LOCOMOTORAS A VAPOR - TRENES HISTORICOS Y TURISTICOS - FFCC (tranvías, metros, funiculares)

continuación...


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Locomotora de vapor 020-0232 (Couillet, Bélgica, 1885) Cesión: Associació per la Reconstrucció i Posta en Servei de Material Ferroviari Histórico, ARMF Lérida
Pieza IG: 00006

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Locomotora de vapor 130-0201 “Pucheta” (Sharp & Stewart, Gran Bretaña, 1887)
Pieza IG: 00036

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Locomotora de vapor 040-2184 (Tubize, Bélgica, 1891) Cesión: Asociación Venteña de Amigos del Ferrocarril, AVENFER
Pieza IG: 00045



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Locomotora de vapor 050-T (Saint Leonard, Bélgica, 1927) Cesión: Museo de la Minería de Puertollano, Ciudad Real
Pieza IG: 00088

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Locomotora de vapor 140-2054 (Babcock & Wilcox, España, 1928) Cesión: Ayuntamiento de Guadix, Granada
Pieza IG: 00048

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Locomotora de vapor 141-F-2111 (North British, Gran Bretaña, 1953) Cesión: Museo del Ferrocarril de Galicia
Pieza IG: 00052

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Locomotora de vapor 242-F-2009 “Confederación” (Maquinista Terrestre y Marítima, España, 1956)
Pieza IG: 00081

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Locomotora de vapor 282-F-0421 (Babcock & Wilcox, España, 1960) Cesión: Associació per la Reconstrucció i Posta en Servei de Material Ferroviari Histórico
ARMF Lérida
Pieza IG: 00084
 
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Lampistería
Una luz cumple la doble función de ver y ser vista. Ésa es precisamente la dualidad funcional de una buena parte de las lámparas históricas ferroviarias: iluminar y señalizar. Ya fueran faroles de mano, discos de señales fijas, discos de locomotoras o de vehículos remolcados, marquesas de estaciones o modestos quinqués de escritorio, el mundo ferroviario recoge un amplísimo sistema de iluminación y señalización que está perfectamente representado en la colección de lampistería del Museo.

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Linterna de mano (Brown & Jones Patentees, Gran Bretaña, ca. 1890)
Pieza IG: 00272
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Disco delantero de locomotora (ca. 1901-1920)
Pieza IG: 01221






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Farol de tres fuegos (Hermenegildo Mozo, España, 1955)
Utilizado por RENFE
Pieza IG: 00276
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Linterna de tres fuegos, tipo unificado (José Ubach, España)
Pieza IG: 00283
 
Última edición:
@Coti7495 , que hilo tan bien bordado, estoy disfrutando muchisimo, no podia ni imaginar la cantidad de modelos de locomotoras que existen.

@franfei ,si soy tremendamente curiosa y todo me apasiona.
Otra curiosidad que tengo.
imaginemos( mucho imaginar , sonrio)Ya me he formado como maquinista y llevo un Ave
Bien, entonces mi siguiente pregunta es, los recorridos de vias tienen algun sistema informatico, desde alguna central, para llevar el control de cada tren?
O sea quiero decir , como un controlador aereo y la torre de control , que es la que toma el relevo para aterrizar y despegue
Leyendo lo de los accidentes, he recordado el accidente del tren en Galicia, en una curva, y no recuerdo bien si fallo el sistema de la central, cuando estan cerca de la estacion
Como ves este hilo me tiene enganchada, es muy pero que muy interesante
Os quiero agradecer todo el trabajo y tiempo que dedicais a este hilo, que es mucho y muy bien documentado.
Muchas gracias a todos los que haceis de este hilo
Sakura
 
@Coti7495 , que hilo tan bien bordado, estoy disfrutando muchisimo, no podia ni imaginar la cantidad de modelos de locomotoras que existen.

