Y otro hilo para Paloma.
Es curioso que en más de una ocasión se ha admirado la entereza de una madre con respecto a la muerte de un hijo. La estampa de madres que con el dolor íntimo más desgarrador supieron sobreponerse a los ojos de los demás y continuar con paso firme no dejando asomar sus jirones internos es muy conocida, y alabada. Pero en esta mujer no es así. Tiene que que aparentar siempre un martirio.
En tiempos anteriores los lutos rigurosos eran el obligado pan de cada día. Sobre todo en las mujeres y veo que seguimos igual.Los lutos y duelos se han cebado en el s*x* femenino, mujeres encerradas por años sin poder asistir a cines, no hablo de siglo remotos, reuniones, verbenas, etc. Si Paloma tras el fallecimiento de su hija se vistiese de negro por dos años, se cerrase en su casa por el mismo tiempo, si fuese de negro de arriba abajo sin trazas de arreglo alguno, si se convirtiese en una figura del dolor incontenible dando paso a la compasión ajena, pues loable, sería admitida en los grupos sociales al efecto, los grupos que se verían encantados de poder "consolar" al necesitado, los que verían aliviadas sus ansias de poder participar visiblemente en el dolor ajeno.
Pero esta mujer no ha hecho ni mostrado un drama que todos conocemos, un drama que no ha exteriorizado porque no ha podido, porque no ha querido, porque era muy suyo, o por montones de causas más para no someterse a la caridad del resto, caridad en la mayoría de las veces que cumple una especie de rito inexcusable en mentes de único pensamiento.
Ese fue su PECADO, ese es, al que se añade y se echa encima todo lo agradable que que aun pueda conseguir de la vida, de cara a si misma, sin contar con los otros, imperdonable no tener en cuenta la aprobación de los demás.
Hay unos versos que Isabel, reina, leyó en público a la muerte de su madre. Transcribo solo un trozo:
"Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el
vacio y dar la espalda,
o puedes hacer lo que a ella le gustaría:
sonreir, abrir los ojos, amar y seguir".
Pero bueno, me parece que aun gusta más el contenido de "La casa de Bernarda Alba", extraordinaria puesta en escena de tremendos rituales.
Es curioso que en más de una ocasión se ha admirado la entereza de una madre con respecto a la muerte de un hijo. La estampa de madres que con el dolor íntimo más desgarrador supieron sobreponerse a los ojos de los demás y continuar con paso firme no dejando asomar sus jirones internos es muy conocida, y alabada. Pero en esta mujer no es así. Tiene que que aparentar siempre un martirio.
En tiempos anteriores los lutos rigurosos eran el obligado pan de cada día. Sobre todo en las mujeres y veo que seguimos igual.Los lutos y duelos se han cebado en el s*x* femenino, mujeres encerradas por años sin poder asistir a cines, no hablo de siglo remotos, reuniones, verbenas, etc. Si Paloma tras el fallecimiento de su hija se vistiese de negro por dos años, se cerrase en su casa por el mismo tiempo, si fuese de negro de arriba abajo sin trazas de arreglo alguno, si se convirtiese en una figura del dolor incontenible dando paso a la compasión ajena, pues loable, sería admitida en los grupos sociales al efecto, los grupos que se verían encantados de poder "consolar" al necesitado, los que verían aliviadas sus ansias de poder participar visiblemente en el dolor ajeno.
Pero esta mujer no ha hecho ni mostrado un drama que todos conocemos, un drama que no ha exteriorizado porque no ha podido, porque no ha querido, porque era muy suyo, o por montones de causas más para no someterse a la caridad del resto, caridad en la mayoría de las veces que cumple una especie de rito inexcusable en mentes de único pensamiento.
Ese fue su PECADO, ese es, al que se añade y se echa encima todo lo agradable que que aun pueda conseguir de la vida, de cara a si misma, sin contar con los otros, imperdonable no tener en cuenta la aprobación de los demás.
Hay unos versos que Isabel, reina, leyó en público a la muerte de su madre. Transcribo solo un trozo:
"Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el
vacio y dar la espalda,
o puedes hacer lo que a ella le gustaría:
sonreir, abrir los ojos, amar y seguir".
Pero bueno, me parece que aun gusta más el contenido de "La casa de Bernarda Alba", extraordinaria puesta en escena de tremendos rituales.