Todo sobre Astrid Gil-Casares, ex-esposa de Rafael del Pino

Poco me parece
Ojalá se los saque
flipad, que casi q consigue dejarla en la indigencia, al nivel de pastizal que hablamos, ojo

De seis millones a 840.000: el Tribunal Supremo rebaja la indemnización de Rafael del Pino a su ex mujer, Astrid Gil Casares
DIVORCIO
Ferrovial

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Rafael del Pino y Astrid Gil Casares, el día de su boda (2006).

Tras 10 años de matrimonio y con tres hijas en común, la pareja ha resuelto económicamente su divorcio mediante juicios y recursos.
Hipotecada, en La Moraleja y sin cerrar el divorcio, así es la nueva vida de Astrid Gil Casares
Rafael del Pino y Astrid Gil-Casares, un divorcio millonario sin acuerdo
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Astrid Gil, el año pasado en el estreno del filme 'Qué te juegas'.GTRES
El Tribunal Supremo ha fallado a favor del recurso interpuesto por el presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, ante el fallo de la Audiencia Provincial de Madrid, que le obligaba a pagar a su ex esposa, Astrid Gil Casares, seis millones de euros (75.000 euros mensuales) en concepto de pensión compensatoria. Ahora, la cantidad será de unos 840.000 euros (7.000 al mes)
Del Pino y Gil Casares contrajeron nupcias en 2006 e iniciaron los trámites de divorcio en 2016. Fruto del matrimonio son tres hijas, a las que la sentencia concede el derecho de realizar un viaje por Europa al mes. La sentencia también establece el pago de 100.000 euros anuales para viajes y alojamiento de las tres menores con la madre.
Tras la separación, Gil Casares, economista de carrera, dio el salto al mundo de la escritura cinematográfica y, así, en 2019 se estrenó el primer largometraje firmado por ella, 'Qué te juegas'.
También adquirió una casa en La Moraleja, una parcela de 1.539 metros cuadrados con una vivienda de 441 metros distribuidos en una sola planta. Aunque Astrid estuvo casada con la segunda fortuna de España -según el suplemento Los 200 más ricos-, tiene una hipoteca de 975.000 euros a 20 años. Hasta esta sentencia firme del divorcio, ni Astrid ha podido ser totalmente libre, ni tampoco disponer del dinero que le corresponde, según los tribunales.
Según la revista 'Forbes', en 2016 el patrimonio de Rafael del Pino alcanzaba los 3.200 millones de euros. Además, del 20,25% del accionariado de Ferrovial, el empresario tiene avión privado y helicóptero (de empresa), dos barcos, una mansión en Formentera, así como otras propiedades... Según el Informe de Remuneraciones de Ferrovial, en 2018 Rafael del Pino percibió una retribución de cerca de cuatro millones de euros, cinco veces la cantidad que tendrá que entregar a su ex mujer. Además de las hijas en común con Gil Casares, tiene otros tres hijos, fruto de su matrimonio con la fallecida Cristina Fernández-Fontecha y Torres, de entre 27 y 33 años de edad.
 
Esto ya lo he contado, pero lo voy a volver a contar
Hace como unos doce años estaba yo la última en la fila para embarcar en un vuelo Madrid London City Airport, estábamos parados esperando y de repente veo que se va aproximando una azafata con un hombre bajito, calvo y me doy cuenta que es el del Pino
Yo pensé seguro que se dirigen a algún punto del aeropuerto para coger su avión privado
Pues no se puso detrás mío acompañado de la azafata que le acompañó hasta la puerta de embarque
Le tuve a 3cm de distancia,creo que hasta su traje rozó mi blazer y la sensación que tuve en su presencia fue malísima
Es un hombre al que no conocía más que de la prensa económica uno tenuaopinion formada de el con lo que no había prejuicios ni aprioris, así que la impresión fue la de aquel instante y os puedo asegurar que toda mi persona se revolvió como si estuviera ante un ser lleno de negatividad, aun no se me ha olvidado
Cuando VI fotos de su boda con Astrid me dio pena, porque pensé que esta mujer no I a a salir bien parada de ese matrimonio
Espero que ella se restablezca del todo porque es mejor estar sola que mal acompañada
Y creo que porque tienen tres hijas si no tuvieran hijos creo que tendrás sue irse fuera del paus porque el haría todo lo posible para fastidiarme la vida
Lástima que ella no tuviera un sexto sentido con él antes de la boda
 
