Juego literario

¡Qué triste es el libro que citas, @ConnieS! "Diarios 1984-1989", de Sándor Márai.


Pongo párrafo nuevo:


En el Bois des Fausses-Reposes, al pie de la costa de Picardía, vivía un muy agraciado lobo adulto de negro pelaje y grandes ojos rojos. Se llamaba Denis, y su distracción favorita consistía en contemplar cómo se ponían a todo gas los coches procedentes de Ville-d'Avray, para acometer la lustrosa pendiente sobre la que un aguacero extiende, de vez en cuando, el oliváceo reflejo de los árboles majestuosos. También le gustaba, en las tardes de estío, merodear por las espesuras para sorprender a los impacientes enamorados en su lucha con el enredo de las cintas elásticas que, desgraciadamente, complican en la actualidad lo esencial de la lencería. Consideraba con filosofía el resultado de tales afanes, en ocasiones coronados por el éxito, y, meneando la cabeza, se alejaba púdicamente cuando ocurría que una víctima complaciente era pasada, como suele decirse, por la piedra. Descendiente de un antiguo linaje de lobos civilizados, Denis se alimentaba de hierba y de jacintos azules, dieta que reforzaba en otoño con algunos champiñones escogidos y, en invierno, muy a su pesar, con botellas de leche birladas al gran camión amarillo de la Central. La leche le producía náuseas, a causa de su sabor animal y, de noviembre a febrero, maldecía la inclemencia de una estación que le obligaba a estragarse de tal manera el estómago.

Autor francés del siglo pasado. Polímata él :)

“Le loup garou” de Boris Vian.

Tengo un problema grave para digerir las traducciones del francés:

"Il habitait dans le bois de Fausses-Reposes, en bas de la côte de Picardie, un très joli loup adulte au poil noir et aux grands yeux rouges. Il se nommait Denis et sa distraction favorite consistait à regarder les voitures venues de Ville-d’Avray mettre plein gaz pour aborder la pente luisante sur laquelle une ondée plaque parfois le reflet olive des grands arbres. Il aimait aussi, par les soirs d’été, rôder dans les taillis pour y surprendre les amoureux impatients dans leur lutte avec la complication des garnitures élastiques dont s’encombre malheureusement de nos jours l’essentiel de la lingerie. Il observait avec philosophie le résultat de ces efforts parfois couronnés de succès et s’éloignait pudiquement en hochant la tête lorsqu’il arrivait qu’une victime consentante passât, comme on dit, à la casserole. Héritier d’une longue lignée de loups civilisés, Denis se nourrissait d’herbe et de jacinthes bleues, corsées en automne de quelques champignons choisis et en hiver, bien contre son gré, de bouteilles de lait chipées au gros camion jaune de la Société ; il avait le lait en horreur, à cause de son goût de bête, et maudissait, de novembre à février, l’inclémence d’une saison qui l’obligeait de se gâter l’estomac."

("pasada, como suele decirse, por la piedra" sólo se le puede ocurrir a quien hace acopio de vocabulario en los wasaps de patanes del tipo de "la manada").​
 
Última edición:
“Le loup garou” de Boris Vian.

Tengo un problema grave para digerir las traducciones del francés:

"Il habitait dans le bois de Fausses-Reposes, en bas de la côte de Picardie, un très joli loup adulte au poil noir et aux grands yeux rouges. Il se nommait Denis et sa distraction favorite consistait à regarder les voitures venues de Ville-d’Avray mettre plein gaz pour aborder la pente luisante sur laquelle une ondée plaque parfois le reflet olive des grands arbres. Il aimait aussi, par les soirs d’été, rôder dans les taillis pour y surprendre les amoureux impatients dans leur lutte avec la complication des garnitures élastiques dont s’encombre malheureusement de nos jours l’essentiel de la lingerie. Il observait avec philosophie le résultat de ces efforts parfois couronnés de succès et s’éloignait pudiquement en hochant la tête lorsqu’il arrivait qu’une victime consentante passât, comme on dit, à la casserole. Héritier d’une longue lignée de loups civilisés, Denis se nourrissait d’herbe et de jacinthes bleues, corsées en automne de quelques champignons choisis et en hiver, bien contre son gré, de bouteilles de lait chipées au gros camion jaune de la Société ; il avait le lait en horreur, à cause de son goût de bête, et maudissait, de novembre à février, l’inclémence d’une saison qui l’obligeait de se gâter l’estomac."

