Mujeres con una vida poco común

La directora de Hitler, Leni Riefenstahl (1902-2003)

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Leni Riefenstahl fue una de las mejores cienastas del siglo XX. Aunque su vinculación al régimen nazi hicieron de Leni un personaje controvertido, admirado y odiado. A lo largo de su longeva vida, más de 100 años, esta alemana demostró tener una voluntad de hierro luchando por su pasión y defendiéndose de múltiples calumnias.


Inicios como bailarina
Helene Bertha Amalie Riefenstahl nació el 22 de agosto de 1902 en Berlín. Hija de un industrial alemán, Leni fue una alumna aplicada con un pequeño defecto, la mala conducta y una fuerte determinación a la hora de llevar a cabo sus inquietudes.


Desde pequeña se enfrentó a su padre para conseguir aprender danza. Apoyada por su madre, Leni llegó a recibir clases de la famosa bailarina rusa Eugenie Eduardova. A pesar de su tenacidad y talento, varias lesiones alejaron a Leni del mundo de la danza.


Aprendiendo cine en la montaña
La montaña sagrada fue su primer incursión en el mundo del cine como actriz. Desengañada de su carrera como bailarina, Leni conoció a Arnold Fanck, director de cine, geólogo y fundador de la Sociedad de Cine Deportivo y de Montaña de Frigurgo. Arnold quedó prendado de la belleza y decisión de Leni y la contrató.


El rodaje de la película fue un cúmulo de problemas, entre ellos otra lesión de Leni y la falta de recursos financieros. Pero el film consiguió estrenarse con éxito en 1926. Durante el rodaje, la joven actriz no sólo interpretó su papel con gran profesionalidad sino que aprendió de Frank los entresijos de la dirección cinematográfica.


La luz de Leni
Tras el éxito de La montaña sagrada, Leni participó en otros filmes de la época, como El destino de los Habsburgo donde encarnaba a María Vetsera. Pero pronto vio la necesidad de encauzar su carrera cinematográfica y decidió crear su propia productora en 1931.


La luz azul, una leyenda de los Dolomitas fue su primera película como directora en la que también aparecía como actriz. Fue todo un éxito. En la Bienal de Venecia de 1932 conseguía la medalla de plata y la película se mantuvo en cartel más de un año en varias capitales europeas.


Contacto con el Führer
Estando de promoción de La luz azul en Alemania, Leni vio por primera vez a Adolf Hitler y toda su parafernalia propagandística en un acto público en el Palacio de Deportes de Berlín. Impresionada por la personalidad de Hitler no dudó en enviarle una misiva de felicitación que, sorprendentemente para ella, recibió respuesta.


El Führer y Leni se conocieron poco tiempo después y la artista empezó a frecuentar los círculos políticos y festivos de la élite nacionalsocialista alemana.


El triunfo de Leni
Adolf Hitler se interesó por el trabajo artístico de Leni y, asesorado por sus colaboradores, decidió ofrecer a la artista la dirección de varios documentales del partido nazi. Leni aceptó. De 1933 a 1935 filmó lo que se conoce como La trilogía de Nuremberg, una serie de documentales sobre el nacionalsocialismo:Victoria de fe, El triunfo de la voluntad y Día de libertad.


Pero su obra maestra estaba por llegar. El comité organizador de los XI Juegos Olímpicos de Verano, pidió a Leni que hiciera una película sobre los juegos. Aunque en un primer momento dudó, por miedo a crear una cinta aburrida y tópica del deporte, finalmente decidió aceptar y darle un giro a la visión olímpica.


Olimpia se estrenó el 20 de abril de 1938, el día del cumpleaños del Führer. La cinta dividida en dos partes, La fiesta de los pueblos y La fiesta de la belleza, fue todo un éxito y se convirtió en un referente en el mundo cinematográfico. Utilizó efectos especiales y avances en la postproducción que fueron muy innovadores en su época.


El silencio de Leni
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Reich puso en marcha una masiva producción de películas propagandísticas para ensalzar el régimen y de entretenimiento para mantener la moral del pueblo. Ante la negativa de la directora de rodar una película sobre la línea Sigfrido, espacio defensivo alemán en respuesta a la Línea Maginot francesa, Leni desapareció del mundo cinematográfico alemán. Empezó a rodar una película que hacía tiempo que quería hacer, Tierra baja, centrada en la Alhambra de Granada, alejándose de la producción de documentales sobre el nacionalsocialismo.


La condena de Leni
Terminada la guerra, Leni Riefenstahl fue acusada de colaborar con el régimen nazi, fue encarcelada, interrogada y aunque, finalmente quedó en libertad, sus bienes fueron incautados. No sólo eso, su crecibilidad quedó en entredicho. Tuvo que luchar contra las voces que la acusaban de ser afín al nazismo e incluso haber sido amante de Hitler o de Goebbels, con quien tenían una relación más que hostil.


Con el tiempo sus detractores fueron disminuyendo y en los últimos años de su vida se hicieron muchas retrospectivas y homenajes a su corta pero genial carrera cinematográfica. Y es que fue Olimpia su última incursión en la dirección de cine. Después de todo el proceso post bélico, en los años 50 Leni inició una brillante carrera como fotógrafa. Su reportaje de los indígenas de Nuba tuvo un enorme éxito internacional.


Con 80 años escribió sus extensas memorias en las que plasmó una larga vida de emociones y decepciones. Su vida se convirtió en un bestseller mundial.


Pero Leni aún viviría hasta los 101 años en los que todavía tuvo que oir opiniones en su contra recordando su controvertido papel en la propaganda nazi. Leni defendió toda su vida que se había dedicado a su profesión de artista y que, sin problemas, hubiera filmado los entresijos del partido comunista si este se lo hubiera pedido. Aun así, siempre se mantendrá una sombra de duda sobre esta gran mujer a quien la personalidad de Hitler un día fascinó.
 
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Henrietta Swan Leavitt ( 1869- 1921)


Fue una astrónoma muy destacada en su época. En 1895 entró como voluntaria en el Observatorio de Harvard y siete años más tarde formaba parte de la plantilla del mismo. Durante ese tiempo tuvo la oportunidad de realizar trabajos teóricos, llegando a ser jefa del Departamento Fotográfico del Observatorio, donde, junto con su grupo, estudió las imágenes de las estrellas para determinar sus magnitudes.


Durante su carrera, Leavitt descubrió más de 2.400 estrellas variables. Se dedicó entonces al estudio de esas estrellas variables, lo que supondría su mayor aportación a la Astronomía: la relación entre el período y la luminosidad de las Cefeidas (porque hay varias en la constelación de Cefeo), aunque no fue su único hallazgo, ya que también descubrió varias estrellas novas.


Con el descubrimiento de las Cefeidas, Leavitt, dio el primer paso crucial para establecer la distancia entre las galaxias. También desarrolló un patrón de medidas fotográficas que fue aceptado por el Comité Internacional de Magnitudes Fotográficas en 1913. Para elaborar este patrón de medición, Leavitt utilizó 299 placas de 13 telescopios y empleó ecuaciones logarítmicas para ordenar las estrellas sobre 17 magnitudes de luminosidad. Leavitt continuó redefiniendo este trabajo durante toda su vida.


