Rita Barberá alias "caloret" esa mujer..

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Tremenda y esperpéntica. Más reaccionaria imposible. Me recuerda a Encarna Sánchez.


no compares, Encarna Sánchez, aunque tuviese sus defectos, era una gran locutora, la Rita esta en cambio es una vulgar ladrona aparte de una soberbia
 
Bárbara Rita
El ‘caloret’ de 2015 ha devenido en el ‘socarrat’ de 2016
LUZ SÁNCHEZ-MELLADO

4 FEB 2016 - 00:00 CET
Ya huele a Fallas. Hay quien no lo entiende, pero quien lo ha mamado lo siente. El ruido, la pólvora, el fuego, las flores. Tirar la casa por la ventana aunque no haya para aceite. Vestir de fiesta desde a los bebés hasta a los abuelos y echarse a la calle para que vean los vecinos lo lustrosos que se te crían los nenes y lo guapos que están los yayos y lo bien que te luce el pelo. Llevar el ramo más vistoso y la banda más tiesa y los moños mejor puestos. Tirar el petardo más gordo y aguantar la mascletá sin inmutarse y que no falte de nada en esta mesa, jefe, que yo respondo. Hay quien no lo entiende, pero quien lo ha mamado lo sabe. En Valencia, o eres fallero, o te lo haces si quieres que te quieran las masas. Esa señora mayor que ahora se asoma de tapadillo a la ventana de su casa para no ser vista vivía hasta ayer mismo en el balcón del Ayuntamiento. Era la jefa del casal, el ama del cotarro, el alma de la fiesta. La baronesa capaz de tumbar al más bragado de los varones a rondas de lo que fuera. La matriarca que les llenaba estadios, plazas de toros y riberas del Turia a los de Madrid cuando hiciera falta. Sí. Esa yaya con ropa de trapillo, sin rojo de labios y el cardado de caspa caída era la fallera mayor honoraria vitalicia. Casi da pena verla ahora. Cabreada, atónita, despeluchada y dolida en lo más hondo por lo injusta que es la vida, lo mal que la trata el pueblo y lo ingratos que son en el partido por el que se hizo la más festera sin serlo. Y todo para que no faltara de nada en esa taula,perdón, mesa. Ya huele a Fallas, tetes, aunque algunos no lo sientan. Los monumentos esperan la plantà en los talleres. Hasta ayer, Rita era el eterno ninot indultat. Por los jueces, por el partido, por el pueblo. Pero me da que de esta cremà no pasa. Aún es senadora. Aforada. Madre de la patria. Pero el caloret de 2015 ha devenido en el socarrat de 2016. Y quien ha mamado horchata sabe que, si se pasa el arroz, a esa paella no hay quien la salve.
 
OPINIÓN
El show de Rita Barberá
La exalcaldesa del PP nos obliga a creer que era ajena a la ubicua y estructural corrupción valenciana de su partido
Pensábamos que el mito de la mujer florero se había canonizado con el Jaguar de Ana Mato y con las clases de samba de la infanta Cristina, pero les ha superado a ambas la candidez de Rita Barberá . Que no gobernaba en un despacho. Lo hacía, según parece, en una cámara hiperbárica cuyas propiedades catárticas le permitían conservarse inmaculada entre tantos maleantes.

Rita Barberá permanece aislada, encapsulada, sacralizada, mientras están en prisión o imputados todos sus allegados políticos y en todos los ámbitos. Habla el PP de casos individuales. Y tiene razón el PP, porque los han ido imputando de uno en uno, ordenadamente, verbigracia, todos los concejales del Ayuntamiento de Valencia. O nueve de diez, para ser exactos.

Y en rigor no procede hablar de imputación. Debe decirse que están investigados. La superstición del PP no es jurídica, sino semántica. Se ha cambiado la terminología procesual en sentido eufemístico para aludir los mismos hechos presuntamente delictivos. O no tan presuntamente, porque Fabra, ex presidente de la diputación de Castellón, ha sido condenado, del mismo modo que Rus, ex presidente de la diputación de Valencia, ocultaba en el coche más dinero que Jesús Gil debajo del colchón.

Rita Barberá es Truman en su pureza. Lo demuestran incluso los pormenores del caso Urdangarin. El juez Castro quiso imputarla porque atribuía a la Administración levantina haber "regalado" 3,5 millones de euros del erario público a las sociedades superyerno, pero no es ella quien expía la responsabilidad. Lo hace su número dos, Alfonso Grau, exagerando hasta la parodia la inocuidad o la ceguera de "La jefa" y abochornando la solidaridad de la jerarquía en la calle Génova de Madrid.