@franfei ,si soy tremendamente curiosa y todo me apasiona.
Otra curiosidad que tengo.
imaginemos( mucho imaginar , sonrio)Ya me he formado como maquinista y llevo un Ave
Bien, entonces mi siguiente pregunta es, los recorridos de vias tienen algun sistema informatico, desde alguna central, para llevar el control de cada tren?
O sea quiero decir , como un controlador aereo y la torre de control , que es la que toma el relevo para aterrizar y despegue
Leyendo lo de los accidentes, he recordado el accidente del tren en Galicia, en una curva, y no recuerdo bien si fallo el sistema de la central, cuando estan cerca de la estacion
Como ves este hilo me tiene enganchada, es muy pero que muy interesante
Os quiero agradecer todo el trabajo y tiempo que dedicais a este hilo, que es mucho y muy bien documentado.
Muchas gracias a todos los que haceis de este hilo
Sakura
Muchas gracias por tu pregunta , con mucho gusto te contesto.-
Eso que dices de los accidentes, debes saber QUE EN ESPAÑA, por ser ESPAÑA, los accidentes son siempre culpa del Maquinista,. Claro, no puede ser de otra manera, porque los responsables en este País siempre quedan en libertad.- No te recomiendo que te hagas Maquinista en los tiempos actuales, corres mucho riesgo aquí, eso si, siempre puedes trabajar en Tanzania o por ahí que son sitios mucho mas seguros para los Maquinistas.-
AL GRANO.-
Los trenes están en todo momento controlados por una Central de tráfico, las señales y los cambios de via tambien, el Maquinista poco puede hacer ante eso, tiene la facultad de detener el Tren, de acelerar hasta cierto punto. EL TREN SIEMPRE CIRCULA A LA VELOCIDAD DE LA VíA, en España hay dos sistemas el ASFA y el ERTMS, este último es total, y no permite bajo ningún concepto que el maquinista se salte la velocidad establecida porque el Tren se para mediante el frenado automático.-
Cuando el tren se sale de un tramo con sistema ERTMS, y entra en un tramo ASFA, la velocidad queda en manos del maquinista, el frenado automático no actúa, y eso fue lo que sucedió en Galicia por un despiste del maquinista, si, pero también por hacer circular un tren de Alta velocidad sin el sistema instalado para ello.ESO ES UNA TEMERIDAD, y mira lo que sucedió.- AHORA ME PREGUNTARÁS SEGURAMENTE .....QUIEN DEBE IR A LA CÁRCEL???.-
NO LO HAGAS, YA TE HE CONTESTADO.-
Yo siempre tuve por norma, antes de hacer un nuevo comentario, puntuar el anterior del que trae causa, aquí parece que se ha implantado otro sistema. Es cuestión de modales.-
 
Última edición:
Muchas gracias por tu pregunta @Sakuraa , con mucho gusto te contesto.-
Eso que dices de los accidentes, debes saber QUE EN ESPAÑA, por ser ESPAÑA, los accidentes son siempre culpa del Maquinista,. Claro, no puede ser de otra manera, porque los responsables en este País siempre quedan en libertad.- No te recomiendo que te hagas Maquinista en los tiempos actuales, corres mucho riesgo aquí, eso si, siempre puedes trabajar en Tanzania o por ahí que son sitios mucho mas seguros para los Maquinistas.-
AL GRANO.-
Los trenes están en todo momento controlados por una Central de tráfico, las señales y los cambios de via tambien, el Maquinista poco puede hacer ante eso, tiene la facultad de detener el Tren, de acelerar hasta cierto punto. EL TREN SIEMPRE CIRCULA A LA VELOCIDAD DE LA VíA, en España hay dos sistemas el ASFA y el ERTMS, este último es total, y no permite bajo ningún concepto que el maquinista se salte la velocidad establecida porque el Tren se para mediante el frenado automático.-
Cuando el tren se sale de un tramo con sistema ERTMS, y entra en un tramo ASFA, la velocidad queda en manos del maquinista, el frenado automático no actúa, y eso fue lo que sucedió en Galicia por un despiste del maquinista, si, pero también por hacer circular un tren de Alta velocidad sin el sistema instalado para ello.ESO ES UNA TEMERIDAD, y mira lo que sucedió.- AHORA ME PREGUNTARÁS SEGURAMENTE .....QUIEN DEBE IR A LA CÁRCEL???.-
NO LO HAGAS, YA TE HE CONTESTADO.-
Muy bien explicado, bajo mi punto de vista ,( hablo del tramo del accidente de Galicia )tendria que ser un tramo con sistema ERTMS.al estar llegando a la estacion seria lo mas seguro, esa es mi opinion.

