A mí Eugenia no me caía mal, hasta me daba ternura no sé por qué, pero desde que la escuché el sábado pasado en el Deluxe durante la entrevista a la infumable María Jiménez me ha cambiado la perspectiva. No sólo me pareció de vergüenza ajena lo que dijo y cómo lo dijo sino que esté ignorando al hermano por el libro que ha escrito, y no se preocupe ni por su salud cuando estuvo ingresado, y luego le esté tocando las palmas a una indeseable como la susodicha.
Fue vergonzoso