Juicio al 'procés' - Referéndum en Cataluña — El conflicto catalán - Parte II

Elpidio José Silva‏Cuenta verificada @elpidiojsilva
La historia de #España es triste y negra.
1 Cuando la izquierda pierde, tenemos franquismo para 80 años.
2 Cuando la derecha pierde, bajo su corrupción galopante, la izquierda se desune y el #PP vuelve a mandar en #Madrid
¿Quién no entiende que #Catalunya quiera marcharse?
Media cataluña para empezar y encima hablando como si en Cataluña no hubiera actualmente corrupción ramplante, como si su historia no estuviera llena de desgracias en las que el resto de España no tuvo nada que ver. Que bonito es hablar desde los prejuicios. Otro que se cree que la independencia resuelve magicamente todos los problemas y que aparentemente piensa que solo existen los malos tiempos en España y Franco, el siempre mencionado tenga que ver o no.

76 eurodiputados acusan a las autoridades españolas de "vulnerar los derechos fundamentales" de Puigdemont, Junqueras y Comín

Diputados de diferentes grupos piden que se "reconozcan los derechos políticos" de los líderes independentistas electos y de sus "2,2 millones de votantes"
Puigdemont y Comín no han podido recoger el acta a través de su abogado; y Junqueras no ha recibido la autorización del Supremo
DOCUMENTO | La carta de los eurodiputados enviada a la Mesa del Parlamento Europeo

Andrés Gil - Corresponsal en Bruselas
17/06/2019 - 19:37h

Excelente, cuanto antes mejor, como ahora Europa tiene que decir en todo lo que es el proces cuanto antes se pronuncie mejor.
 
La gran tergiversación (para Javier Cercas)
Màrius Serra
Barcelona. Domingo, 16 de junio de 2019
5 minutos





He leído "La gran traición" de Javier Cercas en El País Semanal. Me ha parecido un artículo muy tramposo, de forma que he decidido parafrasearlo casi literalmente desde un punto de vista opuesto .



La gran tergiversación

para Javier Cercas

Màrius Serra



Para los políticos unionistas, solo son catalanes quienes se muestran fieles a la patria y votan lo que hay que votar. Los demás no contamos.

En muchas crónicas sobre el juicio al procés que se publican en diversos periódicos y se comentan por diversas emisoras de radio y televisión, los fiscales generales, la Abogacía del Estado y las acusaciones particulares se erigen con toda naturalidad en la totalidad del pueblo español. Aunque las urnas digan una y otra vez que, en Catalunya, el voto explícitamente independentista se acerca cada vez más al 50% de los votantes, el relato de las acusaciones insiste en hacer invisible su existencia y niega su legitimidad. Ayudada por los medios de comunicación afines, el unionismo consigue llenar todos los días las pantallas de una parte de España que se considera el todo.