Lo mio no son las maquinas jiji, no podria ser maquinista.
Lo mio es la arquitectura, y siguiendo mi curiosidad, he estado buscando estaciones y uff que bellos edificios hay, algunos ya los conocia , otros no y me he quedado con los ojos pegados a la pantalla ,cuanta belleza
Le he pasado por privado el enlace a @Coti7495 son toda una obra de arte
Muchas gracias por tus explicaciones
Sakura
 
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Lampistería
Una luz cumple la doble función de ver y ser vista. Ésa es precisamente la dualidad funcional de una buena parte de las lámparas históricas ferroviarias: iluminar y señalizar. Ya fueran faroles de mano, discos de señales fijas, discos de locomotoras o de vehículos remolcados, marquesas de estaciones o modestos quinqués de escritorio, el mundo ferroviario recoge un amplísimo sistema de iluminación y señalización que está perfectamente representado en la colección de lampistería del Museo.

01-la_linterna_de_mano_ig-272_r.jpg

Linterna de mano (Brown & Jones Patentees, Gran Bretaña, ca. 1890)
Pieza IG: 00272
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Disco delantero de locomotora (ca. 1901-1920)
Pieza IG: 01221






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Farol de tres fuegos (Hermenegildo Mozo, España, 1955)
Utilizado por RENFE
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Linterna de tres fuegos, tipo unificado (José Ubach, España)
Pieza IG: 00283

@Coti7495 , justo este domingo voy a un mercadillo que hacen en el museo del ferrocarril.

La última vez que fui dejaban subir a varios trenes para ver cómo eran por dentro, pero creo que como la gente era tan poco cuidadosa, me parece que han dejado acceso a pocos. Uno de los trenes tenía vagones habilitados para niños, para que pudieran jugar.

Además, si te querías tomar una coca cola fresquita, como no, se hacía en otro tren con unos asientos muy cómodos. Te podían hacer desde fuera una foto muy divertida.

Por último, la parte de la exposición de algunos objetos, que con suerte NO pueden tocarlo los manazas-destroza-todo, antes estaba repartida por toda la estación.

Ya os contaré el domingo si entro cómo está actualmente la cosa.
 
@Coti7495 , que hilo tan bien bordado, estoy disfrutando muchisimo, no podia ni imaginar la cantidad de modelos de locomotoras que existen.

@franfei ,si soy tremendamente curiosa y todo me apasiona.
Otra curiosidad que tengo.
imaginemos( mucho imaginar , sonrio)Ya me he formado como maquinista y llevo un Ave
Bien, entonces mi siguiente pregunta es, los recorridos de vias tienen algun sistema informatico, desde alguna central, para llevar el control de cada tren?
O sea quiero decir , como un controlador aereo y la torre de control , que es la que toma el relevo para aterrizar y despegue
Leyendo lo de los accidentes, he recordado el accidente del tren en Galicia, en una curva, y no recuerdo bien si fallo el sistema de la central, cuando estan cerca de la estacion
Como ves este hilo me tiene enganchada, es muy pero que muy interesante
Os quiero agradecer todo el trabajo y tiempo que dedicais a este hilo, que es mucho y muy bien documentado.
Muchas gracias a todos los que haceis de este hilo
Sakura
Querida Sakura: por favor te ruego que nos deleites con el material sobre esas maravillosas estaciones, doy por descontado tu buen gusto y mejor criterio. Será un placer contar con ellas para deleitarnos. Gracias por tu compañía siempre y por tus gentiles palabras. De qué se compone la vida y su goce si no es de buenos momentos compartidos con gente respetuosa y de buena fe como tu? Así da gusto el tránsito. Un gran abrazo.
 
@Coti7495 , justo este domingo voy a un mercadillo que hacen en el museo del ferrocarril.

La última vez que fui dejaban subir a varios trenes para ver cómo eran por dentro, pero creo que como la gente era tan poco cuidadosa, me parece que han dejado acceso a pocos. Uno de los trenes tenía vagones habilitados para niños, para que pudieran jugar.

Además, si te querías tomar una coca cola fresquita, como no, se hacía en otro tren con unos asientos muy cómodos. Te podían hacer desde fuera una foto muy divertida.

Por último, la parte de la exposición de algunos objetos, que con suerte NO pueden tocarlo los manazas-destroza-todo, antes estaba repartida por toda la estación.

