Cuadernos de Historia

El misterio no resuelto del «batallón perdido» que desapareció sin dejar rastro en la IGM
José Luis Hernández Garvi recupera en «Esto no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial» uno de los enigmas más controvertidos de la Gran Guerra

SeguirManuel P. Villatoro@ABC_Historia
Actualizado:27/07/2019 07:34h.

Ya han pasado cien años desde que se firmó el armisticio que acabó con la Primera Guerra Mundial, una de las contiendas más cruentas de la historia. Sin embargo, a día de hoy este enfrentamiento atesora todavía algunos secretos difíciles de resolver. Y uno de ellos es el del 1er Batallón del 5to Regimiento de Norfolk, la unidad inglesa que desapareció sin dejar rastro en agosto de 1915 mientras asaltaba una posición turca en Anafarta durante la ofensiva aliada por Galípoli (Turquía). No es para menos ya que su tragedia, que se hizo famosa en los años setenta gracias a varias publicaciones internacionales, se cobró la vida de 250 soldados y 16 oficiales.

Durante décadas se barajaron decenas de posibilidades. Desde una deserción en masa... ¡hasta una abducción extraterrestre! Sin embargo, la realidad es que, como explica el divulgador histórico José Luis Hernández Garvi a ABC, lo más probable es que los hombres del Norfolk cayesen en masa contra las ametralladoras turcas durante el asalto y sus supervivientes fuesen masacrados a sangre fría. Así lo afirma también en su documentada obra, « Esto no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial» (Almuzara, 2018). Una concienzuda investigación sobre un enfrentamiento que fue, en sus palabras, eclipsado por el triste enfrentamiento motivado por Adolf Hitler a partir de 1939.

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«Aunque los turcos negaron en todo momento tener ninguna relación con la desaparición del batallón, lo más probable es que fueran los responsables de su aniquilación. Tirando de este hilo, los soldados británicos habrían sido hecho prisioneros y se habrían convertido en víctimas de una ejecución en masa que el enemigo habría tratado de ocultar para no ser acusados de crímenes de guerra», explica Garvi. Con todo, el popular escritor (autor de otras tantas obras como «Magnicidio: Crónica negra de los presidentes asesinados de los Estados Unidos» -Luciérnaga, 201:cool: incide en que este enigma desconcertó incluso a los oficiales británicos de la época.

Primera Guerra Mundial (ingenieros, para ser más concretos) afirmaban haber visto cómo un batallón del 4to Regimiento de Norfolk desaparecía sin dejar rastro tras haber cargado contra las posiciones turcas de la Colina 60 a través de una espesa bruma. «El Regimiento en cuestión se considera “desaparecido” o “exterminado” y cuando Turquía se rindió, en 1918, la primera cosa que Turquía exigió a este Regimiento fue la devolución de este Regimiento», afirmaba el reportaje.

Los turcos, en su momento, declararon no saber qué había pasado con esta unidad. El desconcierto cundió entonces entre los oficiales británicos. A partir de ese momento cualquier intento de descubrir qué había sucedido en realidad fue infructuoso. Los tres supuestos neozelandeses que habían sido testigos del suceso desaparecieron de la faz de la Tierra y fue imposible contactar con ellos. La revista tampoco facilitó dato alguno, pues cambió de dueño y quebró poco después. Así pues, se fue fraguando poco a poco un misterio en el que los datos brillaban por su ausencia y la imaginación era la que tomaba el mando.

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Soldados turcos en la Primera Guerra Mundial
¿Qué diantres había ocurrido con esta unidad? En palabras de Garvi, los hechos reales se sucedieron el 12 de agosto de 1915, durante la ofensiva de Galípoli. Aquella jornada, el 1er Batallón del 5to Regimiento de Norfolk (y no el 4to, como se creía en principio) se adelantó y decidió cargar, por causas que hoy se desconocen, contra las trincheras turcas sin el apoyo de las dos unidades que le protegían. A partir de ese momento sus integrantes jamás fueron vistos de nuevo. Pero no porque se hubiesen volatilizado por arte de magia, sino porque se estrellaron contra los fusiles y las ametralladoras enemigas. Los supervivientes, por su parte, habrían sido aniquilados a sangre fría tras el asalto.

Garvi también señala que lo más probable es que los cuerpos de estos soldados no desaparecieran. Por el contrario, habrían sido hallados en 1919 en unas fosas comunes durante la investigación que pretendía esclarecer este hecho. Sin embargo, y en sus palabras, la falta de documentación en los restos y que los turcos negaran una y otra vez su responsabilidad en el suceso hacen que, a día de hoy, «esta hipótesis, aunque pueda parecer la más plausible, nunca haya podido ser demostrada» de forma oficial.

1-¿Qué se pretendía con la ofensiva sobre Galípoli?

La campaña tenía dos objetivos principales: por un lado, garantizar el control y seguridad del Canal de Suez, vía de comunicación de importancia estratégica para las potencias de la Triple Entente, especialmente para Gran Bretaña; y por otro, asestar un golpe definitivo a los turcos, aliados de los alemanes, que además también permitiera distraer fuerzas de las Potencias Centrales del escenario bélico europeo, situación que también podía ayudar a desequilibrar en favor de la causa aliada el frente estático de la guerra de trincheras.

2-¿Fue este ataque un desastre?

Se puede decir que las cosas no salieron como se esperaban. Los estrategas británicos y franceses pensaron que sería un campaña rápida en la que se evitaría caer en los mismos errores que habían empantanado la guerra en Europa y con la que infringirían una derrota definitiva a los turcos. La mala planificación de la operación y la incompetencia de los jefes y mandos que debían ejecutarla, junto a una inesperada resistencia otomana coordinada por oficiales alemanes, dio al traste con los planes iniciales.

En poco tiempo, el terreno árido de la península de Galípoli se cubrió de trincheras donde permanecían hacinados las tropas australianas y neozelandesas del ANZAC, malviviendo en una estrecha franja de tierra en la que no se producían avances. Para evitar lo que hubiera podido ser un auténtico desastre, finalmente se ordenó una evacuación ordenada del contingente que se completó con éxito.

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Soldados del ANZAC en Galípoli
3-¿Cómo se vio el regimiento Norfolk envuelto en esta operación?

El 5º. regimiento de Norfolk era una de las pocas unidades de origen británico que participaron en la campaña de Galípoli. Ante la falta de suficientes efectivos para cumplir con los objetivos de la misión, los mandos de la fuerza expedicionaria tuvieron que recurrir a tropas de la metrópoli para cubrir las necesidades operativas. La presencia del regimiento de Norfolk, con sus tradiciones castrenses y amplia experiencia en combate, podía servir a las unidades bisoñas del ANZAC para adquirir la confianza necesaria para asaltar las posiciones enemigas.

4-¿En qué circunstancias desapareció esta unidad?

Según numerosos testigos y el parte facilitado por los informes oficiales británicos, el 12 de agosto de 1915 el Primer Batallón del Regimiento de Norfolk desapareció sin dejar rastro en un asalto contra las posiciones turcas. Todos los testimonios coinciden en afirmar que esta unidad militar se sumergió en el interior de una densa niebla, pegada al terreno y de extraño aspecto, que algunos describieron con reflejos metálicos. Cuando se disipó, el batallón se había volatilizado.

5-¿Qué pudo suceder?

La teoría más difundida, y también la más heterodoxa, habla de la posible abducción de todo el batallón por parte de ¡una nave extraterrestre! posada sobre el campo de batalla y camuflada como una nube de extraño aspecto. Esta opinión, por disparatada que pueda parecer, ha sido recogida por numerosos medios de comunicación que a lo largo de varias décadas se hicieron eco de la noticia y repitieron la historia.

Lo cierto es que finalizada la Primera Guerra Mundial, una comisión oficial se trasladó al lugar de los hechos para realizar una investigación sobre el terreno que pudiera aclarar lo sucedido.

En el transcurso de sus pesquisas localizaron numerosos restos humanos en los alrededores donde se había producido la desaparición pero ningún objeto que pudiera permitir la identificación de los mismos. Aunque los turcos negaron en todo momento tener ninguna relación con la desaparición del batallón, lo más probable es que fueran los responsables de su aniquilación. Tirando de este hilo, los soldados británicos habrían sido hecho prisioneros y se habrían convertido en víctimas de una ejecución en masa que el enemigo habría tratado de ocultar para no ser acusados de crímenes de guerra.

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Batalla de Galípoli
6-¿Qué documentación existe sobre la desaparición?

Como es lógico, la extraña desaparición de un batallón entero sin que se encontrasen pruebas sobre su paradero causó un gran impacto entre los mandos británicos. Entre la documentación oficial sobre el caso, llaman la atención las declaraciones del general Hamilton, jefe de la fuerza expedicionaria, que al tener conocimiento de lo ocurrido manifestó públicamente su extrañeza cuando afirmó que "...fue una cosa muy misteriosa", para luego añadir "que ninguno de ellos regresó jamás".

7-¿Ha sido la Primera Guerra Mundial una contienda olvidada por la sociedad?

En gran medida sí. La guerra que supuestamente debía acabar con todas las guerras fue eclipsada por los acontecimientos posteriores que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial, contienda más cercana en el tiempo y que se lleva gran parte de la atención de los historiadores y el público en general. Tal vez, cuando ahora se cumple el primer centenario del final de la que también fue llamada Gran Guerra, ha llegado el momento de echar la vista atrás y conocer más sobre un acontecimiento que cambió la historia del mundo.