Debido a los prejuicios de la época, Henrietta no pudo desarrollar sus propios métodos de trabajo, por lo que no tuvo la oportunidad de sacar el máximo rendimiento a su intelecto. En el transcurso de su trabajo,también descubrió cuatro estrellas nova y estudió algunos tipos de estrellas binarias y asteroides.


Fue miembro de la Asociación Americana de la Universidad de la Mujer, de la Sociedad Americana de Astronomía y Astrofísica, de la Asociación para el Avance de la Ciencia y miembro honorífico de la Asociación de Observadores de Estrellas Variables. Trabajó en el Observatorio de Harvard hasta su muerte en 1921, antes de poder concluir otro trabajo sobre las escalas de medición de la magnitud de las estrellas. Sus importantes contribuciones al mundo científico fueron reconocidas en 1925 a título póstumo, cuando fue nominada por la Academia Sueca de Ciencias para el premio Nobel.
 
La reina blanca, May French Sheldon (1847-1936).




Cuando los hombres blancos civilizados de América y Europa exploraban las tierras desconocidas de África, una mujer decidió emularlos pero siguiendo sus propias normas. May French Sheldon consiguió organizar una expedición al Kilimanjaro para demostrar que las mujeres también podían ser exploradoras. Y sus expediciones demostraron que el contacto con aquellas civilizaciones podía ser amigable y pacífico. May French Sheldon, con sus vestidos, regalos y parafernalias, se ganó la estima de sus porteadores y el respeto de las tribus con las que se topó. No en vano fue conocida como la “Reina Blanca del Kilimanjaro”.


De las plantaciones sureñas a la vieja Europa
May French Sheldon nació el 10 de mayo de 1847 en Beaven, Pennsylvania, el seno de una rica familia sureña. Su padre, Joseph French, era propietario de un gran número de plantaciones. Su madre, Elizabeth Poorman, fue también una mujer excepcional al dedicarse al estudio de la medicina y la electroterapia.


Los padres de May la enviaron a Europa a estudiar. En Italia se formó, entre otras materias, en literatura, historia, geografía y medicina.


En 1876, a los 25 años, se casó con Eli Lemon Sheldon, un hombre de negocios que no sólo quiso y admiró a su esposa sino que siempre respetó sus ideas e inquietudes. La pareja se trasladó a vivir a Londres donde fundaron una editorial en la que May colaboraba como traductora. Entre otros, tradujoSalambó, del famoso escritor francés Gustave Flaubert. Entusiasmada por el mundo de la edición y la literatura, la señora Sheldon se atrevió a publicar su primera novela, Herbert Severance, una obra autobiográfica y llena de mensajes feministas.


La atracción de África
A finales del siglo XIX, las colonias se encontraban en pleno auge. Desde las metrópolis no sólo salían cargamentos de productos manufacturados y colonos dispuestos a encontrar una nueva oportunidad. Eran muchos los científicos y expedicionarios que se adentraban en las profundidades de aquellas tierras extrañas con el fin de descubrir nuevas culturas, animales o plantas. De todas aquellas expediciones, fue quizás la de Henry Morton Stanley una de las más conocidas. Su famosa frase "El doctor Livingstone ¿supongo?" inmortalizó a este explorador y aventurero. Casualidades de la vida, Morton Stanley era amigo del padre de May y la joven había oído en múltiples ocasiones sus conversaciones y prontó despertó en ella la curiosidad por los extraños parajes africanos.


May decidió organizar una expedición a África pero distinta a las que se habían hecho hasta el momento. La futura expedicionaria quería demostrar que las mujeres también eran capaces de participar en aquellas aventuras. No sólo eso, sino que lo haría de manera pacífica.

Su primera intención de crear una expedición íntegramente femenina tuvo que ser desestimada por la necesaria fuerza que requería el porteo del material. Aun así, inició su aventura cuando en 1891 dejó Londres y a su marido, quien la esperaría fielmente, y se embarcó rumbo a Mombasa. May se encontró con el primer problema nada más pisar tierras africanas. Nadie quería seguir a aquella mujer extravagante y le costó mucho conseguir los más de 150 porteadores que al fin decidieron seguirla. Aquellos que en un principio recelaron de May pronto se verían cuidados y respetados por ella. May veló en todo momento por la salud de sus porteadores, los vacunó y revisó los tiempos de relevo. Los miembros de su expedición la llamarían cariñosamente Bibi Bwana, “Reina blanca”.


Así empezaba aquella curiosa expedición en la que una mujer, sentada en un gran palanquín de mimbre de forma redonda, ondeando la bandera americana y un mensaje claro, noli me tangere (no me toquéis), se adentraba en tierras extrañas en busca de los masais y el salvaje Kilimanjaro. May Sheldon viajaba con un equipaje abundante. Además de lo indispensable en una expedición como aquella, tiendas, mosquiteras, amacas, May se llevó con ella una bañera de zinc, sillas y mesas, sábanas, vajilla de porcelana y un amplio y rico vestuario. Todo ello no era un capricho de una rica y frívola europea, sino que formaba parte de sus intenciones. May creía que se podía entrar en contacto con las tribus africanas sin necesidad de usar la violencia. Actuar como una perfecta anfitriona era un objetivo. Así, la vajilla para ofrecer un buen banquete a los nativos o regalos de todo tipo, los más curiosos, cientos de anillos que grabó con su nombre.

Cuando May se presentaba a algún jefe de tribu, lo hacía con una peluca rubia, un vestido blanco con pedrería y un sable en la cintura. Así conoció a más de 30 tribus en su expedición desde Taveta hasta los pies del Kilimanjaro.


De vuelta a Mombasa, May sufrió un aparatoso accidente que le fracturó la espalda pero pudo llegar al lado de su esposo y recuperarse de sus lesiones.


De sultán en sultán
May French Sheldon aún realizaría dos expediciones más y en 1892 plasmaría sus experiencias en un libro, De sultán en sultán. May había conseguido su objetivo, viajar por el corazón de África para conocer distintas formas de vidas. Y lo hizo de manera pacífica, usando la violencia en escasas ocasiones y cuidando a sus porteadores con cariño y respeto.


May demostró, al fin y al cabo, que las mujeres también podían ser exploradoras. No en vano ella fue de las primeras. En 1892 fue elegida como miembro de la Real Sociedad Geográfica por sus estudios sobre el lago Chala.
 
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La mujer recluida, Santa Godeleva (1049-1070)


La vida de Santa Godeleva nos transporta a un mundo, el de la Edad Media, en el que la mujer no sólo se consideraba como moneda de cambio para sellar importantes alianzas matrimoniales sino que poco más podía hacer con su vida. Intentó huir del matrimonio sumergiéndose en la piedad pero no tuvo la suerte que tuvieron otras que como ella consiguieron una vida tranquila tras los muros de un convento. Godeleva no sólo fue entregada a su marido sino que éste tomó su vida como propia hasta el punto de terminar con su existencia.