Esa es la cuestión. El pacto central de la España democrática lo formularon así sus patriarcas, Adolfo Suárez y Felipe González: “España es un país rico en peculiaridades regionales, pero es español todo aquel que habla la lengua común que es la gran riqueza y garantiza la unidad de la nación”. Cientos de miles de catalanes, valencianos, baleares, vascos, navarros, gallegos, asturianos y aragoneses, gente muy humilde en su inmensa mayoría, se lo creyeron; mis padres también se lo creyeron, y criaron a sus hijos en consecuencia. Es verdad que mi abuela, que llegó de Vilanova i la Geltrú a Nou Barris en 1960 sin ningún estudio, jamás supo hablar castellano, y por tanto hubiera sido una de esas personas a quienes tal vez alguna administración apoyada por VOX hubiera obligado a aprenderla so amenaza de echarla del país; pero mis padres, mis hermanas y yo no somos como ella. Nosotros no solo pagamos nuestros impuestos al Estado sino que adoptamos muchas costumbres castellanas que nos enseñaron nuestros vecinos de Nou Barris o Radio Televisión Española, aprendimos castellano hasta volvernos bilingües, nos casamos con quienes pudimos (yo con una descendiente de aragoneses de la Franja de Ponent y una de mis hermanas con un catalán de pura cepa en cuyo comedor de la Diagonal un buen día anunció a sus hijos que a partir de entonces ya solo les hablaría en castellano para que pudieran progresar más), educamos a nuestros hijos tan bien como pudimos e incluso contribuimos con nuestro granito de arena a difundir la lengua aprendida desde las ondas de RNE. Todo en vano. Aunque hasta el último momento hicimos lo posible por seguir creyendo que éramos españoles, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Catalunya de 2006, cuando todo empezó, supimos sin posibilidad de duda que no lo éramos. Español, lo que se llama español, ya solo lo era quien quería que España no cambiase ni un ápice, quien consideraba que, pudiendo hablar todos castellano, las otras lenguas “cooficiales” eran muy lindas y ornamentales, pero e-vi-den-te-men-te no estaban ni podían estar al mismo nivel y que la soberanía era una y no compartible. Antes roja que rota, vaya. Y quien, ya sea por apego sentimental a Catalunya o porque, como yo, es del todo incapaz de entender las virtudes de la unidad impuesta y la considera una causa reaccionaria, injusta y autoritaria, no computaba como español, al menos para los dirigentes españoles de casi todo el arco parlamentario. La prueba flagrante de ello es que tales dirigentes hablan por sistema en nombre de España y juzgan que el problema catalán es un problema entre catalanes, y no lo es: es un problema entre españoles, los unos incapaces de imaginar otros españoles distintos de su concepto de españolidad y los otros empecinados en contarse a través del método más lógico en democracia: un referéndum de autodeterminación vinculante para que sepamos todos, incluido el señor Cercas, cuántos son los que, como él predica, no quieren la separación y cuántos sí. Ese es el método más claro de dilucidarlo, aunque puedan cambiar las cosas. Por eso el nacionalismo español está demostrando ser incompatible con la democracia y con la justicia: porque, cuando se trata de elegir entre democracia y la nación, elige siempre la nación, y lo mismo sucede con la justicia, si hay que saltarse el mandato de las urnas, se aplica el poder judicial, el poder policial y, si fuera preciso, el militar. Para los dirigentes españolistas en el poder, los catalanes no somos quienes vivimos, trabajamos y votamos en Catalunya, sino solo quienes, además, son buenos catalanes, fieles a la patria española y votan lo que hay que votar. Los demás no somos españoles, no contamos, no existimos. Si votamos a congresistas (Sánchez, Rull, Turull, Junqueras) o senadores (Romeva) los inhabilitan y lo mismo sucede con los eurodiputados (Junqueras, Puigdemont, Comín). Cuando no les gusta lo que sale de las urnas, cambian las mayorías desde los despachos. Basta ya de hacerse ilusiones sobre la democracia y la justicia españolas. Probablemente nunca fuimos españoles, nunca contamos, nunca existimos. Esto es lo que escondían las proclamas unanimistas del unionismo (“A por ellos”, “Todos los españoles somos iguales”), el disciplinado uso de los resortes que permitieron llamar por teléfono a empresarios, domesticar el azar para que el juzgado número 13 estuviera de guardia cuando tocaba, el uso de palabras tan corrientes como el adjetivo “tumultuarias” y las declaraciones disciplinadas de funcionarios públicos repitiendo como loros las mismas palabrejas: una tergiversación descomunal.

La palabra es dura, pero no encuentro otra: nosotros fuimos leales al pacto que fundó la España democrática; los herederos del franquismo, no. Que yo sepa, ninguno de ellos ha pedido perdón, y no sé si alguno tendrá el valor de hacerlo. Lo cual significa que, a menos que la democracia y la justicia europea se lo impidan, seguirán poniendo la nación por encima de la democracia y de la justicia. Me alegro de que mi padre, que fue a la guerra con diecinueve años, no haya alcanzado a vivir esto, y también me alegro de que mi madre, a punto de cumplir noventa y cuatro años, haya tenido fuerzas y coraje para ir a votar el 1 de octubre (a pesar de los uniformados), el 21 de diciembre, el 28 de abril y el pasado 26 de mayo. Por lo demás, mentiría si no añadiera que ahora mismo, tras seguir con interés el juicio al procés, mi sentimiento fundamental es una mezcla de incredulidad, de humillación, de asco y de vergüenza, y que a veces me pregunto si, además de una tergiversación descomunal, no habrá sido todo, desde que con cuatro años fui a escuela y el primer día mi profesor me enseñó la primera frase en castellano que aprendí (“Me gusta mucho ir a la escuela“), una inmensa estafa.
 