Vídeo al inicio:
https://www.abc.es/historia/abci-mi...io-sin-dejar-rastro-201811210236_noticia.html
 
La primera guerra del cambio climático
  • ALBERTO ROJAS
Domingo, 28 julio 2019 - 01:48
Los conflictos étnicos entre tribus nómadas y agricultores se extienden en toda el área del Sahel. Las matanzas por el control de los pastos dejan cientos de muertos en Mali, Nigeria o Centroáfrica

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Un pastor dinka protege su rebaño con un AK 47 en Sudán del Sur.Goran Tomasevic REUTERS
Nunca habían visto tan al sur de África el rostro de María Theresa Thaler, la antigua emperatriz del Imperio austrohúngaro. Las viejas monedas de plata, grandes como galletas María y acuñadas en 1870 con su cara impresa en plata, viajan como adorno en el pelo de las mujeres nómadas desde hace siglos, los mismos siglos que lleva su pueblo haciendo la travesía desde los desiertos hacia las zonas verdes del continente en busca de alimentos para sus rebaños. Nadie sabe de dónde sacaron los peul, la tribu sin Estado más grande del mundo, esos millones de Thaler (pronunciado dáler, el origen de la palabra dólar), llamadas así por la cara de la emperatriz que manejan como moneda de curso legal, cuando la última acuñación oficial fue en 1858. Las antiguas huellas de la transhumancia, abiertas como arterias en el continente durante siglos, se prolongan cada vez más en busca de nuevos territorios. Esos territorios ya están ocupados y sobreexplotados por agricultores, que ven como las vacas de los nómadas acaban comiendo sus cosechas. Eso está provocando conflictos, matanzas, saqueos y venganzas. En definitiva, una guerra.

Al margen de la anécdota numismática, la falta de lluvias y la desertización galopante más allá de sequías puntuales, los están llevando cada vez a explorar nuevos territorios en busca de pastos verdes.

La primera gran sequía registrada y documentada fue la de 1915 y provocó una gran migración hacia las zonas más fértiles del sur. Esta situación se ha repetido durante los 70 y los 80, unido además a la sobreexplotación de los pozos y los acuíferos. El lago Chad, que era la principal fuente de agua del Sahel, imprescindible para esos rebaños de las tribus nómadas, ha perdido un 90% de su superficie en cuatro décadas, dejando en su interior miles de pequeñas islas. Eso provoca, además, que se esté acabando su pesca, de la que viven 40 millones de personas en Camerún, Nigeria, Níger y Chad. Hoy el lago se evapora por las altas temperaturas sin que nadie intente revertir el proceso.

El pasado mes de junio, 95 personas de la etnia dogon, la mayor parte de ellos agricultores, fueron masacradas en la aldea de Sonankoubou, el centro de Mali. Un grupo de hombres armados llegó al poblado y lo rodeó por completo,antes de prender fuego a las viviendas con sus habitantes dentro. Los testigos describieron a milicianos peul o fulani. A los que trataban de huir los atacantes los abatieron a tiros. Tres meses antes, había sido al contrario: cazadores dogon mataron a 150 nómadas en Ogossagou. En Nigeria, los enfrentamientos entre pastores y agricultores dejan ya 3.641 muertos desde 2016. En República Centroafricana, país en conflicto desde 2012, es mucho más difícil contar los muertos pero todo el norte del país sufre la violencia por el control de las tierras. Este mismo año, en Burkina Faso, un conflicto interétnico en el centro del país, dejó 46 muertos entre los pueblos mosi y fulani. En cada país del Sahel tienen un nombre, pero el origen de la violencia es el mismo.

Jesús Díez Alcalde, analista de África del Instituto Español de Estudios Estratégicos, cree que "ha habido largos periodos de tiempo en que estos grupos nómadas y sedentarios han convivido en paz. Aunque el dominio del imperio teocrático musulmán de los fulani contra los pueblos paganos -incluidos otros fulani no religiosos- fue el factor clave que explica el actual enfrentamiento, la lucha actual cada vez se debe más a un asunto de mera supervivencia y control de los escasos recursos naturales. El cambio climático y la creciente desertificación de las zonas fértiles han agudizado progresivamente los enfrentamientos entre los pueblos nómadas y sedentarios".

RADICALIZACIÓN
Esos enfrentamientos están provocando la radicalización de las dos partes. En el caso de las milicias que acompañan a los nómadas, que son musulmanas, tienen un enorme riesgo de mezclarse con grupos yihadistas. En algunos casos, ya sucede. El Frente de Liberación de Macina, que amenazaba a Francia y a sus aliados por su presencia militar en Malí, está compuesto por tribus peul y fulani y ya ha reivindicado la matanza del hotel Byblos en la periferia de Mopti, en la que murieron 13 personas, y también el asalto al hotel Radisson Blue de Bamako, el 18 de noviembre de 2015, que acabó con la muerte de 27 rehenes.

"Este grupo yihadista reclama el pasado musulmán rigorista del Imperio de Macina para hacer un llamamiento a todos los fulani. Este discurso está teniendo éxito entre las comunidades nómadas, que siguen denunciando el desprecio social de su pueblo y de los propios Estados nacionales.Frente a la extrema violencia que están desplegando, surgen otros movimientos que reaccionan y responden con más fanatismo", dice Jesús Díez Alcalde. "En este convulso escenario, los yihadistas no tienen ningún reparo en usar los enfrentamientos ancestrales entre agricultores y ganaderos para desestabilizar la zona, y que tiene visos de extenderse a otros muchos países de la región", concluye. A estos grupos nómadas, que se mueven desde Guinea hasta Sudán por viejas rutas de beduinos, es difícil censarlos o hacerles cartillas sanitarias porque no pertenecen a ningún lugar. Su patria es un pozo con agua. Por eso usan esas monedas antiguas como pago por el valor que posee su plata, aunque ningún Estado las reconozca.

Estos hijos del camino siempre van armados con rifles de asalto y cuchillos tradicionales. Nadie sabe cuál es su origen étnico y hace siglos que abrazaron el islam. Sus facciones son más afiladas que las de la población local, mientras que su color de piel es caoba, más claro que el de sus vecinos. Hasta el idioma es diferente a los de la población local. Llevan unas escarificaciones tribales en la piel, una especie de pequeño código de sangre que los distingue del resto de pueblos de la región. La guerra que se libra por los cultivos y los pastos es a la vez el primer conflicto del cambio climático y una guerra bíblica que lleva librándose desde los tiempos del Génesis. Caín trabajaba el campo como agricultor y Abel movía sus rebaños. La lucha entre ambos, dedicar las zonas verdes a una cosa u otra, explica muchos choques armados en África.

PASTORES BIEN ARMADOS
En Sudán del Sur, donde venden su mantequilla, han chocado habitualmente con las etnias ganaderas nilóticas, como los dinka y los nuer, que pastorean sus cabezas de ganado tan bien armados como ellos. Hablamos de Estados fallidos, muchos de ellos en conflicto, saqueados por sus dirigentes donde mafias de todo pelaje trafican con drogas, armas o personas con total impunidad.

"Los niveles de desigualdad en el Sahel son de los más elevados del mundo, lo que agrava la falta de recursos y medios para hacer frente al cambio climático, incluyendo una mayor duración de la sequía y la falta de acceso a agua que también genera tensiones cada vez mayores entre agricultores y nómadas", asegura el analista en Seguridad Sergio Maydeu-Olivares. "La debilidad de los estados y su escasa presencia en las grandes extensiones del Sahel es uno de los grandes problemas. Cuando el estado, entendido como poder, deja de ejercerlo siempre es sustituido por otro actor. Eso pasa con los grupos yihadistas, con el crimen organizado o con los nómadas. Lo hemos comprobado los últimos años en Libia, y el Sahel no es una excepción. De hecho, uno de los mayores esfuerzos de los gobiernos europeos que tienen intereses en la región es apuntalar y fortalecer los estados del Sahel, siendo conscientes que, sin Estado, el Sahel es territorio abonado para la presencia de otros actores".

Los fulani, supervivientes procedentes de una cápsula de tiempo conservada en las dunas del desierto siguen moviendo sus vacas cada vez más al sur, en un mundo sin carreteras, expuestos al camino, donde un puñado de viejas monedas de plata puede significar la diferencia entre , poder comprar un camello, vender un rebaño de cabras, negociar una partida de tabaco o adquirir armas para defender el ganado de la tribu. Algo tan simple como la vida o la muerte.
https://www.elmundo.es/internacional/2019/07/28/5d3b4d8321efa060088b4652.html
 
¿Cómo se gestiona la isla de los Faisanes, compartida entre España y Francia?
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Mapa de la isla de los Faisanes en un grabado de la época. Fuente: Wikimedia.
30 julio, 2019
El Orden Mundial
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Un lector nos ha mandado una pregunta a través del formulario de EOM explicainteresándose por la soberanía de la isla de los Faisanes, que comparten Francia y España.

La isla de los Faisanes es un pequeño islote fluvial despoblado situado en el cauce del río Bidasoa, cerca de su desembocadura. En su último tramo, este río sirve de frontera entre España y Francia, por lo que el islote —que se encuentra concretamente a la altura de Irún del lado español y Hendaya del lado francés— está literalmente entre ambos países. Su pequeña superficie —6.820 metros cuadrados, aproximadamente el tamaño de un campo de fútbol— ha impedido que sea un enclave de interés militar o estratégico, pero su localización la ha hecho protagonista de las disputas entre ambos países durante siglos. De ahí que París y Madrid decidieran compartir la soberanía de la isla, haciendo de ella el territorio compartido entre dos países (o «condominio») más pequeño del mundo.

