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Barrio Sésamo para VOX
Begoña Beristain
No se qué tiene exactamente el poder pero debe ser algo muy importante porque para conseguirlo, o mantenerlo, algunos políticos son capaces de las más tremendas ruindades.
Solo un par de días le costó al PP plegarse ante la ultraderechista VOX y echar por tierra gran parte del trabajo que durante años se ha hecho para distinguir los distintos tipos de violencia que pueden darse en el seno de una familia. Porque no, no todo es violencia de género se ejerza sobre quien se ejerza. Lamentablemente esa clase se la perdieron tanto en VOX como, al parecer, en algunos sectores del PP.
Por eso, y porque los populares ha ofrecido pactar nuevas prestaciones para hombres agredidos por mujeres con tal de hacerse con el poder en Andalucía, es por lo que me he decidido a explicar la diferencia entre violencia de género y violencia doméstica, que no es lo mismo y tiene una clara diferenciación.
Es cierto que en ocasiones, e incluso en los medios de comunicación que debiéramos ser un vehículo para que la sociedad tenga clara esta distinción, utilizamos ambos conceptos de manera indistinta. Decimos violencia doméstica, de género, de pareja, hacia las mujeres, sexista, etc.
Fue en la Conferencia de Pekin de 1995 cuando se puso nombre específico a la violencia que tiene a la mujer como víctima por el hecho de serlo.
Violencia doméstica es la que se produce en el hogar, en la casa, y la puede sufrir cualquiera de las personas que se incluyen en ese núcleo, sea una madre sobre sus hijos o un nieto sobre su abuelo.
La violencia de género, en cambio, es aquella que se produce contra la mujer “por el hecho de serlo”, tanto dentro como fuera de casa, en el trabajo o en cualquier otro ámbito de la vida pública. Se fundamenta en la supuesta superioridad de un s*x* sobre otro y sus manifestaciones son muy variadas. Van desde los malos tratos físicos y psíquicos hasta las agresiones sexuales, el acoso, la violación pasando por el lenguaje y la publicidad.
El uso interesado de uno u otro término provoca una confusión que la petición de VOX de medidas contra la “violencia de género que sufren los hombres instigada por la ideología feminista radical” no hace más que incrementar.
Según los últimos datos del CIS, solo un 1,8% de la población incluye la violencia de género entre sus preocupaciones cuando más de 950 mujeres han sido asesinadas por esta lacra. Pensemos en ello.
Begoña Beristain
No se qué tiene exactamente el poder pero debe ser algo muy importante porque para conseguirlo, o mantenerlo, algunos políticos son capaces de las más tremendas ruindades.
Solo un par de días le costó al PP plegarse ante la ultraderechista VOX y echar por tierra gran parte del trabajo que durante años se ha hecho para distinguir los distintos tipos de violencia que pueden darse en el seno de una familia. Porque no, no todo es violencia de género se ejerza sobre quien se ejerza. Lamentablemente esa clase se la perdieron tanto en VOX como, al parecer, en algunos sectores del PP.
Por eso, y porque los populares ha ofrecido pactar nuevas prestaciones para hombres agredidos por mujeres con tal de hacerse con el poder en Andalucía, es por lo que me he decidido a explicar la diferencia entre violencia de género y violencia doméstica, que no es lo mismo y tiene una clara diferenciación.
Es cierto que en ocasiones, e incluso en los medios de comunicación que debiéramos ser un vehículo para que la sociedad tenga clara esta distinción, utilizamos ambos conceptos de manera indistinta. Decimos violencia doméstica, de género, de pareja, hacia las mujeres, sexista, etc.
Fue en la Conferencia de Pekin de 1995 cuando se puso nombre específico a la violencia que tiene a la mujer como víctima por el hecho de serlo.
Violencia doméstica es la que se produce en el hogar, en la casa, y la puede sufrir cualquiera de las personas que se incluyen en ese núcleo, sea una madre sobre sus hijos o un nieto sobre su abuelo.
La violencia de género, en cambio, es aquella que se produce contra la mujer “por el hecho de serlo”, tanto dentro como fuera de casa, en el trabajo o en cualquier otro ámbito de la vida pública. Se fundamenta en la supuesta superioridad de un s*x* sobre otro y sus manifestaciones son muy variadas. Van desde los malos tratos físicos y psíquicos hasta las agresiones sexuales, el acoso, la violación pasando por el lenguaje y la publicidad.
El uso interesado de uno u otro término provoca una confusión que la petición de VOX de medidas contra la “violencia de género que sufren los hombres instigada por la ideología feminista radical” no hace más que incrementar.
Según los últimos datos del CIS, solo un 1,8% de la población incluye la violencia de género entre sus preocupaciones cuando más de 950 mujeres han sido asesinadas por esta lacra. Pensemos en ello.