("pasada, como suele decirse, por la piedra" sólo se le puede ocurrir a quien hace acopio de vocabulario en los wasaps de patanes del tipo de "la manada").​



No queda muy fino, no... El traductor del ejemplar que tengo de esta obra es José Benito Alique. Y la realizó en 1980.

Por otra parte, y según Le Petit-Robert:

64qk5f.jpg


La expresión en francés tampoco es muy elegante que digamos :)

¿Pones otro párrafo, @ConnieS?
 
No queda muy fino, no... El traductor del ejemplar que tengo de esta obra es José Benito Alique. Y la realizó en 1980.

Por otra parte, y según Le Petit-Robert:

64qk5f.jpg


La expresión en francés tampoco es muy elegante que digamos :)

¿Pones otro párrafo, @ConnieS?

Aquí va:

"Aquel domingo yo no estuve en Tilly ya que, aprovechando que los niños habían ido con su abuela, mi mujer y yo aceptamos una invitación para pasar el fin de semana en casa de unos amigos que poseen una finca en los linderos del bosque de Rambouillet. El día había sido caluroso y pesado, con amenazas de tormenta e incluso algunas grandes gotas de lluvia, mediada la tarde.
No es que me acuerde muy especialmente, pero debí mirar el periódico el lunes por la mañana, en casa, y si no leí la noticia acerca de Dandurand, fue porque no mereció más que tres o cuatro líneas en la sección de sucesos.
Eran más de las diez y estaba reconociendo a una paciente en mi consultorio, cuando Lulu me telefoneó.
—¿Es usted, Charles?
No reconocí en seguida su voz, aunque me es familiar. Lulu no esperó a que yo respondiera, para añadir:
—Bob ha muerto.
Ahora ya sabía quién hablaba. No obstante, la noticia me cogió tan de improviso, era tan inesperada, que fruncí el entrecejo y murmuré como para ganar tiempo:
—¿Es usted, Lulu?
Reaccioné en seguida:
—¿Cuándo ha sido?
—Ayer mañana, en Tilly. Dicen que ha sido un accidente.
—¿Dónde está?
—Aquí.
Miré a la cliente cuya auscultación había interrumpido y que sostenía una toalla sobre el pecho desnudo.
—Iré por ahí en cuanto me quede libre.
—No le he llamado para eso. Pensé que quizás no leyera usted el periódico."

PISTAS: Es un escritor belga nacido en Lieja, que Francia reivindica, fallecido en 1989, en Lausanne, Suiza. Autor de 192 novelas publicadas con su nombre y una treintena de obras aparecidas bajo 27 seudónimos.​
 
Aquí va:

"Aquel domingo yo no estuve en Tilly ya que, aprovechando que los niños habían ido con su abuela, mi mujer y yo aceptamos una invitación para pasar el fin de semana en casa de unos amigos que poseen una finca en los linderos del bosque de Rambouillet. El día había sido caluroso y pesado, con amenazas de tormenta e incluso algunas grandes gotas de lluvia, mediada la tarde.
No es que me acuerde muy especialmente, pero debí mirar el periódico el lunes por la mañana, en casa, y si no leí la noticia acerca de Dandurand, fue porque no mereció más que tres o cuatro líneas en la sección de sucesos.
Eran más de las diez y estaba reconociendo a una paciente en mi consultorio, cuando Lulu me telefoneó.
—¿Es usted, Charles?
No reconocí en seguida su voz, aunque me es familiar. Lulu no esperó a que yo respondiera, para añadir:
—Bob ha muerto.
Ahora ya sabía quién hablaba. No obstante, la noticia me cogió tan de improviso, era tan inesperada, que fruncí el entrecejo y murmuré como para ganar tiempo:
—¿Es usted, Lulu?
Reaccioné en seguida:
—¿Cuándo ha sido?
—Ayer mañana, en Tilly. Dicen que ha sido un accidente.
—¿Dónde está?
—Aquí.
Miré a la cliente cuya auscultación había interrumpido y que sostenía una toalla sobre el pecho desnudo.
—Iré por ahí en cuanto me quede libre.
—No le he llamado para eso. Pensé que quizás no leyera usted el periódico."

