El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
25/11/2017
CHSSS...
FRANCO AMENAZÓ CON IR A BÉLGICA...
DON JAIME, UNA VÍCTIMA DE LOS BELGAS
EL PROBLEMA SE LLAMABA FRANCO
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En este ambiente de “libertad” se produce, el 17 de septiembre de 1960, el anuncio oficial de la boda de la joven española Fabiola de Mora y Aragón con el rey Balduino de los belgas, un país democrático como el que más. El general Franco se dispuso a capitalizar aquel acontecimiento en su propio beneficio como un reconocimiento europeo del régimen. Se volcó de tal manera que el regreso de Fabiola desde Bruselas tras el anuncio tuvo carácter de apoteosis política. Cuando la prometida real, una mujer sin relieve dedicada a sus obras de caridad y sus cuentecitos, desciende del avión belga en el aeropuerto de Barajas, el Gobierno español en pleno y el alcalde de Madrid, conde de Mayalde, invaden la pista para recibirla gozosos, a pie de la escalerilla. Pero lo peor estaba todavía por venir.
El recuerdo de la actuación del Gobierno español de entonces, que yo viví muy personal y directamente, sonroja hoy. Un sin fin de circunstancias, llamémosle “políticas”, protagonizaron pintorescos sucesos que hoy, con la perspectiva de los años, se ven como una intromisión en un asunto exclusivamente familiar. La España oficial de entonces, paternalista y sin respeto a nada ni a nadie, hizo suyo el problema de Fabiola accediendo a todo lo que le pedía. Es más, el Régimen consideró que don Jaime de Mora, el simpático hermano de la futura reina española de los belgas de polémica biografía, estaba perjudicando la operación Fabiola. El Gobierno de Franco, a petición de la corte belga, de su embajador en Madrid y de la propia hermana, aconsejó a la prensa no ocuparse de Jimmy. El gobierno belga pidió al Gobierno español que le prohibiera la salida para ir a la boda de su hermana. “Nosotros, un país democrático, no podemos impedirle la entrada en Bélgica pero ustedes, una dictadura, sí la salida de España”. La policía, por orden de don Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación, también conocido por don Camulo, tomó unas medidas preventivas inexplicables hoy. En la mañana del día 2 de diciembre, cuando un hombre, elegantemente vestido, se dirige al control de pasaportes dispuesto a tomar el caravelle de Air France, para el que tiene su correspondiente reserva, el agente de policía que visaba los pasaportes le dice, sin más explicaciones: “Señor Mora, tenemos órdenes estrictas de no dejarle salir”. Fueron varios los periodistas extranjeros, incluso belgas, que se ofrecieron a sacar, clandestinamente, a don Jaime de España para que pudiera asistir a la boda de su hermana. Él rehusó. “No quiero ser un proscrito. Si tengo que ir a la boda en estas circunstancias, prefiero no molestarme. O voy como su hermano, con todo mi rango, o me quedo en casa”. Y... no fue. El 15 de diciembre vio por televisión cómo se casaba Fabiola. Como los padres de Máxima o los de Irene de los Países Bajos.
La boda de Fabiola y Balduino, no hay que olvidar que la de un jefe del Estado se trataba, iba a contar con la presencia de reyes y jefes de Estado de medio mundo. El problema más espinoso que se planteaba era el español. Y se llamaba Franco. Y la novia era española. Pero en Bélgica existía y sigue existiendo, lo estamos viendo estos días, una sensibilidad a flor de piel respecto a España. No hay que olvidar que Bélgica tuvo reacciones muy vivas durante la Guerra Civil española del 36. Fue el país que, teniendo en cuenta su población, envió más voluntarios a las famosas Brigadas Internacionales. Por ello no se podía interpretar como una casualidad que, una semana antes de la boda y cuando Fabiola y Balduino visitaban Lieja, sede del antifranquismo, un paquete conteniendo banderas republicanas españolas de papel cayeran ante los novios reales. Ciertamente la presencia de Franco hubiera suscitado, no solamente una campaña de la prensa de izquierdas, sino también manifestaciones en un día tan feliz. Por ello, cuando se rumoreó que Franco había decidido acudir a la boda de la compatriota en Bruselas, había ya preparado un avión en el aeropuerto de Barajas y un escalofrío recorrió al gobierno, a la corte y a la propia Fabiola. Pero los belgas ignoraban que, en ningún momento, había pasado por la mente de Franco acudir a la boda. No por temor a las amenazas de los izquierdistas y republicanos, sino porque tuvo siempre una norma: no asistir a acto alguno que se celebrara fuera del país. Lo suyo fue una maldad. Al hacerse público que su hija, la marquesa de Villaverde, le representaría, se calmaron los ánimos y Fabiola pudo casarse en paz. Sin la presencia de Franco ni la de su hermano.
