PERFUMES QUE DEJAN HUELLA....

Hola primas!!
Me uno a este hilo también.
Mi perfume favorito por excelencia desde hace ya muchos años es 212 vip de Carolina Herrera (el dorado).
Otro que casi lo desbanca estos últimos años es la vie est belle que acabo de terminar el bote grande.
Del de carolina me estoy empezando a cansar y el de la vie est belle no sé si volver a reponerlo o probar otros.
Me podéis aconsejar algunos que sean parecidos a estos olores? No entiendo de notas olfativas ni nada de eso pero supongo que las que sí os podéis guiar por los 2 perfumes que os he puesto de ejemplo.
 
Has probado Fantasy de Britney Spears?
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Lo han reformulado, a saber,

este sin reformular,

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este reformulado,

https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Fimagenes-sellers-mercado-ripley%2FImagenes-MIRAKL%2F2018%2F01%2FMPM00000398277-1-F.jpg


Como podéis observar los cristalitos cambian de color, han pasado a verdes ,...

Os recomiendo pillar el primero, todavía se puede encontrar en algunas páginas web, el nuevo reformulado ha perdido fuerza,
 

Serge Lutens: “Los mejores perfumes usan los peores olores”


Andrea Aguilar


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A la izquierda, retrato de Lutens en 2018. En esta página, una de las imágenes que realizó para Shiseido en 1192. ÁLVARO TOMÉ / SERGE LUTENS




Serge Lutens, el gran perfumero cuya concepción de la belleza remite a la poesía teñida de vida, abre las puertas de su fantástica propiedad en Marruecos. Una casa tan enigmática y vasta como su universo creativo.



HAY QUE SORTEAR un tráfico variado en el recorrido que conduce hasta la casa del legendario perfumero Serge Lutens (Lille, 1942). Por las angostas calles de la medina de Marrakech se entrecruzan coches, burros, motos, carromatos, paseantes y vendedores ambulantes. Aunque lo cierto es que esta maison no es estrictamente su casa porque no vive aquí, ni Lutens es simplemente un perfumero, este camino quizá pueda servir de metáfora para ilustrar los encuentros y giros que han sembrado la trayectoria del visionario esteta francés. Por los meandros de su carrera se han cruzado distintas disciplinas como el maquillaje, la fotografía o el cine, en París, Marruecos y Japón. Arrancó en un salón de belleza de Lille cuando era adolescente y fue director creativo del grupo Shiseido tras su paso por Dior y por Vogue, donde colaboró con Irving Penn y Avedon. Lutens habla de estos saltos casi como de accidentes casuales, pero detrás hay una constante y muy personal fijación por la belleza, la poesía y el trabajo.



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Autorretrato de Serge Lutens tomado en 1982. SERGE LUTENS




El exquisito monsieur, menudo e impecablemente vestido de negro con la blazer metida dentro del pantalón y elegante bastón, siempre ha preferido mantenerse a contraluz. “Soy de sombras. No me gusta estar a plena luz”, dice sentado en uno de los patios de su espléndida y desconcertante casa, con un tono cómplice y ambiguo. Representante de una época en la que la belleza se alejaba de prototipos y de la “emulación”, la elegancia de Lutens tiene que ver con una verdad perfumada de vida.

Hay algo huidizo en su conversación, enreda con cuidado las palabras para hablar de contrarios y equilibrios. “El olfato es el sentido de la estimación. Lo que nos gusta y lo que no están en un mismo orden, no hay buen ni mal gusto porque tiene que ver con los recuerdos fijados, y eso es algo que en gran medida desconocemos”, explica. Su infancia transcurrió en una familia de acogida como hijo ilegítimo. “No nací en el lujo ni tenía ninguna afinidad con el mundo del perfume, nadie lo usaba cuando yo era pequeño, pero seguramente eso sirvió para prepararme”.

Lutens seduce y desmitifica. Cuando habla de su proceso creativo no hay cuentos de hadas, sino una verdad crudamente poética que trata de volver luminoso lo oscuro. “Los mejores perfumes usan los peores olores”. Ante el desafío, el perfumero se crece. “En la complejidad de lo fuerte y desagradable está la mezcla”.

