Yo soy madre, y obviamente mi hija es el ser humano que más quiero en este mundo, pero también soy maestra y sé que los niños pueden tener una imaginación prodigiosa e interpretar la realidad según su lógica infantil y su desarrollo evolutivo, por lo tanto, y salvo excepciones, creo que el relato infantil no tiene la misma veracidad que el adulto, y es más, veo hasta peligroso colocar a un niño en esa posición. Escucharle, empatizar, estar atenta a sus necesidades. Eso no se pone en duda. Pero endiosar a un niño hasta el punto de que su palabra esté a la misma altura que la de un adulto responsable de su educación, pues, así en general, la verdad es que no lo veo.