación generada, ¿pero cómo hacer para tapar nuestros cuerpos?. ¡Oh, cielos!, y se escuchan voces acercándose, corrimos y nos refugiamos entre los altos cañaverales, nos miramos sonriendo hechos una pena pero dichosos por la aventura y esperando que se fueran los visitantes para poder salir aunque fuera con la escasa ropa que nos cubría mientras tanto disfrutábamos de la compañía de un romántico atardecer que nos regalaba la vida.

La aventura del viento nos acercó más, la brisa desmelenaba nuestras cabelleras y ya pensabamos en conjugar el verbo amar cuando de repente un rayo nos fulminó. Jurando en arameo de las cañas salimos, nuestro gozo en un pozo; vaya destrozo sueños evaporados cuerpos pelados y sienes plateadas, ojerosas y con párpados en punta ver para creer y no podíamos evitar aguantar las risas, qué día, primero el viento se lleva nuestra ropa y ahora tocados por un rayo; quién iba a pensar la aventura que íbamos a vivir en el día de playa pero juntos. Desventura diría yo; nunca amores tan cercanos por mor de elementos meteorológicos se vieron cercados en su palomar adorado. No pasa nada, ocasiones vendrán que anécdota será: el rayo sin relámpago que asustados nos dejó. No por ello la pasión concebida en deseo decreció, pero lo dejamos para mejor ocasión.
Desde entonces, los encuentros, felices por otra parte, siempre incidían al final en la ocasión perdida, de dar paso a la pasión deseada y consentida. Sería una simple casualidad o un golpe del destino, lo llaman algunos. Pero a mí me cambió la vida. Y no podía abandonar la idea de que...pensaramos definitivamente en la opción de trascender nuestras realidades.
Asi fue
 
si no se molestan propongo iniciar una nueva redacción, ésta ya es un embrollo.
Podría iniciar así...

En una oportunidad
 

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