Su importancia simbólica explica que fuera este lugar el elegido para celebrar una importante conferencia de paz entre Francia y España en el siglo XVII. Luis XIV de Francia —conocido como “el Rey Sol”— y Felipe IV de España estuvieron representados por sus ministros —el cardenal Mazarino y Luis Méndez de Haro, respectivamente—, que negociaron y firmaron en noviembre de 1659 el Tratado de los Pirineos, por el cual se ponía fin a las hostilidades entre estos dos países en el marco de la Guerra de los Treinta Años. Los dos reyes se encontraron meses después en el mismo lugar para que Felipe IV entregara al rey francés a su hija María Teresa de Austria, con quien Luis se habría de casar para reforzar el tratado de paz. Como curiosidad, Diego Velázquez —entonces pintor en la corte española— también partició en el evento como uno de los organizadores.

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La entrevista entre Luis XIV y Felipe IV en la isla de los Faisanes, cuadro del pintor francés Jacques Laumosnier que ilustra el encuentro entre ambos monarcas en 1660. En el centro, Luis XIV a la izquierda y Felipe IV a la derecha, y junto a este María Teresa de Austria. Fuente: Wikipedia.
Esta conferencia de paz es la que le da su otro nombre a la isla, que en francés se conoce como Île de la Conférence y en euskera como Konpantzia —que deriva de konferentzia, ‘conferencia’ en euskera—. Sin embargo, el Tratado de los Pirineos no impidió que Francia y España siguieran enfrentándose en diversas guerras a lo largo de los siguientes siglos hasta la guerra de la Independencia española contra el dominio de Napoleón, a principios del siglo XIX.

Solo a mediados del siglo XIX —bajo el reinado de Isabel II en España y de Napoleón III en Francia— pudieron los dos países trazar definitivamente las fronteras comunes con la firma de los Tratados de Bayona. El primero de estos textos, firmado en 1856, estableció una soberanía compartida de la isla de los Faisanes. Sin embargo, el Tratado no regulaba la jurisdicción imperante en la isla, y pronto surgieron problemas: ¿quién debía perseguir los delitos cometidos en ese territorio, y qué ley debía aplicarse?

El asunto se arregló con el convenio franco-español de 1901, que establecía que Madrid y París se turnarían la soberanía de la isla —así como la responsabilidad de conservarla— durante seis meses al año, cuyo orden se establecería por sorteo. Francia fue el primero en empezar, y desde entonces ostenta la soberanía del territorio entre agosto y enero, y España desde febrero a julio. El control efectivo recae en las Comandancias Navales de San Sebastián en el lado español y de Hendaya en la orilla francesa, y es habitual que en cada traspaso de jurisdicción el representante del país que cede el territorio entregue un documento acreditativo al representante del país que lo recibe, se haga un homenaje a los caídos de ambas naciones y se toquen los himnos español y francés.

Fe de errores: en una versión anterior de este artículo se decía que la soberanía francesa sobre la isla de los Faisanes iba de septiembre a enero, cuando en realidad empieza en agosto, sumando así los seis meses que le corresponden a Francia.
https://elordenmundial.com/como-se-...s-faisanes-compartida-entre-espana-y-francia/
 
Cinco rutas para viajar en tren a través de la historia
Desde el viaje a Escocia que inspiró el famoso Hogwarts Express hasta la línea de alta velocidad que atraviesa el túnel bajo el canal de la Mancha; estas son las propuestas por menos de 80 euros de la plataforma europea Omio
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Las claves para no arruinarte en estas vacaciones de verano

Si hay un medio de transporte que ha marcado la historia de Europa, es, sin duda, el tren. Ha sido el primer medio de transporte en conectar todos los países del Viejo Continente y, actualmente, las posibilidades de recorrerlo sobre raíles son casi infinitas.

Además de sus innumerables rutas, el tren es el medio de transporte más ecológico, más práctico y (para muchos) también el más «disfrutable», ya que deleita al viajero durante su recorrido con inmejorables vistas en muchos de sus itinerarios. Algunos de estos han marcado un hito en la historia de Europa o han sido escenario de las adaptaciones cinematográficas de auténticos «best-sellers».

Por ello, la plataforma europea de viajes Omio —anteriormente GoEuro— propone una selección de cinco rutas inspiradoras (por menos de 80 euros), donde la aventura comienza en el vagón.

1. A través del Eurotúnel


Salvar la distancia entre Londres y París es posible con Eurostar, el nombre comercial de los servicios ferroviarios de alta velocidad prestados por Eurostar International Limited y que comunican la captial británica con París y Bruselas, a través del Eurotúnel, el túnel que cruza el canal de la Mancha. L

Es la primera línea de alta velocidad que une Londres con el resto del Viejo Continente. Los trenes circulan a una velocidad de 300 kilómetros por hora, realizan distintas paradas en el sur de Reino Unido, Francia y Bélgica y la duración del viaje es de alrededor de dos horas y veinte minutos. La ruta cuesta desde 80 euros.

2. La ruta camino a Hogwarts
La línea Fort William-Mallaig, que une Escocia e Inglaterra, tiene una magia especial. Es conocida por haber inspirado a la autora J. K. Rowling y ser escenario de las películas de Harry Potter. Se trata del tren que tomaban los jóvenes magos en el mítico andén de King's Cross, el andén 9 y 3/4, cuya pared debían atravesar para llegar a la escuela de magia y hechicería. Durante toda la ruta se puede disfrutar de un paisaje de cuento, a través del viaducto de Glenfinnan, que deja espectaculares bosques y lagos, a su paso. Desde 64 euros.

3. El primer ferrocarril interurbano
En 1830 se inauguró la primera línea de ferrocarril interurbano, la línea entre Liverpool y Mánchester. La vía utilizada era del mismo tipo que otras anteriores. Y es que en 1825, George Stephenson construyó la «Locomotion» para la línea entre Stockton y Darlington, al noreste de Inglaterra, que fue la primera locomotora de vapor que arrastró trenes de transporte público. Se puede hacer la ruta por7 euros.

4. El túnel más profundo del mundo
El túnel bajo de San Gotardo es un túnel ferroviario construído debajo de los Alpes en Suiza, que atraviesa el macizo de San Gotardo en los Alpes Lepontinos. Con una longitud de 57,09 kilómetros, es el túnel ferroviario más largo y profundo del mundo, y es la ruta más rápida y segura para atravesar el escarpado sistema montañoso suizo. Disponible desde 2016, ha logrado reducir el tiempo anterior de viaje de casi cuatro horas entre Zúrich y Milán a dos horas y media. Desde 76 euros.

5. La primera línea de alta velocidad
La línea que une Florencia y Roma, conocida como «ferrovia direttissima Firenze-Roma», fue la primera línea de alta velocidad en Europa. Se inauguró en 1927 y fue completada en mayo de 1992, hasta que su tiempo de duración se redujo a una hora y veinte minutos. La vía, de 237,5 kilómetros, supone la forma más rápida y práctica de sortear la distancia entre ambas urbes. Desde 50 euros

https://www.abc.es/economia/abci-ci...ren-traves-historia-201908030127_noticia.html
 
Barcelona tuvo más de 300 refugios franquistas ante el temor de una invasión aliada
El ahora subterráneo de la tienda Apple de plaza Catalunya fue uno de los nuevos espacios impulsados, después de acabar la Guerra Civil, por la Junta de Defensa fascista, que recuperó también más de 200 construcciones de época republicana
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Clausura del curso de Defensa Pasiva celebrado en el Col·legi Oficial de Famacèutics el 4 de diciembre de 1945 (Arxiu Fotogràfic de Barcelona)
RAÚL MONTILLA, RUBÉN NAVARRO
04/08/2019 10:00
Actualizado a 04/08/2019 11:13

Hasta que a finales de los años 50 del siglo pasado no se consolidó la entrada de España en Naciones Unidas y la Guerra Fría hizo que, para al menos uno de los bloques, el país en el que gobernaba el dictador Francisco Franco dejara de ser un enemigo para convertirse en un destino turístico, no se disiparon del todo los temores del régimen fascista español de ser objeto de una invasión por parte de las tropas aliadas. Un temor que hizo que, durante el primer franquismo, más allá de que se siguieran desarrollando las líneas de defensa militares en el Pirineo, las ciudades también se preparasen para hacer frente a un posible ataque militar protagonizado por las mismas potencias que vencieron a la Alemana nazi y a la Italia de Mussolini.

El Ayuntamiento ha llevado a cabo una investigación que da fe de esa defensa pasiva franquista que hizo que Barcelona construyera y tuviera activos, hasta varias décadas después de haber acabado la Guerra Civil, refugios antiaéreos. Todavía se están documentando, las pesquisas continúan, pero los servicios municipales ya han contado más de 300.

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Interior del refugio 877 construido durante la Guerra Civil en el pasaje Toledo, en el distrito de Sants Montjuïc. (Centre de Documentació. Servei d'Arqueologia de Barcelona -ICUB)
“Mientras que el franquismo, de manera pública insiste en la idea de que ha abierto una época de paz, el régimen se sigue preparando para la guerra”, explica la responsable del Pla Barcino y del Servei d’Arqueologia de Barcelona, Carme Miró. “La Junta de Defensa Pasiva republicana sigue de alguna manera: pasa a ser la Junta de Defensa Pasiva Nacional”, explica el arqueólogo especialista en la Guerra Civil Jordi Ramos.

