Es que yo iba a cole de monjas de las caras. Mi padre es muy simple y dijo:Yo también he ido a un colegio de monjas; se ve que las mías eran un poco más baratas porque para llegar a esos niveles de paciencia tengo que hacerme unos chinos.
A ver, a donde mandamos a la rapaza para que nos la desbrocen y le quiten el olor a vaca? Venga, al colegio más caro que haya, será por cuartos carallo! Al más caro! No se hable más.
Y con ademán de hijo de nueva rica, simplón y hortera, golpeó con los nudillos la mesa haciendo tintinear la taza de café, herencia de mi tía abuela materna. Hecho esto, eructó ostensiblemente y rubricó su sentencia con un sonoro y potente pedo.