La bella piadosa
Godeleva nació el año 1049 en Ghistelles, Flandes. Era la pequeña de los tres hijos del señor de Wierre-Effroy, llamado Hemfrid, y su esposa Ogina. En su infancia, Godeleva ya mostró signos de una profunda piedad. A pesar de haber decidido dedicar su vida a la religión, su belleza pronto atrajo la atención de muchos pretendientes del lugar. Uno de ellos, un noble llamado Bertulfo, consiguió convencer al conde de Boloña, protector del padre de Godeleva, y se casó con ella.


Instalada en su nuevo hogar, la joven esposa fue recibida con una terrible hostilidad por parte de su suegra quien la encerró en una celda y la mantuvo alejada del mundo.


Godeleva consiguió escapar de su reclusión y llegó hasta la casa de su padre al que suplicó que la liberara del suplicio de su matrimonio. La petición no surtió efecto y su padre la devolvió a su esposo, su legítimo dueño.


La situación no mejoró. El noble y su madre no soportaban la piedad y devoción de Godeleva, quien aun en su situación, dedicaba su tiempo a ayudar a los pobres. Bertulfo no soportaba la actitud de Godeleva y decidió ordenar el asesinato de su propia esposa. A manos de dos esbirros fue estrangulada con una sábana y su cuerpo fue lanzado a un lago.


Los milagros de la esposa
Bertulfo se volvió a casar pero tuvo la desgracia de que su esposa dio a luz una niña ciega. Cuenta la tradición hagiográfica que la pequeña fue curada gracias a la intercesión de Godeleva. Bertulfo, arrepentido y asustado marchó a Roma en peregrinación para pedir la absolución. Terminó sus días como monje en un monasterio. Su hija fundaría un cenobio benedictino dedicado a Godeleva.


Exhumado el cuerpo de Godeleva en 1084, fue elevada a los altares por distintos milagros que se le adjudicaron y su veneración popular se mantuvo a lo largo de los siglos hasta el día de hoy en que se celebra cada año la procesión de Santa Godeleva en Ghistelles.
 
Del arte a la diplomacia, Guillermina de Prusia (1709-1758)


En el siglo XVIII, vivió una mujer en el Sacro Imperio Romano Germánico que fue embajadora de todas las artes y ejerció un papel determinante como diplomática al servicio de su amado hermano el rey Federico II el Grande. Guillermina de Prusia fue una apasionada de la música, la literatura y las artes en general. Compuso varias obras musicales, impulsó la creación de una universidad y fomentó la construcción de grandes obras arquitectónicas en su ciudad. Reina consorte de Prusia y margravina de Bayreuth, Guillermina intentó siempre encontrar tiempo entre sus dedicaciones dinásticas a cultivar sus verdaderas pasiones artísticas, aficiones que tuvo que abandonar al final de su vida en pos de su propia familia.


Princesa de Prusia
Friederike Sophie Wilhelmine nació el 3 de julio de 1709 en Berlín. Guillermina era hija del rey Federico Guillermo I de Prusia y de Sophia Dorotea de Hannover. De los catorce hijos de la pareja, diez llegaron a la edad adulta, entre ellos, el que sería rey de Prusia como Federico II “El Grande” y con el que mantuvo un relación especial.


Guillermina pasó su infancia al lado de sus hermanos y mostrando un prematuro interés por el arte y la literatura. Aprendió a tocar el laúd con gran virtuosismo de la mano de Sylvius Leopold Weiss.


Margravina de Bayreuth
Con 22 años, Guillermina se casó en una boda concertada por sus padres con Federico III de Brandeburgo-Bayreuth. El matrimonio empezó con buen pie pero pronto empezaron a aparecer diferencias entre la pareja que se convirtieron en insalvables cuando su marido instaló en la corte de Bayreuth a su amante Dorotea von Marwitz. Guillermina y Federico solamente tuvieron una hija, Elisabeth Fredericka Sophia de Brandenburg-Bayreuth.


La margravina soportó su fracaso matrimonial volcándose en el mundo artístico y literario. Convirtió Bayreuth en un importante centro intelectual y referente del arte rococó gracias a la fundación de la Universidad de Erlange, la construcción de un teatro de la ópera y la restauración de otros centros artísticos y teatrales.


Guillermina se rodeó de intelectuales y artistas, como Voltaire, Bernhard Joachim Hagen, Hasse y Bernasconi. Ella misma compuso música de cámara y una ópera, Argenore, estrenada en 1740 para celebrar el cumpleaños de su marido.


Al servicio del rey, su hermano
La Guerra de los Siete Años, iniciada en 1756, supuso el fin de la vida artística e intelectual de Guillermina. Su sentido de la responsabilidad para con su familia, la Dinastía de los Hohenzollern, la llevó a abandonar la música y el arte para dedicarse a la diplomacia. Desde entonces hasta su muerte, acaecida el 14 de octubre de 1758, Guillermina ejerció de embajadora de su hermano el entonces rey de Prusia, en el Sur de Alemania.

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Nuestra señora de la Revolución, Teresa Cabarrús (1773-1835)


La Revolución Francesa, uno de los momentos históricos más trascendentales para la historia de Europa, estuvo dirigido y protagonizado, como la mayoría de hechos pasados, por hombres. O al menos así nos lo ha querido hacer creer la historia. Pero lo cierto es que las mujeres jugaron un papel muy importante, si no trascendental en la caída del Antiguo Régimen. Desde aquellas que marcharon hasta Versalles reclamando la presencia de la familia real en París, hasta la asesina de Marat, Charlotte Corday, pasando por otros nombres propios como las que podemos considerar primeras feministas de los tiempos modernos, Olympe de Gouges o Mary Wollstonecraft. Todas ellas se han quedado en un segundo sino inexistente plano en los libros que relatan los hechos revolucionarios, a excepción quizás de la reina, María Antonieta. Una de aquellas mujeres, de la que hoy repasamos si biografía, no sólo fue protagonista de la revolución sino que su papel en la sombra fue determinante en algún momento de aquellos años violentos. Teresa Cabarrús, que ese era su nombre, fue una mujer de carácter, de origen español, que supo jugar bien sus cartas en el tablero de la revolución y movió algunos de sus hilos más importantes.


Una española en París
Juana María Ignacia Teresa Cabarrús y Galabert nació el 31 de julio de 1773 en Madrid. Teresa fue la única hija de Antonia Galabert y Francisco Cabarrús, fundador del Banco de San Carlos, origen del actual Banco de España. Pertenecientes a la alta sociedad española, la familia de Teresa delegó su educación en nodrizas y monjas.




A sus doce años, convertida en una bella jovencita casadera, su padre decidió alejarla de peligrosos pretendientes de baja alcurnia y trasladarla a París para encontrar allí un buen partido de alta cuna. Corría el año 1785 y Francia aun no era consciente del huracán revolucionario que estaba por venir. Ajenos a la problemática social, la aristocracia parisina con la que Teresa tuvo que convivir, se divertía rodeada de lujos.


La pequeña Teresa no tuvo problemas en adaptarse a una nueva vida de fiestas y libertad una vez superada la separación de su familia. Su madre, quien la acompañó en su viaje a lo desconocido, volvió a su España natal dejando a su hija al cargo de una dama viuda llamada madame Boisgeloup.