La sensación al traspasar el umbral de la imponente propiedad —que lleva remodelando y ampliando desde los años setenta y hoy ocupa casi una hectárea— es la de haber llegado a un oasis. Es un espacio onírico pero palpable, la materialización delicada de un universo estético enigmático como sus perfumes. “Esta casa está vacía. No sé por qué existe, pero es la encarnación de mi vacío y de mi espera, una espera que no pretende ser colmada”, afirma con media sonrisa. En el amplio zaguán, unos artesanos aplican una capa de pintura a las paredes de mosaico y yeso cuyo tono ocre hace pensar en muros de cuero. En el último par de años Lutens ha empezado a abrir su maison a contadas visitas. “Nunca antes hubiera dejado que alguien entrara con los artesanos trabajando. Es como recibir en camiseta, no es mi estilo”, dice.




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El 'grand salon' de la 'maison' Serge Lutens. PATRICE NAGEL



El principio de esta fantasía arquitectónica fue una madrasa que compró en los setenta. Hoy se suceden los arcos, los patios con fuentes, las salas alargadas como vagones de tren, las estancias pequeñas con artesonados. Los muros van creando un juego de espejos y perspectivas, donde las referencias no se ocultan y se transforman en algo nuevo. De la oscuridad se pasa a los brillantes patios, unos desnudos, otros llenos de vegetación. Hay algo de Alhambra teñida de color oscuro, y también sutiles guiños a la nitidez japonesa. Lutens habla con desdén del orientalismo francés, su casa no tiene nada de pastiche. En Marrakech trató a Saint Laurent, y también conoció a Juan Goytisolo (“un inmenso escritor”), próximo a su admirado Jean Genet.

Otra ala de la casa es de inspiración déco; la zona más doméstica (si en lo doméstico tuviera cabida en esta fantasía que incluye una bañera cuadrada y negra excavada en el suelo). La estética modernista concuerda con los frascos de sus perfumes y con su mítica tienda en el Palais-Royal de París. Lutens no piensa en esta casa como un secreto ni un escaparate. “Es una obsesión”, dice enarcando las cejas. Aquí empiezan todos sus olores, porque fue en Marrakech donde imaginó que un día haría un perfume y porque aquí está su laboratorio privado.

En 1968 hacía un año que había empezado a trabajar en Dior (“una empresa muy francesa con los defectos franceses de esnobismo y pretensión que son francamente irritantes”). Un paseo por el puerto de Marsella le condujo hasta un barco que partía al día siguiente para Marruecos. “En principio iban a ser 10 días y al final fueron tres meses”, recuerda. “Ahí empezó mi historia con el perfume; no es que lo descubriera, sino que sentí algo, regresó el gusto”. El intenso olor a cedro de una carpintería en la medina fue la clave. “Es un olor fresco, cálido, suave y animal, está todo lo que me gusta. Pensé que algún día haría un perfume así, un poco como un niño que dice que será conductor de tranvía”. Su flechazo con Marrakech quedó entonces sellado, pero aún tardó más de 10 años en crear su primera fragancia, y en esto fue fundamental Japón, su otro polo de atracción estética y vital.



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El despacho del perfumero. PATRICE NAGEL



La mítica modelo Sayoko Yamaguchi (musa de la colección de Kenzo en 2018) fue quien le puso en contacto con la firma de cosmética Shiseido, donde Lutens volcó su talento creativo durante 20 años. Para ellos empezó a hacer los perfumes, siendo el primero el revolucionario Nombre Noir, hoy fuera de circulación. En el año 2000 Lutens lanzó su propia marca dentro del mismo grupo, reuniendo los perfumes ya creados en varias líneas que sigue ampliando. L’Innominable es uno de los nuevos en el exquisito repertorio de Lutens que encuentra en el contenido de sus frascos-joya una poderosa herramienta narrativa. “Un perfume objetivamente es un líquido que huele bien, y lo que yo hago es algo totalmente subjetivo: cuento mi historia a través suyo, y es una historia que llega a los demás porque si no, no tendría sentido”. La elipsis o la metáfora no están lejos de su caja de herramientas. “El perfume es eso, es ese momento, ese juego que catapulta un sentido, algo que no está maduro para ser puesto en palabras, una fase previa a lo verbal”. A pesar de todo, Lutens recurre a una cita de Gide para la despedida: “Natanael, yo te enseñaré el fervor’. ¿Qué mejor escuela que el fervor y qué mejor maestro que André Gide?".