Europa se burlará de la broma judicial española


Ana Miranda

Eurodiputada del BNG

Jaime Cabeza

Catedrático Universidad de Vigo


17/06/2019
El auto del Tribunal Supremo del 14 junio, por el que se deniega la concesión de un permiso extraordinario de salida a Oriol Junqueras para asistir a la Junta Electoral Central y cumplimentar los trámites para adquirir la condición de diputado al Parlamento Europeo, es bochornoso. Pone de relieve una vez más la incapacidad de la Sala de lo Penal para asumir que actúa en el marco de un constitucionalismo multinivel en el que ya no es tan “suprema” como lo era antes de la Constitución de 1978.

Sus razonamientos no ponderan derechos, solo los transgreden. Su argumentación consiste en un cúmulo de insinuaciones, ninguna de ellas completa como para convertirse en fundamento. No se entiende qué importancia tiene que Oriol Junqueras haya adquirido la condición de miembro del Congreso de los Diputados –en suspenso, gracias a una decisión “teledirigida” de la mesa de éste-. Expresa que se ha intensificado el fumus boni iuris -¿de qué, de rebelión, de sedición, de malversación, de todas ellas?- sin que esa expresión misteriosa merezca ninguna frase aclaratoria. Añade que el proceso es complejo, dividido en una serie de fases, sin explicar qué dificultades plantea esa complejidad en cuanto a su situación procesal.



Pero lo más frustrante es la parte dedicada al periculum in mora: el miedo a la pérdida del control jurisdiccional sobre la medida cautelar desde que se abandona territorio español. Más para acudir a Bruselas, donde se ha instalado la sede del gobierno de la República catalana en el exilio. Habría que recordarle al Supremo que Junqueras no pretende desplazarse a Laos, como algunos ilustres prófugos de la justicia española de la década de los noventa. Pretende desplazarse a un país del que resulta difícil decir que no está dotado de un sistema jurídico garantista dentro de los niveles exigentes planteados por la Unión Europea y por el Consejo de Europa.

Es verdad que Oriol Junqueras gozará de inmunidad como diputado al Parlamento Europeo porque así lo hemos querido un número importante de personas en Catalunya, Euskadi y Galiza, así como de otras partes del Reino de España y como así establece el propio Reglamento de la Eurocámara. Parece que el juez Marchena y su Sala dudan de que la Justicia europea sea homologable a la nuestra y de que el suplicatorio ante el Parlamento Europeo se tramite adecuadamente. Más bien la duda se plantea al revés: si la justicia procesal española, tal y como está siendo aplicada por la Sala de lo Penal del TS, sea homologable a la europea o, por extensión, si el Derecho sustantivo Penal puede homologarse al de otros Estados miembros de la UE.

Para no sacrificar ningún interés o derecho de los que convergen –como campanudamente expresa el auto que pretende ponderar- no vemos el inconveniente de que Oriol Junqueras tome posesión de su acta –con respeto del contenido esencial del Derecho fundamental de participación y no con absoluto ninguneo, como hace el TS- y que, a continuación, la Sala de lo Penal del TS emprenda los trámites procesales oportunos. Esto es más proporcionado y ponderado que sacrificar un derecho de participación que, a la vista de ese fumus boni iuris que insinúa el auto, nunca podrá ser efectivo.