La llegada de las tropas fascistas a la ciudad en enero de 1939 no paralizó la defensa pasiva: todo lo contrario. Se siguieron proyectando y construyendo nuevos refugios. En un inicio, algunos los diseñaron los mismos arquitectos que los hicieron para la República. “Todavía no están depurados”, puntualiza Ramos.

Nuevas construcciones bajo edificios reconocidos de la ciudad
Refugios bajo el Hotel Olivia, el Teatro Calderón o el edificio Windsor

La investigación, proyecto del arqueólogo especialista en la Guerra Civil en colaboración con el Servei d’Arqueologia del Ayuntamiento, contradice la idea de que, una vez acabada la Guerra Civil, el franquismo se limitó a tapiar y a olvidar los refugios. Si se abandonaron muchos –especialmente los de mina, los que transcurren debajo de las calles, cuya efectividad están en duda– y se llenaron con escombros, el material que más abundaba en Barcelona tras la contienda... Pero las autoridades franquistas también decidieron conservar 111 refugios republicanos que habían estado en uso; así como acabar unos 155 que estaban en marcha. Y, aparte, se construyeron nuevos: más resistentes, adecuados a los avances bélicos que se producen durante la II Guerra Mundial.

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El sótano de la actual tienda Apple de plaza Catalunya fue el refugio antiaéreo del edificio del Banco Español de Crédito (Àlex García)
Estos nuevos refugios se proyectaron a partir del mismo año 1939, pero, entre los localizados hasta ahora, destacan los que se llevaron a cabo a partir de 1943, cuando en la II Guerra Mundial, nazis y fascistas comienzan a encajar sus primeras derrotas de relevancia.

Ese mismo año se dictó un decreto, firmado por Luis Carrero Blanco, sobre la obligación de construir refugios en determinadas edificaciones nuevas en el caso “de poblaciones de más de 10.000 almas”. Se trata de sótanos, hechos con hormigón armado, pensados para resistir el impacto de las bombas. Todavía hay muchos en uso, aunque con otras funciones muy distintas a cuando fueron proyectados. Ramos ha documentado varios: uno de los más llamativos es el sótano de la tienda Apple de plaza Catalunya –el edificio fue la sede del Banco Español de Crédito y se construyó en 1943–. También destaca el sótano del ya destruido Teatro Calderónde la Rambla (1945); o, en la calle Provença, el del Hotel Olivia, cuyo edificio albergó la Sociedad Anónima de Productos Químicos(1943). Bajo la empresa Ingraf en la calle Balmes (1943) hubo otro refugio franquista, así como bajo el actual edificio Windsor de la Diagonal (1945).

Ante una invasión
Barcelona tenía un plan para evacuar a 600.000 ciudadanos

La pretensión original de la administración franquista fue construir 304 refugios de mina de tres entradas y 400 celulares con 800 bocas , pero no se llegó a tal cifra: hacer todo eso eran muchas pesetas. De ahí también la idea del decreto y la construcción de sótanos a prueba de bombas en edificios nuevos.

Barcelona contaba con, al menos 300, pero estos no tenían la capacidad suficiente para acoger a la totalidad de la población: sólo podrían dar amparo a 400.000 personas cuando la población superaba el millón.¿Qué hacer con el resto de ciudadanos? “Se ideó un plan de evacuación para el 60% de la población, por Collserola, el Vallès y también por el Baix Llobregat”, explica Ramos, si bien puntualiza que esto era habitual en las grandes ciudades europeas tras el final de la II Guerra Mundial.

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Ejercicios prácticos de defensa pasiva en la Sociedad Anónima Cross de Badalona el 26 de noviembre de 1943 (Carlos Pérez de Rozas / Arxiu Fotogràfic de Barcelona)
De hecho, la Jefatura de Defensa Pasiva Nacional, además de mantener refugios, hacer nuevos o tener muy presente qué hacer, cómo evacuar en el caso de una invasión de americanos, británicos y franceses, también coordinó ejercicios de retaguardia en el caso de que las bombas regresaran a la capital catalana.

En este sentido, los investigadores han encontrado también documentación sobre simulacros en, en este caso en Badalona,entrenamientos para la extinción de incendios urbanos. El gobierno franquista también tenía un plan para, ante esa supuesta invasión aliada, dejar por ejemplo a oscuras la ciudad.“No son planes pensados para un enemigo interior, se tenía muy claro que se había ganado la guerra, se piensa en los aliados”, apunta Ramos.

Según la Carta Arqueològica
Más de 1.200 refugios por toda la ciudad

La Carta Arqueològica de Barcelona tiene en la actualidad cuantificado en un total de 1.273 el número de refugios de la ciudad –tantos republicanos como franquistas–, aunque es una cifra que nunca se da por definitiva. “Se han encontrado refugios que hemos encontrado en listados y no hemos dado con otros que sí lo están”, apunta Miró que señala que de lo que no tienen duda es que hubo organización durante la Guerra Civil. “A veces se da la idea de que se trabajaba sin planificación, pero no es así”, añade la arqueóloga que recuerda que, la Guerra Civil fue pionera en la creación de estos espacios de defensa: con la contienda española las ciudades se convierten en campo de batalla, como lo serán durante toda la II Guerra Mundial.

https://www.lavanguardia.com/local/...civil-guerra-mundial-aliados-arqueologia.html
 
Héroes, delincuentes y monstruos fabulosos: historia de una prisión.

publicado por Natalia Junquera


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Una de las galerías de la Modelo.

«Un plato de arroz con leche», contestó Manolo Sabaté cuando, horas antes de ser ejecutado, los funcionarios de la cárcel Modelo de Barcelona le preguntaron cuál era su última voluntad. Era 1950. Tenía veintidós años. Las monjas no se atrevieron a cocinar el postre y fue finalmente la mujer de un vigilante quien lo preparó. «Qué coj*nes tuvo este tío. Pidió un arroz con leche antes de que lo mataran», comentó un preso en el patio, dos días más tarde. «Me emocioné terriblemente al oírlo. Manolo y yo habíamos acordado que antes de que nos ejecutaran pediríamos un arroz con leche para demostrarles que ni en ese momento nos íbamos a acobardar. Pero a mí me conmutaron la pena de muerte y el arroz solo lo pidió él», recuerda Joan Busquets, entonces un joven integrante del maquis, la guerrilla antifranquista.

La cárcel en la que Joan recibió, a los veintiún años, la mejor y la peor noticia de su vida, la conmutación de su pena y la ejecución de su amigo, cerró sus puertas en 2017.

Inaugurada el 9 de junio de 1904 con capacidad para ochocientos hombres, recibió durante ciento trece años a decenas de miles de reclusos en cuyas condenas también se escribió la historia de un país. En 1909 acogió el juicio por la Semana Trágica de Barcelona. Tras la Guerra Civil se llenó de presos políticos y en sus celdas llegaron a hacinarse más de trece mil personas en penosas condiciones —en 1940 se registró la compra de treinta y cinco mil kilos de mondas de patatas—. A partir de los sesenta llegó el relevo antifranquista, el que luego participaría en la Transición; en los setenta, los homosexuales condenados por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, antes de Vagos y Maleantes. Y en los ochenta, la droga, que lo cambió todo. En 1988, según los datos recogidos en el magnífico libro La Modelo de Barcelona, historias de la prisión, de Rosario Fontova, repleto de cartas, fotografías y documentos del penal, el 80 % de los presos (2470) estaban recluidos por delitos relacionados con las drogas. Uno de cada tres era toxicómano.

«Que sea el amor purísimo a nuestro prójimo el que nos cautive a todos entre sus dulces mallas para lograr la redención de los esclavos del vicio, del crimen, de la desgracia, de la perversa o escasa educación», proclamó Ramón Albó, abogado, en su discurso de inauguración del penal, en 1904. «La antigua cárcel de Barcelona, en el Raval, era miserable y corrupta y se había creado una junta para estudiar otras posibilidades. Había gente muy vinculada a la Iglesia y pretendían que la nueva cárcel fuera un modelo de regeneración, pero el sistema falló desde el principio», explica Fontova. «Se inspiraron en las teorías del británico Jeremy Bentham, que creía que la recuperación del preso debía ser en plena soledad. Pero el aislamiento solo trajo locura y embrutecimiento».

Lo cuenta uno de los primeros cronistas de la cárcel, el periodista Josep Pous i Pagès, condenado a seis meses de prisión en la Modelo en 1909 por un artículo que no había gustado al Ejército. El sistema de aislamiento de los reclusos los estaba volviendo locos. La desesperación se hacía patente por las noches con los lamentos que salían de las celdas. Nadie podía dormir. «Aquello no eran gritos de voz humana; eran bramidos, aullidos de monstruos fabulosos. Toda la energía, toda la fuerza de su cuerpo joven contenido penosamente durante largas horas de inmovilidad y de silencio», anotó el periodista.

Han pasado más de seis décadas, pero Joan Busquets recuerda aún con rabia la crueldad de las autoridades de la prisión. «Mi familia me comunicó durante una visita que a mí me habían conmutado la pena, pero que a mis compañeros Saturnino Culebras y Manolo Sabaté, no. La madre de Saturnino se despidió con gritos desgarradores de su hijo, en una escena imposible de olvidar. A la madre de Manolo no la dejaron. Eran unos miserables». Pese a estar condenado a muerte, le habían castigado impidiéndole cualquier visita. «Manolo estaba en una celda junto a la mía y nos comunicábamos a través del váter. Al llegar, le dije que había peligro, pero no me atreví a contarle que esa misma madrugada lo iban a matar. Me había invadido una tristeza absoluta. Fui incapaz de despedirme».