Ya lo dijo María Dolores de Cospedal, antes de que Rajoy decidiera convertirla en florero a ella también, que Rita es el icono, el símbolo del PP. "Nos gusta lo que haces, cómo lo haces y todo lo que haces", proclamó la secretaria general del partido, amañando un exorcismo voluntarioso frente al hedor de la corrupción ubicua.

Y adquiere entonces el Senado toda esa plenitud funcional que tantas veces le reprochamos. El Senado sirve, por ejemplo, para crionizar a Rita Barberá. Sirve para embalsamarla en vida. Para aforarla como una especie protegida. Porque el PP de Rajoy no se puede permitir que arda también la falla indultada, después de haber ardido todos los ninots, en un caso aislado de pira multitudinaria.

¿Cómo era posible que la corrupción le rodeara sin que ella se percatara? La responsabilidad in vigilando de una institución pública convierte en insostenible que Barberá no haya renunciado a todas sus responsabilidades, aunque los informes policiales y las pesquisas judiciales sobrentienden que la ex alcaldesa no era precisamente un florero. Y sí era probablemente una planta carnívora, esa X mayúscula -las aspas de San Andrés en su martirio- que concentra el misterio de cualquier trama española y berlanguiana digna de reconocerse como genuina.
 
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Rita Barberá, tras su proclamación como Musa del Humor en 1973.
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Fue periodista y musa del humor antes de entrar en política

Fracasó como candidata a la Generalitat de Alianza Popular y acabó como la alcaldesa más poderosa y rica de España

Rita tras el telón

05/02/2016 08:04
De Rita Barberá sabemos que tiene 67 años, que durante los últimos 24 fue alcaldesa de Valencia, que sus victorias al frente del Partido Popular local fueron tan aplastantes que se dijo de ella que era "la alcaldesa de España". Sabemos que presumía de la honradez de su gestión, que cuando el PP de Camps ya olía a podrido ella seguía vanagloriándose de un gobierno inmaculado. Sabemos, ahora que es senadora (porque fue desalojada del Ayuntamiento el pasado mes de mayo), que su alcaldía también huele raro. En la recta final de su carrera política Rita Barberá observa escondida tras la cortina de su casa cómo una gigantesca sospecha se cierne sobre ella. El llamado caso Imelsa, luego caso Rus y al final Operación Taula ha destapado una presunta trama de comisiones ilegales repartida por todo el PP valenciano que incluye serias sospechas de financiación ilegal en el PP de Barberá. Sus concejales, sus asesores y su personal más próximo han sido imputados. Todos menos ella, agazapada aún en su aforamiento.

Extremadamente celosa de su vida privada, Barberá observa ahora cómo hasta su hermana aparece en los titulares, cómo su secretaria escapa hecha un guiñapo en el asiento de atrás de un coche, cómo le abuchean en los mercados donde antes repartía besos y chapas. Y cómo la gente se pregunta cuál de todas era la verdadera Rita.

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1. Rita, periodista
Rita Barberá es hija de Carmen Nolla y de José Barberá, un histórico periodista valenciano. Su padre inició su carrera antes de la Guerra Civil como redactor de El Tradicionalista y corresponsal en Roma de El Siglo Futuro. Luego trabajó en los primeros días del diario Levante y en 1940 fue nombrado. director de El Correo Gallego. En 1953 regresó a Valencia para hacerse cargo del periódico Jornada, fundado por el Movimiento Nacional en 1941, y fue elegido por los periodistas valencianos presidente de la Asociación de la Prensa, cargo en el que se mantuvo durante 30 años.

De José Barberá heredó Rita el amor por el periodismo. Ella estudió Ciencias Políticas, Económicas y Empresariales en la Universidad de Valencia y Ciencias de la Información en la Complutense de Madrid. Antes de entrar en política trabajó como periodista en 'Radio Valencia' y como redactora de tribunales y de urbanismo en el Levante.

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2. Musa del Humor
En el año 1973, con 25 años, Rita fue declarada 'Musa del Humor' en un concurso literario instaurado por el Ayuntamiento de Valencia, la llamada Olimpiada del Humor. Un año antes lo había ganado Natalia Figueroa, luego esposa del cantante Raphael. Los posados como tal de Barberá han corrido como la pólvora por las redes sociales cada vez que ha estado de actualidad.

Aquel año, el entonces Jefe de la Policía Municipal de Valencia, encargó al director de la Banda de Música de la Policía que compusiera un pasodoble para la influyente hija de José Barberá. 36 años después una falla le regaló otro.

