EMMANUELLA ORLANDI, niña de 15 años, desaparecida en el Vaticano

Yo empecé a verlo y tras los dos primeros capítulos tuve que dejarla, se enrolla mucho la trama.
 
Me ha parecido muy buen documental. No conocía la historia, pero me parece increíble que eso pasara en el Vaticano y se hable poco o nada.

En el documental se deja muy claro que están metidos en eso hasta los papas, y que siga habiendo gente que les siga... Es tremendo todo. Mientras tanto una madre que acabará muriendo sin saber qué pasó con su hija.

A Emanuela la violó el sacerdote ese que se menciona cercano al Papa, porque ella le dijo días antes a su amiga que le había estado acosando, y ella le diría a ese cura que si no paraba avisaría a sus padres. El cura se asustó y decidió acabar con ella, los audios del americano y todo lo demás, era una parafernalia para desviar la atención y hacer pensar que eran los rusos los responsables.
Lo de las mafias no lo acabo de ver, me parece demasiado rocambolesco y además, no entiendo por qué movían a la niña de un lado para otro. Y si hubieran querido chantajear al Vaticano, podrían haber secuestrado a un cura o a alguien más importante. Sí que pienso que el papel de la mafia fue que el Vaticano les pidió ayuda para deshacerse de Emanuela. Por cierto, lo que me parece más fuerte de todo es el hecho de que se haya encontrado papeles REALES en los que constan los gastos referidos a su desaparición, WTF. Eso debería ser suficiente para que el Vaticano diera explicaciones...
 
Yo empecé a verlo y tras los dos primeros capítulos tuve que dejarla, se enrolla mucho la trama.
Me parece imitación al Código Da Vinci. Mucho enredo con el fin de implicar al Vaticano como sea para al final no llegar a ninguna conclusión. Para mi que fue secuestrada por un depredador y punto, al igual que la otra niña. Que viviera en el Vaticano es una casualidad no un motivo
 
No la están violando, es una grabación sacada de una película por**. Lo dicen en el documental.
Dijeron que creían q podía ser de una película por**. ( yo personalmente creo y quiero creer que es así) lo que no entiendo es para que emiten un fragmento en este contexto tan desgarrador.. Creo q con una trascripción seria suficiente si quieren contar ese dato.
 
Me parece imitación al Código Da Vinci. Mucho enredo con el fin de implicar al Vaticano como sea para al final no llegar a ninguna conclusión. Para mi que fue secuestrada por un depredador y punto, al igual que la otra niña. Que viviera en el Vaticano es una casualidad no un motivo
- El tal Enrico de Pedis estaba enterrado en una Basílica restringida a Papas y altos cargos eclesiásticos.

- La mejor amiga cuenta llorando cómo Emanuela le había confesado que una persona muy cercana al Papa le había acosado en los jardines del Vaticano.

- Y lo más importante, han quedado más que probadas las relaciones del Vaticano con la mafia italiana.
 
EL PAÍS

Paul Marcinkus, 'el banquero de Dios'

Paul Marcinkus, 'el banquero de Dios'
Responsable de las finanzas vaticanas, presidió el IOR desde 1972 hasta 1989

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ENRIC GONZÁLEZ

22 Feb 2006 - 00:00 CET

Paul Marcinkus nació en Cicero, un barrio suburbial de Chicago, el 15 de enero de 1922. Ese mismo año, Al Capone estableció en Cicero el cuartel general de su organización mafiosa. Ésa fue una coincidencia muchas veces citada cuando, en 1987, la justicia italiana emitió una orden de detención contra el arzobispo Marcinkus, presidente del Instituto para las Obras de la Religión (IOR) y máximo responsable de las inversiones vaticanas.

Juan Pablo II apeló a la soberanía territorial del Vaticano para evitar la detención de un hombre al que, desde los tiempos de Solidaridad, debía mucho. Un pacto más o menos encubierto entre el Gobierno de Bettino Craxi y las autoridades pontificias permitió que monseñor Marcinkus se eclipsara y viviera en Phoenix, intensamente dedicado al golf, los últimos años de su vida.

