El manual de resistencia de la reina Letizia

VANITY FAIR



REINA LETIZIA

El manual de resistencia de la reina Letizia: libros, cine y distancias cortas

Se hace selfies, rima por El Chojin, graba vídeos… hasta el gremio de la cultura, de tradición republicana, se declara letizista. Seguimos a la reina para ver cómo afronta su reto más difícil: allanar el camino a Leonor.

POR PALOMA SIMÓN Y MÓNICA PARGA

21 DE NOVIEMBRE DE 2023



La reina Letizia en los Premios Princesa de Asturias 2023.

UXÍO DA VILA

“Ami hija le encanta la cultura, la literatura, es una lectora empedernida”. Podría haber subrayado cualquier otro aspecto de su personalidad, pero en su única intervención televisiva en 2003, en el programa de Telecinco Salsa rosa, Jesús Ortiz puso un énfasis especial en que la futura reina de España es una persona cultivada. Doña Letizia confirmó esas palabras pocos días después cuando, en lugar del tradicional reloj, le regaló a su prometido una edición de 1850 de El doncel de don Enrique el Doliente de Mariano José de Larra. “Es un gran lector, que para mí es muy importante en una persona”, dijo sobre Felipe de Borbón.

Aquel fue el primer statement de una princesa de Asturias que enseguida se labró fama de cultureta; desde su llegada a la Zarzuela los medios empezaron a hacerse eco de sus salidas al cine con don Felipe, a quien parecía querer rescatar de los ambientes pijos que frecuentaba o de sus escapadas con amigas a conciertos de música indie. “Lo de que le gustan Los Planetas es verdad, no es una pose, y gracias a ella descubrí a Banksy”, contaba un político progresista a esta revista en 2016, cuando se cumplían dos años de la proclamación de la “monarquía para un tiempo nuevo” de Felipe VI, y de Letizia, que a punto de celebrar su primera década como consorte puede alardear de haber construido una imagen sólida y moderna en la que esa pasión de la que presumía su padre en Telecinco es fundamental en su impronta como reina.



Doña Letizia en su primer viaje oficial al extranjero como reina, en 2014, inaugurando una exposición sobre Velázquez.

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Con agenda propia desde 2007, su interés por la cultura —que, como subrayan desde su entorno, “le viene de fábrica”— da sentido a su actividad. “Cree en lo que hace. Si apoya estos asuntos es porque considera que debe hacerlo; si no lo sintiese así, no se haría", nos cuentan. Por ejemplo, su primer viaje oficial al extranjero como reina, en 2014, fue a Viena para inaugurar una exposición sobre Velázquez. En estos 10 años de reinado ha apoyado en el Reino Unido la pintura de Sorolla o el Siglo de Oro, visitado la Feria del Libro de Frankfurt, amadrinado la sede del Instituto Cervantes en Los Ángeles o agasajado a las primeras damas de los líderes de la OTAN en la cumbre de junio de 2022 en Madrid con una ruta cultural por el palacio real de La Granja, el museo Reina Sofía o el Teatro Real. “Fue como si una señora recibe a sus vecinas en casa y les enseña lo maravilloso que lo tiene todo, lo bien que trabajan sus hijos y lo que son capaces de hacer. Lo hizo con un orgullo manifiesto. Les fue contando todo [entre la comitiva se encontraba la primera dama de los Estados Unidos, Jill Biden, o la de Francia, Brigitte Macron] y hasta pidió a una de las figurinistas que explicase al detalle uno de los trajes de la ópera que representábamos entonces, Nabucco”, nos cuenta Ovidio Ceñera, jefe del Departamento de Sastrería y Caracterización de la institución.







Doña Letizia en los talleres del Teatro Real con las primeras damas de la OTAN, en 2022.

Sin embargo, la joya de la corona en su agenda cultural no la constituyen sus viajes de Estado o las visitas a España de mandatarios extranjeros, sino los Premios Princesa de Asturias. En el principado reciben a los reyes y a sus hijas como a estrellas de rock. Doña Letizia juega en casa. Es su momento. Saca las joyas de pasar —jamás tiaras, que reserva para las visitas oficiales a países con monarquía—, estrena uno de sus vestidos —este año, uno de Carolina Herrera con un arriesgado escote asimétrico— y se da su particular baño de masas. En Oviedo está en su elemento. Se mueve entre escritores, cineastas y artistas, y charla con la prensa. Off the record, por supuesto.



ENTRE VÍTORES La reina Letizia llega al Teatro Campoamor de Oviedo para la entrega de los Premios Princesa de Asturias 2023. A la dcha., la infanta Sofía.

UXÍO DA VILA

La estructura de los actos propicia el tú a tú. Familia real, invitados y galardonados coinciden en el Reconquista. En momentos así aparece la “Letizia sin filtro”, como la describe un buen amigo. La que recorre nerviosa los pasillos del hotel, impaciente porque no logra abrir una puerta tras una audiencia con estudiantes; la incapaz de disimular su emoción ante Meryl Streep, premio Princesa de Asturias de las Artes. “Es que es tan amable”, exclamó en un corrillo con periodistas. En 2018 vivió otro momento fan con Martin Scorsese, premio de las Artes de aquella edición, con quien conversó visiblemente satisfecha de, entre otras cosas, su común admiración por Akira Kurosawa —que ha transmitido a la princesa Leonor—. El director de Taxi Driver es uno de sus cineastas favoritos, por eso acudió a su coloquio con jóvenes en el Teatro Jovellanos —una actividad no prevista en su agenda—. Hizo lo mismo en 2015 con Francis Ford Coppola. “Lo suyo no es cinefilia, es adicción”, desliza una persona que comparte con ella su pasión por el séptimo arte. Los máximos exponentes del cine americano de los setenta, como Scorsese o Coppola, pero también Woody Allen, Michael Haneke o autores españoles, como Rodrigo Cortés, Pablo Berger o Carlos Vermut —también el veterano José Luis Garci, a quien describió en un discurso como “hombre de memoria prodigiosa y gran conversador”—, entusiasman a la reina que, aunque está suscrita a todas las plataformas, suele ir al cine cada fin de semana. Los viernes, sola. Y siempre a salas en versión original. En una de ellas vio este verano el documental Libres, de Santos Blanco, que recomendó entre su círculo.





MOMENTO FAN Doña Letizia conversa con uno de sus ídolos, el director Martin Scorsese, en un acto en el Teatro Jovellanos con motivo de los Premios Princesa de Asturias 2018.

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“Ella entiende, y no es algo frecuente, que un país se conoce mejor a través de su cultura, y se aplica el cuento”, opina Elvira Lindo. La escritora la conoció en 2003, cuando se anunció su compromiso. Entonces, la Letizia impulsiva y vehemente que no acababa de encajar en una familia real en la que, como se empezaría a saber unos años después, no reinaba precisamente la armonía, quedó expuesta ante todo el mundo con aquel ‘déjame terminar’ del que se ha dicho y escrito prácticamente todo. Una salida de tono que, curiosamente, ha acabado jugando a su favor. Lo que en su día se interpretó como un gesto descarado y fuera de lugar ha terminado percibiéndose como un síntoma de iniciativa propia, de ganas de hacer las cosas de otra manera en una institución que ha pasado por momentos tremendamente complicados por el caso Nóos o los problemas judiciales de don Juan Carlos, hoy exiliado en Abu Dabi. “Le hicieron pagar cara aquella osadía, criticando cada uno de sus movimientos, pero me da la impresión de que ha sabido sobreponerse; ahora se mueve más serena y segura. Ha encontrado su forma de mostrarse como mujer de su tiempo en cada acto al que va”, reflexiona Lindo sobre un momento que, cree, “tuvo mucha gracia, y marcó su estilo y singularidad respecto al pasado”.

