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Gracias por ser una profesional tan dedicada y tan humana. Que suerte tienen, tuvieron y tendrán todos tus pacientes.Pues es uno de los momentos más gratificantes y dolorosos de tu vida. Es una sensación muy extraña, por un lado vas a perder a alguien, a quien ya quieres, aunque solo sea tu paciente... A un ser humano, como poco!!!! . Vas a ayudarlo a morir, eso está claro, pero no da ningún remordimiento, porque haces algo que querrías que te hicieran a ti misma, llegado el caso.
Una de mis primeras veces, con un crío de 18 años y un cáncer horrible en la garganta, ya no podía hablar y con gestos me pedía que le clavase un cuchillo, para acabar su dolor. Le dije, no es justo que me pidas eso, estoy a tu lado, acabo de ponerte morfina y algún relajante muscular, lo que se usaba entonces... Pero él insistía. Fui a la enfermería, hablé con su madre, nos abrazamos, lloramos, y me rogó que acabará con su sufrimiento y cargué el máximo prescrito de otra dosis de morfina. Le di un beso, agarre su mano, su madre la otra y... Fue de los momentos más duros, pero más gratificantes que he vivido. Hubo tanta paz en su lindo rostro de niño atormentado...!!!! . Nunca le olvidaré. Ni jamás sentiré remordimientos por haber ayudado a tanta gente a acabar dignamente su vida.... No es solo mi trabajo... Es mucho más!!.
Es otro tema, aunque lo raspa finamente, la eutanasia....
En aquella época y en el país en el que estábamos, no estaba permitida la eutanasia, pero si un médico prescribía morfina y valium en SOS, sabías que podías poner la cantidad que fuera necesaria, tantas veces como necesitará el paciente, para tenerlos sin dolor, o mínimo sufrimiento y dormido lo más posible.... Y eso, como el el caso de Rui, aceleraba su fin... No vamos a engañarnos.