Marcinkus era un joven sacerdote cuando llegó a Roma, a mediados de los cincuenta. Un golpe de suerte le permitió conocer a Giovanni Battista Montini, futuro arzobispo de Milán y futuro papa Pablo VI: gracias a Montini, "mano derecha" de Pío XII, empezó a trabajar en el IOR. Su estatura (casi dos metros), su cigarro habano, sus inseparables palos de golf y sus ojos azulísimos le hacían inconfundible. Después de la elección del cardenal Montini como Papa se convirtió en algo parecido a un "guardaespaldas pontificio": el sacerdote de Chicago no se separaba nunca de Pablo VI.

Gran parte de la curia vaticana cayó fascinada ante la habilidad de Marcinkus para mover y multiplicar el dinero. A nadie pareció extrañarle que viajara continuamente a Nueva York y a paraísos fiscales como las islas Bahamas: hacía, en apariencia, lo mismo que cualquier otro banquero.

En 1974, sin embargo, se descubrió su relación con la quiebra fraudulenta del banquero Michele Sindona, y unos cuantos "pesos pesados" curiales, como el cardenal Agostino Casaroli, se convencieron de que Marcinkus era peligroso. Pero el escándalo se encubrió y el monseñor de Chicago siguió procurando beneficios a las arcas vaticanas.

Con la muerte de Pablo VI y la elección de Juan Pablo I, en 1979, la suerte de Marcinkus pareció agotarse. En realidad, ocurrió lo contrario: Juan Pablo I murió repentinamente (en todas las teorías sobre su presunto asesinato aparece Marcinkus) y le sucedió, como Juan Pablo II, un viejo amigo del banquero con sotana. En los años setenta, Marcinkus había canalizado dinero negro del IOR hacia las arcas del sindicato polaco Solidaridad, algo que Karol Wojtyla no olvidó jamás. Bajo Juan Pablo II, Paul Marcinkus fue algo más que presidente del IOR: se convirtió en una figura todopoderosa en el Vaticano.

El 18 de junio de 1982 se descubrió un cadáver ahorcado en el puente londinense de Blackfriars. Era el de Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano. Su aparente su***dio permitió desvelar una inmensa trama de corrupción que incluía, además del Banco Ambrosiano, la logia masónica Propaganda 2 (más conocida como P-2), dirigida por Licio Gelli y el IOR de Marcinkus.

Calvi había estado cubriendo durante años las pérdidas del IOR, causadas en parte por mala gestión, en parte por donaciones "políticas" secretas como las que beneficiaron a Solidaridad, y había generado en su propio banco un agujero de 1.400 millones de dólares.

La justicia italiana actuó con extrema lentitud, pero en 1987 la Fiscalía de Roma ordenó la detención sin fianza de Marcinkus. Juan Pablo II prefirió crear un conflicto diplomático con Italia antes que dejar caer a su protegido, y se negó a entregarle.

Marcinkus permaneció encerrado durante meses tras las murallas vaticanas, hasta que la orden de detención fue revocada gracias a la presión del pontífice. Después se retiró a Sun City, en los suburbios de Phoenix (Colorado, Estados Unidos), donde siguió jugando al golf hasta su muerte, ocurrida ayer de madrugada por una crisis cardiaca.
 

La 'mafia' vaticana admite que compró inmuebles con dinero para los pobres: “La Iglesia siempre invierte en ladrillo”​


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El escándalo de las operaciones del fondo de inversiones británico que adquiría palacios en el centro de Londres con dinero de la Iglesia salpica incluso al primer ministro italiano, Giuseppe Conte.

“Teníamos la cuenta 'Dinero para los pobres' y otra”para el sustento de su ministerio pastoral“, con la que se hicieron las operaciones, reconoció un cardenal implicado.

Jesús Bastante

3 de noviembre de 2019 - 21:57 h

El escándalo de la compra de inmuebles de lujo con el dinero de los pobres (se habla de más de 200 millones de euros) en Londres es sólo la punta del iceberg de las luchas de poder intestinas en el Vaticano, que salpica a cardenales, monseñores de la Curia e incluso a políticos como el actual primer ministro de Italia, Giuseppe Conte.