Ya os contaré el domingo si entro cómo está actualmente la cosa.
Gelmita es un verdadero gusto contar con tu presencia en este rincón ferroviario. Gracias por tu presencia y compañía dotadas de una inmejorable energía.
Te leía ya en crímenes y encontrarte por aquí me ha llenado de alegria. Siempre con la misma impronta en tus comentarios y actitudes.
Fíjate qué casualidad lo del Museo Ferroviario, ayer lo subí y tu lo vas a visitar próximamente.
Aguardamos tus comentarios e impresiones con mucho gusto.
Que disfrutes ese paseo.
Un abrazo enorme.
 
Transiberiano, la gran aventura sobre rieles
Crónica a bordo del mítico tren ruso, desde Moscú hasta Beijing, cruzando Siberia y Mongolia.

Primera etapa de este recorrido

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El legendario tren cumplió 100 años en 2016.

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recorrido

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El Transiberiano transitando una región cercana a Ulan Ude, en el sur de Siberia

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Primera clase, a bordo del mítico tren.

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Transiberiano - Novosibirsk

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La estación Yaroslavsky, el "KM 0" de Moscú (Getty Images).

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El tren a punto de partir de la estación Yaroslavksy.

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Mozos en el vagón comedor.

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Sabores internacionales con toques locales.


Será que el verano es corto y las noches cálidas, como esta de principios de agosto, no son muchas a lo largo del año. Pero lo cierto es que las noches de verano en Moscú son un placer. Todo el mundo parece de ánimo para salir, caminar, disfrutar, beber, divertirse.

Por eso esta recorrida por la capital de Rusia es un encanto. El hotel Ucrania, uno de los siete edificios “mellizos” construidos por Stalin en la década de 1950, el Monasterio de las Doncellas, el imponente Parque de la Victoria, en el que decenas de chicos juegan al fútbol o andan en skate aunque sean más de las 10 de la noche.

Y, sobre todo, la Plaza Manezhnaya, donde un gran reloj marcas los días, horas y minutos que faltan para el Mundial Rusia 2018. Y pasando las puertas Voskresenky, la inigualable Plaza Roja, esa enorme explanada de adoquines históricos por los que desfiló buena parte de la historia del siglo XX, y en los que ahora cientos de personas caminan, se sientan, se sacan fotos y más fotos, con las murallas de Kremlin, el mausoleo de Lenin o la basílica de San Basilio. Sí, las noches de verano en Moscú son un placer.

Pero la ciudad –visita al kremlin incluida– esta vez no es más que una breve introducción a nuestro verdadero viaje, uno de esos que suelen calificarse como “de una vez en la vida”, aunque una vez terminado más de uno prometa volver. Venimos parasubirnos a un viaje mítico, de los que se sueñan por años: elTransiberiano, la línea férrea más larga del mundo, y también la más famosa.


Un viaje que arranca en Moscú y, en su trazado original, termina en Vladivostok, a orillas del océano Pacífico, 9.288 kilómetrosmás allá de haber comenzado y luego de atravesar ciudades, pueblos, montañas, ríos legendarios, bosques, taigas, estepas de cosacos y mongoles, en dos continentes.

Aunque en este viaje no iremos a Vladivostok sino que tomaremos una variante: el Transmongoliano, que luego de pasar el lago Baikal, gira hacia el sur para cruzar Mongolia y llegar a Beijing, capital de China.

El Transiberiano, en realidad, es mucho más que un ferrocarril: es una especie de columna vertebral que hizo posible que esa enormidad llamada Rusia sea un solo país. Y es, también, una suerte de esencia, de lanza que penetra en la carne de la Rusia profunda, tan zarista como soviética. Un viaje sin destino, porque el destino es el viaje mismo.

https://www.clarin.com/viajes/Transiberiano-aventura-rieles_0_HklzIjZXx.html


 
Transiberiano, la gran aventura sobre rieles

Segunda entrega...

Km 0. Moscú

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La estación Yaroslavsky, el "KM 0" de Moscú (Getty Images).

“Vladivostok, 13.20”, anuncia el cartel en el andén 1 de la estación Yaroslavsky. A pocos metros, el primer vagón. Faltan menos de 15 minutos pero nadie quiere subir. Vamos y venimos por el andén mirando, sacando fotos, como si buscáramos que la realidad nos entre por la piel: sí, finalmente estamos aquí, a punto de abordar ese mítico tren. “Vamos, que estamos por salir”, anuncian entre risas nerviosas Elena y Lina, las responsables del vagón 33.