“Hace que pienses que con ella podrías tener una conversación interesante, más que fijarte en los trajes que lleva. Eso es lo que ella ha ganado" (Elvira Lindo)

La autora de Manolito Gafotas ha coincidido con la reina en eventos culturales y confirma que muestra todo su interés y que llega con los deberes hechos. “Se nota su formación periodística. Se esfuerza en demostrar que no es solo una figura protocolaria como a muchos les hubiera gustado”, sostiene. Es la cualidad que más destacan los entrevistados para este reportaje. “Ojalá todos los políticos tuvieran esa entrega y capacidad de trabajo”, confiesa un directivo que colabora con ella. En los actos siempre lleva la voz cantante. “Ella es mamá Pato y los demás, los patitos”, cuenta divertida una integrante ocasional de estas comitivas. Una alumna del Centro Integrado de FP de Comunicación, Imagen y Sonido de Langreo (Asturias), donde la reina inauguró el curso escolar, ofrece una descripción más gráfica: “Es muy familiar y bromista. Te habla como si fuera tu colega”. Por su parte, Alicia Gómez-Navarro, directora de La Residencia de Estudiantes, destaca: “Su interés es genuino, se queda con las caras. Ha llegado a reconocer a antiguos becarios nuestros en sus puestos de trabajo”.

Sus gestos tienen una importancia capital. Sobre todo cuando da un giro de guion. En junio, en un acto del Banco Santander, le pidió a Marta Bustos que le dedicara su libro Cuando perdí mis ojos marrones, y la joven lo contó en Instagram. Hace unas semanas rapeó unas rimas de El Chojin en un discurso sobre la importancia de la salud mental. Está al tanto de los gustos de los jóvenes y de los fenómenos virales gracias a las redes sociales, que revisa desde el anonimato. Incluida TikTok. Ahí descubrió Ac2ality, las cuatro veinteañeras de Torrelodones cuya cuenta de contenido informativo es la segunda más vista de Europa. La reina es una de sus más de cinco millones de seguidores.

“Ella nunca se ha conformado con hacer las cosas de cualquier manera. Siempre cree que se puede mejorar”, justifica alguien de su entorno sobre su curiosidad por todo. Veloz e inquisitiva, nada se le escapa, lo que puede resultar abrumador para un interlocutor poco preparado. Algo que ella ha reconocido en uno de sus discursos. “Tuve grandes profesores y compañeros estupendos. Uno de aquellos catedráticos me dijo una vez: ‘Ortiz, yo no sé qué será de usted, pero a pesada —aclaro que se refería a las preguntas, a la curiosidad, a querer saber— no va a tener rival”, dijo en el 50º aniversario de la Facultad de Ciencias de Información de la Universidad Complutense, donde se licenció en Periodismo. Una profesión que llegó a ejercer con éxito y marca su forma de ejercer el papel de consorte.

En los últimos tiempos, sin embargo, ha hecho una notable labor de contención. En especial desde el comentado rifirrafe con la reina Sofía , en 2018 en la catedral de Palma, que provocó su mayor crisis de imagen hasta la fecha —por encima incluso del intercambio de mensajes con su “compiyogui”, el empresario Javier López Madrid— . Ha dominado el impulso que le jugó alguna mala pasada en sus inicios, cuando llegó a interpelar a algún cronista que había escrito algo que juzgaba inexacto o que no era de su agrado. Hoy la reina maneja el protocolo. Transmite una imagen regia, entre otras cosas gracias a su buena relación con la moda —tras experimentar con la ropa y, sobre todo, el peinado durante años, con resultados desiguales, hoy luce vestidos de gala y tiaras con naturalidad—, pero poco encorsetada . Gana en las distancias cortas. “Si tienes la oportunidad de charlar un minuto con ella, te conquista”, desvela una fuente que sucumbió al efecto. “Está pendiente de las personas, no solo de las instituciones o de quedar bien. Se acerca y da la mano. Con fuerza”, nos dicen. “Sentí su amistad en una comida, cuando me preguntó por mi mujer, Almudena [Grandes] , que estaba enferma [falleció en noviembre de 2021]. Le comenté que estaba deprimido porque me habían llegado unos análisis médicos poco esperanzadores, y me dijo: 'Luis, creo que ella tiene derecho a saber la verdad para que no se haga falsas esperanzas'. En aquel momento sentí mucho la presencia de los reyes”, nos cuenta Luis García Montero. Hace unos días acudió a la firma de ejemplares de la novela de Sonsoles Ónega Las hijas de la criada, ganadora del Planeta. Un día antes el suplemento cultural de El País publicó una crítica demoledora.






La reina Letizia acude a la firma de libros de Sonsoles Ónega por sorpresa.

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“Su tarea la lleva a desenvolverse en ambientes muy alejados de la relajación y la intimidad en los que las servidumbres y exigencias, protocolarias y de todo tipo, son enormes. Pero si se conoce a Letizia en su salsa, es complicado que no caiga bien. La Letizia más Letizia, cariñosa, cálida, rápida, juguetona y graciosa, que se ríe de sí misma como toda la gente inteligente, aflora cuando se siente relajada y en confianza”, cuenta Luis Alegre. Se conocieron en 1999, cuando era reportera de TVE. “Al primer golpe de vista me pareció majísima: inquieta, simpática, encantadora y vitalista. Transmitía una energía especial”, nos dice el director del Festival de Cine Ópera Prima de Tudela. Cuando se anunció su boda, él consideró que su amistad había terminado. “Sin embargo, fue ella la que se empeñó en que no fuera así y en enriquecerla cada vez más. Esa actitud la retrata”, confía Alegre, con quien la reina tiene una amiga en común: Penélope Cruz.

La corte de la reina Letizia no la componen aristócratas, miembros de la élite empresarial o sus colegas del Gotha, sino actores, cineastas y escritores con quienes comparten aficiones e inquietudes. Un gremio tradicionalmente de izquierdas, republicano y muy combativo que, como sucedió en los ochenta y noventa con don Juan Carlos —cuando muchos se definían “juancarlistas, no monárquicos”—, se confiesa abiertamente letizista. “Sin ser yo monárquica ni nada de eso, ya escribí que, aquí y ahora, el mejor rey es la reina y en la Zarzuela deben saberlo”, ha llegado a tuitear la periodista de El País Luz Sánchez-Mellado. “Cuando hay respeto institucional, es mucho menos peligroso tratar con un republicano como yo que con muchos monárquicos, que a lo mejor complican la vida”, reflexiona García Montero. El director del Instituto Cervantes ha viajado y ayudado a actuar con la reina, que está al corriente de sus ideas. “Pero hay lealtad institucional”, insiste el crítico y ensayista. “Es una persona culta, muy interesada en el cine, que provoca una sensación de confianza para hablar con ella de todo: de la situación del mundo, del periodismo, de la política, de la relación padres e hijos...”, alaba. En la izquierda hay quien considera que ha potenciado valores asociados al imaginario republicano como la modernidad, la justicia social, el laicismo, el feminismo o la sensibilidad hacia los más vulnerables y desfavorecidos. “Eso, su aire decente y equilibrado, y el que sea una mujer que nunca olvida que procede de la clase media trabajadora, ha calado mucho entre gente que no es precisamente monárquica”, reflexiona Luis Alegre.

“La reina conoce mis ideas. Cuando hay respeto institucional, es mucho menos peligroso tratar con un republicano como yo que con muchos monárquicos” (Luis García Montero)

Letizia ha modelado esa hoja de ruta con la ayuda de su secretario, el general de Caballería José Manuel Zuleta, duque de Abrantes, y de su equipo en la Zarzuela. Sus intereses personales calan en sus áreas de actuación y todas tienen su porqué. Su apoyo a la lectura en niños y jóvenes surge de su experiencia como madre, una convicción que ha marcado los pasos de sus hijas hacia la vida pública. El primer acto en solitario de Leonor fue en el Instituto Cervantes, donde la princesa reveló que usaba su biblioteca virtual para los trabajos del colegio. Y el debut de Sofía fue leyendo El Quijote en un vídeo grabado junto a su hermana para el Círculo de Bellas Artes. Por ellas, y para ellas, la reina se ha leído y subrayado cada año los libros finalistas a los Premios SM Barco de Vapor y Gran Angular de Literatura Infantil y Juvenil. Si en la entrega de estos galardones Letizia es capaz de recoger las aventuras del pirata Jack Mullet de los Siete Mares o cita el arranque de El señor de los anillos —“Es el comienzo de un libro que tuvo una importancia especial en mis comienzos como lectora , hace ya muchos años”, reveló en un discurso—, lo hace con pleno conocimiento. Si cita a Arturo Pérez-Reverte o a Virginia Woolf, también. En 2019 expresaba: “Me decía ayer Ida Vitale, nuestro Premio Cervantes, que si ha llegado a su edad es por leer tanto… Más allá del rigor científico en este ejemplo de longevidad, lucidez e inteligencia femenina, no cabe la menor duda de que el hecho de leer es siempre benéfico”. “Como reina, debe ser la reina de la gentileza también”, nos dice Vitale. “Todos tenemos que contribuir a que en un país la cultura sea importante. Ahora hay más maneras de difundirla, pero a veces por la misma facilidad se aprovecha menos. Siempre tiene que haber cosas culturales que se ofrecerán, que no se impongan, que la gente llegue por su curiosidad o por alguna recomendación”, reflexiona la uruguaya. Palabras que podría haber dicho doña Letizia.