https://elpais.com/elpais/2019/04/24/eps/1556121960_328578.html?por=mosaico












 
Serge Lutens: “Los mejores perfumes usan los peores olores”


Andrea Aguilar


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A la izquierda, retrato de Lutens en 2018. En esta página, una de las imágenes que realizó para Shiseido en 1192. ÁLVARO TOMÉ / SERGE LUTENS




Serge Lutens, el gran perfumero cuya concepción de la belleza remite a la poesía teñida de vida, abre las puertas de su fantástica propiedad en Marruecos. Una casa tan enigmática y vasta como su universo creativo.



HAY QUE SORTEAR un tráfico variado en el recorrido que conduce hasta la casa del legendario perfumero Serge Lutens (Lille, 1942). Por las angostas calles de la medina de Marrakech se entrecruzan coches, burros, motos, carromatos, paseantes y vendedores ambulantes. Aunque lo cierto es que esta maison no es estrictamente su casa porque no vive aquí, ni Lutens es simplemente un perfumero, este camino quizá pueda servir de metáfora para ilustrar los encuentros y giros que han sembrado la trayectoria del visionario esteta francés. Por los meandros de su carrera se han cruzado distintas disciplinas como el maquillaje, la fotografía o el cine, en París, Marruecos y Japón. Arrancó en un salón de belleza de Lille cuando era adolescente y fue director creativo del grupo Shiseido tras su paso por Dior y por Vogue, donde colaboró con Irving Penn y Avedon. Lutens habla de estos saltos casi como de accidentes casuales, pero detrás hay una constante y muy personal fijación por la belleza, la poesía y el trabajo.



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Autorretrato de Serge Lutens tomado en 1982. SERGE LUTENS




El exquisito monsieur, menudo e impecablemente vestido de negro con la blazer metida dentro del pantalón y elegante bastón, siempre ha preferido mantenerse a contraluz. “Soy de sombras. No me gusta estar a plena luz”, dice sentado en uno de los patios de su espléndida y desconcertante casa, con un tono cómplice y ambiguo. Representante de una época en la que la belleza se alejaba de prototipos y de la “emulación”, la elegancia de Lutens tiene que ver con una verdad perfumada de vida.

Hay algo huidizo en su conversación, enreda con cuidado las palabras para hablar de contrarios y equilibrios. “El olfato es el sentido de la estimación. Lo que nos gusta y lo que no están en un mismo orden, no hay buen ni mal gusto porque tiene que ver con los recuerdos fijados, y eso es algo que en gran medida desconocemos”, explica. Su infancia transcurrió en una familia de acogida como hijo ilegítimo. “No nací en el lujo ni tenía ninguna afinidad con el mundo del perfume, nadie lo usaba cuando yo era pequeño, pero seguramente eso sirvió para prepararme”.

Lutens seduce y desmitifica. Cuando habla de su proceso creativo no hay cuentos de hadas, sino una verdad crudamente poética que trata de volver luminoso lo oscuro. “Los mejores perfumes usan los peores olores”. Ante el desafío, el perfumero se crece. “En la complejidad de lo fuerte y desagradable está la mezcla”.

La sensación al traspasar el umbral de la imponente propiedad —que lleva remodelando y ampliando desde los años setenta y hoy ocupa casi una hectárea— es la de haber llegado a un oasis. Es un espacio onírico pero palpable, la materialización delicada de un universo estético enigmático como sus perfumes. “Esta casa está vacía. No sé por qué existe, pero es la encarnación de mi vacío y de mi espera, una espera que no pretende ser colmada”, afirma con media sonrisa. En el amplio zaguán, unos artesanos aplican una capa de pintura a las paredes de mosaico y yeso cuyo tono ocre hace pensar en muros de cuero. En el último par de años Lutens ha empezado a abrir su maison a contadas visitas. “Nunca antes hubiera dejado que alguien entrara con los artesanos trabajando. Es como recibir en camiseta, no es mi estilo”, dice.




