Felipe y Letizia en Sevilla. Problema con uno de los escoltas. Septiembre 12, 2019

Así lo vi yo. Y Letizia mueve su brazo hacia el centro, como para que Michiko no la toque y luego que bajan el escalón, vuelve a soltar el brazo con normalidad cuando Michiko bajó la mano.
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Me pone mala ver ésto
 
https://www.elmundo.es/espana/2019/09/15/5d7e1861fc6c83295d8b46ce.html


El escalón
  • LORENZO SILVA
Domingo, 15 septiembre 2019 - 13:06


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La Reina Letizia, en el instante en el que se tropieza. GTRES
La seguridad es un bien al que el común de la gente sólo puede acceder de forma limitada. En ocasiones, de forma muy limitada: piénsese en quien tiene que salir a cuerpo a una calle de Alepo, o a alguna aldea de esas de Nigeria por las que de vez en cuando pasa una partida de milicianos de Boko Haram, o a uno de esos pueblos de Colombia a merced de paramilitares o guerrillas reconstituidas o no disueltas. Tampoco hay que irse tan lejos, en todo caso, para dar con personas cuya seguridad se ve seriamente comprometida.

Puede preguntarse a alguna de las mujeres a las que, con todo, las leyes que penalizan la violencia de género o los delitos contra la libertad sexual no consiguen proteger de sus asesinos o agresores. A las que se ven expuestas a las feas consecuencias de la delincuencia violenta contra la propiedad que gracias a un gobierno distraído con otros asuntos prospera en Barcelona o en su área de influencia. Víctimas que pueden ser, y la enumeración no es arbitraria, sino fidedigna, ancianas, jóvenes, incluso altas funcionarias surcoreanas.

La Reina Letizia da un toque de atención a su guardaespaldas: "¡Casi me mato!"
Siendo este el contexto, cualquier persona a quien se le concede la insólita fortuna de tener su seguridad garantizada siempre y en todo lugar debe en justicia experimentar gratitud por el privilegio que se le otorga. La gratitud procede si ese plus de indemnidad respecto del común de las gentes se lo puede costear con su propio caudal, que es en sí mismo un bien que conviene ponderar a la luz de tanta miseria como queda aún en el mundo. Pero quizá la gratitud deba extremarse cuando sucede que la seguridad de la que se disfruta la sufraga el contribuyente con el esfuerzo, entre grande e ímprobo, que su contribución a las arcas públicas le supone. Recuérdese, si se olvidó, que en la sociedad en la que vivimos los más pudientes apenas si pagan impuestos -sale a la luz en estos mismos días el dato de que los gigantes de internet, todos juntos, apenas 30 milloncejos al año, ganando cientos de miles-, por lo que para cubrir las cuentas del Estado hay que sangrar a conciencia a los pobres, metiendo mano a sus magras nóminas, friéndolos a tasas por los servicios y a IVA cada vez que pagan la luz o una malla de patatas.

Siendo este el contexto, se comprende entre poco o nada que quien disfruta de la seguridad completa y extrema que le brinda la disponibilidad permanente de numerosos escoltas bien instruidos, y seleccionados entre la élite de los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, se queje con malos modos de que uno de ellos haya dejado de advertirle de la presencia de un escalón que podía oponerse a su camino. Es cierto que el escolta tiene entre otras muchas cuestiones a las que debe estar atento esa responsabilidad, para descargar a la persona protegida del esfuerzo de vigilar su propia pisada mientras saluda al pueblo; pero en medio de una multitud, y mientras tiene que mirar para no tropezar él mismo y no dejar de percibir cualquier amenaza, es humano que se le pase el detalle. Y no es menos cierto que todos los dotados de capacidad ambulatoria, que a menudo nos tenemos que ocupar mientras deambulamos de otros quehaceres simultáneos, se nos exige atender a dónde ponemos el pie.

Nunca es juicioso señalar de más el escalón que existe entre uno mismo y los demás, porque invita sin remedio a todo aquel que escucha a cuestionarse el fundamento de la disparidad de altura y de suerte. Lo es todavía menos cuando se disfruta de las ventajas de una institución sometida a objeción por una buena parte de la ciudadanía que la sufraga, no sólo en el desembolso que su seguridad reforzada acarrea, sino en todo lo demás.