Para Joan, la Modelo es un plato de arroz con leche, un amigo que dejó atrás, un pacto que no tuvo que cumplir y que, a sus ochenta y nueve años, cuenta que le sigue obligando a «hablar y escribir de los presos del franquismo, de cómo humillaron a tantas madres». Para Daniel Rojo, exatracador de bancos que ingresó por primera vez en 1981, la Modelo son tres puñaladas, muchos gramos de droga escondidos en cubitos de hielo, la vida antes de Eva, de los mellizos… antes de convertirse en el asistente de Loquillo y en el chófer de Messi.

En las celdas de esta cárcel que ahora echa el cierre durmieron dos presidentes de la Generalitat, Lluís Companysy Jordi Pujol; un arqueólogo expulsado de la Alemania nazi; delincuentes precoces como el Vaquilla; empresarios como Javier de la Rosa, artistas como Arnau Vilardebó, de Els Joglars. Allí también murió, tras veinte eternos minutos de agonía, el último ejecutado a garrote vil, Salvador Puig Antich. Tenía veinticinco años. La sala donde lo mataron el 2 de marzo de 1974 fue luego la paquetería de la prisión.

Centenares de presos fueron ejecutados. Solo en los tres meses que Joan estuvo condenado a muerte en la Modelo recuerda una decena de ejecuciones. El joven guerrillero fue trasladado posteriormente al monasterio de San Miguel de los Reyes, en Valencia. «En total estuve preso veinte años y seis días. Salí a los cuarenta y uno». Una vez en la calle, cumplida su condena, era acosado constantemente por la brigada social y cuando murió su madre, un año después de salir en libertad, decidió marcharse para siempre. España le resultaba insoportable. Se refugió en Francia, donde trabajó en la construcción, restaurando muebles y, finalmente, en una tienda de quesos que montó con su mujer. Hoy vive en Normandía y, aunque nunca quiso pedir la nacionalidad francesa, no piensa volver al país donde nació.

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Paquetería de la Modelo, lugar de ejecución de Salvador Puig Antich.
Una vida de película

Tres décadas después de que Manolo Sabaté pidiera un último arroz con leche, atravesó las puertas de la Modelo un chaval de diecinueve años conocido como Daniel el Rojo. Había atracado su primer banco a los dieciséis, cuando ni siquiera tenía carné de conducir para poder salir huyendo en coche. No había nacido en un barrio marginal, ni pertenecía a una de esas familias «desestructuradas». Su padre era empresario y no sospechó nada hasta que tuvo que ir a ver a su hijo a la prisión. «Me puse a robar porque me enganché a las drogas y porque me habitué al dinero, a una clase de vida», cuenta Daniel.

Había empezado a consumir heroína a los dieciséis. «En los primeros atracos escogíamos siempre los bancos que tenían guardia de seguridad porque en nuestra lógica de drogadictos si había seguridad es que había más dinero. No gritábamos, como en las películas, eso de “todos al suelo”, porque era una gilipollez; desde fuera se habrían dado cuenta de que estábamos atracando. Nunca hicimos daño a nadie, yo iba a robar un banco, no el reloj de la abuela. Con el dinero montamos discotecas y timbas», recuerda Daniel. «A los diecisiete tenía un Porsche 911, vestía trajes de Ermenegildo Zegna, llevaba un Rolex, cadenas de Cartier… Nos repartíamos cada día diez millones de pesetas (sesenta mil euros) entre los cinco de la banda y eso solo con lo que ganábamos en las timbas. Entonces yo me creía Superman, pensaba que nunca me iban a pillar».

Pero le pillaron. La primera impresión de la Modelo fue muy dura. «No es que yo fuera especialmente guapo, pero los internos me parecieron feísimos. Todos tenían tatuajes y unas cicatrices horribles de puñaladas. En ese momento pensé: “Si estoy aquí, es que soy como ellos”, y eso fue un palo muy grande: pasar de vivir a todo trapo a darme cuenta de que era lo último de lo último de la escala social».

En la Modelo, Daniel pasó por distintas galerías: la de menores, la sexta, «la mejor, la de los ricos», y la cuarta, «el pozo», donde once reclusos convivían en la misma celda con un millón de chinches, que fueron el denominador común del penal durante décadas. El atracador no llegó a coincidir con ningún banquero, aunque sí recuerda que en 1982 entró «la primera tanda de empresarios que habían tenido problemas con Hacienda y nos pagaban a cambio de protección».

Vivió varios motines, otra de las marcas de la casa. El primero había sido en 1906, dos años después de la inauguración, tras el ataque epiléptico de un recluso. «Los funcionarios trataban con mucha crueldad a los presos y los motines eran habituales», explica Fontova. «Uno de los más sonados fue en septiembre de 1975 a raíz de la muerte de un delincuente común conocido como el Habichuela tras recibir la paliza de un funcionario». En 1982 un grupo de presos se cosió los labios con sedal después de que la prisión se quedara sin agua corriente en plena ola de calor. En 1984, el Vaquilla se inyectó heroína ante las cámaras de televisión durante otro motín que duró seis horas.

«La Modelo era una cárcel muy violenta. Aparecían ahorcados que no se habían ahorcado, les ahorcaban, violadores asesinados, y se producían muchos abusos sexuales. Los funcionarios nos trataban como animales y nos comportábamos como animales», recuerda Daniel. En aquel ambiente de tensión permanente, sin embargo, a finales de los setenta se producía una imagen insólita cuando los sábados por la tarde les permitían ver la televisión y los presos se sentaban a ver… Heidi.

«La legislación fue cambiando un poco las cosas: los primeros vis a vis íntimos, la entrada en la cárcel de psicólogos, terapeutas, criminólogos, los centros de toxicomanías… Hasta 1983 la cárcel había sido, básicamente, castigadora, y a partir de entonces empieza a dirigirse a la reinserción», afirma Daniel. A él, sin embargo, le costó.

Tuvo que entrar tres veces en prisión para dejar de delinquir. Estuvo preso entre 1981 y 1983, entre 1984 y 1989, y entre 1991 y 1997. En 1989, antes de salir en libertad, le dijeron que le quedaba un año de vida por el sida y decidió vivirlo a todo trapo. «Fueron mis mejores atracos y cuando la policía me puso el mote de Dani el Millonario», recuerda. En 1991 le volvieron a detener. «En total me imputaron ciento cincuenta atracos, de los que sacamos unos diez mil millones de pesetas de la época, sesenta millones de euros hoy. Me lo pulí todo en drogas, putas, buenos coches…».

Hoy, a sus cincuenta y cinco años, se ha convertido en el reinsertado perfecto. Da charlas en cárceles, ha publicado seis novelas, acaba de terminar un libro que trata de concienciar a padres e hijos sobre el peligro y la accesibilidad de las drogas, y hasta ha hecho sus pinitos en el cine interpretando a un personaje en Anacleto: agente secretojunto a Imanol Arias y Quim Gutiérrez.

La conversión de Daniel empezó en 1997, cuando decidió ingresar en una granja rehabilitadora y dejar definitivamente las drogas. «Yo nunca había trabajado. Tenía treinta y cinco años y no podía escribir ni una sola línea en mi currículum. Así que durante dieciocho meses en la granja hice de todo, hasta recoger miles de pollos en una nave, tres en cada mano, cada noche». En 1998 se casó con Eva, la primera médico que le convenció para medicarse contra el sida. Y luego llegaron los artistas.

Un día, al llevar a su mujer al aeropuerto, vio bajarse de un taxi a un amigo de la infancia. Era Loquillo. «Nos conocíamos desde los trece años. Sabía toda mi historia, pero me dijo que en unos días daba unos conciertos en Barcelona, que fuera a verle. Me ofreció trabajo llevándole el merchandising. Luego conocí a Calamaro, a Bunbury, a Rosario… en total estuve unos diez años trabajando con artistas, al final era como una especie de asistente personal». Un día, una firma italiana necesitaba llevar a Messi a su stand en una feria de Barcelona; alguien mencionó el nombre de Daniel y le enviaron al Camp Nou. «A partir de ahí entablamos relación, luego le presenté a Calamaro, al que Messi admiraba mucho… Es un tipo muy humano. Una vez se paró a mi lado un cochazo, bajó la ventanilla y salió Antonella [la mujer de Messi]. Me dijo: “Dani, ¿qué haces? ¿Te llevamos algún sitio?”. Ese fue el día en que Messi, para el que yo había trabajado de chófer, me llevó a mi casa en coche».

Daniel se ríe con ganas. «Mis primeros treinta y cinco años fueron un desastre. Hace veintiocho me dieron un año de vida. Pero he aprendido de mis errores. He sabido reinsertarme», dice. «¿De qué me río? De agradecimiento, de pura gratitud».

https://www.jotdown.es/2019/08/heroes-delincuentes-y-monstruos-fabulosos-historia-de-una-prision/
 
Así fue el genocidio comunista desatado por los Jemeres Rojos: dos millones de muertos en cuatro años
La muerte del genocida y número dos del régimen totalitario de los Jemeres Rojos recuerda la mayor matanza ocurrida en Camboya entre 1975 y 1979
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Genocidio en Camboya

Noun Chea, el «Hermano número 2» e ideólogo del régimen totalitario de los jemeres rojos, falleció este domingo a los 98 años en un hospital en Camboya. No hacía ni un año que él y el antiguo jefe del Estado, Khien Sampphou, habían sido condenados a cadena perpetua por el genocidio cometido contra las minorías vietnamita y musulmana cham entre 1975 y 1979.