La vida de Gil-Casares dio un giro el día que conoció al empresario Carlo Clavarino. Este italiano, cuyo nombre no le dirá nada, era la mano derecha de Giovanni Alberto Agnelli, el heredero del grupo Fiat fallecido en 1997 a los 33 años, víctima de un tumor cerebral. “Me vio una noche en Pachá con mis amigas, eran las seis de la mañana. Se me acercó y me dijo: ‘Tú te crees la reina del mambo, pero no sabes nada de la vida. ¿Hablas italiano? Si aprendes mi idioma, te enseñaré el mundo”. A los seis meses Astrid llamó a Clavarino y le habló en italiano. El empresario cumplió su parte del trato. “Esta tarde a las ocho en Barajas. En la terminal privada”, le dijo. “Nos fuimos a pasar el fin de semana a Malindi, en Kenia. Un paraíso. No había cambio horario. Así que el lunes estaba de vuelta en la universidad”.

De la mano de Clavarino, su “mentor”, Astrid dio el salto internacional. Aviones privados, destinos paradisíacos, cenas en castillos, fiestas exclusivas... Pasó de moverse entre las grandes familias españolas a hacerlo entre las grandes familias europeas: los Rothschild, los Agnelli, los Habsburg, los Fürstenberg. “Conocí a gente con mucho poder. Empecé a leer sobre geopolítica y a enterarme de lo que pasaba en el mundo”.

Astrid no solo era joven, guapa, divertida. También sabía estar y hablaba muchos idiomas. “Siempre se me han dado bien. El francés y el español son mis lenguas maternas. El alemán lo aprendí porque me enamoré de un alemán y pensé que si hablaba su idioma me haría caso, pero no hubo manera”. Con su perro habla en francés: “Hoody, ça suffit!”, le regaña para que deje de ladrar. Con el servicio, un matrimonio asiático, se comunica en inglés. Con su chófer, en portugués. Sus tres hijas estudian en un colegio inglés y con ellas habla indistintamente en francés o en inglés. En español hablan con su padre.

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Astrid luce vestido de Givenchy, zapatos de Jimmy Choo, anillos de diamantes de Wempe y reloj de diamantes de Chopard. ©Sofía Moro.

Durante esos años de juventud e inconsciencia todo era una fiesta. “En 1992, me fui tres meses a Moscú a ver a mi amigo [el príncipe] Aimón [de Saboya-Aosta, quien había montado allí unos negocios]. Era como Chicago en los años veinte. Llegabas a las discotecas y la gente sacaba los Kalashnikov. No sé por qué un día terminé cenando con Álvarez del Manzano, entonces alcalde de Madrid, en casa del alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov. Bebía vodka como si fuese agua. Bueno, qué va. Yo no soy capaz de beber tanta agua como ese señor vodka. Me hice su amiga y nos llevaba a su dacha [su casa de campo] a las afueras de la ciudad. Lo pasé genial”.

En Londres conoció a Del Pino. “Nos presentó Carlo Clavarino. Lo vi dos veces, en dos fiestas. Hablamos mucho, pero no pasó nada. Cada uno estaba en una relación”. En 2004, fue a verlo a Madrid por un tema de trabajo. “Y esa misma noche nos liamos”. Astrid pasó de comprar sus billetes de avión a disponer de jet privado. De conducir, a secas, a pilotar helicópteros. “No se me daba muy bien. Mi profe me decía: ‘Tú no aterrizas, tú aporrizas”.
No me parece que necesitara mucha colaboración para que se le fuera la olla...La forma de expresarse y la forma de vida que le iba no me parece que encajara mucho con la del ex. Más bien me parece raro que él se casara con ella.
Me recuerda a Gloria la de los Taxis (ya sabéis quién digo, pero paso de buscar el apellido en google para escribirlo bien, ya perdonareis)
 
No me parece que necesitara mucha colaboración para que se le fuera la olla...La forma de expresarse y la forma de vida que le iba no me parece que encajara mucho con la del ex. Más bien me parece raro que él se casara con ella.
Me recuerda a Gloria la de los Taxis (ya sabéis quién digo, pero paso de buscar el apellido en google para escribirlo bien, ya perdonareis)
La de los TaSis. Con ese. Así es el apellido. Y si, ella ya llevaba la avería de serie. Ahora él....
 
