Verás, yo con el "déjame terminar" ni siquiera pensé que estaba nerviosa porque no le dí la mínima importancia, lo dijo con suavidad y fue él quien la interrumpió. Las mandangas de la gravedad de cortar a un príncipe de tal manera, llegaron a darme vergüenza ajena. ¡ Que nivel!Estaba nerviosa, es lo que pensamos todos, hasta que los medios comenzaron a lavar el cerebro a la gente y la gente"por seguir al rebaño" comenzaron a decir que Letizia era esto, y lo otro y lo que no se sabía que existía. Pero bueno es sólo mi opinión, cada uno tiene la suya
Pero te aseguro que absolutamente nadie ni nada me lavó el cerebro ni seguí al rebaño, simplemente la vi, la oí, una vez y otra faltar a las más básicas reglas de educación y respeto a los demás y, dentro de todo, a sí misma. Pero ésto último no creo lo perciba, el endiosamiento-complejo es demasiado alto.
No voy a entrar a enumerar todas y cada una de las finezas que esta mujer ha prodigado, se han dicho muchas veces, pero sí una de las primeras cual fue masticar a boca bien abierta un chicle en una recepción en Zarzuela creo que a unos cuantos modistas que iban a obsequiarla. En la sesión de fotos se oye a un periodista preguntar en voz baja, "¿pero está mascando un chicle?"
Una de las últimas delicadezas, Palma aparte, con que nos ha obsequiado es sugerir a su hija ante un plato de sopa caliente, que sople, para no quemarse. Y lo estaban grabando.
En resumen, el cúmulo de zafiedades, ordinarieces y descomedimientos han sido de tal magnitud y calibre que imposible ignorarlos, a no ser que se pertenezca a ese grupo de perpetuos pelotilleros serviles o comprados con fines espurios.
Y dejemos a un lado la educación de cuna, lo que se ha mamado, etc. El respeto a los demás y la prudencia incluyen el resolver conflictos prácticos y controlar el procedimiento idóneo para la resolución de esos conflictos. Todos estamos condicionados por la realidad del mundo que nos rodea y, sobre la marcha, vamos resolviendo nuestra vida utilizando la discreción, el talento y buen juicio para alcanzar, en mayor o menor medida, lo que consideramos nuestros objetivos, de la índole que sean.
Si el objetivo de esta mujer es suscitar la adoración ajena sin otros medios a utilizar más que el relumbrón, joyas, zapatos y resto de vestuario, queda demostrado que su capacidad humana es de cortas entendederas, de que es dueña de un romo talento y unas premisas muy limitadas, de que no es ni mínimamente apta para llevar a cabo elementales relaciones sociales.
No sigo, pero espero haberte expresado parte de lo que siento.