Algunos ya lo llaman el 'Vatileaks III'. Lo cierto es que la investigación sobre la compra fraudulenta del palacio de Sloane Square por parte de un fondo de inversiones perteneciente a la Secretaría de Estado sólo ha comenzado a levantar las alfombras. Los documentos incautados durante el registro de las oficinas del Vaticano y la Autoridad Internacional Financiera (Aif), muestran cómo, durante años, Roma invirtió parte del dinero del llamado 'Óbolo de San Pedro' (las limosnas que llegan a la Curia para las obras de caridad del Papa) en negocios de dudosa legalidad y muy cuestionable moralidad.

El propio secretario de Estado, Pietro Parolin, reconocía esta semana que la gestión de los fondos de los pobres había sido “opaca”, y que la investigación llegaría hasta el final. Una investigación que, según algunas fuentes, habría iniciado el 'sustituto' de la Secretaría de Estado (una especie de 'número tres' del Vaticano), el venezolano Edgar Peña Parra, y que tendría como principal encausado a su antecesor, y actual prefecto de las Causas de los Santos, Angelo Becciu.

En mitad de la investigación, algunas filtraciones a medios (The Financial Times y L'Expresso, fundamentalmente), acabaron cobrándose la cabeza del jefe de Seguridad de la Santa Sede, Domenico Giani. Ahora parece que Roma empieza a tomarse en serio la gravedad de la cuestión.

Apartamentos de lujo comprados con el 'cepillo'


Así, el cardenal Parolin admitió que se habrían gastado unos 200 millones de dólares, en 2014, en una participación minoritaria para comprar un edificio en el distrito londinense de Chelsea, que acabó convirtiéndose en apartamentos de lujo. En 2018 Roma se hizo con el total de la propiedad del inmueble (algunas fuentes hablan de 600 millones de dólares), asumiendo parte de la deuda para refinanciar las obras.

“La compra del edificio fue un episodio único”, señaló el secretario de Estado, quien insistió en que, en todo momento, él pensó que “el fondo estaba bien administrado”. ¿Y quién administraba ese fondo? El cardenal Becciu, cuyo secretario es uno de los cinco empleados vaticanos suspendidos tras el registro de la Gendarmería, y quien gestionaba todo lo relativo a las compras y ventas de los edificios vaticanos en el extranjero. De hecho, la operación de Londres habría sido realizada a través del fondo luxemburgués Athena Capital Global Opportunities, administrado por Raffaele Mincione, el secretario de Becciu.

“Me pintan como alguien que jugó y manipuló el dinero de los pobres”, se defendió el cardenal italiano en una conversación con ANSA. El que fuera 'número tres' del Vaticano – y que aún vive en los apartamentos en la Curia que debían ser para su secesor–, quiso explicar el funcionamiento de los fondos invertidos irregularmente, con el argumento de que el dinero del Óbolo es para los pobres... pero no tanto.

“En la Secretaría de Estado teníamos un fondo titulado 'Dinero para los pobres', y estaba destinado a los pobres”, adujo. Pero ha reconocido que en realidad había dos cuentas. Una, destinada a las obras de caridad del Papa, y la otra, “para el sustento de su ministerio pastoral”, sin una finalidad clara. O muy clara: la compra y gestión de inmuebles de lujo.

“En cualquier caso –agregó– las acusaciones contra mí son confusas, y las rechazo con firmeza y desprecio. Tengo la conciencia tranquila y sé que siempre he actuado en interés de la Santa Sede y nunca de la mía. Cualquiera que me conozca de cerca puede dar fe de ello”, ha asegurado.

La tradición del “ladrillo” que inició Pío XII
Respecto a las acusaciones de opacidad en las inversiones admitidas por Parolin, Becciu se revela.“¿Por qué deberían ser opacas?”, se quejó, sosteniendo que “la Santa Sede siempre ha invertido en ladrillo, siempre lo ha hecho: en Roma, en París, en Suiza... y también en Londres”.

