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Lástima no exista un aparato para agrandar la frente, no tiene, la línea del pelo empieza en las cejas.LA NIÑA CON SU APARATO
Es algo muy común en muebles antiguos, se les ponía ruedas a las mesas y sobre todo a sofás y butacas, los muebles victorianos las llevan todos.que feíta la mini-duquesa, conforme pasa el tiempo va a peor.
No llego a entender como la palurdes se hace un chaleco en vez de un abrigo, entiendo que se lo ha hecho en blanco porque deben tener un excedente en materiales pa cargarse, como no venden ni uno de novia, pero lo del chaleco, que cosa más hortera.
La mesa del comedor donde sale con los primos, son ruedas lo que llevan debajo?? que van trasladando la mesa por el salón para comer?? o será para acercar la mesa a la escalera esa que tienen??
que rarunos son
Yo creo que ella es cotilla y ha leído el comentario aquí... no creo que a los ego-Pacas les moleste recibir halagos de todo tipo, al contrario... con lo que son ellos!a lo mejor le han dado un toque
09diciembre
Camino de Santiago. Capítulo 2La verdad que me cuesta encontrar palabras para describir los inolvidables días que hemos vivido.
- by franciscoriveraordonez
- 9 diciembre, 2015
- 0
Hasta que no convives con un amigo día y noche, hasta que el silencio no se haga insoportable, no sabes si la amistad es real o no. Pero esta travesía, esta peregrinación, nos ha servido para conocernos mejor, disfrutar más de nuestra amistad más que probada en las batallas más crudas. No ha habido ni un mal aire, ni una palabra fuera de sitio, y eso que había momentos donde todo el personal estaba completamente destruido, pues más nos hemos reído. Solo un día en el que a dos peregrinos les dio por no dormir y, claro, otro pagó el pato… Pero creo que se vengó de la mejor manera, roncando como un oso la noche siguiente.
Al despertar el primer día de camino, en O Cebreiro, ver amanecer en ese pueblo centenario, todo nevado, fue una sensación de libertad increíble, parecía que estábamos en otra época.
Desayunamos y nos pusimos toda la ropa de abrigo que traíamos y que ni qué decir tiene que sobró en la primera cuesta que subimos, el alto de Poio. Aunque estaba todo nevado, el sol brillaba y nos regaló unas vistas maravillosas.
Hemos tenido muchísima suerte con el tiempo la verdad, un día hizo hasta calor.También íbamos preparados como para escalar el Everest, pero solo nos cayó un poco de “chirimiri “ o llovizna, así que tuvimos mucha suerte. Solo ver el acopio de leña que hacen en todas las casas que nos hemos cruzado, te hace imaginar el frío que tiene que hacer por allí. Eso sí, todo lo contrario a la calidez que nos han demostrado durante todo el camino, ¡ha sido precioso recibir tanto cariño! Lo que ha tenido mucho arte es que al pasar por cada aldea, era como la película de Bienvenido Mr. Marshall, la gente salía y se sentaba en la puerta de su casa para ver pasar al torero. ¡Oleeeee!
Como digo, nos han dado cariño, invitado a unas pastas buenísimas que solo hacen en Melide, chorizo de matanza casero que nos enseñaron como lo ahúman y, lo más espectacular, con un sabor muy especial, una Queimada que nos hicieron en la casa ruralA Pena de Augasantas, en Touro, para espantar a las meigas (brujas). ¡Qué casa más bonita y auténtica!
Ni qué decir tiene que aquí sacamos la guitarra para airearla un poco, no sé si las meigas o los duendes merodeaban por allí, pero fue una noche llena de magia. La mejor pizza del mundo, aunque parezca mentira, la he comido en este camino en Casa do Franco, entre Triacastela y Sarria. Qué sitio más original, con una chimenea fantástica. Qué bueno todo y qué cariñosos, ¡un gran brindis con un orujo de hierbas casero!
