Sí, pobre pakistaní, alma cándida.No. Nadie se merece que le roben y lo dejen en la miseria. Ahora bien, tampoco el pakistaní se merecía quedarse sin un duro y verse en la calle. Ni tampoco los vecinos merecían que estas mujeres los metiesen en su delirio y dejarlos sin ahorros.
Él que pensaba que hacía una obra de caridad.