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Toda la declaración se puede resumir en una sola cosa: Torres ha sido el culpable de todo (según Urdanpillin) y se dice que ha usado literalmente la palabra "robando", Torres le estaba robando.
--- Unir Mensajes Automaticamente ---
http://blogs.lavanguardia.com/red-de-noticias/files/2012/02/iñaki-undargarin-declaracion.jpg
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Recuerdo las manifestaciones del abogado-portavoz de Urdangarin, de los responsables de seguridad de la Casa del Rey e incluso de la propia Policía pidiendo que el yerno del Rey no hiciera a pie los 30 metros que separaban el coche de la entrada de los juzgados porque, decían, peligraba su integridad física. El abogado Vives empezó diciendo que le iban a tirar tomates y que el marido de la Infanta era alérgico al tomate; después, un anónimo portavoz de la seguridad de la Casa del Rey habló del peligro de agresión física que corría el tiarrón de dos metros, incapaz de defenderse. Y finalmente la Policía llegó incluso a identificar los grupúsculos de extrema izquierda separatista que harían imposible el tránsito a pie del imputado hasta los juzgados. Al final, el decano del colegio correspondiente, que había defendido contundentemente la igualdad de todos ante la ley, cedió con la misma contundencia ante las contundentes presiones y le concedió lo negado a Matas y otros imputados: entrar en coche por el aparcamiento.
Pues bien, todo fue un numerito preparado para lograr un efecto teatral de lo que algún pardillo pudiera identificar como entereza, valor e integridad. Urdanga, conseguida la dispensa judicial, decidió entrar a pie, se paró por propia voluntad ante los medios y dijo que venía a defender su honor, su honradez, su inocencia y demás vaciedades habituales entre los no siempre honorables y casi nunca inocentes. Tenemos, pues, derecho a pensar que el peligro fue tan fingido como el valor. Que todo fue una chulería calculada.
Pero adornarse sin toro es fácil. Lidiar es otra cosa. Ahí, ante los cuernos buidos, el diestro torea o huye, se arrima o se alivia, se la juega o culpa al toro. Y Urdangarin, tras el numerito de valentón para incautos, se acobardó, se arrugó, rehuyó su obligación, fingió ignorancia, culpó a su socio de trinques y evasiones fiscales y, para engañar al público y al presidente, es decir, a la opinión y al juez, se dedicó a hacer como que exoneraba a su esposa, cuando, en realidad, la ponía a su nivel para exonerarse a sí mismo. Dicen que el juez, harto, le advirtió de que si seguía cultivando la desmemoria e insistiendo en que su función delictiva era sólo ornamental, llamaría como imputada a la Infanta, ornamento primero, tan responsable como el segundo. ¡Haber empezado por ahí! Resumen del primer asalto: toda chulería esconde miedo o cobardía.
Totalmente de acuerdo: si yo fuese Urdangarín, ni borracha dejaba que me defendíese un abogado puesto por mi suegro, del que no me fiaría un pelo.
Tampoco me buscaría un abogado como el dulce Mario: entiendo que en esta situación Urdangarín, dado el carácter (o la falta de) que está demostrando, se sienta un pobre niño solo, perdido y necesitado de amor y confianza ciega, pero que se busque un psicologo infantil que le trate o que se duerma abrazado a su osito de peluche, que el abogado está para otras cosas.
El dulce Mario tiene la ventaja de que sale gratis y tiene ventajas fiscales, pues según fuentes bien informadas habría sido contratado gracias a los buenos oficios de una Fundación sin animo de lucro que tiene como finalidad promover la integración laboral de los ositos de peluche. Según esas mismas fuentes, las lineas maestras de la estrategia de defensa habrían sido diseñadas por un think tank de foreras cristinistas expertas en derecho comparado, dado que el adorable peluche se asusta cada vez que ve un Código Penal y prefiere pasar el tiempo lanzandose en plancha sobre montañas de esponjosas toallas.
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S.A.R. Dª CRISTINA: (discute con D. Iñaki mientras Dª Sofia elige corbatas para meter en la maleta) ¡Oh, Iñaki! ¡Por favor, no te vayas!¡ No puedes abandonarme! ¡¡ Por favor!!! ! ¡¡Jamás te lo perdonaré!!
S.A.R. D. IÑAKI (rodeándola con sus poderosos brazos de organizador de congresos) No te pido que me perdones. Yo mismo no me comprendo ni me perdonaré nunca, y si un huevo me alcanza y me estropea el traje, Dios no lo quiera, me reiré de mi propia estupidez. Sólo sé y comprendo una cosa, y es que te quiero, Infanta Dª Cristina, a pesar de ti y de mí y de ese mundo vibrador que se desmorona a nuestro alrededor, te quiero. Porque somos iguales, dos malas personas, egoístas y astutos, pero sabemos enfrentarnos con las cosas y llamarlas por su nombre.
S.A.R. Dª CRISTINA: (debatiéndose entre sus brazos) ¡Suéltame! ¡No me toques!!
S.A.R. D. IÑAKI: (la sujeta con más fuerza) ¡¡Infanta Dª Cristina!!! ¡¡Mírame!! Te he amado más de lo que nunca he amado a ninguna infanta de España y te he esperado como jamás hubiera sido capaz de esperar a la otra. (Intenta besarla, mientras Dª Sofia descarta definitivamente la corbata verde y la emprende con los calcetines)
S.A.R. Dª CRISTINA: (volviéndole la cara) ¡Suéltame!
S.A.R. D. IÑAKI: [le obliga a mirarle a los ojos ) He aquí un soldado de Belice que te ama, que quiere sentir tus brazos que le rodean , que desea llevarse el recuerdo de tus besos al juzgado. Nada importa que tú no me quieras. Eres una mujer que envía a un amnésico a declarar ante el juez con un bello recuerdo. Infanta Dª Cristina , bésame. Bésame... una vez. (Se besan)
S.A.R. Dª CRISTINA: ¡Canalla! ¡Cobarde! No tienes dignidad. Los de El Mundo tenía razón, las foreras tenían razón: usted no es un caballero.
S.A.R. D. IÑAKI: (echándose a reir) Eso no importa gran cosa en estos momentos.
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