De hecho, añade el actual prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el Papa Pío XII fue el primero en comprar bienes inmuebles en la capital británica, durante la II Guerra Mundial. La apertura de los archivos referentes a su pontificado, que se llevará a cabo el 2 de marzo próximos, podrá arrojar luz a su papel durante el nazismo, pero también a sus posibles inversiones en inmuebles.

Respecto al palacio de Sloane Square, Becciu desveló que la propuesta “se nos presentó, y no había nada de opaco. La inversión fue regular y registrada según la ley”. “Las inversiones de la Secretaría de Estado fueron regulares: en todo caso, las dificultades surgieron con el accionista mayoritario, con quien entiendo que había preguntas sobre la gestión de la liquidez”, zanjó Becciu, echando balones fuera sobre la responsabilidad de la curia vaticana en la operación.

El nombre del primer ministro

En todo caso, se trata de un capítulo más en un escándalo que ya suma nombres como el del primer ministro Conte, que fue contratado como abogado en mayo de 2018 por una filial de Athena Global, el fondo propiedad del Vaticano, que en aquel momento quería hacerse con la totalidad del inmueble londinense.

La oficina de Conte no ha tardado en salir a desmentir que el primer ministro esté involucrado en el escándalo de estas supuestas transacciones ilegales que remiten al caso del Banco Ambrosiano y sus relaciones con la mafia.

“No hay conflicto de intereses”, precisó la oficina del primer ministro cuando los medios de comunicación se pusieron a atar cabos y encontraron que el Gobierno italiano usó sus poderes especiales para aprobar un decreto que favorecía a Fiber 4.0. Conte “se abstuvo formalmente de ejercer esos poderes” y se encontraba ese día en una cumbre internacional por lo que no participó en la deliberación, han justificado portavoces del Ejecutivo.

Lo cierto es que el momento de las transacciones vaticanas Conte era un total desconocido. Sólo posteriormente fue nombrado por el Movimiento 5 Estrellas para formar su primer gobierno. Ahora, tras el fracaso de la alianza con el partido de Salvini, fue ratificado en el cargo por el presidente Mattarella. Sea como fuere, el del primer ministro italiano parece sólo un eslabón más en la cadena de secretos que pululan alrededor de una historia con cada vez más tintes cinematográficos.
 
- El tal Enrico de Pedis estaba enterrado en una Basílica restringida a Papas y altos cargos eclesiásticos.

- La mejor amiga cuenta llorando cómo Emanuela le había confesado que una persona muy cercana al Papa le había acosado en los jardines del Vaticano.

- Y lo más importante, han quedado más que probadas las relaciones del Vaticano con la mafia italiana.
Lo de Enrico lo dijo alguien que llamó anonimamente. Llamo mucha gente queriendo enredar.
Las relaciones entre la ma y el Vaticano, se basaban en que ambos compartieron el mismo banco. Eso no tiene nada que ver con que secuestraran a una niña.
Lo que cuenta la amiga, seria o no. Pero tampoco prueba nada
 
Lo de Enrico lo dijo alguien que llamó anonimamente. Llamo mucha gente queriendo enredar.
Las relaciones entre la ma y el Vaticano, se basaban en que ambos compartieron el mismo banco. Eso no tiene nada que ver con que secuestraran a una niña.
Lo que cuenta la amiga, seria o no. Pero tampoco prueba nada
Lo dijo la novia del capo, de hecho relató muchas más cosas.

Las relaciones entre la mafia y el Vaticano estaban en que habían utilizado el dinero negro de la mafia para financiar el movimiento Solidaridad.

Una de las teorías, que yo no creo, es que la secuestraron para hacer presión a la Santa Sede, y que devolviesen ese dinero.

Por otro lado, el periodista que destapó en 2016 el famoso Vatileaks reveló un documento donde quedaba claro la relación entre el Vaticano y la desaparición de Emanuela Orlandi:

Abuso y la Santa Sede


En el 2012, el padre Gabriele Amorth denunció que Emanuela Orlandi fue secuestrada por la policía del Vaticano, con el fin de usarla en fiestas sexuales donde hombres de altos mandos y diplomáticos eran parte. Amorth era conocido en la Santa Sede por haber sido nombrado por Juan Pablo II como exorcista.