PISTAS: Es un escritor belga nacido en Lieja, que Francia reivindica, fallecido en 1989, en Lausanne, Suiza. Autor de 192 novelas publicadas con su nombre y una treintena de obras aparecidas bajo 27 seudónimos.​

Me encanta este autor, @ConnieS. Georges Simenon: "El gran Bob"

Vamos con otro libro:

La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir. Y el momento justo de la acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero que lo desperdicias mirando con aturdimiento alrededor.

Esa madrugada de octubre, sin embargo, Soledad estaba mucho más furiosa que aturdida. Demasiada ira es como demasiado alcohol, produce una intoxicación que te hace perder lucidez y criterio. Las neuronas se funden, la razón se rinde a la obcecación y sólo cabe un pensamiento en la cabeza: venganza, venganza, venganza. Bueno, tal vez quepan un pensamiento y un sentimiento: venganza y dolor, venganza y mucho dolor.

Imposible pensar en acostarse en ese estado, aunque a las nueve de la mañana tenía una cita muy importante en la Biblioteca. Pero en esas condiciones de incendio mental la cama sólo agravaba la situación. La oscuridad de las noches estaba llena de monstruos, en efecto, como Soledad temía y sospechaba en la niñez; y los ogros se llamaban obsesiones. Soltó un suspiro que sonó como un rugido y volvió a pinchar en el enlace. La página se abrió de nuevo, un diseño elegante en gris y malva. Buscó la pestaña que decía «Galería» y entró. Aparecieron los tres primeros chicos en la pantalla; una foto de cada uno y una descripción sucinta, el nombre, la edad, la altura, el peso, el color de cabello y de ojos, la condición física. Atlética. Todos decían atlética, incluso aquellos que se veían un poco pasados de peso. En la primera foto casi todos estaban vestidos; pero si pinchabas en las imágenes salían dos o tres instantáneas más de cada hombre, por lo general alguna con el pecho descubierto y la cintura del pantalón más bien caída, dejando ver un tenso y tentador palmo de piel bajo el ombligo.



Autora contemporánea. Escritora y periodista.
 
Me encanta este autor, @ConnieS. Georges Simenon: "El gran Bob"

Vamos con otro libro:

La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir. Y el momento justo de la acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero que lo desperdicias mirando con aturdimiento alrededor.

Esa madrugada de octubre, sin embargo, Soledad estaba mucho más furiosa que aturdida. Demasiada ira es como demasiado alcohol, produce una intoxicación que te hace perder lucidez y criterio. Las neuronas se funden, la razón se rinde a la obcecación y sólo cabe un pensamiento en la cabeza: venganza, venganza, venganza. Bueno, tal vez quepan un pensamiento y un sentimiento: venganza y dolor, venganza y mucho dolor.

Imposible pensar en acostarse en ese estado, aunque a las nueve de la mañana tenía una cita muy importante en la Biblioteca. Pero en esas condiciones de incendio mental la cama sólo agravaba la situación. La oscuridad de las noches estaba llena de monstruos, en efecto, como Soledad temía y sospechaba en la niñez; y los ogros se llamaban obsesiones. Soltó un suspiro que sonó como un rugido y volvió a pinchar en el enlace. La página se abrió de nuevo, un diseño elegante en gris y malva. Buscó la pestaña que decía «Galería» y entró. Aparecieron los tres primeros chicos en la pantalla; una foto de cada uno y una descripción sucinta, el nombre, la edad, la altura, el peso, el color de cabello y de ojos, la condición física. Atlética. Todos decían atlética, incluso aquellos que se veían un poco pasados de peso. En la primera foto casi todos estaban vestidos; pero si pinchabas en las imágenes salían dos o tres instantáneas más de cada hombre, por lo general alguna con el pecho descubierto y la cintura del pantalón más bien caída, dejando ver un tenso y tentador palmo de piel bajo el ombligo.