A pesar de que Teresa tendría desde entonces hasta el final de sus días una larga lista de amantes y maridos, el primero de ellos dejó una fuerte impronta en ella. Fuera por su juventud, fuera por su inexperiencia en los asuntos del amor, lo cierto es que Teresa se enamoró perdidamente de Jean-Alex Laborde. Los jóvenes, impulsivos e impetuosos, quisieron casarse al poco tiempo. Pero Francisco Cabarrús no había enviado a su pequeña lejos de su hogar para que volviera casada con un don nadie. Así que, sin tener en cuenta los sentimientos de la desdichada pareja, hizo todo lo posible para separarlos.


Posiblemente aquello precipitó la elección del primero, que no el último, marido de Teresa. La elección del banquero español recayó en Jean-Jacques Devin de Fontenay, marqués de Fontenay, miembro del Parlamento de París y doce años mayor que Teresa. La boda, celebrada el 21 de febrero de 1788, fue el inicio de un matrimonio con muy poco futuro.


El 2 de mayo de 1789, los marqueses de Fontenay tendrían a su primer y único hijo, Devin Théodore. En aquel tiempo, a las puertas de la revolución, Teresa vivía la vida como marquesa anfitriona de espléndidas fiestas y veladas y como marquesa amante de distintos hombres.


Nuestra Señora del Buen Socorro


Jean - Lambert Tallien
Cuando el 14 de julio los parisinos tomaban la Bastilla, empezaba uno de los episodios más convulsos de la historia de Francia. El marqués de Fontenay, consciente del peligro que acechaba y lejos de querer convertirse en un mártir de la caduca aristocracia, decidió huir de París. Teresa también dejó aquella capital en llamas otrora centro de la luz y la alegría de vivir, para unos pocos. Los marqueses de Fontenay cogieron distintos caminos tras solicitar el divorcio. Teresa se refugió en casa de unos tíos en Burdeos junto a su hijo Théodore. Allí fue testigo de la peligrosa evolución de los hechos revolucionarios.


El 13 de julio de 1793 era asesinado Marat, el jacobino amigo del pueblo por una joven girondina, Charlotte Corday y los acontecimientos se precipitaban. Con el poder en manos de Maximilien de Robespierre, empezaba uno de los periodos más sangrientos de la revolución. No en vano, los hechos acaecidos entre septiembre de 1793 y la primavera de 1794 fueron llamados la época del Terror.


El conocido como el Incorruptible utilizó la guillotina para iniciar un tiempo de auténtico exterminio de todo aquel contrario a la revolución. La fina hoja de la Louisette llegó hasta los rincones más escondidos de Francia. Y por supuesto Burdeos no se libró. Y por supuesto, la marquesa de Fontenay tampoco. Teresa, esposa de un aristócrata huido, en concreto a la lejana Martinica, fue detenida y condenada a morir guillotinada.


Maximilien de Robespierre


Pero la suerte no abandonó a Teresa. La Convención Nacional, con Robespierre y su Louisette a la cabeza, había distribuido por todo el territorio comisarios para vigilar que la ley del Terror del Incorruptible se cumpliese a rajatabla. A Burdeos fue enviado Jean-Lambert Tallien, un joven de 24 años ferviente seguidor de la política sanguinaria de Robespierre. A pesar de sus convicciones políticas jacobinas, Tallien no pudo evitar enamorarse de la bella marquesa. Su amor le llevó a librar sin condiciones a Teresa de una muerte segura.


El ciego amor de Tallien hacia Teresa, el cual, por otro lado no queda claro que fuera del todo correspondido, fue la razón de la moderación de sus detenciones y enjuiciamientos masivos. Teresa Cabarrús se convertía entonces para el pueblo de Burdeos enNuestra Señora del Buen Socorro, apelativo que se ganó por la ayuda prestada a todo aquel que llamaba a su puerta para pedir clemencia y librarse de la fina hoja de la guillotina.


Josefina Bonaparte


El 24 de marzo de 1794, Jean-Lambert Tallien ascendía a Presidente de la Convención. El nuevo papel de Tallien y la fama de su clemente esposa llegaron a oídos del temido Robespierre quien no dudó en situarlos en su lista de enemigos de la patria. Mientras su esposo era reclamado para personarse ante un tribunal en París, Teresa volvió a prisión. En su reclusión de Carmes, entre otras muchas personas condenadas a la guillotina, Teresa conoció a una criolla que respondía al nombre de Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagerie quien, andando el tiempo se convertiría en la emperatriz de Francia como Josefina Bonaparte. Teresa y Rose, como se conocía en aquel momento, iniciaron una amistad que se prolongaría más allá de los muros de la prisión. Y es que de nuevo la suerte se puso del lado de Madame Tallien en el último momento. En un acto desesperado, Teresa envió una carta a su marido apelando a la cobardía del mismo por no hacer nada en favor de la vida de su propia esposa.


Nuestra Señora de Thermidor
Una vez más, Teresa despertó la valentía de su marido quien reaccionó no sólo liberando a su esposa sino a todo el país del yugo del Incorruptible. El 9 de Thermidor del año II del calendario revolucionario, el 27 de julio de 1794, Tallien daba un golpe de efecto denunciando públicamente a Robespierre de tirano en un discurso ante el Comité de Salud Pública. Aquel hecho desencadenó la conocida como Reacción Thermidoriana que terminó con la vida de Robespierre en su tan querida Louisette y cerraba el capítulo más sangriento de la revolución. De nuevo Teresa volvía a ser la artífice en la sombra y el pueblo la bautizaba de nuevo, esta vez como Nuestra Señora de Thermidor.


Ascendido al Comité de Salud Pública, Tallien disfrutó de su triunfo y se casó con Teresa el 26 de diciembre de 1794. Poco tiempo después nacería su única hija, Rose Thermidor.


En aquellos años de relativa tranquilidad, Teresa Cabarrús disfrutó de su vida social como una de lasmerveilleuses más destacadas de la sociedad parisina. Cansados de tanta violencia y sangre, la ciudad quería pasar página y disfrutar de largas veladas de alegría y diversión. Y Teresa fue una anfitriona perfecta, dando grandes fiestas y siendo el referente de la moda del momento. En aquel tiempo llegó a conocer a un joven soldado sin mucho futuro que respondía al nombre de Napoleón Buonaparte.


Pero mientras Madame Tallien gozaba de su éxito, su esposo veía de nuevo declinar su estrella hasta que en 1795 con la creación del Directorio, su carrera política dio un freno estrepitoso. En la nueva cumbre del poder, Tallien no se supo hacer un sitio. En una búsqueda desesperada por recuperar su prestigio, Tallien se unió a la expedición que el entonces general Bonaparte (con su apellido afrancesado) organizó a Egipto.


Nuestra Señora de Septiembre


Teresa no dejó de organizar sus famosas y concurridas fiestas ahora incluso con más alegría pues se sentía libre de toda atadura con su esposo. Fue entonces cuando Paul Barras entró en su vida. Barras sí que había triunfado en el nuevo gobierno formando parte del Directorio. Con Barras mantuvo una relación efímera basada en el lujo y en el dispendio mientras el pueblo volvía a morirse de hambre. Fue entonces cuando la popularidad de la otrora Nuestra Señora del Buen Socorro declinó hasta el punto de ver cómo aquel bonito apelativo como protectora de los más desfavorecidos mudaba en otro menos amable: Nuestra Señora de Septiembre en alusión a los hechos acaecidos en aquel mes de 1792 cuando la sangre de los ciudadanos corría sin control por las calles de París.