En el 2016, la aparición de los ‘Vatileaks’ en internet expusieron la relación, negada por parte del Vaticano años atrás, con el caso de Emanuela. La serie indicó que estos documentos contenían registros sobre un alojamiento de Orlandi en un albergue para niñas en Londres. La Santa Sede negó esta información y declaró cerrada la investigación en abril de 2020.

A 39 años de la desaparición de la joven, las cosas no se aclaran. Sus hermanos siguen buscándola, mientras se preguntan qué pasó la noche que no volvió a casa. Con el paso del tiempo, las preguntas siguen, pero hay una que no ha cambiado:
¿dónde está Emanuela Orlandi?
 
El País

Un capo rodeado de cardenales​


La fiscalía de Roma autoriza la apertura de la cripta donde está enterrado un jefe mafioso para investigar el secuestro de una joven, hija de un empleado del Vaticano, en 1983

PABLO ORDAZ

06 MAY 2012 - 03:05 CEST

Enrico De Pedis murió como vivió, a tiros, en un callejón del Campo de' Fiori, el 2 de febrero de 1990, a los 35 años, después de haber sido uno de los últimos capos de la banda de la Magliana, un atajo de malhechores que desde mediados de los setenta controlaba los bajos fondos de la ciudad de Roma. Nadie se acordaría de Renatino —su nombre de guerra— si no fuera porque, en el año 2005, durante la emisión de un programa de la televisión italiana dedicado a buscar a personas desaparecidas, se recibió una misteriosa llamada:

Si queréis saber más sobre Emanuela, mirad en la tumba de De Pedis…

Aquella noche, el programa Chi l'ha visto, una especie de Quién sabe dónde a la italiana, repasaba por enésima vez los detalles de la desaparición de Emanuela Orlandi, de 15 años, hija de un empleado del Vaticano. La última vez que la vieron fue a las siete de la tarde del miércoles 22 de junio de 1983, tras salir de clase de música, junto a la romana basílica de San Apolinar, a solo unos metros de la plaza Navona. Su familia empapeló la ciudad con su retrato en blanco y negro: “Pelo negro, largo y lacio. Pantalón vaquero y camisa blanca. Zapatillas de gimnasia. 1,60 de estatura…”. Unas horas después, en la ciudad del Vaticano se empezaron a recibir llamadas de los supuestos secuestradores. Un varón que hablaba italiano con acento anglosajón pedía la liberación del turco Alí Agca, quien dos años había atentado contra el papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro. Las extrañas y muy escurridizas llamadas telefónicas —hubo hasta 16 y ninguna pudo ser grabada por la policía— desaparecieron un día y jamás se supo si detrás de su secuestro estaba realmente el terrorismo internacional o las siempre turbias cuentas del Vaticano. Justo un año antes había estallado el escándalo del Banco Ambrosiano, una de cuyas habilidades consistía en lavar el dinero de la Mafia o de la logia masónica P-2. ¿Qué viejas y sucias cuentas se estaban tratando de ajustar a través del sufrimiento de la muchacha Orlandi? En 2005, nada más y nada menos que 22 años después, el programa de televisión seguía buceando en la oscuridad más absoluta cuando una llamada entró en antena:

Pero, ¿dónde estaba enterrado De Pedis? Tras algunas investigaciones, saltó el escándalo. Si bien el criminal había muerto como había vivido, a sangre y fuego, su último reposo lo había encontrado en la exquisita paz de la basílica de San Apolinar. La conmoción fue general: el capo De Pedis compartía cripta con cardenales de la Iglesia. Su sepultura fue autorizada por el entonces rector de la basílica, monseñor Piero Vergari, con un texto que no tiene desperdicio: “Se certifica que el señor Enrico De Pedis, nacido en Roma-Trastevere el 15/05/1954 y fallecido en Roma el 2/2/1990, ha sido un gran benefactor de los pobres que frecuentaban la basílica y ha ayudado concretamente a muchas iniciativas de bien patrocinadas en estos últimos tiempos, tanto de carácter religioso como social. Ha dado contribuciones particulares para ayudar a los jóvenes, interesándose sobre todo por su formación cristiana y humana…”.