Es que en cada uno de los 5 vagones de pasajeros de este Gran Transiberiano Express (se va desenganchando y enganchando del tren común de pasajeros, en los distintos destinos turísticos del itinerario) hay dos encargados de que no falte nada y siempre dispuestos a convidarnos agua, café o té. Y además hay cocineros, camareros, el jefe y el director del tren con su equipo, mecánicos, maquinistas ... Mucho personal para atender a unos 80 pasajeros, que en este viaje llegamos de Argentina, España,Brasil, Italia, República Dominicana, Serbia.

Pero volvamos a Yaroslavsky. Son las 13.16 cuando pongo mi primer pie en el tren, y lo primero que me impacta es ... ¡el calor! Hace 30 grados en Moscú y el tren estuvo varias horas parado bajo el sol. Aunque en cada camarote nos espera un champán bien frío, listo para brindar. A las 13.20 exactas, un chirrido y un leve sacudón anuncian: ¡se mueve! Estamos viajando en el Transiberiano.

Km 30. Afueras de Moscú

Lleva poco acostumbrarse a la vida a bordo. Apenas arrancamos, anuncian: el almuerzo está servido. Ensaladas y pescados de entrada, luego pollo relleno con puré y, de postre, cheesecake. Pensada para comensales de múltiples orígenes, la gastronomía sobre rieles no depara grandes sorpresas, y sí suma toques locales como pepino, repollo y remolacha, tres sabores que nunca deben faltar en una comida rusa.

Un rato de siesta –el bamboleo invita a dormir– y de vuelta al comedor: a las 16 es la presentación oficial del tren, a cargo de Eugenia, una de nuestras guías coordinadoras, que habla un perfecto español. Nos cuenta que en este primer día vamos “enganchados” al tren N° 2 que hace Moscú–Vladivostok en 8 días, que cada día tendremos por escrito el programa de actividades y que esta noche deberemos adelantar el reloj: de pronto serán dos horas más, “así que habrá menos tiempo para dormir”, advierte.

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La mesa lista para el desayuno a bordo.

Después, nuestra guía coordinadora, Liudmila Kosareva (Mila), que es de San Petersburgo y hace el viaje por primera vez, da una clase básica de ruso, para aprender el alfabeto (el cirílico, con letras bien diferentes a las nuestras) y algunas expresiones básicas: da (sí), niet (no), priviet (hola), spasibo (gracias), y así. De paso, nos vamos conociendo entre los pasajeros. Están, por ejemplo, Armando y Alejandra, que son de Bariloche y viajan con su hijo Eugenio, de veintitantos, y Alejandro, amigo de la familia y futuro compañero en noches de truco.

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Vestimenta tradicional del staff del tren.

O José Alonso, un asturiano que conoce el mundo como pocos y es capaz de contar de memoria cómo son los aeropuertos más remotos o las aerolíneas más ignotas, y a lo largo del viaje sacará ... no sé, ¿miles?, ¿millones? de fotos, de cada rostro, de cada detalle. O Antonia y Américo, una pareja de dominicanos que son amables y dulces como la caña de azúcar.

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Camarote de alta gama.

La estructura de las jornadas de tren es similar: desayuno, almuerzo y cena son los puntos de referencia; en los intermedios, alguna clase o tiempo libre para charlar, caminar los vagones o la actividad preferida: mirar, tratar de fijar en las retinas el paisaje siberiano, la taiga con bosques de abedules y alerces, la fuerza de los ríos, las casas de madera con invernaderos y cultivos, los cientos de trenes que van, vienen o duermen en alguna playa de maniobras.

Otro rato de relax y la cena, mientras hacemos la primera parada: 15 minutos en Nizhny Novgorod. Después, Sergei nos sirve unos vodkas y nos quedamos estudiando grandes mapas de Rusia en el vagón comedor de Primera Clase, mientras la pianista Liudmila Petrakova interpreta unos clásicos.

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Vías legendarias.