A José Manuel Maza le “mató” la burocracia. ¿Cómo es posible que el Fiscal General del Estado viajara de Madrid a Buenos Aires en clase turista? ¡Le matasteis! (...) Mientras, la polémica alcaldesa comunista de Madrid lo hace en primera “porque mi obligación es cuidar la salud y además por consejo médico”. ¡Qué cinismo, tía! (...) “¡Qué terrible ha sido todo pero qué a gusto he quedado!”, me reconoció una ilustre y muy famosa dama recién separada con la que coincidí en una cena en el SICAB de Sevilla (...) El encuentro, en la cena de gala de ‘Vanity Fair’, del juez Gómez Bermúdez y el periodista Pedro Jota puede haber puesto fin a una enemistad de años. No sólo se dieron la mano sino que se citaron para sellar la reconciliación (...) A muchos nos gustaría saber a cargo de qué abuela quedaron las niñas durante el viaje de mamá a México. ¿De la abuela emérita? Más bien va a ser que no (...) La culpa no fue de ella, que también, sino de él, por permitir que apareciera vestida de tan ridícula manera. Demasiado corta para su edad y “categoría” (...) Diez millones de euros de indemnización por dejar de ser presidente y 500.000 euros anuales ¡Qué chollo, querido! (...) Los Tous han prescindido de dos colaboradoras nacionalistas aunque la que más daño les está haciendo se llama Lucía Caram, la monja independentista “auténtica joya de la República”, Mayte Alcaraz dixit.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
25/11/2017
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FRANCO AMENAZÓ CON IR A BÉLGICA...
DON JAIME, UNA VÍCTIMA DE LOS BELGAS
EL PROBLEMA SE LLAMABA FRANCO
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En este ambiente de “libertad” se produce, el 17 de septiembre de 1960, el anuncio oficial de la boda de la joven española Fabiola de Mora y Aragón con el rey Balduino de los belgas, un país democrático como el que más. El general Franco se dispuso a capitalizar aquel acontecimiento en su propio beneficio como un reconocimiento europeo del régimen. Se volcó de tal manera que el regreso de Fabiola desde Bruselas tras el anuncio tuvo carácter de apoteosis política. Cuando la prometida real, una mujer sin relieve dedicada a sus obras de caridad y sus cuentecitos, desciende del avión belga en el aeropuerto de Barajas, el Gobierno español en pleno y el alcalde de Madrid, conde de Mayalde, invaden la pista para recibirla gozosos, a pie de la escalerilla. Pero lo peor estaba todavía por venir.
El recuerdo de la actuación del Gobierno español de entonces, que yo viví muy personal y directamente, sonroja hoy. Un sin fin de circunstancias, llamémosle “políticas”, protagonizaron pintorescos sucesos que hoy, con la perspectiva de los años, se ven como una intromisión en un asunto exclusivamente familiar. La España oficial de entonces, paternalista y sin respeto a nada ni a nadie, hizo suyo el problema de Fabiola accediendo a todo lo que le pedía. Es más, el Régimen consideró que don Jaime de Mora, el simpático hermano de la futura reina española de los belgas de polémica biografía, estaba perjudicando la operación Fabiola. El Gobierno de Franco, a petición de la corte belga, de su embajador en Madrid y de la propia hermana, aconsejó a la prensa no ocuparse de Jimmy. El gobierno belga pidió al Gobierno español que le prohibiera la salida para ir a la boda de su hermana. “Nosotros, un país democrático, no podemos impedirle la entrada en Bélgica pero ustedes, una dictadura, sí la salida de España”. La policía, por orden de don Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación, también conocido por don Camulo, tomó unas medidas preventivas inexplicables hoy. En la mañana del día 2 de diciembre, cuando un hombre, elegantemente vestido, se dirige al control de pasaportes dispuesto a tomar el caravelle de Air France, para el que tiene su correspondiente reserva, el agente de policía que visaba los pasaportes le dice, sin más explicaciones: “Señor Mora, tenemos órdenes estrictas de no dejarle salir”. Fueron varios los periodistas extranjeros, incluso belgas, que se ofrecieron a sacar, clandestinamente, a don Jaime de España para que pudiera asistir a la boda de su hermana. Él rehusó. “No quiero ser un proscrito. Si tengo que ir a la boda en estas circunstancias, prefiero no molestarme. O voy como su hermano, con todo mi rango, o me quedo en casa”. Y... no fue. El 15 de diciembre vio por televisión cómo se casaba Fabiola. Como los padres de Máxima o los de Irene de los Países Bajos.