No parece que los jóvenes de la banda de la Magliana —retratados por Giancarlo de Cataldo en su obra Una novela criminal (publicada en España por Roca)— lograran a través de su formación “cristiana y humana” hacerse con el control de la delincuencia de Roma y colaborar, a ratos, con la Mafia y con las cloacas del Estado, pero a pesar de eso —o tal vez por ello— el entonces presidente de la Conferencia Episcopal italiana, cardenal Ugo Poletti, dio el plácet. Ahora se ha sabido —según declaraciones de una fuente del Vaticano a la agencia de noticias Ansa— que la viuda del capo pagó mil millones de liras (unos 450.000 euros) al cardenal Poletti por una tumba para su santo. El caso es que De Pedis sigue enterrado a San Apolinar, a solo unos metros del lugar donde la joven Orlandi fue vista por última vez…

Desde hace años, la familia de la muchacha pide ayuda al Papa para que la Iglesia cuente todo lo que sabe. Ha reunido más de 80.000 firmas y, por fin, ha logrado que la fiscalía de Roma autorice la apertura de la tumba del capo, para comprobar si junto a sus restos están también escondidos los de la muchacha. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, insiste una y otra vez en que no dispone de datos ocultos e intenta defender la actuación de Juan Pablo II que “hasta en ocho ocasiones hizo llamamientos públicos a favor de la liberación de Emanuela”. Sin embargo, las huellas, aunque cada vez más débiles, siguen aproximándose al otro lado del Tíber. En junio de 2008, una antigua novia de Enrico De Pedis recuperó extrañamente la memoria y contó algunos de los pasajes de su vida con el capo. Muchas de las cosas que dijo no tenían ni pies ni cabeza, y así se demostró, pero otras resultaron muy llamativas. Contó, por ejemplo, que ella acompañó a De Pedis a deshacerse del cadáver de la muchacha a las afueras de Roma. No solo aportó la marca y el color del vehículo presuntamente utilizado en el secuestro —un BMW 745i gris oscuro—, sino que aseguró que se encontraba en un garaje subterráneo cercano a Villa Borghese. Los policías —seguramente sin mucha convicción— se acercaron y… allí estaba, 18 años después de la muerte del capo. Al indagar sobre el vehículo se descubrió que el primer dueño fue un empresario relacionado con el Banco Ambrosiano…

—Si queréis saber más sobre Emanuela, mirad en la tumba de De Pedis…

La voz anónima que aquella noche de 2005, en un programa de televisión, volvió a resucitar el caso Orlandi tenía acento italiano. Pero la que, en 1983, llamó 16 veces al Vaticano atribuyéndose la autoría del secuestro lucía un deje anglosajón. Nunca pudo ser analizada porque su dueño logró siempre burlar las grabadoras policiales. Aquella voz se conoció como “la del americano” y se especuló con que fuera la del poderoso cardenal Paul Marcinkus, el banquero de Dios, fallecido en 2006 en Arizona, tan lejos de Roma. Una ciudad misteriosa donde un capo cabalga hacia el infierno escoltado por cardenales.
 
Y tanto que la novia tenía credibilidad:

Sin embargo, las huellas, aunque cada vez más débiles, siguen aproximándose al otro lado del Tíber. En junio de 2008, una antigua novia de Enrico De Pedis recuperó extrañamente la memoria y contó algunos de los pasajes de su vida con el capo. Muchas de las cosas que dijo no tenían ni pies ni cabeza, y así se demostró, pero otras resultaron muy llamativas. Contó, por ejemplo, que ella acompañó a De Pedis a deshacerse del cadáver de la muchacha a las afueras de Roma. No solo aportó la marca y el color del vehículo presuntamente utilizado en el secuestro —un BMW 745i gris oscuro—, sino que aseguró que se encontraba en un garaje subterráneo cercano a Villa Borghese. Los policías —seguramente sin mucha convicción— se acercaron y… allí estaba, 18 años después de la muerte del capo. Al indagar sobre el vehículo se descubrió que el primer dueño fue un empresario relacionado con el Banco Ambrosiano…
 

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