Es evidente que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declarará que se ha vulnerado el derecho de Oriol Junqueras a un proceso equitativo. Es evidente también que al amparo del Reglamento del Parlamento Europeo, la comisión competente sobre la inmunidad de los Diputados europeos va a tener desde su constitución una bomba de relojeria ya que la vulneración del derecho a recoger el acta se ha sometido a capricho de Marchena. Dicha comisión parlamentaria la Jurídica va a tener este caso en sus manos y el cabeza de lista de la coalición Ahora Repúblicas tendrá que asistir a Bruselas antes más temprano que tarde. Impedir ir a Junqueras a recoger el acta este lunes en Madrid, es un clamor que las condenas de la Corte de Derechos Humanos de Estrasburgo a España quizá no sean más en número que a otros Estados, pero sí más sonadas. Junqueras tiene sus derechos políticos intactos y se han vulnerado tan flagrantemente por capricho de un Tribunal que en lugar de hacer justicia, hace política. De la mala, de la que se podría titular de como se ha consumado una discriminación. C’est la honte, como dirían en los corredores del tribunal europeo.

https://blogs.publico.es/dominiopub...qY4SfL4Ld7EnqDdRDAFqaCEenPJtImbI-PKTMUySsCljk
 
La gran traición
Javier Cercas
16 JUN 2019 - 00:00 CEST
Para los políticos separatistas, solo son catalanes quienes se muestran fieles a la patria y votan lo que hay que votar. Los demás no contamos

Conéctate
EN UNA DE las crónicas sobre el juicio al procés que se publican en este periódico, Pablo Ordaz narra cómo, durante una sesión, los testigos separatistas “se erigen con toda naturalidad en la totalidad del pueblo”: “Aunque las urnas digan una y otra vez que el voto independentista no es mayoritario, el relato de los testigos consigue hacer invisible a la otra mitad”. Y concluye: “El independentismo consigue llenar todos los días el salón de plenos de una parte de Cataluña que se considera el todo”.

Esa es la cuestión. El pacto central de la Cataluña democrática lo formuló así su patriarca, Jordi Pujol: “Es catalán todo aquel que vive y trabaja en Cataluña”. Cientos de miles de emigrantes arribados de toda España en la posguerra, gente muy humilde en su inmensa mayoría, se lo creyeron; mis padres también se lo creyeron, y criaron a sus hijos en consecuencia. Es verdad que mi madre, que llegó casi sin estudios, con más de 30 años y cinco niños, no habla catalán, y por tanto es de esas personas a quienes el actual presidente de la Generalitat llamó, en un artículo memorable, “carroñeros, escorpiones, hienas” y “bestias con forma humana”; pero mis hermanas y yo no somos como ella. Nosotros no sólo vivimos y trabajamos en Cataluña, sino que adoptamos las costumbres catalanas, nos sumergimos en la cultura catalana, aprendimos catalán hasta volvernos bilingües, nos casamos con catalanes de pura cepa, educamos a nuestros hijos en catalán e incluso contribuimos con nuestro granito de arena a difundir la cultura catalana. Todo en vano. Aunque hasta el último momento hicimos lo posible por seguir creyendo que éramos catalanes, en septiembre y octubre de 2017, cuando todo estalló, supimos sin posibilidad de duda que no lo éramos. Catalán, lo que se llama catalán, ya sólo lo era quien quería que Cataluña se separase de España; quien no lo quería, ya sea por apego sentimental a España o porque, como yo, es del todo incapaz de entender las virtudes de la separación y la considera una causa reaccionaria, injusta e insolidaria, no computaba como catalán, al menos para los políticos separatistas. La prueba flagrante de ello es que tales políticos hablan por sistema en nombre de Cataluña y juzgan que el problema catalán es un problema entre Cataluña y España, y no lo que es: un problema entre catalanes, más de la mitad de los cuales hemos dicho una y otra vez, en todo tipo de elecciones, por activa y por pasiva, que no queremos la separación. Por eso el nacionalismo es incompatible con la democracia: porque, cuando se trata de elegir entre la democracia y la nación, elige siempre la nación. Para los políticos separatistas en el poder, los catalanes no somos quienes vivimos y trabajamos en Cataluña, sino sólo quienes, además, son buenos catalanes, fieles a la patria y votan lo que hay que votar. Los demás no somos catalanes, no contamos, no existimos; basta ya de hacerse ilusiones: probablemente nunca lo fuimos, nunca contamos, nunca existimos. Esto es lo que escondían las proclamas unanimistas del procés (“Un sol poble”, “Els carrers seran sempre nostres”), los disciplinados desfiles de cada 11 de septiembre y la sonrisa de la revolución de las sonrisas: una traición descomunal.