Este genocidio representa uno de los capítulos más oscuros del país. El brutal régimen maoísta liderado por Pol Pot, el «número 1», aniquiló cerca de dos millones de personas (casi la cuarta parte de la población), durante tan solo cuatro años. Los Jemeres Rojos embarcaron a sus habitantes en una utopía socialista que transformó Camboya en un campo de trabajos forzados, donde muchos ciudadanos fueron esclavizados y otros tantos asesinados, ya fuese mediante purgas sistemáticas o por la hambruna y el agotamiento causados por la gestión productiva impuesta.

El ascenso y la toma del poder
Los Jemeres Rojos emergieron con la Guerra Civil camboyana (1970-1975), la cual surgió a raíz de la compleja situación política que vivía el país, escenario lateral del conflicto de su vecina Vietnam. En 1970, el rey de Camboya fue depuesto por un golpe de estado llevado a cabo por el militar Lol Nol, quien proclamó la República Khemer, apoyada por EE.UU.

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Algunas de las víctimas que sufrieron torturas en la prisión de Toul Sleng, donde murieron entre 15.000 y 20.000 personas a manos de los Jemeres Rojos

La insurgencia comunista de los Jemeres Rojos (con la ayuda del brazo armado comunista de Vietnam del Sur, la China de Mao y el destituido rey) se enfrentó con la recién nacida república. Después de casi cinco años de guerra civil, y una vez que EE.UU. se retiró, el grupo guerrillero de Pol Pot consiguió hacerse con el poder de Camboya.

El 17 de abril de 1975, los Jemeres Rojos tomaron la capital, Phonm Penh. Sus habitantes se habían lanzado a las calles para celebrar el fin de la guerra civil, pero sería un triunfo que duraría bien poco. Ese mismo día, los soldados les informaron que había una orden de evacuar la ciudad, porque «iba a ser bombardeada por los americanos». Se trasladarían al campo «solo unos pocos días», aseguraron. Sin embargo, aquel desalojo derivó en un éxodo a la fuerza de casi dos millones de personas, que recibieron instrucciones de hacer aquel camino a pie o en carro de bueyes. Todo el mundo marchó, incluido niños, ancianos y enfermos, de los cuales muchos fallecieron al no aguantar el trayecto. El horror no había hecho más que empezar.

El terror rojo
Con aquella forzada ruralización de las poblaciones se instauró la República Democrática de Kampuchea. En la imaginación de los Jemeres Rojos, el antiguo Imperio de Angkor era el modelo ideal que deseaban establecer. Así, y bajo influencia de la doctrina maoísta, instauraron un régimen que volvió casi a la Edad de Piedra: su objetivo era construir una nueva sociedad basada únicamente en la agricultura y que deshiciese todo elemento del detestable capitalismo que el colonialismo francés había establecido en Camboya. Se inició así el denominado «Año Cero», en el que la historia del país empezaría a reescribirse.

Había que erradicar toda conciencia y lógica burguesa mediante la revolución radical. Las fabricas fueron quemadas, así como los vehículos de motor. Uno de los primeros objetivos era acabar con la cultura, no solo quemando bibliotecas, sino ejecutando a todo aquel que poseyese estudios o no perteneciese al ámbito campesino. Asesinaron a funcionarios, militares, profesores, abogados, médicos y se persiguió a todo aquel que supiese un segundo idioma. Razones tan peregrinas como tener gafas también se consideraron síntoma de veleidad intelectual. El deporte también fue condenado y todos los atletas de los equipos nacionales fueron exterminados; por esa razón, Camboya renunció a participar en los Juegos Olímpicos de 1976 y 1980.

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Al menos 2 millones de personas, una cuarta parte de la población camboyana, murieron por ejecución, trabajos forzados, enfermedad o hambruna durante los cuatro años que duró el régimen liderado por Pol Pot
Muchas de esas ejecuciones se llevaron a cabo en las prisiones y centros de exterminio que se crearon en las ciudades abandonadas. La más famosa fue la de Toul Sleng, donde murieron entre 15.000 y 20.000 personas, y de la que solo escaparon doce con vida. Los prisioneros recibían palizas y torturas basadas en cargas eléctricas y colgamientos, y, en ocasiones, se les obligó a comer sus propias heces y beber su propia orina. Pero aquí no acababa la cosa, pues también se realizaron varios experimentos «médicos», como abrirles sin anestesia y remover sus órganos, o simplemente para ver como se desangraban hasta su último aliento.

El infierno del ruralismo maoísta
Al principio aquella revolución pareció perjudicar solo a ricos y funcionarios, pero pronto el plan de crear una «nueva sociedad» afectó a todos por igual. Se abolieron los mercados y el sistema monetario y sus ciudadanos fueron convertidos en campesinos y obligados a trabajar en los campos de arroz en jornadas de 12 a 20 horas diarias, con un día de descanso cada diez. Evidentemente, un gran número de personas murieron de puro agotamiento o por la escasez de alimentos.

La vida se volvió un auténtico infierno. La propiedad privada se suprimió de manera drástica, y el simple hecho de poseer una olla se consideraba delito. Las relaciones sexuales fueron controladas y únicamente aceptadas de manera productiva. Prácticas tan extrañas como producir dos litros de orina diarios para fabricar abonos eran de obligado cumplimiento para cualquiera.

La educación de los niños, quienes no estaban contaminadas por el capitalismo, fue puesta en manos del régimen de Angkar. Se llegó a una situación extrema en la que los hijos denunciaban a sus propios padres por robar comida o por infringir normas de conducta. También fueron entrenados para la guerra contra los extranjeros, considerados culpables de los males capitalistas que habían sacudido a Camboya.

El final de los guerrilleros de Pol Pot
El fin de la República Democrática de Kampuchea y el genocidio que había cometido Pol Pot llegó el 7 de enero de 1979 con la intervención militar viernamita en Camboya. Los jemeres rojos tuvieron que huir del país y conseguir refugio.

Tanto Tailandia como China no se encontraron cómodos con un ejército aliado de la URSS en territorio camboyano. En plena Guerra Fría, ambos países encontraron apoyo en EE.UU. e Inglaterra, que, pese haberse opuesto a los Jemeres Rojos, tampoco quisieron empeorar sus relaciones con la República Popular China, que en esos momentos ejercían un papel de contrapeso de los soviéticos. Los criminales recibieron armamento británico y apoyo de los norteamericanos para luchar contra Vietnam.

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Noun Chea, ideólogo y número 2 del régimen de los Jemeres Rojos
Tras la Guerra Fría, lo ocurrido en Camboya cayó en el olvido para la comunidad internacional, hasta 1997. Cuando la ONU comenzó a buscar a los responsables de los crímenes de guerra en Yugoslavia, Clinton decidió abrir la carpeta de Camboya y propuso juzgar a los causantes del genocidio. Se realizó una orden de busca y captura para Pol Pot, si bien murió en 1998 antes de ser condenado.

El Gobierno de Camboya puso muchas trabas a la comunidad internacional para llevar a cabo el juicio a los líderes supervivientes de la Kampuchea Democrática, intentando minimizar la responsabilidad de estos en la masacre.

Tuvieron que pasar cuarenta años para que algunos de los principales dirigentes del régimen rojo fueran condenados por el Tribunal Internacional. Noun Chea nunca reconoció sus atrocidades y defendió tener la conciencia muy tranquila hasta su último aliento de vida.

https://www.abc.es/historia/abci-ge...muertos-cuatro-anos-201908070108_noticia.html
 
EL IMPERIO DEL TERROR
Resuelto el misterio de las calaveras incas que revela el lado más oscuro de su sociedad
En 2003 se descubrieron cuatro cráneos pertenecientes a mujeres y un niño en Atacama. Por fin ha salido a la luz el motivo por el que se encontraban ahí



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Machu Picchu, Perú. (iStock)





ADA NUÑO
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HISTORIA
PERÚ

30/08/2019



Nuestro código moral hace que nos quedemos horrorizados cuando escuchamos lo sanguinarias y violentas que fueron muchas de las civilizaciones que nos han precedido. Los sacrificios de los aztecas y los mayas o la crueldad con la que los espartanos trataban de curtir a sus miembros más pequeños son algunos ejemplos palpables. Los incas tampoco se quedan atrás, y son muchas las historias que se cuentan sobre sus sacrificios o la manera en que castigaban a los niños: echando pimienta al fuego y acercando luego sus caras para que les picasen los ojos.

En 2003, un grupo de arqueólogos encontró en Iglesia Colorada (un antiguo pueblo inca en las estribaciones de los Andes) los restos de los que había sido un basurero, con comida antigua, fragmentos de cerámica y una sorpresa mayúscula: cuatro cráneos. Entonces, las preguntas comenzaron a surgir, ¿por qué no había cuerpos que acompañaran a esas cabezas, ni tampoco evidencias de un entierro formal con joyas y otros utensilios que solían colocarse junto a los cadáveres? Nadie sabía por qué estaban allí.