La boda de Fabiola y Balduino, no hay que olvidar que la de un jefe del Estado se trataba, iba a contar con la presencia de reyes y jefes de Estado de medio mundo. El problema más espinoso que se planteaba era el español. Y se llamaba Franco. Y la novia era española. Pero en Bélgica existía y sigue existiendo, lo estamos viendo estos días, una sensibilidad a flor de piel respecto a España. No hay que olvidar que Bélgica tuvo reacciones muy vivas durante la Guerra Civil española del 36. Fue el país que, teniendo en cuenta su población, envió más voluntarios a las famosas Brigadas Internacionales. Por ello no se podía interpretar como una casualidad que, una semana antes de la boda y cuando Fabiola y Balduino visitaban Lieja, sede del antifranquismo, un paquete conteniendo banderas republicanas españolas de papel cayeran ante los novios reales. Ciertamente la presencia de Franco hubiera suscitado, no solamente una campaña de la prensa de izquierdas, sino también manifestaciones en un día tan feliz. Por ello, cuando se rumoreó que Franco había decidido acudir a la boda de la compatriota en Bruselas, había ya preparado un avión en el aeropuerto de Barajas y un escalofrío recorrió al gobierno, a la corte y a la propia Fabiola. Pero los belgas ignoraban que, en ningún momento, había pasado por la mente de Franco acudir a la boda. No por temor a las amenazas de los izquierdistas y republicanos, sino porque tuvo siempre una norma: no asistir a acto alguno que se celebrara fuera del país. Lo suyo fue una maldad. Al hacerse público que su hija, la marquesa de Villaverde, le representaría, se calmaron los ánimos y Fabiola pudo casarse en paz. Sin la presencia de Franco ni la de su hermano.
A José Manuel Maza le “mató” la burocracia. ¿Cómo es posible que el Fiscal General del Estado viajara de Madrid a Buenos Aires en clase turista? ¡Le matasteis! (...) Mientras, la polémica alcaldesa comunista de Madrid lo hace en primera “porque mi obligación es cuidar la salud y además por consejo médico”. ¡Qué cinismo, tía! (...) “¡Qué terrible ha sido todo pero qué a gusto he quedado!”, me reconoció una ilustre y muy famosa dama recién separada con la que coincidí en una cena en el SICAB de Sevilla (...) El encuentro, en la cena de gala de ‘Vanity Fair’, del juez Gómez Bermúdez y el periodista Pedro Jota puede haber puesto fin a una enemistad de años. No sólo se dieron la mano sino que se citaron para sellar la reconciliación (...) A muchos nos gustaría saber a cargo de qué abuela quedaron las niñas durante el viaje de mamá a México. ¿De la abuela emérita? Más bien va a ser que no (...) La culpa no fue de ella, que también, sino de él, por permitir que apareciera vestida de tan ridícula manera. Demasiado corta para su edad y “categoría” (...) Diez millones de euros de indemnización por dejar de ser presidente y 500.000 euros anuales ¡Qué chollo, querido! (...) Los Tous han prescindido de dos colaboradoras nacionalistas aunque la que más daño les está haciendo se llama Lucía Caram, la monja independentista “auténtica joya de la República”, Mayte Alcaraz dixit.