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Buenos días
EL COCHINILLO Y EL ASNO
‘El cochino y el asno’ es una fábula corta del Tirso de Molina que nos habla del egocentrismo.
Un hombre tenía un cochino y un asno, y los dos vivían juntos en la granja. Pero el cochino siempre estaba presumiendo frente al asno, porque pensaba que su amo le trataba siempre mucho mejor y que era, por tanto, el favorito.
– La verdad, asno- le decía el cochino al asno constantemente- es que nuestro amo me quiere más a mí. Y si no, fíjate: a mí me da mucha más comida, y no me impone ningún trabajo. Me paso el día retozando al sol. Y tú… mírate… te pasas el día cargando leña, y apenas te queda tiempo para descansar. Debo de darte mucha envidia…
Y la verdad es que el asno estaba triste, porque en el fondo pensaba que el cochino tenía razón.
Pero un día escuchó los chillidos del cerdo, y al acercarse horas después a la casa, vio cómo su amo se comía al cochino. Entonces, el asno pensó:
– Pues menos mal que mi amo me necesita para trabajar y gracias a los paseos que doy cargando la leña, no se acumula nada de grasa en mi cuerpo… así evito que mi amo quiera comerme.
Moraleja: Desconfía de aquello que te den de forma gratuita y no presumas de ello, porque al final lo que parece gratuito, sale caro.
https://www.tucuentofavorito.com/el-cochino-y-el-asno-fabula-para-ninos-sobre-la-vanidad/
EL COCHINILLO Y EL ASNO
‘El cochino y el asno’ es una fábula corta del Tirso de Molina que nos habla del egocentrismo.
Un hombre tenía un cochino y un asno, y los dos vivían juntos en la granja. Pero el cochino siempre estaba presumiendo frente al asno, porque pensaba que su amo le trataba siempre mucho mejor y que era, por tanto, el favorito.
– La verdad, asno- le decía el cochino al asno constantemente- es que nuestro amo me quiere más a mí. Y si no, fíjate: a mí me da mucha más comida, y no me impone ningún trabajo. Me paso el día retozando al sol. Y tú… mírate… te pasas el día cargando leña, y apenas te queda tiempo para descansar. Debo de darte mucha envidia…
Y la verdad es que el asno estaba triste, porque en el fondo pensaba que el cochino tenía razón.
Pero un día escuchó los chillidos del cerdo, y al acercarse horas después a la casa, vio cómo su amo se comía al cochino. Entonces, el asno pensó:
– Pues menos mal que mi amo me necesita para trabajar y gracias a los paseos que doy cargando la leña, no se acumula nada de grasa en mi cuerpo… así evito que mi amo quiera comerme.
Moraleja: Desconfía de aquello que te den de forma gratuita y no presumas de ello, porque al final lo que parece gratuito, sale caro.
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