Así, poco a poco, la buena imagen de Teresa Cabarrús se fue difuminando, entre el pueblo y entre las clases bien estantes y poderosas. El propio Barras no tuvo inconveniente en deshacerse de su amante por demandar demasiados lujos y se la cedió sin ningún miramiento a Gabriel Ouvrard, un multimillonario que había amasado su fortuna especulando con los suministros del ejército en los inicios de la revolución. Con Ouvrand llegó a tener cuatro hijos sin llegar a casarse nunca con él.


La princesa de Chimay
El último capítulo en la vida de Teresa Cabarrús empezó en 1805 cuando contrajo su tercer matrimonio con François de Riquet, conde de Caraman y príncipe de Chimay. Del primero con Fontenay había conseguido la anulación y de Tallien se había divorciado sin problema tres años antes al haber contraído un matrimonio civil.


Tenía entonces 32 años pero consideró que ya era el momento de retirarse de la ajetreada vida de París. En su refugio a las afueras de Bruselas, Teresa, ahora convertida en princesa de Chimay tuvo otros cuatro hijos y vio desde la lejanía el esplendor del imperio napoleónico y su posterior caída, la restauración monárquica y la revolución de 1830.


Teresa Cabarrús, protagonista indispensable de la revolución francesa, aunque la historia no le haya reservado el sitio que se merece, falleció el 15 de enero de 1835.
 
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Herrada de Landsberg. El Jardin de las Delicias.






Herrada de Landsberg (nacida hacia 1130 - fallecida el 25 de julio de 1195) fue una monja alsaciana del siglo XII yabadesa de la abadía de Hohenburg en los montes Vosgos. Es conocida principalmente por ser la autora de la enciclopedia pictórica Hortus deliciarum (El Jardín de las delicias).
Herrada de Landsberg nació hacia el año 1130 en el castillo de Landsberg, en la región del Bajo Rhin, en el seno de una noble familia alsaciana. Tomó los hábitos en la abadía de Hohenburg en los montes Vosgos, a unos 15 km deEstrasburgo, a edad temprana. Se convirtió en abadesa en el año 1167 y conservó su posición hasta su muerte.


Hortus Deliciarum


Hacia el año 1165 Herrada había comenzado entre los muros de su convento la obra por la que sería conocida, el Hortus deliciarum, un compendio de todas las ciencias estudiadas en su época, incluyendo la teología. En esta obra Herrada detalla la batalla entre la Virtud y el Vicio con imágenes visuales especialmente vívidas que preceden a los textos.
Su obra, como es de esperar en el marco de la actividad literaria del siglo XII, aunque no es excesivamente original, muestra una escritura muy elaborada. Su principal distinción la constituyen las 336 ilustraciones que adornan el texto. Muchas de ellas son representaciones simbólicas de temas teológicos, filosóficos y literarios; algunas son históricas, algunas representan escenas relacionadas con la experiencia personal de la artista y una ilustración es una serie de retratos de sus hermanas religiosas. La técnica de algunas ilustraciones ha sido muy apreciada en casi todos los ámbitos artísticos, ya que demuestra una imaginación muy extraña entre los artistas contemporáneos de Herrada. La poesía que acompaña a los extractos de escritores de la antigüedad y de autores paganos también ha contribuido a la fama de Herrada.
La obra tiene defectos habituales en las obras literarias del siglo XII: faltas de ortografía, palabras y construcciones no utilizadas en la gramática clásica y giros estilísticos en varias frases que no serían aceptados en una escuela de poesía latina de su época. Sin embargo, su sentimiento es sincero, las líneas poéticas son musicales y admirablemente adaptadas a su propósito, el servicio a la divinidad. Herrada considera que su comunidad es una congregación unida para servir a Dios cantando alabanzas en su nombre.
[editar]El destino del manuscrito.


Después de haber sido preservado durante siglos en la abadía de Hohenburg, el manuscripto del Hortus deliciarum pasó a la biblioteca municipal deEstrasburgo durante la Revolución francesa. Allí las miniaturas fueron copiadas en 1818 por Christian Moritz (o Maurice) Engelhardt, el texto fue copiado y publicado por Straub y Keller, 1879-1899. [1]. De esta forma, aunque el manuscrito original fue destruido durante el incendio de la biblioteca de Estrasburgo en el asedio de la ciudad de 1870 durante la guerra franco-prusiana, actualmente todavía se puede apreciar el valor artístico y literario de la obra de Herrada.
 
image.jpgimage.jpgimage.jpgimage.jpgimage.jpgimage.jpgPlautilla Nelli (1524-1588).
Primera Pintora Florentina Conocida.

Suor Plautilla Nelli fue la primera pintora florentina conocida. Nació en Florencia, el 29 de enero de 1524, se llamó inicialmente Puselina Nelliy fue la hija del pintor Piero di Luca Nelli, miembro de la nobleza. En el año 1538, a la edad de 14 años, ingresó a una orden dominicana en el convento florentino de Santa Catalina de Siena, donde se convirtió en priora en 1568. Algunas fuentes dicen que no tuvo más instrucción en la pintura que el análisis y la copia de las obras del dominico Fra Bartolommeo y de Andrea del Sarto, grandes artistas del Renacimiento. Otras mencionan que fue entrenada por Fra Paulino, un alumno de Fra Bartolommeo. Lo cierto es que ella recibió como herencia de Fra Paulino una colección de dibujos de Fra Bartolommeo que le sirvieron como fuente inspiración y estudio. Siguiendo la técnica de este artista, habría estudiado la forma humana realizando modelos de cera para poder desarrollar sus composiciones, un método que podía considerarse apropiado para una monja. Tradicionalmente se dice que ella utilizó el cadáver de una hermana de la orden para poder pintar el cuerpo de Cristo en su obra “Lamentación con los Santos”.


Entre otras influencias que evidencia su obra se menciona a Leonardo da Vinci, Francesco di Cristofano, Rafael, Andrea del Castagno yAgnolo Bronzino.


La hermana Plautilla Nelli recibió comisiones de obras de grandes formatos, retablos y también pintó miniaturas, pero lamentablemente pocos de sus trabajos tienen una autoría reconocida actualmente. Una de sus obras de composición propia que recibió grandes elogios fue “La adoración de los Reyes Magos”. También realizó una gran pintura para el Monasterio de San Luca en Pistoia, de una Madonna con el Niño, rodeada por Santos.


Cuatro son las obras actualmente autenticadas de la artista: la “Lamentación con los Santos” (Compianto con Santi,) (ca 1569), que se encuentra en el refectorio del Museo de San Marco, es su obra más conocida y recientemente el Comité Florentino del National Museum of Women in the Arts auspició su restauración. Esta obra muestra con crudeza el dolor emocional por la muerte de Cristo, en los ojos enrojecidos y las lágrimas visibles de las figuras. “La Última Cena” (ca. 1550 – ca. 1568), anteriormente ubicada en su convento, ahora está en la iglesia Santa Maria Nouvella. El "Pentecostés", en la iglesia de San Domenico en Perugia es otro de sus trabajos reconocidos. Y otra pintura fue confirmada en 1985, "Madonna y el Niño con Santa Catalina y dos ángeles", que se encuentra en la Galería Collegiata en Empoli.