La palabra es dura, pero no encuentro otra: nosotros fuimos leales al pacto que fundó la Cataluña democrática; los separatistas, no. Que yo sepa, ninguno de ellos ha pedido perdón, y no sé si alguno tendrá el valor de hacerlo. Lo cual significa que, a menos que la democracia se lo impida, volverán en cuanto puedan a poner la nación por encima de la democracia. Me alegro de que mi padre no haya alcanzado a vivir esto, y de que mi madre apenas lo entienda. Por lo demás, mentiría si no añadiera que ahora mismo mi sentimiento fundamental es una mezcla de incredulidad, de humillación, de asco y de vergüenza, y que a veces me pregunto si, además de una traición descomunal, no habrá sido todo, desde que con cuatro años llegué a Cataluña y el primer día mi padre me dijo que a partir de entonces iba a ser catalán y me enseñó la primera frase en catalán que aprendí (“M’agrada molt anar al col·legi”), una inmensa estafa. 

 
Toque de atención de Elisa Beni a los que subestiman a Gonzalo Boye
El Nacional
Barcelona. Lunes, 17 de junio de 2019
1 minuto
box.png

elisa-beni-2_1_630x630.jpeg

La periodista Elisa Beni ha lanzado una advertencia a todos aquellos que han hecho befa del abogado Gonzalo Boye por haberse presentado esta mañana al Congreso de los Diputados con el acatamiento a la Constitución ante un notario belga del presidente Carles Puigdemont y el conseller Toni Comín, diputados electos en el Parlamento Europeo. El documento no ha sido aceptado por los letrados del Congreso.

En un tuit, Beni se dirige a aquellos que se ríen de Gonzalo Boye para avisarlos de que si ha presentado estos documentos lo habrá hecho por alguna razón. "Yo al menos pensaría que sabiendo que le dirían que no, lo ha hecho por algo. Subestimar no es nunca el mejor camino", avisa la periodista, que deja bien claro que la iniciativa de Boye forma parte de la estrategia del letrado de cara a acciones futuras ante la justicia europea.

Así, Beni concluye que quizás tendrían que esperar a ver qué plantea ante el Tribunal de Justicia Europeo antes de valorar la actuación del letrad
 
Europa se burlará de la broma judicial española


Ana Miranda

Eurodiputada del BNG

Jaime Cabeza

Catedrático Universidad de Vigo

Este esta repetido, ya veremos lo que dice Europa yo no presumo de ser adivino ni se de derecho, cada cual ve lo que quiere ver.

La gran traición
Javier Cercas
16 JUN 2019 - 00:00 CEST
Para los políticos separatistas, solo son catalanes quienes se muestran fieles a la patria y votan lo que hay que votar. Los demás no contamos

Conéctate
EN UNA DE las crónicas sobre el juicio al procés que se publican en este periódico, Pablo Ordaz narra cómo, durante una sesión, los testigos separatistas “se erigen con toda naturalidad en la totalidad del pueblo”: “Aunque las urnas digan una y otra vez que el voto independentista no es mayoritario, el relato de los testigos consigue hacer invisible a la otra mitad”. Y concluye: “El independentismo consigue llenar todos los días el salón de plenos de una parte de Cataluña que se considera el todo”.