La princesa Leonor y la infanta Sofía leen un pasaje de El Quijote en marzo de 2020.







La poeta Ida Vitale recibe el Premio Cervantes 2018.

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A propósito de recomendaciones, la reina deja pistas sobre sus lecturas. Se ha mostrado orgullosa de que el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023 haya contribuido a difundir la obra del intelectual italiano Nuccio Ordine, cuyo deceso en junio lamentó profundamente. Y en el vídeo por el 50º aniversario del programa de TVE Informe Semanal que grabó en su despacho se adivinaban en los estantes obras como La moda y su destino en las sociedades modernas, de Gilles Lipovetsky; la serie de entrevistas de The Paris Review (1953-2012) que recopiló la editorial Acantilado; el catálogo Sorolla. Visión de España. Colección de la Hispanic Society of América —que, probablemente, consultaba para preparar su viaje oficial a Dinamarca, donde acaba de visitar una muestra sobre el pintor valenciano—; o la novela Mil besos prohibidos de su íntima amiga Sonsoles Ónega. No está previsto que cuente con su club de lectura como la reina Camilla, “pero porque no hace falta”, nos dicen. Para eso está la Feria del Libro.

Parque del Retiro, Madrid, miércoles 31 de mayo. Una mujer con camiseta de rayas, vaqueros pitillo, bolso cruzado y bailarinas negras recorre la feria, deteniéndose en las casetas que captan su interés. Curiosea los títulos sobre el mostrador, pregunta a los libreros, paga en efectivo. Las bolsas se le empiezan a acumular en el brazo. Podría ser una visitante más de los 1,2 millones que poblaron la cita literaria esta primavera. Hasta que alguien la reconoce y se corre la voz. Sonriente, Letizia acepta un selfie con una señora, posa con una niña con la equipación del Real Madrid, sorprende a una compradora tocándole el brazo: “¡Hasta luego!”, le dice.

Esa tarde paseó por las casetas sin un plan fijo, pero cuando la visita es oficial le diseñan una propuesta de recorrido desde la feria al que palacio puede añadir sus modificaciones. En 2022, por ejemplo, se apostó por las editoriales pequeñas. Ataviada con un llamativo vestido fucsia de Hugo Boss y unas cómodas alpargatas —en la organización lo primero que hacen al recibirla es mirarle los pies: si lleva zapato de tacón significa que la visita será corta; si va de plano, larga— sorprendió a uno de los vendedores con su amplio conocimiento de su librería. “Habla como si hubiera estado”, le dijo. “Es que he estado”, le aclaró la reina. Incrédulo, insistió: “Me habría dado cuenta”, a lo que ella respondió: “Es que no siempre voy vestida así”. Si hay algún autor que le interesa firmando, solicita un encuentro. Sucedió con el griego Theodor Kallifatides, a quien conoció en un viaje de Estado a Suecia.







La reina Letizia pasea por la Feria del Libro de Madrid junto a su directora Eva Orúe y la ministra Pilar Alegría en 2022.

CHEMA CLARES

Este año su aparición, cinco días después de la apertura y fuera del calendario de la Zarzuela, pilló desprevenida incluso a Eva Orúe, directora de la feria. La proximidad de las elecciones municipales evitó que acudiera a la inauguración. “Me avisaron de que estaba en la caseta 155. Fui, le agradecí que viniera y la dejé haciendo su recorrido. La gente cuando la veía se acercaba, y si te fijabas había seguridad, pero estaba ahí tranquilamente”, nos dice. “Gracias a la reina, la feria sale en medios en los que de otra manera no aparecería. Difícilmente llegaríamos a la prensa del corazón o a determinados programas con nuestros recursos”, señala Orúe, que celebra que no solo haga acto de presencia, sino que además compre. La lista de títulos que se lleva es nuestro equivalente a las 15 novedades literarias de Barack Obama.

Sus adquisiciones de este año fueron El uso de la foto, de Annie Ernaux; La ciudad de Dios, de Pier Paolo Pasolini; y los Ensayos literarios de H.P. Lovecraft, entre otros. También pasó por la caseta de Mary Read, especializada en LGTBQ+ y transfeminismos, de donde se llevó El fin de la novela de amor, de Vivian Gornick. “Me dijo que esa autora le gustaba mucho y que además era encantadora personalmente”, revela Óscar Romero, copropietario de la librería. “Su obra le pega a alguien como Letizia, una mujer joven que ha vivido fuera de la monarquía y tiene unos valores muchísimo más tradicionales de los que le presupongo a ella”. Un prejuicio que desmiente otra de sus experiencias culturales.

La cámara desciende sobre un plano del mar y comienzan los créditos finales. Como un resorte, Letizia se levanta de su asiento y corre a abrazar a la directora del filme, Elena Martín Gimeno. Acaban de ver Creatura, la cinta escogida para clausurar el Atlàntida Mallorca Film Fest que venía de triunfar en Cannes con su visceral reflexión sobre los tabúes del s*x* a través del deseo femenino desde la infancia hasta la madurez, etapa que encarna la propia Martín. Audaz, valiente, impactante y de complejidad abrumadora son algunos de los adjetivos con los que la crítica ha descrito este alegato por la educación sexual que resultó demasiado incómodo para algunos aquella noche en el patio de La Misericordia, un antiguo asilo jesuita reconvertido en centro cultural. “¿Era necesario que la reina se tragara esa hora y media?”, se escuchó entre el público. Los que vieron la reacción de Letizia y su apasionada charla posterior con la cineasta catalana pudieron constatar que la película “le flipó”. Tanto, que Martín la animó a que se la pusiera a Leonor y Sofía.

Jaume Ripoll, cofundador de Filmin e impulsor del Atlàntida, recuerda la expectación que generó la primera visita de la reina, en 2019, para entregar el premio Master of Cinema a otro de sus realizadores favoritos, Ken Loach. Aquella noche el proyector tardó en arrancar y Letizia, sentada a su lado, comenzó a impacientarse. “¿Qué pasa, Jaume?”. “Todo en orden, majestad”, respondió Ripoll, temiendo que aquello supusiera el fin del apoyo de la casa real. “¿Seguro?”. Ripoll mantuvo la calma hasta que por fin se iluminó la pantalla. “Si me invitas, volveré”, le dijo Letizia. Y desde entonces no ha faltado. “Su presencia ha multiplicado el impacto del festival, es incuestionable. Se lo he agradecido personalmente”, nos dice Ripoll.



La reina Letizia en el Atlàntida Mallorca Film Fest de 2023UXÍO DA VILA

En el Atlàntida la reina se ha codeado con Judi Dench, Isabelle Huppert o Irène Jacob, la musa de Kieslowski premiada este verano. Allí se siente mucho más cómoda que en el otro gran evento de la temporada balear, la Copa del Rey de Vela. “Es una cinéfila con conocimiento, inquietud y ganas de descubrir”, insiste Ripoll. Eso incluye los éxitos de taquilla. Dos semanas después de disfrutar con Creatura, acudió a ver Barbie con la reina Sofía, el rey Felipe y sus hijas. Con ellas, doña Letizia es asidua al Teatro Real: tiene un abono de la temporada de ballet —disciplina que estudió ella de niña—. Además del cine, la literatura y la danza, la reina es una apasionada de la escena, en especial de los montajes independientes. En 2022 disfrutó de Hermanas, de Pascal Rambert, en el Teatro Pavón de Madrid, ocasión que aprovechó para felicitar a sus protagonistas. “Nos dijo que quería leer el texto. Habló del esfuerzo físico, se nota que se cuida, y nos preguntó a Irene [Escolar] y a mí que cómo nos habíamos preparado”, nos contó en su día la actriz Bárbara Lennie. “Una de las cosas que se le pueden reprochar a las autoridades de este país [a diferencia de Letizia] es que se acercan poco a la cultura como ciudadanos. En el teatro solo me he encontrado con un político una vez”, advierte otra de nuestras fuentes.