Las monjas del convento de Santa Catalina de Siena fueron seguidoras del famoso Fra Girolamo Savonarola, dominico que es considerado precursor de la reforma protestante, quien criticó duramente el lujo y la corrupción de la iglesia y los poderosos causando una gran transformación de la ciudad de Florencia, aunque posteriormente fue excomulgado y ejecutado por sus prédicas. Savonarola sostenía que las monjas debían dedicarse a la creación de obras de arte, lo que habría permitido a Suor Plautilla desarrollarse como artista. Se atribuye a ella un conocido retrato de Savonarola y también existe una biografía del predicador escrita por Suor Petronilla Nelli,hermana de Plautilla Nelli.


Suor Plautilla también se dedicó a la enseñanza de la pintura. Fueron sus alumnas Suor Prudenza Cambi, Agata Traballesi, Maria Ruggieri y Suor Veronica.


El historiador del arte Giorgio Vasari califica a esta artista como “virtuosa”, englobando con este término tanto sus cualidades artísticas como morales.


Suor Plautilla Nelli murió el 7 de mayo de 1588. La exhibición más reciente que incluyó obras suyas se realizó en Los Angeles County Museum of Art, (USA), en 1976, en una muestra denominada Women Artists, 1550-1950, y la última fue en el 2007, Artistas italianas desde el Renacimiento al Barroco.
 
EL PATRIMONIO DE TATIANA PÉREZ DE GUZMÁN EL BUENO, EN MANOS DE SU FUNDACIÓN

La fortuna de la austera y anónima condesa



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Mujer menuda, delgada, amable, educada y de voz potente. Pero, ante todo, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno era condesa. Independiente y enamorada de la naturaleza vivió alejada de la rutina de la ciudad, a salvo de los focos. Su nombre y su patrimonio saltaron a los medios de comunicación tras su muerte, el pasado 1 de octubre, cuando se conoció que elAyuntamiento de Madrid heredaba la Quinta Torre de Arias, la que había sido su casa, su hogar, el lugar donde más feliz había sido.Pero el legado de esta condesa anónima y sin descendencia va mucho más allá de las trece hectáreas localizadas en el último tramo de la calle Alcalá: fincas rústicas, edificios diseminados por toda España y palacios, como el de los Golfines de Abajo o el de Los Arenales, en Cáceres, además de un sinfín de pinturas, mobiliario y legajos históricos. Unas propiedades con un valor difícil de calcular, pero que se estima en 500 millones de euros.Una de las mayores fortunas de España, cuya dueña quería conservar unido y en buenas condiciones. Con ese objetivo nació la fundación que lleva su nombre.
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De su matrimonio con Julio Peláez Avendaño, ingeniero en Ciencias Físicas, heredó su pasión por la investigación y él, la debilidad de esta noble de educación exquisita: el campo. Hoy, ambas áreas encuentran su continuidad en los objetivos de la fundación, que esta semana se ha presentado en sociedad y que gestiona su patrimonio con una finalidad de servicio a la sociedad, mediante la formación a la juventud, la investigación científica y la conservación del patrimonio histórico artístico y el medio ambiente. Uno de los proyectos que se acometieron estando con vida la condesa fue la restauración del Palacio de Los Arenales, donde las cigüeñas habían encontrado un espacio en el que anidar que durante el proceso de rehabilitación se respetó.
Austeridad y educación alemana
Tatiana era una noble a la antigua usanza. Nunca perdió la conciencia de quién era ni de dónde venía. Hija de Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno y Ana Juliana Sabacher, si se bucea en su árbol genealógico se descubren lazos con Cristóbal Colón, los Golfines -franceses llegados a España para combatir a los moros en la batalla de las Navas de Tolosa- y Guzmán el Bueno, quien, según la leyenda, lanzó un cuchillo desde su Castillo de Tarifa para que los benimerines de Marruecos mataran a su propio hijo antes de sucumbir al chantaje de los sitiadores.
Su madre, alemana, eligió para ella la enseñanza en casa. De la mano de los mejores tutores se convirtió en una mujer culta que dominaba el alemán, el inglés y el francés a la perfección. Sin embargo, esta habilidad con los idiomas no le animó a viajar, le gustaba su casa, allí aprendía a diario, sumergida en sus libros y revistas. Sus otras dos pasiones fueron los animales y las plantas. No le importaba mancharse las manos para cuidar sus flores.
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Su otro vicio eran: los coches. No tuvo muchos, pero sí buenos. Varios Mercedes, antiguos pero perfectamente conservados, duermen en las cocheras de uno de sus palacios. No aprendió a conducir, por lo que siempre tuvo chófer. Él fue uno de los pocos excesos que suausteridad le permitió concederse. No quería cocinera, ni sirvientes y en la Quinta mandó construir una pequeña casa de una planta con una única habitación, baño, cocina y sala de estar para vivir; los palacios no iban con ella.
Una Grande de España alejada de los focos
Tatiana sabía lo que quería y lo defendió hasta el último de sus días. Orgullosa de su condición de mujer, siempre llevó los pantalones. Los vistió desde joven y en su casa, pese a que su marido le administraba el patrimonio, nunca se tomó una decisión sin que ella diera su beneplácito. Su palabra era la única. Cuando en 2003 falleció su marido ella misma despachaba semanalmente con su administrador para estar al corriente del estado de sus posesiones, ninguno de sus asesores consiguió nunca estar más al tanto de los movimientos en bolsa que ella y el futuro de la economía española era una de sus preocupaciones sus últimos años.
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El don de mando y la capacidad de trabajo fueron cualidades de las que hizo gala y valoró cuando las veía en otras mujeres, a quienes echaba en falta en los puestos de poder. Ese deseo ha encontrado respuesta en la labor de la Fundación, que ya ha premiado la labor de la Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Alcalá de Henares, financiando su investigación contra el cáncer de próstata.
La condesa nunca perdió su saber estar, jamás demostró una emoción más de la cuenta. La Guerra Civil estalló cuando era una adolescente y le obligó a madurar, ya que al segundo día de la contienda su abuelo fue asesinado en Madrid. Además, durante la guerra, su único hermano murió, con 20 años, cuando combatía en Vic. El que estaba llamado a ser el conde de Torre Arias era lo contrario a Tatiana: alegre y dicharachero. Su muerte alimentó el carácter introvertido de la condesa, que pasó desapercibida, por voluntad propia, durante toda su vida.
Aislada de los eventos públicos, no acudió ni a la boda de los Príncipes de Asturias, pero siempre estuvo al tanto de los dimes y diretes de la nobleza española. La condesa y marquesafue invisible para los vecinos del barrio de la Quinta, a su entierro sólo acudieron empleados, su fiel administrador y la condesa viuda de Romanones, con la que nunca cruzó palabra y que hoy pelea por el título que Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno dejó libre. Eso fue todo lo que quedó en el aire. El resto, todo su legado, está atado y bien atado en la fundación que ella misma creó y que trabaja para garantizar que su inmenso patrimonio siga vivo.