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El 'grand salon' de la 'maison' Serge Lutens. PATRICE NAGEL



El principio de esta fantasía arquitectónica fue una madrasa que compró en los setenta. Hoy se suceden los arcos, los patios con fuentes, las salas alargadas como vagones de tren, las estancias pequeñas con artesonados. Los muros van creando un juego de espejos y perspectivas, donde las referencias no se ocultan y se transforman en algo nuevo. De la oscuridad se pasa a los brillantes patios, unos desnudos, otros llenos de vegetación. Hay algo de Alhambra teñida de color oscuro, y también sutiles guiños a la nitidez japonesa. Lutens habla con desdén del orientalismo francés, su casa no tiene nada de pastiche. En Marrakech trató a Saint Laurent, y también conoció a Juan Goytisolo (“un inmenso escritor”), próximo a su admirado Jean Genet.

Otra ala de la casa es de inspiración déco; la zona más doméstica (si en lo doméstico tuviera cabida en esta fantasía que incluye una bañera cuadrada y negra excavada en el suelo). La estética modernista concuerda con los frascos de sus perfumes y con su mítica tienda en el Palais-Royal de París. Lutens no piensa en esta casa como un secreto ni un escaparate. “Es una obsesión”, dice enarcando las cejas. Aquí empiezan todos sus olores, porque fue en Marrakech donde imaginó que un día haría un perfume y porque aquí está su laboratorio privado.

En 1968 hacía un año que había empezado a trabajar en Dior (“una empresa muy francesa con los defectos franceses de esnobismo y pretensión que son francamente irritantes”). Un paseo por el puerto de Marsella le condujo hasta un barco que partía al día siguiente para Marruecos. “En principio iban a ser 10 días y al final fueron tres meses”, recuerda. “Ahí empezó mi historia con el perfume; no es que lo descubriera, sino que sentí algo, regresó el gusto”. El intenso olor a cedro de una carpintería en la medina fue la clave. “Es un olor fresco, cálido, suave y animal, está todo lo que me gusta. Pensé que algún día haría un perfume así, un poco como un niño que dice que será conductor de tranvía”. Su flechazo con Marrakech quedó entonces sellado, pero aún tardó más de 10 años en crear su primera fragancia, y en esto fue fundamental Japón, su otro polo de atracción estética y vital.



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El despacho del perfumero. PATRICE NAGEL



La mítica modelo Sayoko Yamaguchi (musa de la colección de Kenzo en 2018) fue quien le puso en contacto con la firma de cosmética Shiseido, donde Lutens volcó su talento creativo durante 20 años. Para ellos empezó a hacer los perfumes, siendo el primero el revolucionario Nombre Noir, hoy fuera de circulación. En el año 2000 Lutens lanzó su propia marca dentro del mismo grupo, reuniendo los perfumes ya creados en varias líneas que sigue ampliando. L’Innominable es uno de los nuevos en el exquisito repertorio de Lutens que encuentra en el contenido de sus frascos-joya una poderosa herramienta narrativa. “Un perfume objetivamente es un líquido que huele bien, y lo que yo hago es algo totalmente subjetivo: cuento mi historia a través suyo, y es una historia que llega a los demás porque si no, no tendría sentido”. La elipsis o la metáfora no están lejos de su caja de herramientas. “El perfume es eso, es ese momento, ese juego que catapulta un sentido, algo que no está maduro para ser puesto en palabras, una fase previa a lo verbal”. A pesar de todo, Lutens recurre a una cita de Gide para la despedida: “Natanael, yo te enseñaré el fervor’. ¿Qué mejor escuela que el fervor y qué mejor maestro que André Gide?".

https://elpais.com/elpais/2019/04/24/eps/1556121960_328578.html?por=mosaico












@pilou12 , gracias. El artículo es un poco decepcionante, la verdad, poco dice de enjundia sobre los perfumes de la casa. Podría haber mencionado, por ejemplo, que Serge Lutens formuló el primer perfume amaderado para mujer, Feminité du Bois. Las fotos, eso sí, son impresionantes, qué sitio.