Doña Letizia escoge sabiamente los compromisos de su agenda. No la verán en el Festival de San Sebastián o en la gala de los Goya —tampoco en los toros, a pesar del histórico apoyo de la Corona a la fiesta—, pero sí en propuestas para las que su asistencia supone llegar a los titulares, como el Festival Ópera Prima de Tudela, consagrado a las primeras obras de cineastas independientes, noveles y veteranos como Carlos Saura —protagonista este año—, Pilar Miró, Juan Antonio Bardem o Luis García Berlanga. “Es muy simbólico que vea con los estudiantes esas películas en el cine del pueblo, el Moncayo, y luego las comente: es una manera de contagiarles el interés por los clásicos y, también, el valor de verlos en una sala”, nos dice Alegre, su director.

Conectar con los jóvenes es uno de los grandes retos de su reinado, y del futuro de Leonor. “Le marca su preocupación por las nuevas generaciones, la educación, sus hijas y el mundo en el que van a vivir. Le interesa mucho la digitalización de la literatura y de nuestra sociedad, y cómo está afectando a los niños y a los adolescentes, en qué medida nos enriquece pero también puede ser un peligro que debemos saber manejar”, revela José Manuel Cidad, presidente del Grupo SM. “Sabe perfectamente lo que se está diciendo ahora sobre el uso de dispositivos en la escuela, la medida que se ha tomado en Suecia para que los niños lean más en papel", añade Mayte Ortiz, directora de la Fundación SM. Y lo hace ver: en 2022 la princesa de Asturias asistió a una charla sobre ciberseguridad en un instituto en Leganés junto a la ministra de Educación. Unos días más tarde Letizia coincidió con Pilar Alegría: “¿Qué tal estuvo Leonor?”, le preguntó nada más verla.

La heredera asume un papel protagonista en los premios Fundación Princesa de Girona, la antesala de los Princesa de Asturias. “En el trabajo, cuando alguien lo hace por obligación y otro por devoción, ves la diferencia. En su caso, le apasiona. Lo vive muy intensamente. Está convencida de que la cultura es una herramienta transformadora”, subraya Francisco Belil Creixell, su presidente, sobre el papel de la reina.

Después de cinco años celebrándose en Barcelona a raíz de las tensiones entre la monarquía y los independentistas —el pleno de Girona llegó a declarar a Felipe VI persona non grata tras su discurso del 3 de octubre de 2017—, este año regresaron a la provincia que les da nombre. Un infranqueable dispositivo de seguridad blinda el perímetro del Hotel Camiral Golf & Wellness. En el auditorio, donde Leonor y Sofía —que el día anterior visitaron la sede de la fundación y el museo elBulli1846 guiadas por Ferran Adrià— asisten al taller de AmplificARTE, el proyecto educativo que utiliza la música en pro del bienestar emocional, la cantante Joaquina interpreta Niñas de Instagram, sobre “la búsqueda falsa de la perfección”. En el turno de preguntas se forma un ligero revuelo. Los reyes aparecen por sorpresa y, de forma protectora, Letizia se sitúa detrás de sus hijas. Julio Reyes Copello, al frente de AmplificARTE, la considera “una aliada que sabe que la buena música es necesaria para forjar sociedades sanas”, nos dice el productor, que ha trabajado con Jennifer Lopez, Marc Anthony o Alejandro Sanz. De hecho, Letizia está al corriente de las últimas tendencias. Sin ir más lejos, es fan de Bad Gyal, con quien coincidió en el 142º aniversario de La Vanguardia. “Fue un placer conocerla. Hablamos de música y moda y de la diferencia entre las generaciones nuevas y las más veteranas en cuanto a gustos y apreciación del arte. Me pareció muy inteligente y simpática, además de elegante”, cuenta.



Los reyes junto a Bad Gyal en los premios La Vanguardia el pasado septiembre.

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La actriz María Hervás recuerda la cena de premiados tras recibir el Princesa de Girona de las Artes hace un año. “Tiene una rapacidad de atención privilegiada”, dice sobre la reina, que le reveló que la había visto en teatro varias veces. “Con una agenda tan heavy como la suya, pensé que algo se le escaparía, pero está al día de todo”, añade. “También estuvimos hablando de feminismo, de asuntos muy delicados que requieren de mucha preparación, y estaba informada al máximo. Sabe quiénes son las principales autoras de nuestro país y se ha entrevistado con ellas para conocer su punto de vista”. En la apertura del curso de Formación Personal en Langreo subrayó la necesidad de que haya más mujeres en los equipos técnicos. “Sería raro que yo dijese: ‘Quiero ser cámara’, porque no hay referentes femeninos”. Las estudiantes encontraron inspirador su mensaje.

Adiferencia del rol que se esperó de doña Sofía, siempre en un segundo plano, eludiendo cualquier protagonismo a pesar de su dedicación a la lucha contra la drogadicción, la investigación de enfermedades como el Alzheimer o su apoyo a la música clásica, la sociedad española ha evolucionado a la par que Letizia configuraba su papel. “Nadie espera hoy que una mujer, en la posición que sea, permanezca callada y mostrando una sonrisa protocolaria en todo momento”, opina Lindo. La escritora, que firmó u no de los primeros perfiles de Letizia, encuentra en ella “un mayor aplomo, seguridad y espontaneidad” que atribuye al hecho “crucial” de estar educando a dos jóvenes, “una destinada a una gran responsabilidad y otra a ser foco de atención constante. Lejos de achantarla, le otorga una gran fortaleza”, continúa.

Palacio Real de Madrid, julio. Con 40 grados a la sombra, los reyes inauguran la Galería de las Colecciones Reales. Por unas horas los medios aparcan el difícil papel que le espera a Felipe VI tras el resultado electoral. Letizia acapara miradas con un vestido de Carolina Herrera. Pasea cómoda entre tapices y retratos de corte y posa ante la carroza de Fernando VII. Radiante, la primera reina plebeya recorre las salas que cuentan la historia de la monarquía española desde los Austrias. Como zanja Lindo: “Tiene una visión amplia del país en el que vive, lo que hace que pienses que con ella podrías tener una conversación interesante, más que fijarte en los trajes que lleva. Eso es lo que ella ha ganado”.
Definitivamente, los españoles no se merecen a ese pedazo de reina que tienen ( modo ironía)!
 
Vale, es una cultureta de manual y está en una posición más que privilegiada para conocer personalmente a todo el gremio y asistir a todo lo que le de la gana. Ósea, un chollo porque es lo que más le gusta (leer, ir al cine y al teatro..) Es decir, ningún mérito estar entonces al día de todas las tendencias y novedades. Es como si a un súper goloso le pones a trabajar en una pastelería.

Donde se ve su verdadera naturaleza es cuando asiste a actos coñazo que no le interesan nada y trasluce su desinterés y mala educación.
 
Vale, es una cultureta de manual y está en una posición más que privilegiada para conocer personalmente a todo el gremio y asistir a todo lo que le de la gana. Ósea, un chollo porque es lo que más le gusta (leer, ir al cine y al teatro..) Es decir, ningún mérito estar entonces al día de todas las tendencias y novedades. Es como si a un súper goloso le pones a trabajar en una pastelería.

Donde se ve su verdadera naturaleza es cuando asiste a actos coñazo que no le interesan nada y trasluce su desinterés y mala educación.
Maleducada en efecto, una pena.
 
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REINA LETIZIA

El manual de resistencia de la reina Letizia: libros, cine y distancias cortas

Se hace selfies, rima por El Chojin, graba vídeos… hasta el gremio de la cultura, de tradición republicana, se declara letizista. Seguimos a la reina para ver cómo afronta su reto más difícil: allanar el camino a Leonor.