La vida de Gil-Casares dio un giro el día que conoció al empresario Carlo Clavarino. Este italiano, cuyo nombre no le dirá nada, era la mano derecha de Giovanni Alberto Agnelli, el heredero del grupo Fiat fallecido en 1997 a los 33 años, víctima de un tumor cerebral. “Me vio una noche en Pachá con mis amigas, eran las seis de la mañana. Se me acercó y me dijo: ‘Tú te crees la reina del mambo, pero no sabes nada de la vida. ¿Hablas italiano? Si aprendes mi idioma, te enseñaré el mundo”. A los seis meses Astrid llamó a Clavarino y le habló en italiano. El empresario cumplió su parte del trato. “Esta tarde a las ocho en Barajas. En la terminal privada”, le dijo. “Nos fuimos a pasar el fin de semana a Malindi, en Kenia. Un paraíso. No había cambio horario. Así que el lunes estaba de vuelta en la universidad”.

De la mano de Clavarino, su “mentor”, Astrid dio el salto internacional. Aviones privados, destinos paradisíacos, cenas en castillos, fiestas exclusivas... Pasó de moverse entre las grandes familias españolas a hacerlo entre las grandes familias europeas: los Rothschild, los Agnelli, los Habsburg, los Fürstenberg. “Conocí a gente con mucho poder. Empecé a leer sobre geopolítica y a enterarme de lo que pasaba en el mundo”.

Astrid no solo era joven, guapa, divertida. También sabía estar y hablaba muchos idiomas. “Siempre se me han dado bien. El francés y el español son mis lenguas maternas. El alemán lo aprendí porque me enamoré de un alemán y pensé que si hablaba su idioma me haría caso, pero no hubo manera”. Con su perro habla en francés: “Hoody, ça suffit!”, le regaña para que deje de ladrar. Con el servicio, un matrimonio asiático, se comunica en inglés. Con su chófer, en portugués. Sus tres hijas estudian en un colegio inglés y con ellas habla indistintamente en francés o en inglés. En español hablan con su padre.

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Astrid luce vestido de Givenchy, zapatos de Jimmy Choo, anillos de diamantes de Wempe y reloj de diamantes de Chopard. ©Sofía Moro.

Durante esos años de juventud e inconsciencia todo era una fiesta. “En 1992, me fui tres meses a Moscú a ver a mi amigo [el príncipe] Aimón [de Saboya-Aosta, quien había montado allí unos negocios]. Era como Chicago en los años veinte. Llegabas a las discotecas y la gente sacaba los Kalashnikov. No sé por qué un día terminé cenando con Álvarez del Manzano, entonces alcalde de Madrid, en casa del alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov. Bebía vodka como si fuese agua. Bueno, qué va. Yo no soy capaz de beber tanta agua como ese señor vodka. Me hice su amiga y nos llevaba a su dacha [su casa de campo] a las afueras de la ciudad. Lo pasé genial”.

En Londres conoció a Del Pino. “Nos presentó Carlo Clavarino. Lo vi dos veces, en dos fiestas. Hablamos mucho, pero no pasó nada. Cada uno estaba en una relación”. En 2004, fue a verlo a Madrid por un tema de trabajo. “Y esa misma noche nos liamos”. Astrid pasó de comprar sus billetes de avión a disponer de jet privado. De conducir, a secas, a pilotar helicópteros. “No se me daba muy bien. Mi profe me decía: ‘Tú no aterrizas, tú aporrizas”.
Una niña inocente no parece....
 
pues él...........la historia de la primera mujer, bueno lo poco que se cuenta, no tiene desperdicio.........la compensatoria que le queda es de risión para el parné que mueve el ex........pero supongo q hay estómagos agradecidos por ahí.......
 
pues él...........la historia de la primera mujer, bueno lo poco que se cuenta, no tiene desperdicio.........la compensatoria que le queda es de risión para el parné que mueve el ex........pero supongo q hay estómagos agradecidos por ahí.......
Qué se sabe de la primera mujer?
 
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