Yo tengo varios perfumes de Serge Lutens y son especiales. Muy intensos. Tanto que hay que acercarse a ellos teniendo ya experiencia con estas cosas. Cuando te acostumbras a este tipo de perfumes y aprendes a apreciarlos casi todos los demás te parecen poca cosa. Y con esto me refiero no solo a Serge Lutens, también a Frédéric Malle, a Kilian Hennesy, etc.

Claro que, por otro lado, grandes narices diseñan perfumes con presupuestos distintos y, por tanto, para rangos de precios muy diferentes. Es lo que tiene este mundillo, lo divertido es probar y aprender por el camino.
 
Mis favoritos a dia de hoy son:
- Alien de Thierry Muggler
- Bloom de Gucci, me encanta, no me canso de él, ese olor a rosas tan especial, buffff, a los hombres les encanta
- Twilly de Hermes: increible, estoy deseando comprármelo
-Saint de Kat Von D: este tiene un punto dulzón y cítrico, nada empalagoso (a mí los dulces me agobian muchísimo) ideal para el día a día
 
Ya pensando en perfumes de cara al verano.

Me cuesta encontrar perfumes veraniegos porque lo frutal o lo muy cítrico no son mi rollo en absoluto. La primera vez que me gustó un perfume de verano fue L'Imperatrice de D&G pero me lo fui a comprar en un tiempo que coincidió con una época malísima laboral y que se juntó con otra historia y es una putada que este perfumón esté asociado a ese momento tan amargo. El perfume, por cierto, hipermega afrutado pero era bueno y me gustó. No lo uso más por no evocar aquellos tiempos.

Luego está Light Blue, de D&G también, pero este lo lleva mucha gente y me lo compré antes de comenzar un verano que fue otra época coñazo.
Así que como un perfume aunque me chifle lo asocie a mala época, se acabó para mi con todo el dolor de mi corazón, porque si los hubiera usado de antes los seguiría usando, pero justo la compra de esos perfumes coincidieron con el comienzo de tiempos amargos.

A ver qué cosas encuentro para estas fechas...a mi un perfume me tiene que enamorar para comprarlo original, si no nada de nada. He comprado copias (no en Mercadona ni farmacias) que me han salido de una calidad extraordinaria y aún me duran y mejores que los originales.

La faena del verano son los afrutados, cítricos, buff, no me van nada de nada. Yo soy de olores fuertes que anuncien mi presencia, soy muy notas para los perfumes, Angel es uno de mis sellos no digo nada. Por eso me gusta el invierno siempre, para todo, y entre otras muchas razones (odio el verano) es el poder sacar mis perfumes hard y usarlos a muerte.

A ver si doy con algo veraniego diferente.
 
@pilou12 , gracias. El artículo es un poco decepcionante, la verdad, poco dice de enjundia sobre los perfumes de la casa. Podría haber mencionado, por ejemplo, que Serge Lutens formuló el primer perfume amaderado para mujer, Feminité du Bois. Las fotos, eso sí, son impresionantes, qué sitio.

Yo tengo varios perfumes de Serge Lutens y son especiales. Muy intensos. Tanto que hay que acercarse a ellos teniendo ya experiencia con estas cosas. Cuando te acostumbras a este tipo de perfumes y aprendes a apreciarlos casi todos los demás te parecen poca cosa. Y con esto me refiero no solo a Serge Lutens, también a Frédéric Malle, a Kilian Hennesy, etc.

Claro que, por otro lado, grandes narices diseñan perfumes con presupuestos distintos y, por tanto, para rangos de precios muy diferentes. Es lo que tiene este mundillo, lo divertido es probar y aprender por el camino.