POR PALOMA SIMÓN Y MÓNICA PARGA

21 DE NOVIEMBRE DE 2023



La reina Letizia en los Premios Princesa de Asturias 2023.

UXÍO DA VILA

“Ami hija le encanta la cultura, la literatura, es una lectora empedernida”. Podría haber subrayado cualquier otro aspecto de su personalidad, pero en su única intervención televisiva en 2003, en el programa de Telecinco Salsa rosa, Jesús Ortiz puso un énfasis especial en que la futura reina de España es una persona cultivada. Doña Letizia confirmó esas palabras pocos días después cuando, en lugar del tradicional reloj, le regaló a su prometido una edición de 1850 de El doncel de don Enrique el Doliente de Mariano José de Larra. “Es un gran lector, que para mí es muy importante en una persona”, dijo sobre Felipe de Borbón.

Aquel fue el primer statement de una princesa de Asturias que enseguida se labró fama de cultureta; desde su llegada a la Zarzuela los medios empezaron a hacerse eco de sus salidas al cine con don Felipe, a quien parecía querer rescatar de los ambientes pijos que frecuentaba o de sus escapadas con amigas a conciertos de música indie. “Lo de que le gustan Los Planetas es verdad, no es una pose, y gracias a ella descubrí a Banksy”, contaba un político progresista a esta revista en 2016, cuando se cumplían dos años de la proclamación de la “monarquía para un tiempo nuevo” de Felipe VI, y de Letizia, que a punto de celebrar su primera década como consorte puede alardear de haber construido una imagen sólida y moderna en la que esa pasión de la que presumía su padre en Telecinco es fundamental en su impronta como reina.



Doña Letizia en su primer viaje oficial al extranjero como reina, en 2014, inaugurando una exposición sobre Velázquez.

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Con agenda propia desde 2007, su interés por la cultura —que, como subrayan desde su entorno, “le viene de fábrica”— da sentido a su actividad. “Cree en lo que hace. Si apoya estos asuntos es porque considera que debe hacerlo; si no lo sintiese así, no se haría", nos cuentan. Por ejemplo, su primer viaje oficial al extranjero como reina, en 2014, fue a Viena para inaugurar una exposición sobre Velázquez. En estos 10 años de reinado ha apoyado en el Reino Unido la pintura de Sorolla o el Siglo de Oro, visitado la Feria del Libro de Frankfurt, amadrinado la sede del Instituto Cervantes en Los Ángeles o agasajado a las primeras damas de los líderes de la OTAN en la cumbre de junio de 2022 en Madrid con una ruta cultural por el palacio real de La Granja, el museo Reina Sofía o el Teatro Real. “Fue como si una señora recibe a sus vecinas en casa y les enseña lo maravilloso que lo tiene todo, lo bien que trabajan sus hijos y lo que son capaces de hacer. Lo hizo con un orgullo manifiesto. Les fue contando todo [entre la comitiva se encontraba la primera dama de los Estados Unidos, Jill Biden, o la de Francia, Brigitte Macron] y hasta pidió a una de las figurinistas que explicase al detalle uno de los trajes de la ópera que representábamos entonces, Nabucco”, nos cuenta Ovidio Ceñera, jefe del Departamento de Sastrería y Caracterización de la institución.







Doña Letizia en los talleres del Teatro Real con las primeras damas de la OTAN, en 2022.

Sin embargo, la joya de la corona en su agenda cultural no la constituyen sus viajes de Estado o las visitas a España de mandatarios extranjeros, sino los Premios Princesa de Asturias. En el principado reciben a los reyes y a sus hijas como a estrellas de rock. Doña Letizia juega en casa. Es su momento. Saca las joyas de pasar —jamás tiaras, que reserva para las visitas oficiales a países con monarquía—, estrena uno de sus vestidos —este año, uno de Carolina Herrera con un arriesgado escote asimétrico— y se da su particular baño de masas. En Oviedo está en su elemento. Se mueve entre escritores, cineastas y artistas, y charla con la prensa. Off the record, por supuesto.



ENTRE VÍTORES La reina Letizia llega al Teatro Campoamor de Oviedo para la entrega de los Premios Princesa de Asturias 2023. A la dcha., la infanta Sofía.

UXÍO DA VILA

La estructura de los actos propicia el tú a tú. Familia real, invitados y galardonados coinciden en el Reconquista. En momentos así aparece la “Letizia sin filtro”, como la describe un buen amigo. La que recorre nerviosa los pasillos del hotel, impaciente porque no logra abrir una puerta tras una audiencia con estudiantes; la incapaz de disimular su emoción ante Meryl Streep, premio Princesa de Asturias de las Artes. “Es que es tan amable”, exclamó en un corrillo con periodistas. En 2018 vivió otro momento fan con Martin Scorsese, premio de las Artes de aquella edición, con quien conversó visiblemente satisfecha de, entre otras cosas, su común admiración por Akira Kurosawa —que ha transmitido a la princesa Leonor—. El director de Taxi Driver es uno de sus cineastas favoritos, por eso acudió a su coloquio con jóvenes en el Teatro Jovellanos —una actividad no prevista en su agenda—. Hizo lo mismo en 2015 con Francis Ford Coppola. “Lo suyo no es cinefilia, es adicción”, desliza una persona que comparte con ella su pasión por el séptimo arte. Los máximos exponentes del cine americano de los setenta, como Scorsese o Coppola, pero también Woody Allen, Michael Haneke o autores españoles, como Rodrigo Cortés, Pablo Berger o Carlos Vermut —también el veterano José Luis Garci, a quien describió en un discurso como “hombre de memoria prodigiosa y gran conversador”—, entusiasman a la reina que, aunque está suscrita a todas las plataformas, suele ir al cine cada fin de semana. Los viernes, sola. Y siempre a salas en versión original. En una de ellas vio este verano el documental Libres, de Santos Blanco, que recomendó entre su círculo.





MOMENTO FAN Doña Letizia conversa con uno de sus ídolos, el director Martin Scorsese, en un acto en el Teatro Jovellanos con motivo de los Premios Princesa de Asturias 2018.

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“Ella entiende, y no es algo frecuente, que un país se conoce mejor a través de su cultura, y se aplica el cuento”, opina Elvira Lindo. La escritora la conoció en 2003, cuando se anunció su compromiso. Entonces, la Letizia impulsiva y vehemente que no acababa de encajar en una familia real en la que, como se empezaría a saber unos años después, no reinaba precisamente la armonía, quedó expuesta ante todo el mundo con aquel ‘déjame terminar’ del que se ha dicho y escrito prácticamente todo. Una salida de tono que, curiosamente, ha acabado jugando a su favor. Lo que en su día se interpretó como un gesto descarado y fuera de lugar ha terminado percibiéndose como un síntoma de iniciativa propia, de ganas de hacer las cosas de otra manera en una institución que ha pasado por momentos tremendamente complicados por el caso Nóos o los problemas judiciales de don Juan Carlos, hoy exiliado en Abu Dabi. “Le hicieron pagar cara aquella osadía, criticando cada uno de sus movimientos, pero me da la impresión de que ha sabido sobreponerse; ahora se mueve más serena y segura. Ha encontrado su forma de mostrarse como mujer de su tiempo en cada acto al que va”, reflexiona Lindo sobre un momento que, cree, “tuvo mucha gracia, y marcó su estilo y singularidad respecto al pasado”.

“Hace que pienses que con ella podrías tener una conversación interesante, más que fijarte en los trajes que lleva. Eso es lo que ella ha ganado" (Elvira Lindo)

La autora de Manolito Gafotas ha coincidido con la reina en eventos culturales y confirma que muestra todo su interés y que llega con los deberes hechos. “Se nota su formación periodística. Se esfuerza en demostrar que no es solo una figura protocolaria como a muchos les hubiera gustado”, sostiene. Es la cualidad que más destacan los entrevistados para este reportaje. “Ojalá todos los políticos tuvieran esa entrega y capacidad de trabajo”, confiesa un directivo que colabora con ella. En los actos siempre lleva la voz cantante. “Ella es mamá Pato y los demás, los patitos”, cuenta divertida una integrante ocasional de estas comitivas. Una alumna del Centro Integrado de FP de Comunicación, Imagen y Sonido de Langreo (Asturias), donde la reina inauguró el curso escolar, ofrece una descripción más gráfica: “Es muy familiar y bromista. Te habla como si fuera tu colega”. Por su parte, Alicia Gómez-Navarro, directora de La Residencia de Estudiantes, destaca: “Su interés es genuino, se queda con las caras. Ha llegado a reconocer a antiguos becarios nuestros en sus puestos de trabajo”.

