el problema es que los hijos se convierten en víctimas, y más a una edad tan vulnerable como 7 años, donde ya son conscientes del entorno.
el odio y el resentimiento que les genera ser utilizados como moneda de cambio y un objeto del egoísmo de los adultos no se recupera nunca.
el odio y el resentimiento que les genera ser utilizados como moneda de cambio y un objeto del egoísmo de los adultos no se recupera nunca.