El articulo no menciona directamente el perfume, pero si habla de esa primera fragancia que creó Lutens.
Saludos @Nuria G



Un paseo por el puerto de Marsella le condujo hasta un barco que partía al día siguiente para Marruecos. “En principio iban a ser 10 días y al final fueron tres meses”, recuerda. “Ahí empezó mi historia con el perfume; no es que lo descubriera, sino que sentí algo, regresó el gusto”. El intenso olor a cedro de una carpintería en la medina fue la clave. “Es un olor fresco, cálido, suave y animal, está todo lo que me gusta. Pensé que algún día haría un perfume así, un poco como un niño que dice que será conductor de tranvía”. Su flechazo con Marrakech quedó entonces sellado, pero aún tardó más de 10 años en crear su primera fragancia, y en esto fue fundamental Japón, su otro polo de atracción estética y vital.




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Por fin me ha llegado Glow de JLo...no defrauda :love::love::love: creo que he encontrado mi perfume para diario y verano,ojalá nunca lo descataloguen
 
Ya pensando en perfumes de cara al verano.

Me cuesta encontrar perfumes veraniegos porque lo frutal o lo muy cítrico no son mi rollo en absoluto. La primera vez que me gustó un perfume de verano fue L'Imperatrice de D&G pero me lo fui a comprar en un tiempo que coincidió con una época malísima laboral y que se juntó con otra historia y es una putada que este perfumón esté asociado a ese momento tan amargo. El perfume, por cierto, hipermega afrutado pero era bueno y me gustó. No lo uso más por no evocar aquellos tiempos.

Luego está Light Blue, de D&G también, pero este lo lleva mucha gente y me lo compré antes de comenzar un verano que fue otra época coñazo.
Así que como un perfume aunque me chifle lo asocie a mala época, se acabó para mi con todo el dolor de mi corazón, porque si los hubiera usado de antes los seguiría usando, pero justo la compra de esos perfumes coincidieron con el comienzo de tiempos amargos.

A ver qué cosas encuentro para estas fechas...a mi un perfume me tiene que enamorar para comprarlo original, si no nada de nada. He comprado copias (no en Mercadona ni farmacias) que me han salido de una calidad extraordinaria y aún me duran y mejores que los originales.

La faena del verano son los afrutados, cítricos, buff, no me van nada de nada. Yo soy de olores fuertes que anuncien mi presencia, soy muy notas para los perfumes, Angel es uno de mis sellos no digo nada. Por eso me gusta el invierno siempre, para todo, y entre otras muchas razones (odio el verano) es el poder sacar mis perfumes hard y usarlos a muerte.

A ver si doy con algo veraniego diferente.

Te recomendaría descubrir Diptyque, Byredo y Atelier Cologne. Y la linea de verano (Blu Mediterraneo) de Acqua Di Parma, que tampoco está mal, especialmente el Fico di Amalfi.

Aether y DS Durga tambien tienen cosas interesantes, pero estos son mas complicados de encontrar.
 
@Beltane, por si te puede servir de ayuda, para primavera verano la nueva línea de Roger& Gallet de Extractos de Colonia me parece una delicia. Ya sé que a muchas no les atrae esta casa por su baja duración y estela, pero al ser aguas de colonia creo que no se les puede pedir más. No obstante la nueva línea de extractos tiene mayor persistencia y hay algunos deliciosos, mi preferido es Cassis Frenesi, pero hay de verbena, rosa, tuberosa, neroli…

Fragancias muy lindas, de precio razonable, sencillas y elegantes, vamos que soy súper fan de la casa. No se sienten sintéticas, que es una cosa que no soporto, podrán gustar más o menos, pero huelen a fino.

Los embases me parece tan bonitos¡¡¡ está nueva línea viene en una versión más refinada y minimalista de los típicos botes de la marca, como si fueran de antiguas boticas o barberías, con cajas estampadas en Toilet de Jouy. Todo en esta línea me parece femenino y encantador.

De las tradicionales la de Fleur de Figuer y Bois de Orange también me encantan y considero que la proyección es bastante aceptable. Yo llevaba el otro día Fleur de Figuer, aplicada hacía unas cuantas horas, y mi sobrino pequeño me dijo que olía muy bien. Como la opinión infantil, libremente manifestada, me parecen palabras mayores, me puse más contenta que unas castañuelas y no dude, ni por un momento, de que el niño sabía de lo que hablaba.;)
 
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