Una civilización sanguinaria
Durante más de 15 años el misterio ha desconcertado a los arqueólogos, hasta que dos investigadores, Francisco Garrido y Catalina Morales, han dado con una respuesta más que factible: se trata de una imagen de terror del imperio, en la que las cabezas de cuatro aldeanos se exhibían como una advertencia para los habitantes. "Representaría un esfuerzo de dominio ideológico sobre poblaciones recientemente incorporadas al imperio con el fin de demostrar poder y asegurar obediencia" explica el estudio, publicado este mes en 'Latin American Antiquity'.

Los cuatro cráneos se habían colocado estratégicamente en la aldea como un ejercicio de demostración de poder y dominio

El periodo comprendido entre finales de 1400 y principios de 1500 fue terriblemente tumultuoso para gran parte de América del Sur, según informa 'Live Science'. Durante estos años, el imperio inca fue expandiéndose lentamente a través de los Andes, donde ya existían otras civilizaciones que habían vivido en el valle durante muchos años. Algunas de ellas, probablemente, se prestaron sin mucha resistencia. Otras, sin embargo, no fueron tan amables y decidieron luchar contra los extranjeros.

Las cabezas pertenecían a mujeres jóvenes y un niño porque a los líderes jóvenes no solían matarlos, ya que servían como guerreros


Ese fue probablemente el caso de Iglesia Colorada, según Garrido y Morales. Estaba lejos de Cuzco, escondida en el desierto de Atacama, la región más seca del mundo. Era necesario demostrar poder y control en una zona tan conflictiva. Todos los cráneos compartían marcas similares: agujeros perforados y marcas extrañas alrededor de las mandíbulas, como si las cabezas hubieran sido raspadas y colgadas de una cuerda. Las mandíbulas se despellejaron antes de la exhibición de los cráneos, para, según Garrido, aterrar más a los que cruzaran las puertas. Tres de los cráneos pertenecían a mujeres jóvenes y la última a un niño, y se encontraban desnutridos.

"No creo que atacaran a los líderes de la aldea", explicó Garrido, señalando que no solían matar a los líderes de las aldeas porque se trataba de hombres jóvenes y saludables que eran rentables para su imperio, como trabajadores o guerreros. "No fue una ola de asesinatos", también advierte. La exhibición de los cráneos la dejaron para esta ciudad, que no solo era la más rebelde sino que podría haber plantado un desafío logístico al imperio inca, que se había enfrentado a muchas dificultades para gobernarla. Los rebeldes locales, con conocimiento especializado de cómo sobrevivir en un ambiente hostil, tenían la ventaja sobre esos invasores. Para demostrar poder y control los incas quizá recurrieron a estas medidas extremas: cráneos a modo de trofeos para que la aldea entera nunca olvidara que estaban ahí y que habían llegado para quedarse.

https://www.elconfidencial.com/alma...-imperios-incas-peru-sociedad-oscuro_2199279/
 
Héroes, delincuentes y monstruos fabulosos: historia de una prisión.

publicado por Natalia Junquera


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Una de las galerías de la Modelo.

«Un plato de arroz con leche», contestó Manolo Sabaté cuando, horas antes de ser ejecutado, los funcionarios de la cárcel Modelo de Barcelona le preguntaron cuál era su última voluntad. Era 1950. Tenía veintidós años. Las monjas no se atrevieron a cocinar el postre y fue finalmente la mujer de un vigilante quien lo preparó. «Qué coj*nes tuvo este tío. Pidió un arroz con leche antes de que lo mataran», comentó un preso en el patio, dos días más tarde. «Me emocioné terriblemente al oírlo. Manolo y yo habíamos acordado que antes de que nos ejecutaran pediríamos un arroz con leche para demostrarles que ni en ese momento nos íbamos a acobardar. Pero a mí me conmutaron la pena de muerte y el arroz solo lo pidió él», recuerda Joan Busquets, entonces un joven integrante del maquis, la guerrilla antifranquista.

La cárcel en la que Joan recibió, a los veintiún años, la mejor y la peor noticia de su vida, la conmutación de su pena y la ejecución de su amigo, cerró sus puertas en 2017.

Inaugurada el 9 de junio de 1904 con capacidad para ochocientos hombres, recibió durante ciento trece años a decenas de miles de reclusos en cuyas condenas también se escribió la historia de un país. En 1909 acogió el juicio por la Semana Trágica de Barcelona. Tras la Guerra Civil se llenó de presos políticos y en sus celdas llegaron a hacinarse más de trece mil personas en penosas condiciones —en 1940 se registró la compra de treinta y cinco mil kilos de mondas de patatas—. A partir de los sesenta llegó el relevo antifranquista, el que luego participaría en la Transición; en los setenta, los homosexuales condenados por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, antes de Vagos y Maleantes. Y en los ochenta, la droga, que lo cambió todo. En 1988, según los datos recogidos en el magnífico libro La Modelo de Barcelona, historias de la prisión, de Rosario Fontova, repleto de cartas, fotografías y documentos del penal, el 80 % de los presos (2470) estaban recluidos por delitos relacionados con las drogas. Uno de cada tres era toxicómano.

«Que sea el amor purísimo a nuestro prójimo el que nos cautive a todos entre sus dulces mallas para lograr la redención de los esclavos del vicio, del crimen, de la desgracia, de la perversa o escasa educación», proclamó Ramón Albó, abogado, en su discurso de inauguración del penal, en 1904. «La antigua cárcel de Barcelona, en el Raval, era miserable y corrupta y se había creado una junta para estudiar otras posibilidades. Había gente muy vinculada a la Iglesia y pretendían que la nueva cárcel fuera un modelo de regeneración, pero el sistema falló desde el principio», explica Fontova. «Se inspiraron en las teorías del británico Jeremy Bentham, que creía que la recuperación del preso debía ser en plena soledad. Pero el aislamiento solo trajo locura y embrutecimiento».

Lo cuenta uno de los primeros cronistas de la cárcel, el periodista Josep Pous i Pagès, condenado a seis meses de prisión en la Modelo en 1909 por un artículo que no había gustado al Ejército. El sistema de aislamiento de los reclusos los estaba volviendo locos. La desesperación se hacía patente por las noches con los lamentos que salían de las celdas. Nadie podía dormir. «Aquello no eran gritos de voz humana; eran bramidos, aullidos de monstruos fabulosos. Toda la energía, toda la fuerza de su cuerpo joven contenido penosamente durante largas horas de inmovilidad y de silencio», anotó el periodista.

Han pasado más de seis décadas, pero Joan Busquets recuerda aún con rabia la crueldad de las autoridades de la prisión. «Mi familia me comunicó durante una visita que a mí me habían conmutado la pena, pero que a mis compañeros Saturnino Culebras y Manolo Sabaté, no. La madre de Saturnino se despidió con gritos desgarradores de su hijo, en una escena imposible de olvidar. A la madre de Manolo no la dejaron. Eran unos miserables». Pese a estar condenado a muerte, le habían castigado impidiéndole cualquier visita. «Manolo estaba en una celda junto a la mía y nos comunicábamos a través del váter. Al llegar, le dije que había peligro, pero no me atreví a contarle que esa misma madrugada lo iban a matar. Me había invadido una tristeza absoluta. Fui incapaz de despedirme».

Para Joan, la Modelo es un plato de arroz con leche, un amigo que dejó atrás, un pacto que no tuvo que cumplir y que, a sus ochenta y nueve años, cuenta que le sigue obligando a «hablar y escribir de los presos del franquismo, de cómo humillaron a tantas madres». Para Daniel Rojo, exatracador de bancos que ingresó por primera vez en 1981, la Modelo son tres puñaladas, muchos gramos de droga escondidos en cubitos de hielo, la vida antes de Eva, de los mellizos… antes de convertirse en el asistente de Loquillo y en el chófer de Messi.

En las celdas de esta cárcel que ahora echa el cierre durmieron dos presidentes de la Generalitat, Lluís Companysy Jordi Pujol; un arqueólogo expulsado de la Alemania nazi; delincuentes precoces como el Vaquilla; empresarios como Javier de la Rosa, artistas como Arnau Vilardebó, de Els Joglars. Allí también murió, tras veinte eternos minutos de agonía, el último ejecutado a garrote vil, Salvador Puig Antich. Tenía veinticinco años. La sala donde lo mataron el 2 de marzo de 1974 fue luego la paquetería de la prisión.

Centenares de presos fueron ejecutados. Solo en los tres meses que Joan estuvo condenado a muerte en la Modelo recuerda una decena de ejecuciones. El joven guerrillero fue trasladado posteriormente al monasterio de San Miguel de los Reyes, en Valencia. «En total estuve preso veinte años y seis días. Salí a los cuarenta y uno». Una vez en la calle, cumplida su condena, era acosado constantemente por la brigada social y cuando murió su madre, un año después de salir en libertad, decidió marcharse para siempre. España le resultaba insoportable. Se refugió en Francia, donde trabajó en la construcción, restaurando muebles y, finalmente, en una tienda de quesos que montó con su mujer. Hoy vive en Normandía y, aunque nunca quiso pedir la nacionalidad francesa, no piensa volver al país donde nació.

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Paquetería de la Modelo, lugar de ejecución de Salvador Puig Antich.
Una vida de película

Tres décadas después de que Manolo Sabaté pidiera un último arroz con leche, atravesó las puertas de la Modelo un chaval de diecinueve años conocido como Daniel el Rojo. Había atracado su primer banco a los dieciséis, cuando ni siquiera tenía carné de conducir para poder salir huyendo en coche. No había nacido en un barrio marginal, ni pertenecía a una de esas familias «desestructuradas». Su padre era empresario y no sospechó nada hasta que tuvo que ir a ver a su hijo a la prisión. «Me puse a robar porque me enganché a las drogas y porque me habitué al dinero, a una clase de vida», cuenta Daniel.