Eso es cierto y una de las razones por las que el problema independentista es tan problematico, media población quiere una cosa, la otra quiere otra. Lo que quieren es incompatible. Es un problema de dificil solución. Pero sinceramente la casa se empezo por el tejedo yo creo que lo primero para poder incluso plantear una independencia es tener un proyecto, fronteras, relación con la EU, moneda, etc... Ese tipo de cosas, actualmente solo se venden promesas en lugar de un proyecto y eso no me parece en absoluto serio.
Asi que primero toca crear un proyecto, uno realista y creible, con sus problemas y desventajas porque la independencia en todas partes tiene un precio. Eso deberia ser lo primero en el ideario independentista para mi. Tambien esta el dialogo, pero por ahora nadie parece interesado en eso en un lado o en otro, todos estan dejando pasar el tiempo, supongo que para ver que va pasando por Europa por lo que podemos esperar sentados en ese aspecto. Ojala me equivoque.

Que alguien lo escriba del reves no lo hace menos cierto.

La gran tergiversación (para Javier Cercas)
Màrius Serra

Barcelona. Domingo, 16 de junio de 2019
5 minutos





He leído "La gran traición" de Javier Cercas en El País Semanal. Me ha parecido un artículo muy tramposo, de forma que he decidido parafrasearlo casi literalmente desde un punto de vista opuesto .

Es decir, un plagio y encima le pagan. La comparación se cae aparte cuando no puede encontrar un presidente del gobierno que haya llamado "bestias taradas" a los catalanes y solo degenera desde hay.
Nadie niega que en Cataluña el voto independentista esta casi al 50%, solo hay que ver las encuestas, todos somos Españoles incluidos los independentistas quienes no han perdido su nacionalidad hasta donde yo se, las lenguas cooficiales se hablan en sus regiones ¿que mas quiere?
Encuentre un dirigente de un pais que no habla en nombre de su pais aunque no le ha votado el 100% y aceptare eso de que hablan en nombre de todos.
Los inhabilitados lo estan por cometer un delito, dicho por España, respaldado por el Tribunal de Derechos Humanos Europeo, no es una persecución politica pues el resto de sus partidos y sus mienbros siguen dedicandose al fin de lograr la independencia.
Ya sabe, España es considerada por organismos internacionales una de las democracias plenas del mundo. Pero alguien invirtiendo las palabras de otra persona sabe mas seguro.
Ademas los catalanes contaban tan poco y ni existian de forma que sus gobiernos recibian todo tipo de prevendas y competencias del gobierno central mientras pactaban sin pudor con derecha e izquierda por igual. Pero eso da igual.

El resto es literalmente decir, somos iguales y con los mismos defectos y prejuicios en ambos lados, pero de alguna forma es peor en el otro lado aunque los prejuicios son lo mismo.

La palabra es dura, pero no encuentro otra: nosotros fuimos leales al pacto que fundó la España democrática; los herederos del franquismo, no.

Y dale con Franco, siempre con Franco. Ademas, lo que hicieron fue saltarse la ley, lo dice Europa tambien. Si quieren independencia que la busquen de forma legitima, por medios legales, como los demas movimientos independentistas de Europa que llevan años o decadas en ello en lugar de maniobras ilegales que por ahora parecen impensables para cualquier movimiento Europeo independentista excepto el catalan.

En resumen una burda manipulación que se cae a pedazos bajo un analisis critico y encima un plagio.

Ademas de eso todos los que no son independentistas son aparentemente herederos de Franco todos y cada uno de ellos, solo los independentistas se libran de ser franquistas. Y se queda tan ancho. En fin sobran las palabras.
 
Última edición:
:LOL::LOL::LOL::LOL:

Resumiendo, que ahora el debate es: qué hay que modificar para que los políticos tengan vías para eludir las decisiones o posibles sentencias judiciales..., está bien la cosa :p
Hay que debatir que algunos jueces a la hora de resolver, sentencias, autos, recursos...no se contaminen de su ideología (personal) y hagan mal su trabajo a sabiendas.
 
Hay que debatir que algunos jueces a la hora de resolver, sentencias, autos, recursos...no se contaminen de su ideología (personal) y hagan mal su trabajo a sabiendas.
El problema es que para unos es un injusto y terrible juicio politico y con sentendcias ya escritas de antemano y para otros es solo un juicio justo. Dificil reconciliar esas posturas.
Y todo viene de ese juico.
 
Back