Esta otra no es que sea surrealista pero tiene su gracia.
Iba por la calle andando, con la mirada en el suelo en plan pensativo, levanto la cabeza y leo en el rótulo de un establecimiento “anchoas espaciales”, pensé “!madre, los dueños de este bar, qué nombre más absurdo para una tapa-banderilla y encima lo ponen ahí, bien grande”. Un poco ojiplática-estupefacta, me vuelvo para cerciorarme, y esta vez leo “anchos especiales”, y me doy cuenta de que en realidad no había pasado por delante de un bar como había imaginado sino de una zapatería. Me sentí más yo que nunca
Iba por la calle andando, con la mirada en el suelo en plan pensativo, levanto la cabeza y leo en el rótulo de un establecimiento “anchoas espaciales”, pensé “!madre, los dueños de este bar, qué nombre más absurdo para una tapa-banderilla y encima lo ponen ahí, bien grande”. Un poco ojiplática-estupefacta, me vuelvo para cerciorarme, y esta vez leo “anchos especiales”, y me doy cuenta de que en realidad no había pasado por delante de un bar como había imaginado sino de una zapatería. Me sentí más yo que nunca