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Os traigo un artículo buenísimo sobre el tema. De Carlos Zanón.
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CARLOS ZANÓN
06/11/2020 01:06| Actualizado a 06/11/2020 03:21
Bastaba el sonido de las llaves en la cerradura. Daba igual quedarse en el rincón más escondido del patio. Hicieras lo que hicieras no eras suficiente para ella. Bastaba el sonido de las llaves de tu padre para saber que debías dejar de comer en el sofá, haber acabado los deberes y luego no hablar mientras daban las noticias o no incordiar si el Barça había perdido. En realidad, daba igual. Tu padre siempre encontraba un motivo para enfadarse y gritar. Todo empieza a cambiar el día en que te interpones entre él y tu madre.
Daba igual quedarse en el rincón más escondido del patio. Él siempre te encontraba. Tus amigos se hacían a un lado para que él te vacilara, te robara, te lanzara al suelo y te humillara. Luego, tus amigos volvían y decían que igual terminaría por cansarse. Todo empieza a cambiar cuando su victoria le cuesta un par de botones de la camisa, un puñetazo. Entonces busca a otra víctima y te deja en paz.
Hicieras lo que hicieras, ella te hace sentir que no eres lo que desea. Y todo aquello que eres está mal colocado y ha de ser cambiado pero el chantaje se amplía con nuevas condiciones y plazos ya vencidos. Eres un inútil, la mitad de un hombre, el blanco de sus bromas, el último sitio en el que dejar caer su deseo, sus ganas de querer. Tú no eres lo que ella se merece y estás arruinando su vida. Por eso te destruye hasta que un día te vas.
Una cabeza en el suelo de la cocina
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CARLOS ZANÓN
06/11/2020 01:06| Actualizado a 06/11/2020 03:21
Bastaba el sonido de las llaves en la cerradura. Daba igual quedarse en el rincón más escondido del patio. Hicieras lo que hicieras no eras suficiente para ella. Bastaba el sonido de las llaves de tu padre para saber que debías dejar de comer en el sofá, haber acabado los deberes y luego no hablar mientras daban las noticias o no incordiar si el Barça había perdido. En realidad, daba igual. Tu padre siempre encontraba un motivo para enfadarse y gritar. Todo empieza a cambiar el día en que te interpones entre él y tu madre.
Daba igual quedarse en el rincón más escondido del patio. Él siempre te encontraba. Tus amigos se hacían a un lado para que él te vacilara, te robara, te lanzara al suelo y te humillara. Luego, tus amigos volvían y decían que igual terminaría por cansarse. Todo empieza a cambiar cuando su victoria le cuesta un par de botones de la camisa, un puñetazo. Entonces busca a otra víctima y te deja en paz.
Hicieras lo que hicieras, ella te hace sentir que no eres lo que desea. Y todo aquello que eres está mal colocado y ha de ser cambiado pero el chantaje se amplía con nuevas condiciones y plazos ya vencidos. Eres un inútil, la mitad de un hombre, el blanco de sus bromas, el último sitio en el que dejar caer su deseo, sus ganas de querer. Tú no eres lo que ella se merece y estás arruinando su vida. Por eso te destruye hasta que un día te vas.