 
MAFALDA DE SABOYA



Su biografía nos narra la historia de una mujer de aspecto frágil pero de una fortaleza interna infinita rodeada de hombres de aspecto férreo pero de carácter débil y destructor por su obvia carencia de ingenio empático.

Premonitorio su fin en el Campo de Concentración de Buchenwald el 28 de Agosto de 1944, podemos afirmar que sí, cuando, desde su nacimiento, la envolvían mentecatos sin la más mínima coherencia política cuya finalidad era alimentar su ambición medrando en el escalafón ascendente de los órganos de poder que condenaron a Europa, al triste y vergonzoso episodio de la historia universal denominado La Segunda Guerra Mundial.

Mafalda, era hija de Víctor Manuel III de Saboya, un ridículo hombrecillo que vió en Mussolini, otro demagogo genocida, histriónico y con una gran opinión de sí mismo y de sus cualidades diplomáticas que devastaron Italia; al protector de la Familia Real. No se les puede negar a ambos sujetos que no adolecieran de puerilidad aguda al confundir la realidad con sus juegos infantiles de soldaditos de plomo. Ese, “rey” y su mente lúcida no sé si al unísono o por separado, acordaron el matrimonio de Mafalda con el incongruente Felipe Hesse-Kassel, príncipe alemán y sobrino del ex Káiser Guillermo II de Alemania. Las contradicciones ideológicas caracterizaban a Felipe, se afilió a las SA Nazi con la pretensión de trasladar el modelo fascista alemán a Italia y paradójicamente ayudo a muchos judíos holandeses a escapar del asedio Nazi.

Mafalda manifestó pública y abiertamente su rechazo a la ideología fascista lo que provocó la cólera y la ira de Hitler convirtiendo la captura de la princesa en un asunto personal. Su marido, Felipe tampoco escapó de la venganza a pesar de comulgar con las ideas de Hitler y de su amistad con Göering, fue recluido en el campo de concentración de Flossenburg. Sus tres hijos fueron refugiados del Vaticano.

Bajo tretas deleznables, Mafalda fue conducida a Munich con el pretexto de reunirla con su esposo, en lugar de ello, la detuvieron en calidad de rehén y la trasladaron al campo de concentración.

El 24 de Agosto de 1944 los aliados bombardearon el campo y Mafalda, muy deteriorada por las penurias y las carestías de alimentos, sufrió el impacto de metralla en su brazo izquierdo. Tardaron veinte y cuatro horas en operarla hasta recibir el permiso de Berlín. Se le denegó el suministro de antibióticos y se le dejó desangrarse en una habitación del burdel de las SS. Tenía 42 años. A la familia se le comunicó su fallecimiento una vez finalizada la guerra en 1945.

Actualmente la única figura respetada de la Dinastía de los Saboya por el imaginario colectivo italiano es Mafalda, a la cual se la honra con la emisión de un sello postal.





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isla-mujeres--647x301.jpg Considerada la primera fotógrafa vasca, esta bilbaína inmortalizó con su cámara a vendedoras de sardinas en el mercado de la Ribera, a lavanderas en las orillas del Nervión, a lecheras y a mujeres cultivando la tierra.

'Foto de una peregrina vasca realizada en Begoña en 1900 por Eulalia Abaitua. Archivo del Museo Vasco de Bilbao'

Quien quiera documentar gráficamente Bizkaia y sus gentes entre finales del siglo XIX y principios del XX necesitará recurrir a la consulta de la obra gráfica de Eulalia Abaitua Allende-Salazar (1853-1943), una bilbaína de familia burguesa criada en Liverpool, felizmente casada y madre de cuatro hijos, que encontró en la fotografía una forma de realización personal. Su legado tiene un valor excepcional y resulta de incontestable interés para entender la realidad de lo que fue el Bilbao y la Bizkaia de su tiempo. Gran parte de su trabajo amateur, más de 2.500 imágenes, se conserva en el Museo Vasco de Bilbao.

Con su mirada curiosa, Eulalia inmortalizó con su cámara a vendedoras de sardinas en el mercado de la Ribera, a lavanderas en las orillas del Nervión, a lecheras, a mujeres acarreando el agua o cultivando la tierra. También capturó las celebraciones sociales, los rincones marineros y urbanos, las personas de todas las edades, los rostros, los trabajos y los gestos. Se centró en la sencillez de las gentes del pueblo, las personas humildes, sin retoques, en su vivir común, en el quehacer diario y en el tiempo de asueto. "Insólitas estampas de la vida cotidiana en pleno auge de una revolución industrial que parecía que sepultaba todo lo demás y que conforman un universo de recuerdos",indica Maite Jiménez Ochoa de Alda, autora de una biografía de Eulalia A., como esta mujer firmaba sus fotografías a pesar de que oficialmente sólo era la ‘Sra. De Olano’, de acuerdo con el orden social vigente, que forma parte de la colección ‘Temas Vizcaínos’ de la BBK.

La vida de quien es considerada la primera fotógrafa de la que existe constancia en el País Vasco por Josu Bilbao Fullaondo en 'Fotografía y fotógrafos en el País Vasco', discurre de forma casi paralela al nacimiento y desarrollo de la fotografía, pues tan sólo 14 años antes del nacimiento en Bilbao de Eulalia Abaitua tuvo lugar la presentación pública en la Academia de las Ciencias de Francia del primer procedimiento fotográfico. Louis Jacques Mandé Daguerre (1787-1851) mostró una imagen sobre una placa de cobre plateado, el daguerrotipo. Es en Liverpool donde Eulalia toma su primer contacto con lo que terminará siendo para ella una de las pasiones de su vida, y tras casarse la practicó en Bilbao y alrededores. La fotografía era una técnica naciente que comenzaba en esos años a difundirse entre las élites y que, en ciertos casos, vino a resultar una alternativa a la pintura. Además, esta nueva afición podía practicarse de forma seria y continuada o de forma esporádica en la ciudad o en el campo, en el ámbito doméstico privado o en los espacios públicos.

Eulalia instaló su laboratorio en el sótano de su residencia, el Palacio de Pino en Begoña, lo que luego sería el Restaurante Artagan. En algunas de sus salidas llevaba una ayudante para transportar el trípode y sujetar la tela que utilizaba como fondo para algunas tomas. Su material preferido fueron las placas estereoscópicas de vidrio, tanto positivas como negativas, en formato 4,5 cm x 10,7 cm, y emulsión de gelatino-bromuro. "Eulalia es un ojo sensible que ama a su pueblo y se dedica a interpretarlo. Por ello son sus temas las campesinas, lavanderas, sardineras, lecheras, hay maternidades y retratos. También tiene marinas, artes de pesca, tipos en las ferias, etcétera. Esta mujer no busca el arte por el arte, ni tampoco el juego de luces o las composiciones rebuscadas, es una auténtica 'reporter' que ahora sería una gran fotógrafa de la Agencia Magnum. Eulalia Abaitua ha dejado una obra para la posteridad de una gran pureza morfológica y etnográfica incalculable. Su arte era componer con extrema naturalidad. No hay nada rebuscado", dijo de ella el fotógrafo Alberto Shommer (Vitoria, 1928), conocido por los retratos de personalidades de la vida española contemporánea, cuando el Museo Vasco de Bilbao proyectó, en 1990, la primera presentación pública de las imágenes de Eulalia a través de la muestra 'Gure aurreko andrak-Mujeres vascas de ayer'.