Sus gestos tienen una importancia capital. Sobre todo cuando da un giro de guion. En junio, en un acto del Banco Santander, le pidió a Marta Bustos que le dedicara su libro Cuando perdí mis ojos marrones, y la joven lo contó en Instagram. Hace unas semanas rapeó unas rimas de El Chojin en un discurso sobre la importancia de la salud mental. Está al tanto de los gustos de los jóvenes y de los fenómenos virales gracias a las redes sociales, que revisa desde el anonimato. Incluida TikTok. Ahí descubrió Ac2ality, las cuatro veinteañeras de Torrelodones cuya cuenta de contenido informativo es la segunda más vista de Europa. La reina es una de sus más de cinco millones de seguidores.

“Ella nunca se ha conformado con hacer las cosas de cualquier manera. Siempre cree que se puede mejorar”, justifica alguien de su entorno sobre su curiosidad por todo. Veloz e inquisitiva, nada se le escapa, lo que puede resultar abrumador para un interlocutor poco preparado. Algo que ella ha reconocido en uno de sus discursos. “Tuve grandes profesores y compañeros estupendos. Uno de aquellos catedráticos me dijo una vez: ‘Ortiz, yo no sé qué será de usted, pero a pesada —aclaro que se refería a las preguntas, a la curiosidad, a querer saber— no va a tener rival”, dijo en el 50º aniversario de la Facultad de Ciencias de Información de la Universidad Complutense, donde se licenció en Periodismo. Una profesión que llegó a ejercer con éxito y marca su forma de ejercer el papel de consorte.

En los últimos tiempos, sin embargo, ha hecho una notable labor de contención. En especial desde el comentado rifirrafe con la reina Sofía , en 2018 en la catedral de Palma, que provocó su mayor crisis de imagen hasta la fecha —por encima incluso del intercambio de mensajes con su “compiyogui”, el empresario Javier López Madrid— . Ha dominado el impulso que le jugó alguna mala pasada en sus inicios, cuando llegó a interpelar a algún cronista que había escrito algo que juzgaba inexacto o que no era de su agrado. Hoy la reina maneja el protocolo. Transmite una imagen regia, entre otras cosas gracias a su buena relación con la moda —tras experimentar con la ropa y, sobre todo, el peinado durante años, con resultados desiguales, hoy luce vestidos de gala y tiaras con naturalidad—, pero poco encorsetada . Gana en las distancias cortas. “Si tienes la oportunidad de charlar un minuto con ella, te conquista”, desvela una fuente que sucumbió al efecto. “Está pendiente de las personas, no solo de las instituciones o de quedar bien. Se acerca y da la mano. Con fuerza”, nos dicen. “Sentí su amistad en una comida, cuando me preguntó por mi mujer, Almudena [Grandes] , que estaba enferma [falleció en noviembre de 2021]. Le comenté que estaba deprimido porque me habían llegado unos análisis médicos poco esperanzadores, y me dijo: 'Luis, creo que ella tiene derecho a saber la verdad para que no se haga falsas esperanzas'. En aquel momento sentí mucho la presencia de los reyes”, nos cuenta Luis García Montero. Hace unos días acudió a la firma de ejemplares de la novela de Sonsoles Ónega Las hijas de la criada, ganadora del Planeta. Un día antes el suplemento cultural de El País publicó una crítica demoledora.






La reina Letizia acude a la firma de libros de Sonsoles Ónega por sorpresa.

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“Su tarea la lleva a desenvolverse en ambientes muy alejados de la relajación y la intimidad en los que las servidumbres y exigencias, protocolarias y de todo tipo, son enormes. Pero si se conoce a Letizia en su salsa, es complicado que no caiga bien. La Letizia más Letizia, cariñosa, cálida, rápida, juguetona y graciosa, que se ríe de sí misma como toda la gente inteligente, aflora cuando se siente relajada y en confianza”, cuenta Luis Alegre. Se conocieron en 1999, cuando era reportera de TVE. “Al primer golpe de vista me pareció majísima: inquieta, simpática, encantadora y vitalista. Transmitía una energía especial”, nos dice el director del Festival de Cine Ópera Prima de Tudela. Cuando se anunció su boda, él consideró que su amistad había terminado. “Sin embargo, fue ella la que se empeñó en que no fuera así y en enriquecerla cada vez más. Esa actitud la retrata”, confía Alegre, con quien la reina tiene una amiga en común: Penélope Cruz.

La corte de la reina Letizia no la componen aristócratas, miembros de la élite empresarial o sus colegas del Gotha, sino actores, cineastas y escritores con quienes comparten aficiones e inquietudes. Un gremio tradicionalmente de izquierdas, republicano y muy combativo que, como sucedió en los ochenta y noventa con don Juan Carlos —cuando muchos se definían “juancarlistas, no monárquicos”—, se confiesa abiertamente letizista. “Sin ser yo monárquica ni nada de eso, ya escribí que, aquí y ahora, el mejor rey es la reina y en la Zarzuela deben saberlo”, ha llegado a tuitear la periodista de El País Luz Sánchez-Mellado. “Cuando hay respeto institucional, es mucho menos peligroso tratar con un republicano como yo que con muchos monárquicos, que a lo mejor complican la vida”, reflexiona García Montero. El director del Instituto Cervantes ha viajado y ayudado a actuar con la reina, que está al corriente de sus ideas. “Pero hay lealtad institucional”, insiste el crítico y ensayista. “Es una persona culta, muy interesada en el cine, que provoca una sensación de confianza para hablar con ella de todo: de la situación del mundo, del periodismo, de la política, de la relación padres e hijos...”, alaba. En la izquierda hay quien considera que ha potenciado valores asociados al imaginario republicano como la modernidad, la justicia social, el laicismo, el feminismo o la sensibilidad hacia los más vulnerables y desfavorecidos. “Eso, su aire decente y equilibrado, y el que sea una mujer que nunca olvida que procede de la clase media trabajadora, ha calado mucho entre gente que no es precisamente monárquica”, reflexiona Luis Alegre.

“La reina conoce mis ideas. Cuando hay respeto institucional, es mucho menos peligroso tratar con un republicano como yo que con muchos monárquicos” (Luis García Montero)

Letizia ha modelado esa hoja de ruta con la ayuda de su secretario, el general de Caballería José Manuel Zuleta, duque de Abrantes, y de su equipo en la Zarzuela. Sus intereses personales calan en sus áreas de actuación y todas tienen su porqué. Su apoyo a la lectura en niños y jóvenes surge de su experiencia como madre, una convicción que ha marcado los pasos de sus hijas hacia la vida pública. El primer acto en solitario de Leonor fue en el Instituto Cervantes, donde la princesa reveló que usaba su biblioteca virtual para los trabajos del colegio. Y el debut de Sofía fue leyendo El Quijote en un vídeo grabado junto a su hermana para el Círculo de Bellas Artes. Por ellas, y para ellas, la reina se ha leído y subrayado cada año los libros finalistas a los Premios SM Barco de Vapor y Gran Angular de Literatura Infantil y Juvenil. Si en la entrega de estos galardones Letizia es capaz de recoger las aventuras del pirata Jack Mullet de los Siete Mares o cita el arranque de El señor de los anillos —“Es el comienzo de un libro que tuvo una importancia especial en mis comienzos como lectora , hace ya muchos años”, reveló en un discurso—, lo hace con pleno conocimiento. Si cita a Arturo Pérez-Reverte o a Virginia Woolf, también. En 2019 expresaba: “Me decía ayer Ida Vitale, nuestro Premio Cervantes, que si ha llegado a su edad es por leer tanto… Más allá del rigor científico en este ejemplo de longevidad, lucidez e inteligencia femenina, no cabe la menor duda de que el hecho de leer es siempre benéfico”. “Como reina, debe ser la reina de la gentileza también”, nos dice Vitale. “Todos tenemos que contribuir a que en un país la cultura sea importante. Ahora hay más maneras de difundirla, pero a veces por la misma facilidad se aprovecha menos. Siempre tiene que haber cosas culturales que se ofrecerán, que no se impongan, que la gente llegue por su curiosidad o por alguna recomendación”, reflexiona la uruguaya. Palabras que podría haber dicho doña Letizia.



