Nada de nada.
Estudiaba y vivía con mis padres. Mi padre me daba un “sueldo” mensual (asignación semanal pero pagada a principio de mes) por estudiar. Muy muy generoso en comparación con mis amigos, pero de ahí salía también la ropa, viajes,
Eso me enseñó a organizarme (si no llegaba a fin de mes me adelantaba pero al mes siguiente lo deducía) y solía ir bastante bien, aunque sin posibilidad de ahorrar. En verano salíamos todos los días, así que estaba de déficit continuo, cosa que solventaba mediante sablazos al buenazo de mi padrino, que los llamaba “subvenciones a fondo perdido” al chiringuito de la playa y a los pubs.
(Me salvaba que mi abuela era de la antigua escuela, y dos veces al año, antes de Semana Santa y en Septiembre, nos daba a las nietas solteras un dinerito para que renovásemos el armario. Así que el “grueso” de la ropa de invierno y verano me lo compraba con este dinero, y de mi asignación compraba cosas baratas o en rebajas. Para ropa también tiraba de la tarjeta de El Corte Inglés, que por comodidad de mi madre tenía y era a la cuenta de mi padre, y luego intentaba, a veces con éxito y a veces sin éxito, hacerme la tonta cuando llegaba la hora de pagar. Había cosas que eran ropa o zapatos míos y se les pasaban... ahora no sería posible, con la cantidad de detalles que hay para cada transacción!).
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