Nos sentimos como en un crucero de lujo, sólo que por las ventanillas no se ve el mar sino bosques y más bosques. Estamos entrando en la taiga o bosque boreal que caracteriza a Siberia, este inmenso territorio de 13,1 millones de km2, equivalente a casi cinco veces la superficie de la Argentina. Adelantamos el reloj y las 22.40 se hacen las 0.40 del día siguiente. Hora de dormir, en algún punto de la llanura entre Kazán y Ekaterimburgo.

 
Transiberiano, la gran aventura sobre rieles

Tercera entrega...

Km 1.816. Ekaterimburgo

No podría saltear el primer desayuno, uno de los grandes momentos del viaje: mesas decoradas con flores, frutas, jugos, café y el infaltable chai (té), que los rusos toman casi tanto como los chinos. Un gran momento en el que llegué a amar el dobri dien (“buen día”) con el que la simpatiquísima camarera Nina me saludaba cada día.

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En Ekaterimburgo, la iglesia Sobre la Sangre, en el lugar donde mataron al último zar de Rusia, Nicolás II, y su familia.

Lunes, 18 hs: casi 27 horas después de haber partido de Moscú, el tren se detiene en la estación de Ekaterimburgo, al pie de los montes Urales y a poco de haber entrado en Asia. Vamos al hotel –Doubletree by Hilton, los hoteles son todos de primer nivel– y partimos rápido a caminar, con el sol del atardecer tiñendo de amarillo el impresionante palacio municipal, un estilo ecléctico que en la URSS solían llamar “estilo triunfo de Stalin”.

Al otro día nos recibe la guía Daria Arjipova, que resume toda la belleza de la mujer rusa –rubia, alta, ojos claros– y nos guía en una visita que es algo así como un homenaje a los últimos Romanov, porque aquí es donde asesinaron al último zar de Rusia, Nicolás II, junto a toda su familia, en 1918, luego de la revolución bolchevique.

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A la izquierda, Asia; a la derecha, Europa. El monumento en el límite entre ambos continentes está muy cerca de Ekaterimburgo.

Allí donde estaba la casa en la que fueron ejecutados se construyó la monumental Iglesia sobre la sangre, que se convirtió en sitio de peregrinación. Y en la mina abandonada en la que arrojaron los cuerpos se erigió un gran monasterio: Gánina Yama, donde se puede ver el pozo en que se ocultaron entonces los cadáveres, ahora rodeado de cúpulas doradas que resplandecen entre los abedules.

Otra parada inevitable es en el monumento que marca la imaginaria línea que divide Europa y Asia, con las obligatorias fotos: un pie aquí y el otro allá.

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Aquí fueron arrojados los cadáveres del último zar y su familia. Hoy es el monasterio Ganina Yama.

A las 19 pita la locomotora y los hierros se desperezan. Partimos de Ekaterimburgo en un caluroso atardecer, y la temperatura asciende aún más al rato: después de cenar es “noche de vodka” en el tren, y salen todos los que uno quiera (o pueda), el “normal”, de pimientos, de miel, de frutos rojos ... El sueño no tarda en llegar, aunque algunos lo resistimos con un desafío al truco. ¡Quiero vale cuatro!

Km 3.335. Novosibirsk

Muchas veces leí sobre los tres grandes ríos de Siberia, pensando cómo sería estar allí. Y lo primero que me impacta de Novosibirsk, la tercera ciudad más grande Rusia, es el anchísimo Obi (u Ob), uno de esos “tres grandes”.

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La enorme estación de trenes de Novosibirsk, nudo ferroviario de Siberia.

Detrás, como línea del horizonte, la arquitectura soviética a pleno: enormes edificios, muchos de ellos de estilo constructivista, famoso en la arquitectura soviética de los 50 y 60. Después, la inmensa estación Novosibirsk Glavny. Inaugurada en 1894, es uno de los principales nudos ferroviarios de Siberia, por donde pasan los productos agrícolas que llegan del sur, y el gas y el petróleo del norte.

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Navegando el río Ob en Novosibirsk.

Este segundo tramo de tren fue más corto: apenas 18 horitas que se pasaron volando. Son poco más de las 3 de la tarde y el sol pega fuerte, así que hay que ponerse sombrero para este primer tour por la ciudad cuando bajamos del bus en el monumento a Alejandro III, el zar que impulsó la construcción del Transiberiano.