La princesa Leonor y la infanta Sofía leen un pasaje de El Quijote en marzo de 2020.







La poeta Ida Vitale recibe el Premio Cervantes 2018.

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A propósito de recomendaciones, la reina deja pistas sobre sus lecturas. Se ha mostrado orgullosa de que el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023 haya contribuido a difundir la obra del intelectual italiano Nuccio Ordine, cuyo deceso en junio lamentó profundamente. Y en el vídeo por el 50º aniversario del programa de TVE Informe Semanal que grabó en su despacho se adivinaban en los estantes obras como La moda y su destino en las sociedades modernas, de Gilles Lipovetsky; la serie de entrevistas de The Paris Review (1953-2012) que recopiló la editorial Acantilado; el catálogo Sorolla. Visión de España. Colección de la Hispanic Society of América —que, probablemente, consultaba para preparar su viaje oficial a Dinamarca, donde acaba de visitar una muestra sobre el pintor valenciano—; o la novela Mil besos prohibidos de su íntima amiga Sonsoles Ónega. No está previsto que cuente con su club de lectura como la reina Camilla, “pero porque no hace falta”, nos dicen. Para eso está la Feria del Libro.

Parque del Retiro, Madrid, miércoles 31 de mayo. Una mujer con camiseta de rayas, vaqueros pitillo, bolso cruzado y bailarinas negras recorre la feria, deteniéndose en las casetas que captan su interés. Curiosea los títulos sobre el mostrador, pregunta a los libreros, paga en efectivo. Las bolsas se le empiezan a acumular en el brazo. Podría ser una visitante más de los 1,2 millones que poblaron la cita literaria esta primavera. Hasta que alguien la reconoce y se corre la voz. Sonriente, Letizia acepta un selfie con una señora, posa con una niña con la equipación del Real Madrid, sorprende a una compradora tocándole el brazo: “¡Hasta luego!”, le dice.

Esa tarde paseó por las casetas sin un plan fijo, pero cuando la visita es oficial le diseñan una propuesta de recorrido desde la feria al que palacio puede añadir sus modificaciones. En 2022, por ejemplo, se apostó por las editoriales pequeñas. Ataviada con un llamativo vestido fucsia de Hugo Boss y unas cómodas alpargatas —en la organización lo primero que hacen al recibirla es mirarle los pies: si lleva zapato de tacón significa que la visita será corta; si va de plano, larga— sorprendió a uno de los vendedores con su amplio conocimiento de su librería. “Habla como si hubiera estado”, le dijo. “Es que he estado”, le aclaró la reina. Incrédulo, insistió: “Me habría dado cuenta”, a lo que ella respondió: “Es que no siempre voy vestida así”. Si hay algún autor que le interesa firmando, solicita un encuentro. Sucedió con el griego Theodor Kallifatides, a quien conoció en un viaje de Estado a Suecia.







La reina Letizia pasea por la Feria del Libro de Madrid junto a su directora Eva Orúe y la ministra Pilar Alegría en 2022.

CHEMA CLARES

Este año su aparición, cinco días después de la apertura y fuera del calendario de la Zarzuela, pilló desprevenida incluso a Eva Orúe, directora de la feria. La proximidad de las elecciones municipales evitó que acudiera a la inauguración. “Me avisaron de que estaba en la caseta 155. Fui, le agradecí que viniera y la dejé haciendo su recorrido. La gente cuando la veía se acercaba, y si te fijabas había seguridad, pero estaba ahí tranquilamente”, nos dice. “Gracias a la reina, la feria sale en medios en los que de otra manera no aparecería. Difícilmente llegaríamos a la prensa del corazón o a determinados programas con nuestros recursos”, señala Orúe, que celebra que no solo haga acto de presencia, sino que además compre. La lista de títulos que se lleva es nuestro equivalente a las 15 novedades literarias de Barack Obama.

Sus adquisiciones de este año fueron El uso de la foto, de Annie Ernaux; La ciudad de Dios, de Pier Paolo Pasolini; y los Ensayos literarios de H.P. Lovecraft, entre otros. También pasó por la caseta de Mary Read, especializada en LGTBQ+ y transfeminismos, de donde se llevó El fin de la novela de amor, de Vivian Gornick. “Me dijo que esa autora le gustaba mucho y que además era encantadora personalmente”, revela Óscar Romero, copropietario de la librería. “Su obra le pega a alguien como Letizia, una mujer joven que ha vivido fuera de la monarquía y tiene unos valores muchísimo más tradicionales de los que le presupongo a ella”. Un prejuicio que desmiente otra de sus experiencias culturales.

La cámara desciende sobre un plano del mar y comienzan los créditos finales. Como un resorte, Letizia se levanta de su asiento y corre a abrazar a la directora del filme, Elena Martín Gimeno. Acaban de ver Creatura, la cinta escogida para clausurar el Atlàntida Mallorca Film Fest que venía de triunfar en Cannes con su visceral reflexión sobre los tabúes del s*x* a través del deseo femenino desde la infancia hasta la madurez, etapa que encarna la propia Martín. Audaz, valiente, impactante y de complejidad abrumadora son algunos de los adjetivos con los que la crítica ha descrito este alegato por la educación sexual que resultó demasiado incómodo para algunos aquella noche en el patio de La Misericordia, un antiguo asilo jesuita reconvertido en centro cultural. “¿Era necesario que la reina se tragara esa hora y media?”, se escuchó entre el público. Los que vieron la reacción de Letizia y su apasionada charla posterior con la cineasta catalana pudieron constatar que la película “le flipó”. Tanto, que Martín la animó a que se la pusiera a Leonor y Sofía.

Jaume Ripoll, cofundador de Filmin e impulsor del Atlàntida, recuerda la expectación que generó la primera visita de la reina, en 2019, para entregar el premio Master of Cinema a otro de sus realizadores favoritos, Ken Loach. Aquella noche el proyector tardó en arrancar y Letizia, sentada a su lado, comenzó a impacientarse. “¿Qué pasa, Jaume?”. “Todo en orden, majestad”, respondió Ripoll, temiendo que aquello supusiera el fin del apoyo de la casa real. “¿Seguro?”. Ripoll mantuvo la calma hasta que por fin se iluminó la pantalla. “Si me invitas, volveré”, le dijo Letizia. Y desde entonces no ha faltado. “Su presencia ha multiplicado el impacto del festival, es incuestionable. Se lo he agradecido personalmente”, nos dice Ripoll.



La reina Letizia en el Atlàntida Mallorca Film Fest de 2023UXÍO DA VILA

En el Atlàntida la reina se ha codeado con Judi Dench, Isabelle Huppert o Irène Jacob, la musa de Kieslowski premiada este verano. Allí se siente mucho más cómoda que en el otro gran evento de la temporada balear, la Copa del Rey de Vela. “Es una cinéfila con conocimiento, inquietud y ganas de descubrir”, insiste Ripoll. Eso incluye los éxitos de taquilla. Dos semanas después de disfrutar con Creatura, acudió a ver Barbie con la reina Sofía, el rey Felipe y sus hijas. Con ellas, doña Letizia es asidua al Teatro Real: tiene un abono de la temporada de ballet —disciplina que estudió ella de niña—. Además del cine, la literatura y la danza, la reina es una apasionada de la escena, en especial de los montajes independientes. En 2022 disfrutó de Hermanas, de Pascal Rambert, en el Teatro Pavón de Madrid, ocasión que aprovechó para felicitar a sus protagonistas. “Nos dijo que quería leer el texto. Habló del esfuerzo físico, se nota que se cuida, y nos preguntó a Irene [Escolar] y a mí que cómo nos habíamos preparado”, nos contó en su día la actriz Bárbara Lennie. “Una de las cosas que se le pueden reprochar a las autoridades de este país [a diferencia de Letizia] es que se acercan poco a la cultura como ciudadanos. En el teatro solo me he encontrado con un político una vez”, advierte otra de nuestras fuentes.