En el registro de la SGAE hay cinco composiciones con el nombre de la ex alcaldesa de Valencia. Las dos últimas son remixes de su archiconocido 'caloret'.

3. Candidata a la Generalitat
Tres años después de reinar en el humor, Rita Barberá se afilió a Alianza Popular, germen del PP, y cofundó el partido en Valencia pese a las reticencias de Manuel Fraga, luego su fiel mentor. Dicen que Fraga llegó a hacerle llorar antes de confiar en ella.

En 1987 llegó a ser candidata a la Generalitat Valenciana bajo las siglas de AP. Obtuvo 476.000 votos, casi la mitad que el socialista Joan Lerma. Cuatro años después y poco antes de las elecciones municipales comparecía ante los medios de comunicación para proclamar: "Soy la próxima alcaldesa de Valencia". Aznar no había convencido al profesor Manuel Broseta y Rita se convertía en candidata al Ayuntamiento. Perdió las elecciones pero su coalición con la Unión Valenciana de Vicente González Lizondo le permitió destronar a la socialista Clementina Ródenas. El pactó se cerró en el despacho de la directora de Las Provincias, María Consuelo Reyna.

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24 años después, tras perder el Ayuntamiento por la alianza de Compromís, PSPV y València en Comú, criticó duramente lo que llamó "pactos de perdedores" y reivindicó el derecho a gobernar de la lista más votada.

4. La primera boda civil
En 1995 se convirtió en la primera alcaldesa en oficiar un matrimonio civil. Y sólo por media hora le ganó el entonces alcalde de Bilbao, Josu Ortuondo, entre los hombres. José Luis Pedreño Arias y María Amparo Oltra Santa Olalla formaron el primer matrimonio municipal de Valencia.

Años después se manifestó en contra del matrimonio entre personas del mismo s*x* porque "hay muchas otras formas de preservar derechos entre las parejas de igual s*x*" y más en contra aún del aborto. "Tengo un gran interés por la vida. Creo que si una célula, al ser fecundada, es capaz de desdoblarse en dos, cuatro, ocho... es porque tiene vida", explicó en una entrevista con Vanity Fair.

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5. La alcaldesa más rica
Tras su primer mandato, Rita Barberá ganó todas las elecciones por mayoría absoluta. Su mejor resultado fue en 2007, en plena Copa América de vela, cuando logró el 56,67% de los votos y 21 concejales, triturando a la ex ministra Carmen Alborch, candidata socialista. Durante su hegemonía se alejó de los medios de comunicación (apenas concedía entrevistas fuera de la campaña electoral), se protegió de la oposición (no participaba en los debates municipales) y manejó desde la sombra los hilos de todo el Partido Popular valenciano. Antes de que el asunto de los trajes sepultara a Camps, Fraga volvió a proponerla para liderar el partido a nivel autonómico: "Es extraordinaria y está por encima de toda sospecha".

En 2014, en el final de su sexta y última legislatura, la intocable Rita Barberá era ya el cargo político que más cobraba en toda España. Según figuraba en el Boletín Oficial de las Cortes Valencianas, la alcaldesa de Valencia cobró ese año 102.467 euros netos, de los cuales 96.712 se corresponden a sus cargos públicos. Según Compromís, esos 96.712 euros se convertían en alrededor de 156.000 euros brutos de ingresos en 2013 provenientes de su actividad política y confirmaban a Barberá como el cargo político que más cobraba en toda España, por delante del entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, que cobraba 144.000 euros brutos por su cargo.

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6. La despedida del mosaico Nolla
Tras perder la alcaldía en mayo de 2015 y pese a haber prometido que no abandonaría el Ayuntamiento "como una rata", Rita Barberá se marchó. No recogió su acta de concejal y acabó emigrando al Senado donde agoniza su trayectoria. "El gran premio es haber sido alcaldesa de Valencia, mi ciudad, durante 24 años. Algo que no ha hecho nadie", presumió en su despedida. Confesó que lo único que echaría de menos sería pisar el suelo del Ayuntamiento, que decoró su abuelo con mosaicos Nolla.

Si su familia paterna se dedicaba al periodismo, la materna levantó un imperio de cerámica. Su tatarabuelo, el empresario catalán Miguel Nolla Bruixet, fundó una firma centenaria con prestigio internacional. Se decía entonces que cualquier casa de pueblo que tuviera mosaicos Nolla era de gente bien.
 