Según detalla Maite Jiménez Ochoa de Alda, la obra de esta fotógrafa amateur se puede clasificar en cuatro grandes apartados. En primer lugar, la vida privada familiar, con fotografías intimistas de la familia Olano-Abaitua en su casa de Begoña. Los protagonistas son su marido, sus hijas y, sobre todo, sus nietos, en todas las poses y edades. Los niños, cuando son bebés, posan ataviados con faldones y en brazos de sus añas. Luego, cuando crezcan, aparecerán con traje corto y acompañados de sus niñeras e institutrices. Entre las personas que formaban parte de la vida privada de Eulalia Abaitua está todo el personal de servicio que trabajaba con ella. Añas, niñeras, doncellas, jardineros, cocineras…Por el hogar de Eulalia pasaban todo tipo de personalidades relevantes de la sociedad bilbaína y vizcaína del momento, y su proximidad física con la basílica de Begoña convertía a su casa en un punto de referencia para las más altas autoridades religiosas, tal y como reflejan las fotos tomadas por ella con motivo de la coronación de la Virgen de Begoña en 1900 o la declaración de Patrona de Bizkaia de 1903, en las que retrató a representantes de la curia pontificia y del poder político.

La vida en Begoña

Por otra parte, documentó gráficamente sus viajes por Italia, Venecia, Marruecos, Lourdes, Málaga, Madrid, Isla de Creta y Tierra Santa. En ningún momento se olvidó de los espacios urbanos de Bilbao, su ciudad natal, que retrató de muchas maneras. Así, hay imágenes de la Gran Vía con el pavimento lleno de flores, serpentinas y confetis, donde podemos ver un desfile de coches de caballos engalanados entre el público expectante; en el Arenal fotografió a los gigantes y cabezudos cerca del Gargantúa; en otras instantáneas aparece el muelle de Uribitarte atestado de barcos o el tranvía delante del edificio del Ayuntamiento; también la fachada del desaparecido Instituto Vizcaíno en la actual Plaza Miguel de Unamuno; o el apacible paseo de Los Caños, unas veces como lugar de recreo, otras como el enclave de la ría al que acudían las lavanderas.

Eulalia Abaitua tuvo otros lugares predilectos para sus tomas fotográficas: el valle de Arratia y la anteiglesia de Begoña, que entonces era un municipio independiente. Begoña, al fin y al cabo, era su entorno inmediato y conocía a sus gentes. A Tomasa y Brígida, que daban chocolate con bolado en la cada de la Novena; a la ponchera, que colocaba su puesto delante de la puerta del santuario; al escultor Bernabé de Garamendi, con quien hablaba de vez en cuando; a la lavandera Rosario Arabiourrutia, del caserío Boni; a los del chacolí Macharratia; a los sacerdotes de la basílica, Juan Cruz Unceta y su sobrino Bernardo Aztigarraga. Llama la atención el número de imágenes donde las protagonistas son mujeres. Quizá sea una consecuencia de la propia sociedad tradicional en la que la vida y los espacios estaban segregados en función del género: a un lado los hombres, al otro las mujeres.

Hay algunas localidades de España que han incorporado a su callejero el nombre de Eulalia Abaitua. Así, en Valdemoro, Madrid, existe la glorieta Eulalia Abaitua, en la que confluyen las calles de la escritora Rosalía de Castro y la aviadora Amelia Earhart. Al norte de la ciudad de Guadalajara hay un barrio cuyas calles están dedicadas a mujeres relevantes. Entre ellas, una lleva el nombre de Eulalia Abaitua. En Bilbao hay desde 2010 una calle con su nombre en Txurdinaga, en la trasera de la avenida Julián Gaiarre, junto al CEP de Txurdinaga. Comienza en la calle Fernando Jiménez y termina en Ondarroa.

http://www.elcorreo.com/alava/20130618/mas-actualidad/sociedad/fotos-eulalia-201306171820.html
 
Mi héroe: Robyn Davidson

Maria Prieto 28 Diciembre 2008


Una bella mujer, criada en el norte de Australia, con una corta carrera como modelo decide trabajar para un criador de camellos, literalmente limpiando sus establos, hasta que él le haya enseñado todo sobre el manejo de éstos animales y ella pueda comprarle un par para cruzar Australia de Oeste a Este. La historia de Robyn Davidson fue documentada por la National Geographic y Davidon escribió un libro con su experiencia para luego dedicarse a ser embajadora de temas medioambientales durante años.



Con cuatro camellos y un perro, Robyn Davidson cruzó, desde Alice Springs, en la costa oeste de Australia, con Bub, Zeleika, Dookie y Goliath, hasta llegar al mar al otro lado del país. Mientras vivía en el pueblo de Alice Springs conoció al fotógrafo de la National Geographic, Rick Smolan, quien la incentivó a escribir su historia y la contactó con National Geographic. Ella le pidió a cambio que él fotografiara su viaje de nueve meses por el desierto australiano. Rick voló tres veces a encontrarla en su ruta durante ese período.

El artículo de la National Geographic fue publicado en el año 1978 y provocó tal interés que le pidieron que escribiera la historia completa. El libro titulado Tracks, Huellas, ganó el Premio Thomas Cook para libros de viaje, entre otros. A comienzos de los años 90, Rick Smolan publicó las fotos completas del viaje de Robyn Davidson, en un libro que se llama From Alice to Ocean, Desde Alice al Océano, que incluyó uno de los primeros Cd´s interactivos con fotos y relatos del viaje.

La mayor parte del trabajo de Davidson ha sido viajar y estudiar a los pueblos nómades del planeta, conocida como Antropóloga Social, no tiene calificaciones académicas y se considera completamente auto- didacta. Su experiencia con nómades incluyó viajar con las tribus de India entre el año 1990 hasta 1992. El relato de éste viaje se convirtió en un libro llamado Desert Places, Lugares Desiertos (1996).

Según Davidson, en un extracto de su libro Desert Places:

"Ante la pregunta de cuándo hicimos menos daño a nuestro ambiente en el pasado y dónde comenzamos a crear el desorden fue en el cambio de ser nómades a sedentarios. Fue entonces que nos convertimos en extraños, en una tierra extraña. Lo digo, a riesgo de parecer meramente romántica."

Es una de las posibilidades, sin duda la que ella conoce de forma íntima y para la cual a dedicado su vida, contra cualquier impedimento, porque entrar a ser parte del viaje de uns tribu, como mujer ocidental, bonita y por su cuenta, no es un caso común, y gracias a gente como ella, podemo saber con detalle, cómo es la vida interna de las tribus que viajan por diversos países como India, Tibet y Australia.

http://www.veoverde.com/2008/12/mi-heroe-robyn-davidson/
 
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