También he de contar que entre todas nuestras pertenencias, se encontraba una petaca con un vino dulce de nuestra tierra para de vez en cuando, brindar por tener salud y estar juntos. Gran excusa para parar un rato. Hemos brindado todo lo que hemos podido y sienta muy bien, ¡os lo recomiendo encarecidamente!
Y no olvidemos el pulpo y las vieiras que estaban de rechupete en el restaurante O Mirador en Porto Marín.
Una de las mejores frases del camino se dijo cuando llevábamos un kilómetro y medio de ciento sesenta y cuatro:
- ¡Voy flotando, qué maravilla de botas, esto está chupado!
Está claro que, en los días siguientes, todos nos ocupamos de que se arrepintiera de dicho comentario, ya que el nivel de flotabilidad descendió vertiginosamente hasta alcanzar la flotabilidad de un yunque.
Visitar el Monasterio de Samos fue impresionante, todo de piedra, con sus jardines interiores preciosos, con su iglesia espectacular… Es una visita obligada. Escuchamos misa allí en una capilla más íntima, con sus monjes, una misa cantada en gregoriano, fue todo muy especial.
Uno de nosotros ya había hecho el Camino de Santiago hacía 7 años, pero parecía que lo había hecho como los halcones, con una capucha puesta. No dio una en todo lo que decía y, claro, eso dio mucho juego. Otro jugó a ser botánico, vio un pino y dijo muy serio: “Mirad el único pino que vamos a ver en todo el camino“.
Después de ese pino, vimos alrededor de diez millones de pinos más y, os podéis imaginar… leña al mono… Aquí el que parpadea pierde.
También hacíamos apuestas sobre cuánto tiempo podría estar callado uno que no paró de hablar ni 36 segundos. Lo sublime fue una noche cenando que confesó que le encantaba comer lengua. “¡Ahí le has dao!”
Nos encontramos a peregrinos de todas partes del mundo: Corea del Sur, Venezuela, Brasil… pero el que más ilusión nos hizo fue uno de Conil, Alberto, que se merece todo lo bueno que le pase. Cada uno con su película, sus penas y alegrías, cada uno con su porqué de estar allí. Y todos compartimos camino y charla, que es de las cosas especiales que tiene este peregrinar.
Todavía no sé si se debe pensar mucho durante esta peregrinación o es mejor no pensar en nada, solo disfrutar de los colores, el aire puro o las vistas increíbles de esos bosques. Así que yo lo hice todo, disfruté, soñé despierto, tuve conversaciones muy íntimas con mis amigos, escuché, rebusqué en qué debo trabajar para ser mejor y, sobre todo, di gracias a Dios por haberme traído hasta aquí.
Tuve la suerte de poder hacer los dos últimos días de camino con mi mujer. Eso fue maravilloso porque cuando está ella, todo es mejor. Ahora estoy loco por hacerlo con mis hijas, con la mayor si Dios quiere, será el año que viene.
Bien, pues como digo, se vino para hacer la entrada juntos en la Plaza del Obradoiro, nunca lo olvidaré. Llegábamos muy cansados, ese día hizo frío de verdad, un poco desorientados, eso de andar tantos días por el campo y de pronto la civilización, choca.
Llegamos al arco de entrada, donde un señor tocaba la gaita y la emoción se apoderó de nosotros. Nadie articulaba palabra, solo caminábamos esos últimos metros en silencio.Lourdes y yo de la mano asimilando y grabando esos momentos en nuestra alma. Y de pronto estábamos allí, uff…, y sin decir nada nos abrazamos y dejamos que nuestros ojos se llenaran de lágrimas por la emoción, por la amistad, por la vida… Y por la mariscada que nos íbamos a meter. ¡Viva el Apóstol Santiago y viva Triana!
La misa de los peregrinos fue emotiva, preciosa. Poder ver el botafumeiro en su pendular, algo único. Pero lo realmente emocionante fue arrodillarme ante la tumba de Santiago Apóstol, pensar que Jesucristo lo escogió para que fuera uno de sus 12 apóstoles, estar allí ante él… No lo puedo describir, pero es algo que sí debéis sentir por lo menos una vez en la vida.