Rita Barberá, al 'caloret' del lujo y los gustos caros
Por Evasión | 3/02/2016 - 12:56
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Imágenes: Facebook


El pasado 29 de enero, cincuenta integrantes del grupo municipal del PP en el ayuntamiento de Valencia prestaron declaración ante la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil por su presunta implicación en la trama de financiación ilegal del PP valenciano.



La investigación se centra en los presuntos pagos del 3% a todo PP por parte de empresas. Por ello, el juez encargado de la instrucción decidió extender su investigación a toda el PP de la Comunidad Valenciana.

El expresidente de la Diputación y del PP en la provincia de Valencia, Alfonso Rus; el exconcejal de Cultura en el Ayuntamiento María José Alcón o el exvicepresidente de la corporación provincial y exalcalde de Moncada, Juan José Medina son parte de los detenidos en la macrooperación contra la corrupción, la conocida como 'Operación Taula'.

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Sin embargo; Rita Barberá, alcaldesa de Valencia entre 1991 y 2015, exdiputada y actual senadora no ha resultado afectada por esta operación. Su condición de aforada obliga a que cualquier imputación pase antes por la petición de un suplicatorio al Senado para posteriormente ser juzgada por el Tribunal Supremo.

Con independencia al transcurso de las investigaciones, lo cierto es que su nombre ya se ha ligado a la trama y los presuntos cobros, excusa que ha servido además para recordar quee la que fuera alcaldesa de Valencia durante 24 años nunca ha ocultado su afición y gusto por el lujo.

Los conocidos como los documentos Ritaleaks, las facturas de los gastos de representación de la alcaldesa de Valencia sacados a la luz por Compromís, rebelaron la afición de la exalcaldesa por lo caro. "Lo que no quiero son las cutrerías que defienden otros", fue lo que defendió en rueda de prensa al ser preguntada por sus polémicos gastos de representación.

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En total, Compromís sacó 446 facturas pagadas por el Consistorio de Valencia que sumaban 278.000 euros en tres años. Viajes, coches, hoteles de lujo, comidas, celebraciones y regalos fueron parte de las lujosas costumbres que Rita Barberá disfrutó en condición de alcaldesa.

Así, destaca los 6.641 euros que gastó en el alquiler de un coche para moverse por Londres en 2009, los 771 euros que gastó en una noche en una suite en el hotel Gallery Art de Florencia o los 685,56 por pasar una noche el Hotel Palace de Madrid.

Sin embargo, el exquisito gusto de la actual senadora por Valencia no queda relegado a su trabajo como representante de su ciudad. "Un bolso de Louis Vuitton es un regalo habitual, los hay más caros" fue lo que declaró en relación a las declaraciones del exconcejal, exdiputado provincial del PP y extrabajador de la depuradora de Pinedo, Juan Carlos Gimeno, imputado en el 'Caso Emarsa'.

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Otros bolsos, en concreto uno de Loewe y otro de Carolina Herrera, valorados en 590 euros y 420 euros según apunta laSexta, fueron parte de los supuestos regalos - que en total sumaron 7600 euros- cargados a la Feria de Valencia. Barberá fue presidenta del consejo de Administración de la Feria durante toda su estancia en el consistorio. Tras su salida del cargo, la institución debía 500 millones.
 
Bárbara Rita
El ‘caloret’ de 2015 ha devenido en el ‘socarrat’ de 2016
LUZ SÁNCHEZ-MELLADO

4 FEB 2016 - 00:00 CET
Ya huele a Fallas. Hay quien no lo entiende, pero quien lo ha mamado lo siente. El ruido, la pólvora, el fuego, las flores. Tirar la casa por la ventana aunque no haya para aceite. Vestir de fiesta desde a los bebés hasta a los abuelos y echarse a la calle para que vean los vecinos lo lustrosos que se te crían los nenes y lo guapos que están los yayos y lo bien que te luce el pelo. Llevar el ramo más vistoso y la banda más tiesa y los moños mejor puestos. Tirar el petardo más gordo y aguantar la mascletá sin inmutarse y que no falte de nada en esta mesa, jefe, que yo respondo. Hay quien no lo entiende, pero quien lo ha mamado lo sabe. En Valencia, o eres fallero, o te lo haces si quieres que te quieran las masas. Esa señora mayor que ahora se asoma de tapadillo a la ventana de su casa para no ser vista vivía hasta ayer mismo en el balcón del Ayuntamiento. Era la jefa del casal, el ama del cotarro, el alma de la fiesta. La baronesa capaz de tumbar al más bragado de los varones a rondas de lo que fuera. La matriarca que les llenaba estadios, plazas de toros y riberas del Turia a los de Madrid cuando hiciera falta. Sí. Esa yaya con ropa de trapillo, sin rojo de labios y el cardado de caspa caída era la fallera mayor honoraria vitalicia. Casi da pena verla ahora. Cabreada, atónita, despeluchada y dolida en lo más hondo por lo injusta que es la vida, lo mal que la trata el pueblo y lo ingratos que son en el partido por el que se hizo la más festera sin serlo. Y todo para que no faltara de nada en esa taula,perdón, mesa. Ya huele a Fallas, tetes, aunque algunos no lo sientan. Los monumentos esperan la plantà en los talleres. Hasta ayer, Rita era el eterno ninot indultat. Por los jueces, por el partido, por el pueblo. Pero me da que de esta cremà no pasa. Aún es senadora. Aforada. Madre de la patria. Pero el caloret de 2015 ha devenido en el socarrat de 2016. Y quien ha mamado horchata sabe que, si se pasa el arroz, a esa paella no hay quien la salve.