Por allí, bajando las escalinatas rumbo al Obi, nos cruzamos con Sergei y Lena, que se acaban de casar y van a sacarse fotos a orillas del río, justo bajo los restos del antiguo puente del Transiberiano (de 1897), que se conservó como memoria luego de la construcción de uno nuevo, a pocos metros, en 2002.

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En Novosibirsk, la plaza Lenin y el espectacular Teatro de Opera y Ballet, más grande que el famoso Bolshoi de Moscú.

Y después vemos a Lenin. Un impresionante Lenin que invita a mirar al futuro con su paltó (sobretodo) agitado por el viento y rodeado por símbolos soviéticos: un obrero, un soldado, una campesina. Es la plaza Lenin, al fondo de la cual está el enorme Teatro de Ópera y Ballet, más grande incluso que el Bolshoi de Moscú.

Novosibirsk tiene también la mayor biblioteca de Siberia, es otro dato que nos da nuestra guía, María, que habla un perfecto español con tonada colombiana, “responsabiliad” de su esposo Jorge, nacido en esas tierras caribeñas.

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Novosibirsk y el ancho río Ob (Getty Images).

En esta ciudad se nota más que en ninguna otra la impronta soviética, aquella visión de “patria grande”, poderosa, potencia mundial. Con casi dos millones de habitantes, es la principal urbe de Siberia, y en una breve navegación por el Obi en un barco turístico, vemos varias de esas grandes fábricas “al viejo estilo”, de las muchas que pueblan la ciudad, polo industrial de la URSS.

El verano en Siberia es corto, “tan corto que no debes perder este día”, dicen aquí. Apenas julio y agosto. En septiembre vuelve el fresco y normalmente en octubre ya nieva y el termómetro desciende a varios grados bajo cero. En diciembre o enero, es normal que esté en -30° o -35°. “Por eso nos gusta salir en verano a caminar o tomar algo en remera, sin estar patinando en el hielo”, me cuenta Jorge, el marido de María, mientras tomamos unos tragos en Ruby Wine Bar, con una banda que rockea en vivo. Es miércoles, pero la noche es cálida, así que hay que salir.

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Stalin y Lenin en una locomotora: la iconografía soviética acompaña durante todo el viaje.

Al otro día recorremos los 31 km hasta Akademgorodok, una ciudad científica soviética que comenzó a construirse en 1957 en medio de un bosque. Llegó a alojar a 65.000 científicos con sus familias y, además de los centros de investigación, tiene un genial museo ferroviario, con decenas de locomotoras y vagones –algunos de ellos ilustres–, en un país que, en 1960, transportaba casi la mitad de toda la carga de ferrocarriles del mundo. Y hablando de ferrocarriles, cena rápida en el hotel Alimut y de vuelta a la estación: a las 20.42, puntual como siempre, el Transiberiano está nuevamente sobre rieles.
 
Transiberiano, la gran aventura sobre rieles

Cuarta entrega...

Km 4.098. Krasnoyarsk

Un trayecto corto, que apenas llega a las 12 horas. Son las 8 am cuando bajamos al andén de Krasnoyarsk, aunque el reloj de la estación marca las 4. No, no atrasa; sucede que el Transiberiano se maneja siempre con la hora de Moscú. En cualquier lugar de Rusia, todo horario que refiera al tren está en hora moscovita. Es la solución que encontraron para organizar los viajes de un tren que atraviesa 6 husos horarios en el mismo país.

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El grupo folclórico de Krasnoyarsk y clásicos de la música rusa.

Una visita rápida a la ciudad nos muestra primero lo que parece estar en el centro de la escena en toda ciudad rusa: el teatro y la biblioteca. Y una estatua con el símbolo local, un león con una pala en la mano. “Es que nuestro suelo es muy rico en minerales, especialmente cobalto”, explica Lidia Efremova mientras caminamos a las orillas del Yenisei, el río más largo de Rusia –sí, otro de los tres grandes–, que nace al sur, en los montes de la república de Tuvá, y va a parar al océano Glacial Ártico.

Pero lo mejor está en las colinas al otro lado del río, donde el grupo folklórico de Krasnoyarsk nos espera con una selección de clásicos como Katyusha, esa especie de “himno” soviético de tiempos de la Segunda Guerra. Un acordeón, siete mujeres de más de 70 años y una chiquita de 6, Katya, nos invitan a bailar y beber: el vodka viene siempre acompañado de pepinillos. Poco más allá, en la cima de la colina, está la pequeña capilla de Paraskeva Piatnitsa, una torre hexagonal cuya imagen aparece en el billete de 10 rublos, igual que el puente Kommunalniy y la central hidroeléctrica, orgullos de Krasnoysarsk.