Un mal día lo tiene cualquiera, y una palabra destemplada a cualquiera se le desliza en un mal momento entre los labios. Pero los reyes y reinas del siglo XXI ya no lo son por la gracia de Dios, sino por otra gracia, por la que les conviene esmerarse.
 
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Ella discutiendo con su maridito en pose retadora y detras todos los participantes, ministros, ministras, presidente de la comunidad, esperando que acabe el numerito partidos de risa. La Calvo y Juanma Moreno directamente choteandose.

EL sr. Moreno y la sra. Calvo se ríen abiertamente. Pero Margarira Robles lleva una risa por dentro que se parte.

Vaya escena.
Bueno creo que todos ellos están acostumbrados. No es la primera vez.
Son muchos años.
Y los políticos están siempre cerca.
Es solo una más.
 
"No me has avisado del escalón y casi me mato".

Esta es la prueba de lo moderna que pretende ser doña Paleti.
Esta es su modernidad.
Con avisador de escalones.
Y el que falla es reprochado públicamente.

""Ella es tan moderna, tan moderna que si la dejan , querida, JULIA, alemana, Documentales, PUEDE CAMBIAR EL MUNDO".
Si. Si. Usted si que sabe señora Julia.

 
https://www.elmundo.es/espana/2019/09/15/5d7e1861fc6c83295d8b46ce.html


El escalón
  • LORENZO SILVA
Domingo, 15 septiembre 2019 - 13:06


15685449617075.jpg


La Reina Letizia, en el instante en el que se tropieza. GTRES
La seguridad es un bien al que el común de la gente sólo puede acceder de forma limitada. En ocasiones, de forma muy limitada: piénsese en quien tiene que salir a cuerpo a una calle de Alepo, o a alguna aldea de esas de Nigeria por las que de vez en cuando pasa una partida de milicianos de Boko Haram, o a uno de esos pueblos de Colombia a merced de paramilitares o guerrillas reconstituidas o no disueltas. Tampoco hay que irse tan lejos, en todo caso, para dar con personas cuya seguridad se ve seriamente comprometida.

Puede preguntarse a alguna de las mujeres a las que, con todo, las leyes que penalizan la violencia de género o los delitos contra la libertad sexual no consiguen proteger de sus asesinos o agresores. A las que se ven expuestas a las feas consecuencias de la delincuencia violenta contra la propiedad que gracias a un gobierno distraído con otros asuntos prospera en Barcelona o en su área de influencia. Víctimas que pueden ser, y la enumeración no es arbitraria, sino fidedigna, ancianas, jóvenes, incluso altas funcionarias surcoreanas.

La Reina Letizia da un toque de atención a su guardaespaldas: "¡Casi me mato!"
Siendo este el contexto, cualquier persona a quien se le concede la insólita fortuna de tener su seguridad garantizada siempre y en todo lugar debe en justicia experimentar gratitud por el privilegio que se le otorga. La gratitud procede si ese plus de indemnidad respecto del común de las gentes se lo puede costear con su propio caudal, que es en sí mismo un bien que conviene ponderar a la luz de tanta miseria como queda aún en el mundo. Pero quizá la gratitud deba extremarse cuando sucede que la seguridad de la que se disfruta la sufraga el contribuyente con el esfuerzo, entre grande e ímprobo, que su contribución a las arcas públicas le supone. Recuérdese, si se olvidó, que en la sociedad en la que vivimos los más pudientes apenas si pagan impuestos -sale a la luz en estos mismos días el dato de que los gigantes de internet, todos juntos, apenas 30 milloncejos al año, ganando cientos de miles-, por lo que para cubrir las cuentas del Estado hay que sangrar a conciencia a los pobres, metiendo mano a sus magras nóminas, friéndolos a tasas por los servicios y a IVA cada vez que pagan la luz o una malla de patatas.

Siendo este el contexto, se comprende entre poco o nada que quien disfruta de la seguridad completa y extrema que le brinda la disponibilidad permanente de numerosos escoltas bien instruidos, y seleccionados entre la élite de los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, se queje con malos modos de que uno de ellos haya dejado de advertirle de la presencia de un escalón que podía oponerse a su camino. Es cierto que el escolta tiene entre otras muchas cuestiones a las que debe estar atento esa responsabilidad, para descargar a la persona protegida del esfuerzo de vigilar su propia pisada mientras saluda al pueblo; pero en medio de una multitud, y mientras tiene que mirar para no tropezar él mismo y no dejar de percibir cualquier amenaza, es humano que se le pase el detalle. Y no es menos cierto que todos los dotados de capacidad ambulatoria, que a menudo nos tenemos que ocupar mientras deambulamos de otros quehaceres simultáneos, se nos exige atender a dónde ponemos el pie.