Doña Letizia escoge sabiamente los compromisos de su agenda. No la verán en el Festival de San Sebastián o en la gala de los Goya —tampoco en los toros, a pesar del histórico apoyo de la Corona a la fiesta—, pero sí en propuestas para las que su asistencia supone llegar a los titulares, como el Festival Ópera Prima de Tudela, consagrado a las primeras obras de cineastas independientes, noveles y veteranos como Carlos Saura —protagonista este año—, Pilar Miró, Juan Antonio Bardem o Luis García Berlanga. “Es muy simbólico que vea con los estudiantes esas películas en el cine del pueblo, el Moncayo, y luego las comente: es una manera de contagiarles el interés por los clásicos y, también, el valor de verlos en una sala”, nos dice Alegre, su director.

Conectar con los jóvenes es uno de los grandes retos de su reinado, y del futuro de Leonor. “Le marca su preocupación por las nuevas generaciones, la educación, sus hijas y el mundo en el que van a vivir. Le interesa mucho la digitalización de la literatura y de nuestra sociedad, y cómo está afectando a los niños y a los adolescentes, en qué medida nos enriquece pero también puede ser un peligro que debemos saber manejar”, revela José Manuel Cidad, presidente del Grupo SM. “Sabe perfectamente lo que se está diciendo ahora sobre el uso de dispositivos en la escuela, la medida que se ha tomado en Suecia para que los niños lean más en papel", añade Mayte Ortiz, directora de la Fundación SM. Y lo hace ver: en 2022 la princesa de Asturias asistió a una charla sobre ciberseguridad en un instituto en Leganés junto a la ministra de Educación. Unos días más tarde Letizia coincidió con Pilar Alegría: “¿Qué tal estuvo Leonor?”, le preguntó nada más verla.

La heredera asume un papel protagonista en los premios Fundación Princesa de Girona, la antesala de los Princesa de Asturias. “En el trabajo, cuando alguien lo hace por obligación y otro por devoción, ves la diferencia. En su caso, le apasiona. Lo vive muy intensamente. Está convencida de que la cultura es una herramienta transformadora”, subraya Francisco Belil Creixell, su presidente, sobre el papel de la reina.

Después de cinco años celebrándose en Barcelona a raíz de las tensiones entre la monarquía y los independentistas —el pleno de Girona llegó a declarar a Felipe VI persona non grata tras su discurso del 3 de octubre de 2017—, este año regresaron a la provincia que les da nombre. Un infranqueable dispositivo de seguridad blinda el perímetro del Hotel Camiral Golf & Wellness. En el auditorio, donde Leonor y Sofía —que el día anterior visitaron la sede de la fundación y el museo elBulli1846 guiadas por Ferran Adrià— asisten al taller de AmplificARTE, el proyecto educativo que utiliza la música en pro del bienestar emocional, la cantante Joaquina interpreta Niñas de Instagram, sobre “la búsqueda falsa de la perfección”. En el turno de preguntas se forma un ligero revuelo. Los reyes aparecen por sorpresa y, de forma protectora, Letizia se sitúa detrás de sus hijas. Julio Reyes Copello, al frente de AmplificARTE, la considera “una aliada que sabe que la buena música es necesaria para forjar sociedades sanas”, nos dice el productor, que ha trabajado con Jennifer Lopez, Marc Anthony o Alejandro Sanz. De hecho, Letizia está al corriente de las últimas tendencias. Sin ir más lejos, es fan de Bad Gyal, con quien coincidió en el 142º aniversario de La Vanguardia. “Fue un placer conocerla. Hablamos de música y moda y de la diferencia entre las generaciones nuevas y las más veteranas en cuanto a gustos y apreciación del arte. Me pareció muy inteligente y simpática, además de elegante”, cuenta.



Los reyes junto a Bad Gyal en los premios La Vanguardia el pasado septiembre.

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La actriz María Hervás recuerda la cena de premiados tras recibir el Princesa de Girona de las Artes hace un año. “Tiene una rapacidad de atención privilegiada”, dice sobre la reina, que le reveló que la había visto en teatro varias veces. “Con una agenda tan heavy como la suya, pensé que algo se le escaparía, pero está al día de todo”, añade. “También estuvimos hablando de feminismo, de asuntos muy delicados que requieren de mucha preparación, y estaba informada al máximo. Sabe quiénes son las principales autoras de nuestro país y se ha entrevistado con ellas para conocer su punto de vista”. En la apertura del curso de Formación Personal en Langreo subrayó la necesidad de que haya más mujeres en los equipos técnicos. “Sería raro que yo dijese: ‘Quiero ser cámara’, porque no hay referentes femeninos”. Las estudiantes encontraron inspirador su mensaje.

Adiferencia del rol que se esperó de doña Sofía, siempre en un segundo plano, eludiendo cualquier protagonismo a pesar de su dedicación a la lucha contra la drogadicción, la investigación de enfermedades como el Alzheimer o su apoyo a la música clásica, la sociedad española ha evolucionado a la par que Letizia configuraba su papel. “Nadie espera hoy que una mujer, en la posición que sea, permanezca callada y mostrando una sonrisa protocolaria en todo momento”, opina Lindo. La escritora, que firmó u no de los primeros perfiles de Letizia, encuentra en ella “un mayor aplomo, seguridad y espontaneidad” que atribuye al hecho “crucial” de estar educando a dos jóvenes, “una destinada a una gran responsabilidad y otra a ser foco de atención constante. Lejos de achantarla, le otorga una gran fortaleza”, continúa.

Palacio Real de Madrid, julio. Con 40 grados a la sombra, los reyes inauguran la Galería de las Colecciones Reales. Por unas horas los medios aparcan el difícil papel que le espera a Felipe VI tras el resultado electoral. Letizia acapara miradas con un vestido de Carolina Herrera. Pasea cómoda entre tapices y retratos de corte y posa ante la carroza de Fernando VII. Radiante, la primera reina plebeya recorre las salas que cuentan la historia de la monarquía española desde los Austrias. Como zanja Lindo: “Tiene una visión amplia del país en el que vive, lo que hace que pienses que con ella podrías tener una conversación interesante, más que fijarte en los trajes que lleva. Eso es lo que ella ha ganado”.
Ahora entiendo tus arrebatadas frases de apoyo a este cúmulo de talento, carisma y dotes especiales y desde luego que no hay derecho a estar en la ignorancia de tal diosa todavia sin coronar, sin estar acreditada en el olimpo monárquico para completar el cuadro de dignidad, mérito, integridad, honestidad y demás virtudes que distingan a las instituciones de tal calibre, monarquías reinantes.

Mil gracias por tu aportación.
 
Ahora entiendo tus arrebatadas frases de apoyo a este cúmulo de talento, carisma y dotes especiales y desde luego que no hay derecho a estar en la ignorancia de tal diosa todavia sin coronar, sin estar acreditada en el olimpo monárquico para completar el cuadro de dignidad, mérito, integridad, honestidad y demás virtudes

Mil gracias por tu aportación.
Corrección: Tras la palabra "virtudes" debe ir lo siguiente:
"que distinguen a las instituciones de tal calibre, monarquias reinantes"

Mil gracias por tu aportación

O sea, distinguen en vez de "distingan".
 
Vomitivo el artículo,quieren poner a la kk como la máxima cuando ella na de na. Como ha decaído el periodismo.
Ciertamente el periodismo tiene miedo. Ya no es el Cuarto Poder. No es hacer victima a la "joya" sino que pensar en ESPANA ! Espana necesita quien represente la Institucion en una manera digna, con honor, no con escandalos. ( que somo humanos? ? SI, PERO cuando se ocupa un puesto asi de alto, los representantes deben andar con "pie de hierro")
 
Ya te digo.....los españoles unos desagradecidos e ignorantes, ya lo dijo alguien ”España es un país muy difícil”
El amar ESPANA es significativo, es respetar, honrar, dignificar y si se esta representando especialmente a la Mujer Espanola, yo preferiria que me representase alguien a quien yo poder alabar, pero no puedo alabar a alguien que lleva una maleta llena de escandalos.
 

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