Gran artículo. Por lo que dice y por cómo lo dice.
Las primeras líneas son un retrato magnífico del valenciano pepero medio.
 
OPINIÓN
El show de Rita Barberá
La exalcaldesa del PP nos obliga a creer que era ajena a la ubicua y estructural corrupción valenciana de su partido
Pensábamos que el mito de la mujer florero se había canonizado con el Jaguar de Ana Mato y con las clases de samba de la infanta Cristina, pero les ha superado a ambas la candidez de Rita Barberá . Que no gobernaba en un despacho. Lo hacía, según parece, en una cámara hiperbárica cuyas propiedades catárticas le permitían conservarse inmaculada entre tantos maleantes.

Rita Barberá permanece aislada, encapsulada, sacralizada, mientras están en prisión o imputados todos sus allegados políticos y en todos los ámbitos. Habla el PP de casos individuales. Y tiene razón el PP, porque los han ido imputando de uno en uno, ordenadamente, verbigracia, todos los concejales del Ayuntamiento de Valencia. O nueve de diez, para ser exactos.

Y en rigor no procede hablar de imputación. Debe decirse que están investigados. La superstición del PP no es jurídica, sino semántica. Se ha cambiado la terminología procesual en sentido eufemístico para aludir los mismos hechos presuntamente delictivos. O no tan presuntamente, porque Fabra, ex presidente de la diputación de Castellón, ha sido condenado, del mismo modo que Rus, ex presidente de la diputación de Valencia, ocultaba en el coche más dinero que Jesús Gil debajo del colchón.

Rita Barberá es Truman en su pureza. Lo demuestran incluso los pormenores del caso Urdangarin. El juez Castro quiso imputarla porque atribuía a la Administración levantina haber "regalado" 3,5 millones de euros del erario público a las sociedades superyerno, pero no es ella quien expía la responsabilidad. Lo hace su número dos, Alfonso Grau, exagerando hasta la parodia la inocuidad o la ceguera de "La jefa" y abochornando la solidaridad de la jerarquía en la calle Génova de Madrid.

Ya lo dijo María Dolores de Cospedal, antes de que Rajoy decidiera convertirla en florero a ella también, que Rita es el icono, el símbolo del PP. "Nos gusta lo que haces, cómo lo haces y todo lo que haces", proclamó la secretaria general del partido, amañando un exorcismo voluntarioso frente al hedor de la corrupción ubicua.

Y adquiere entonces el Senado toda esa plenitud funcional que tantas veces le reprochamos. El Senado sirve, por ejemplo, para crionizar a Rita Barberá. Sirve para embalsamarla en vida. Para aforarla como una especie protegida. Porque el PP de Rajoy no se puede permitir que arda también la falla indultada, después de haber ardido todos los ninots, en un caso aislado de pira multitudinaria.

¿Cómo era posible que la corrupción le rodeara sin que ella se percatara? La responsabilidad in vigilando de una institución pública convierte en insostenible que Barberá no haya renunciado a todas sus responsabilidades, aunque los informes policiales y las pesquisas judiciales sobrentienden que la ex alcaldesa no era precisamente un florero. Y sí era probablemente una planta carnívora, esa X mayúscula -las aspas de San Andrés en su martirio- que concentra el misterio de cualquier trama española y berlanguiana digna de reconocerse como genuina.


Pregúntaselo a Marhuenda, que esta mañana la ha vuelto a elevar a los altares.
 
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