Autora contemporánea. Escritora y periodista.

Me suena a una de las muchas autoras que no me gustan, como Almudena Grandes, Rosa Montero, Lucía Etxebarría, Maruja Torres, etc. por el tremendismo intimista, el fraseo y el vocabulario paupérrimo, y muy setentero, como eso de llamar "chicos" a los hombres . Pero no sé cuál es.

A mí también me gusta muchísimo Simenon: lo leo y lo releo cada cierto tiempo.
 
Capitulo 1

Primeros años del matrimonio Morel​


¡Eh! Que no has acertado el libro que estaba en juego... :)

@ConnieS ha apuntado bien a la autora (Rosa Montero). Comienza la novela con la protagonista buscando un prostituto en una página web de las dedicadas a tales menesteres. Supongo que de ahí la palabra "chicos" a la que aludía ConnieS. ¿Chicos? ¿Boys?

Otra pista: el título hace referencia a uno de los tres grandes enemigos del alma según la Iglesia Católica.
 
¡Eh! Que no has acertado el libro que estaba en juego... :)

@ConnieS ha apuntado bien a la autora (Rosa Montero). Comienza la novela con la protagonista buscando un prostituto en una página web de las dedicadas a tales menesteres. Supongo que de ahí la palabra "chicos" a la que aludía ConnieS. ¿Chicos? ¿Boys?

Otra pista: el título hace referencia a uno de los tres grandes enemigos del alma según la Iglesia Católica.

Lo de "chicos" es un sello generacional de esta caterva de escritoras, como la pobreza de vocabulario, la incapacidad para respetar la sintaxis, la concordancia, y la inteligencia de los lectores. ¡Y tan predecibles en sus argumentos cuando se ponen sicalípticas para disimular que fueron a colegio de monjas! Antes o después sacan un chulazo y unos vaivenes argumentales con menos sustancia que una sopa de asilo...
 
Última edición:
Me encanta este autor, @ConnieS. Georges Simenon: "El gran Bob"

Vamos con otro libro:

La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir. Y el momento justo de la acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero que lo desperdicias mirando con aturdimiento alrededor.

Esa madrugada de octubre, sin embargo, Soledad estaba mucho más furiosa que aturdida. Demasiada ira es como demasiado alcohol, produce una intoxicación que te hace perder lucidez y criterio. Las neuronas se funden, la razón se rinde a la obcecación y sólo cabe un pensamiento en la cabeza: venganza, venganza, venganza. Bueno, tal vez quepan un pensamiento y un sentimiento: venganza y dolor, venganza y mucho dolor.

Imposible pensar en acostarse en ese estado, aunque a las nueve de la mañana tenía una cita muy importante en la Biblioteca. Pero en esas condiciones de incendio mental la cama sólo agravaba la situación. La oscuridad de las noches estaba llena de monstruos, en efecto, como Soledad temía y sospechaba en la niñez; y los ogros se llamaban obsesiones. Soltó un suspiro que sonó como un rugido y volvió a pinchar en el enlace. La página se abrió de nuevo, un diseño elegante en gris y malva. Buscó la pestaña que decía «Galería» y entró. Aparecieron los tres primeros chicos en la pantalla; una foto de cada uno y una descripción sucinta, el nombre, la edad, la altura, el peso, el color de cabello y de ojos, la condición física. Atlética. Todos decían atlética, incluso aquellos que se veían un poco pasados de peso. En la primera foto casi todos estaban vestidos; pero si pinchabas en las imágenes salían dos o tres instantáneas más de cada hombre, por lo general alguna con el pecho descubierto y la cintura del pantalón más bien caída, dejando ver un tenso y tentador palmo de piel bajo el ombligo.



Autora contemporánea. Escritora y periodista.
La Carne, de Rosa Montero
 
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