Nunca es juicioso señalar de más el escalón que existe entre uno mismo y los demás, porque invita sin remedio a todo aquel que escucha a cuestionarse el fundamento de la disparidad de altura y de suerte. Lo es todavía menos cuando se disfruta de las ventajas de una institución sometida a objeción por una buena parte de la ciudadanía que la sufraga, no sólo en el desembolso que su seguridad reforzada acarrea, sino en todo lo demás.

Un mal día lo tiene cualquiera, y una palabra destemplada a cualquiera se le desliza en un mal momento entre los labios. Pero los reyes y reinas del siglo XXI ya no lo son por la gracia de Dios, sino por otra gracia, por la que les conviene esmerarse.

Muy bueno.
 
Así lo vi yo. Y Letizia mueve su brazo hacia el centro, como para que Michiko no la toque y luego que bajan el escalón, vuelve a soltar el brazo con normalidad cuando Michiko bajó la mano.
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Fue una grosería tan grande, que lo vemos y cuesta creer.
Le niega la ayuda para bajar el escalón.
Es groseramente cruel.
Inexplicable.
Es una anciana. Solo quería con toda la delicadeza del mundo tener un punto de apoyo para bajar el escalón. Y la Leti se lo niega.
¿Como puede ser tan grosera y cruel?.

Grosera. Cruel. Sin educación.
 
Fue una grosería tan grande, que lo vemos y cuesta creer.
Le niega la ayuda para bajar el escalón.
Es groseramente cruel.
Inexplicable.
Es una anciana. Solo quería con toda la delicadeza del mundo tener un punto de apoyo para bajar el escalón. Y la Leti se lo niega.
¿Como puede ser tan grosera y cruel?.

Grosera. Cruel. Sin educación.


No tiene nombre. Es como si odiara a todo el mundo. Siempre sus miradas muestran mala energía.
 
Exijo en la próxima aparición de Letizia verle ofreciendo su brazo al escolta en un escalón puesto a propósito para el lavado de imagen. Sonriente, sencilla, cercana...como es ella
 
Pues que tipa tamn inútil y antipática. Que no está ciega ni incapacitada para que vea por donde camina.
Pues tienes razon; pero ella mira a las gentes y se nutre de los aplausos, y comprende que en esa situacion no esta uno mucho para fijarse en las escaleras.- Mejor es mirar al suelo si se camina, y para mirar al Cielo hay que estar parado; pero esta pobre ignora esto,.......Que le vamos a hacer.-
 
Se empeñan en llevarla de acto en acto... por que no la dejan en casa lavando acelga? Dejen a Mojamuto 127 que asista solo a los eventos/actos etc que se lo ve más relajado y cómodo, o a lo sumo con las hijas. Putizzzia a la cocina a lavar la acelga y el brócoli!!!
 
Pareces una persona prudente y sosegada, así que: debatamos.

- ¿No te parece una recriminación?
- ¿No te parece de mal gusto (lugar, exposición pública...)?
- ¿Crees que es menester tocarle el brazo así?
- ¿Crees que el tropezón ha sido taaaan gravoso como para que diga eso? A mí me parece un traspiés sin más. No entiendo esa "llamada de atención"
- ¿Crees que el personal de seguridad va a priorizar un escalón a un hipotético disparo, dron kamikaze, persona desequilibrada con un cuchillo...etc?

Antes de un evento (días antes) el personal de Casa Real (protocolo y seguridad) hacen una visita -o varias- y diseñan los itinerarios, quitan y ponen barreras, sellan alcantarillas o maceteros... NADA se deja al azar. Nunca. Cada acto es un dossier de muchas páginas. No sé si me sé explicar.

Te explicas muy bien, pero el sellado de alcantarillado es para que no les aparezca alguien armado y les pegue unnsusto. No las sellan para que Letiz no se escoñe :rolleyes:
 
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