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El tren pasa por seis husos horarios y paisajes diferentes y deslumbrantes.

Puntual. Siempre. A las 12.47 partimos y, apenas el tren empieza a moverse, el paisaje cambia: más montañas, bosques más tupidos. El sol que nos acompañaba por la llanura ahora aparece y desaparece tras las colinas, y a ambos lados de las vías se suceden pequeños pueblos y casas, todas con su huerta, sus flores y girasoles que colorean el paisaje. Como dijimos, el calor dura poco, y por eso todo el mundo decora con flores y colores. Ríos, arroyos, bosques; la potencia de la naturaleza siberiana se hace sentir más fuerte aquí y obliga a callar, a admirar.

Km 5.185. Irkutsk

“Estamos otra vez en otro lugar”, dice Mila levantando el cartel con el número 2, que identifica a nuestro grupo, y me parece un gran resumen del viaje: todo el tiempo en otro lugar.

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Estación ferroviaria de Irkutsk.

Natalia es la única guía de habla rusa –bueno, que no habla español– de todo el recorrido, así que Mila tendrá doble tarea en Irkutsk, hermosa ciudad que nació como parada en el comercio de pieles con los buriatos, y en la que luego se establecieron los cosacos y creció por el comercio con China, exportando pieles de marta cibelina e importando seda y té. No casualmente “té”, en ruso, se dice igual que en chino: chai.

Y luego llegaron los decembristas: artistas, oficiales y aristócratas que participaron en la rebelión contra el zar Nicolás I en diciembre de 1826 y fueron deportados. El famoso “los mandaron a Siberia” es aquí (bueno, entre varios otros lugares de este enorme territorio). Por ellos –algunos llegaron con sus familias– Irkutsk se convirtió en un centro intelectual, social y cultural. Su herencia está, por ejemplo, en esas casas de madera con tallados a mano.

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Una de las tradicionales casas de madera que hacen de Irkustk una hermosa ciudad.

Hay tiempo para caminar más de una vez la avenida Lenin, surcada por antiguos tranvías; para sentarse en la plaza Kirov, donde este atardecer hay bandas que tocan en vivo y chicos jugando en la fuente; para tomar algo en un bar del barrio “130”, repleto de cafés y restaurantes –los casi 80 mil estudiantes activan la vida nocturna de la ciudad–; o para visitar el monumento al cosaco fundador, a orillas del río Angara.

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El tren y el lago Baikal.

Aprovecho para presentarles a Alina, una ucraniana-argentina de 85 años que vino desde Río Colorado junto con su hija Graciela para conocer la tierra en la que, en aquellos años de plomo de la URSS, desterraron a una prima que vivía en Ucrania, y de la que hace años no tiene noticias. Me lo cuenta mientras, desde el pasillo del tren, vemos pasar un barco que deja una interminable estela en lago-espejo que refleja tanto las nubes que logra confundir el cielo con la tierra y esconder la línea del horizonte.

Porque puede parecer un mar, pero es un lago. En el km 5.310 el Transiberiano se encuentra con el Baikal, en la que tal vez sea la parte más pintoresca del recorrido. El Baikal, el lago más profundo del mundo, es sagrado para los rusos, que adoran hacer picnics en sus orillas, nadar, navegar o caminar en los bosques de los alrededores. “En Rusia decimos que nadie vuelve igual de un paso por el Baikal”, dice nuestra guía, Mila, y los ojos se le iluminan.

El serpenteo de las vías por la costa sur del lago, entre túneles y puentes, es uno de los tramos más deliciosos del viaje, que se corona cuando, con el sol cayendo sobre el horizonte, el tren se detiene a orillas de una bahía. Mientras los cocineros encienden el fuego al aire libre y ponen carne, pescado –el omul es el típico del lago– y vegetales a la parrilla, los pasajeros disfrutan de un chapuzón en las frías aguas. Todo termina con vodka, música y baile al caer la noche.

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Asado a la rusa a orillas del lago.
 
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