La palabra del día
ACTIVISMO
Para situarnos hemos de empezar distinguiendo entre ago, ágere, actum (de aquí procede "acto", lógicamente sin h) y facio, fecere, factum, que son dos cosas muy distintas. Pero las hemos cruzado y confundido; por eso los diccionarios nos dicen que acción viene de hacer (facere). Y eso, como decía aquel, no sólo no puede ser, sino que además es imposible. De lo contrario acción llevaría h; y está claro que no la lleva.
Familia de ágere es el sustantivo acción, el frecuentativo agitare, que tradicimos por agitar, y del que derivamos agitación y agitador, todo ello terminología casi exclusivamente política; agente y agencia (que se escriben también sin h) (gerente, gerencia, gestión, gestar, gestación y también gesto vienen de gero, gérere, gestum, bastante más afín de ago, agero, que facio, facere). El origen más remoto del verbo agere lo tenemos en el griego agw (ágo) con el mismo significado que en latín: llevar, conducir, llevar por delante, guiar, mandar, acompañar, hacer ir… Un demagogo era para los griegos uno que conducía, que guiaba al demos haciéndolo ir hacia donde él quería; y un pedagogo el esclavo que llevaba los niños a la escuela. AgwgoV(agogós) era el acompañante, el guía.
De facere hemos derivado hacer (pasó antes por facer; la aspiración de la f se redujo primero a aspiración sin consonante, representada por la h, y al final nos quedó la h sin la aspiración, como reliquia ortográfica). El significado de este verbo mantiene en español toda la extensión que tenía en latín. De él derivaron en latín facinus facínoris, que dio lugar a facinerosus (este sí que lo hemos pasado el español como facineroso), fácilis (que se puede hacer); y factura, y hacienda, y una buena colección de compuestos como confección, infección, refectorio, prefecto, interfecto, suficiente, deficiente, defecto, afición, afecto, edificar, edificio, artificio y un montón de palabras terminadas en -ficio …
Se trata de dos caminos distintos, que se han juntado por descartarse el uso de facción, que es el derivado natural de facere - facer. Pero como ya los romanos extendieron el uso de este término a lo que entendemos aún hoy por facciones (grupos, partidos, etc, y siempre con un cierto resabio de parentesco con lo facineroso), nos pasamos a acción (que por su valor latino no correspondía en absoluto).
Pero como los genes de la palabra no hay quien los borre, ahí estamos con el activismo y la agitación, términos netamente políticos, que además mantienen el sentido original de "hacer que sean otros los que se muevan". Cuando está, fuera del poder, el político es un agitador. Y cuando está en el poder, un activista. Ha de mandar, ha de hacer bailar a toda la gente a su alrededor.
No importa el objetivo; lo que importa es el ejercicio del poder, hacer que la gente se mueva, si puede ser además con premura, bajo presión, aunque no vayan a ninguna parte. Aplicado el activismo a la enseñanza da lugar a unas movidas impresionantes: la Reforma no es más que una maniobra preparada desde fuera del poder como elemento de agitación, y ejercida luego desde el poder con un espíritu activista rayano en el fanatismo de los apóstoles y primeros embaucados del nuevo sistema, hasta que empiezan los desengaños. Y entonces, a por otra cosa, mariposa.
ACTIVISMO
Para situarnos hemos de empezar distinguiendo entre ago, ágere, actum (de aquí procede "acto", lógicamente sin h) y facio, fecere, factum, que son dos cosas muy distintas. Pero las hemos cruzado y confundido; por eso los diccionarios nos dicen que acción viene de hacer (facere). Y eso, como decía aquel, no sólo no puede ser, sino que además es imposible. De lo contrario acción llevaría h; y está claro que no la lleva.
Familia de ágere es el sustantivo acción, el frecuentativo agitare, que tradicimos por agitar, y del que derivamos agitación y agitador, todo ello terminología casi exclusivamente política; agente y agencia (que se escriben también sin h) (gerente, gerencia, gestión, gestar, gestación y también gesto vienen de gero, gérere, gestum, bastante más afín de ago, agero, que facio, facere). El origen más remoto del verbo agere lo tenemos en el griego agw (ágo) con el mismo significado que en latín: llevar, conducir, llevar por delante, guiar, mandar, acompañar, hacer ir… Un demagogo era para los griegos uno que conducía, que guiaba al demos haciéndolo ir hacia donde él quería; y un pedagogo el esclavo que llevaba los niños a la escuela. AgwgoV(agogós) era el acompañante, el guía.
De facere hemos derivado hacer (pasó antes por facer; la aspiración de la f se redujo primero a aspiración sin consonante, representada por la h, y al final nos quedó la h sin la aspiración, como reliquia ortográfica). El significado de este verbo mantiene en español toda la extensión que tenía en latín. De él derivaron en latín facinus facínoris, que dio lugar a facinerosus (este sí que lo hemos pasado el español como facineroso), fácilis (que se puede hacer); y factura, y hacienda, y una buena colección de compuestos como confección, infección, refectorio, prefecto, interfecto, suficiente, deficiente, defecto, afición, afecto, edificar, edificio, artificio y un montón de palabras terminadas en -ficio …
Se trata de dos caminos distintos, que se han juntado por descartarse el uso de facción, que es el derivado natural de facere - facer. Pero como ya los romanos extendieron el uso de este término a lo que entendemos aún hoy por facciones (grupos, partidos, etc, y siempre con un cierto resabio de parentesco con lo facineroso), nos pasamos a acción (que por su valor latino no correspondía en absoluto).
Pero como los genes de la palabra no hay quien los borre, ahí estamos con el activismo y la agitación, términos netamente políticos, que además mantienen el sentido original de "hacer que sean otros los que se muevan". Cuando está, fuera del poder, el político es un agitador. Y cuando está en el poder, un activista. Ha de mandar, ha de hacer bailar a toda la gente a su alrededor.
No importa el objetivo; lo que importa es el ejercicio del poder, hacer que la gente se mueva, si puede ser además con premura, bajo presión, aunque no vayan a ninguna parte. Aplicado el activismo a la enseñanza da lugar a unas movidas impresionantes: la Reforma no es más que una maniobra preparada desde fuera del poder como elemento de agitación, y ejercida luego desde el poder con un espíritu activista rayano en el fanatismo de los apóstoles y primeros embaucados del nuevo sistema, hasta que empiezan los desengaños. Y entonces, a por otra cosa, mariposa.