Había empezado a consumir heroína a los dieciséis. «En los primeros atracos escogíamos siempre los bancos que tenían guardia de seguridad porque en nuestra lógica de drogadictos si había seguridad es que había más dinero. No gritábamos, como en las películas, eso de “todos al suelo”, porque era una gilipollez; desde fuera se habrían dado cuenta de que estábamos atracando. Nunca hicimos daño a nadie, yo iba a robar un banco, no el reloj de la abuela. Con el dinero montamos discotecas y timbas», recuerda Daniel. «A los diecisiete tenía un Porsche 911, vestía trajes de Ermenegildo Zegna, llevaba un Rolex, cadenas de Cartier… Nos repartíamos cada día diez millones de pesetas (sesenta mil euros) entre los cinco de la banda y eso solo con lo que ganábamos en las timbas. Entonces yo me creía Superman, pensaba que nunca me iban a pillar».

Pero le pillaron. La primera impresión de la Modelo fue muy dura. «No es que yo fuera especialmente guapo, pero los internos me parecieron feísimos. Todos tenían tatuajes y unas cicatrices horribles de puñaladas. En ese momento pensé: “Si estoy aquí, es que soy como ellos”, y eso fue un palo muy grande: pasar de vivir a todo trapo a darme cuenta de que era lo último de lo último de la escala social».

En la Modelo, Daniel pasó por distintas galerías: la de menores, la sexta, «la mejor, la de los ricos», y la cuarta, «el pozo», donde once reclusos convivían en la misma celda con un millón de chinches, que fueron el denominador común del penal durante décadas. El atracador no llegó a coincidir con ningún banquero, aunque sí recuerda que en 1982 entró «la primera tanda de empresarios que habían tenido problemas con Hacienda y nos pagaban a cambio de protección».

Vivió varios motines, otra de las marcas de la casa. El primero había sido en 1906, dos años después de la inauguración, tras el ataque epiléptico de un recluso. «Los funcionarios trataban con mucha crueldad a los presos y los motines eran habituales», explica Fontova. «Uno de los más sonados fue en septiembre de 1975 a raíz de la muerte de un delincuente común conocido como el Habichuela tras recibir la paliza de un funcionario». En 1982 un grupo de presos se cosió los labios con sedal después de que la prisión se quedara sin agua corriente en plena ola de calor. En 1984, el Vaquilla se inyectó heroína ante las cámaras de televisión durante otro motín que duró seis horas.

«La Modelo era una cárcel muy violenta. Aparecían ahorcados que no se habían ahorcado, les ahorcaban, violadores asesinados, y se producían muchos abusos sexuales. Los funcionarios nos trataban como animales y nos comportábamos como animales», recuerda Daniel. En aquel ambiente de tensión permanente, sin embargo, a finales de los setenta se producía una imagen insólita cuando los sábados por la tarde les permitían ver la televisión y los presos se sentaban a ver… Heidi.

«La legislación fue cambiando un poco las cosas: los primeros vis a vis íntimos, la entrada en la cárcel de psicólogos, terapeutas, criminólogos, los centros de toxicomanías… Hasta 1983 la cárcel había sido, básicamente, castigadora, y a partir de entonces empieza a dirigirse a la reinserción», afirma Daniel. A él, sin embargo, le costó.

Tuvo que entrar tres veces en prisión para dejar de delinquir. Estuvo preso entre 1981 y 1983, entre 1984 y 1989, y entre 1991 y 1997. En 1989, antes de salir en libertad, le dijeron que le quedaba un año de vida por el sida y decidió vivirlo a todo trapo. «Fueron mis mejores atracos y cuando la policía me puso el mote de Dani el Millonario», recuerda. En 1991 le volvieron a detener. «En total me imputaron ciento cincuenta atracos, de los que sacamos unos diez mil millones de pesetas de la época, sesenta millones de euros hoy. Me lo pulí todo en drogas, putas, buenos coches…».

Hoy, a sus cincuenta y cinco años, se ha convertido en el reinsertado perfecto. Da charlas en cárceles, ha publicado seis novelas, acaba de terminar un libro que trata de concienciar a padres e hijos sobre el peligro y la accesibilidad de las drogas, y hasta ha hecho sus pinitos en el cine interpretando a un personaje en Anacleto: agente secretojunto a Imanol Arias y Quim Gutiérrez.

La conversión de Daniel empezó en 1997, cuando decidió ingresar en una granja rehabilitadora y dejar definitivamente las drogas. «Yo nunca había trabajado. Tenía treinta y cinco años y no podía escribir ni una sola línea en mi currículum. Así que durante dieciocho meses en la granja hice de todo, hasta recoger miles de pollos en una nave, tres en cada mano, cada noche». En 1998 se casó con Eva, la primera médico que le convenció para medicarse contra el sida. Y luego llegaron los artistas.

Un día, al llevar a su mujer al aeropuerto, vio bajarse de un taxi a un amigo de la infancia. Era Loquillo. «Nos conocíamos desde los trece años. Sabía toda mi historia, pero me dijo que en unos días daba unos conciertos en Barcelona, que fuera a verle. Me ofreció trabajo llevándole el merchandising. Luego conocí a Calamaro, a Bunbury, a Rosario… en total estuve unos diez años trabajando con artistas, al final era como una especie de asistente personal». Un día, una firma italiana necesitaba llevar a Messi a su stand en una feria de Barcelona; alguien mencionó el nombre de Daniel y le enviaron al Camp Nou. «A partir de ahí entablamos relación, luego le presenté a Calamaro, al que Messi admiraba mucho… Es un tipo muy humano. Una vez se paró a mi lado un cochazo, bajó la ventanilla y salió Antonella [la mujer de Messi]. Me dijo: “Dani, ¿qué haces? ¿Te llevamos algún sitio?”. Ese fue el día en que Messi, para el que yo había trabajado de chófer, me llevó a mi casa en coche».

Daniel se ríe con ganas. «Mis primeros treinta y cinco años fueron un desastre. Hace veintiocho me dieron un año de vida. Pero he aprendido de mis errores. He sabido reinsertarme», dice. «¿De qué me río? De agradecimiento, de pura gratitud».

https://www.jotdown.es/2019/08/heroes-delincuentes-y-monstruos-fabulosos-historia-de-una-prision/

Impresionante reportaje sobre la historia de la Modelo de Barcelona. ¡Cuanta vileza y horror pueden esconder unos muros al mundo! Y nos horrorizamos con los nazis, solo porque hicieron lo mismo a escala industrial!
 
EL IMPERIO DEL TERROR
Resuelto el misterio de las calaveras incas que revela el lado más oscuro de su sociedad
En 2003 se descubrieron cuatro cráneos pertenecientes a mujeres y un niño en Atacama. Por fin ha salido a la luz el motivo por el que se encontraban ahí



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Machu Picchu, Perú. (iStock)





ADA NUÑO
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HISTORIA
PERÚ

30/08/2019



Nuestro código moral hace que nos quedemos horrorizados cuando escuchamos lo sanguinarias y violentas que fueron muchas de las civilizaciones que nos han precedido. Los sacrificios de los aztecas y los mayas o la crueldad con la que los espartanos trataban de curtir a sus miembros más pequeños son algunos ejemplos palpables. Los incas tampoco se quedan atrás, y son muchas las historias que se cuentan sobre sus sacrificios o la manera en que castigaban a los niños: echando pimienta al fuego y acercando luego sus caras para que les picasen los ojos.

En 2003, un grupo de arqueólogos encontró en Iglesia Colorada (un antiguo pueblo inca en las estribaciones de los Andes) los restos de los que había sido un basurero, con comida antigua, fragmentos de cerámica y una sorpresa mayúscula: cuatro cráneos. Entonces, las preguntas comenzaron a surgir, ¿por qué no había cuerpos que acompañaran a esas cabezas, ni tampoco evidencias de un entierro formal con joyas y otros utensilios que solían colocarse junto a los cadáveres? Nadie sabía por qué estaban allí.

Una civilización sanguinaria
Durante más de 15 años el misterio ha desconcertado a los arqueólogos, hasta que dos investigadores, Francisco Garrido y Catalina Morales, han dado con una respuesta más que factible: se trata de una imagen de terror del imperio, en la que las cabezas de cuatro aldeanos se exhibían como una advertencia para los habitantes. "Representaría un esfuerzo de dominio ideológico sobre poblaciones recientemente incorporadas al imperio con el fin de demostrar poder y asegurar obediencia" explica el estudio, publicado este mes en 'Latin American Antiquity'.

Los cuatro cráneos se habían colocado estratégicamente en la aldea como un ejercicio de demostración de poder y dominio

El periodo comprendido entre finales de 1400 y principios de 1500 fue terriblemente tumultuoso para gran parte de América del Sur, según informa 'Live Science'. Durante estos años, el imperio inca fue expandiéndose lentamente a través de los Andes, donde ya existían otras civilizaciones que habían vivido en el valle durante muchos años. Algunas de ellas, probablemente, se prestaron sin mucha resistencia. Otras, sin embargo, no fueron tan amables y decidieron luchar contra los extranjeros.

Las cabezas pertenecían a mujeres jóvenes y un niño porque a los líderes jóvenes no solían matarlos, ya que servían como guerreros

Ese fue probablemente el caso de Iglesia Colorada, según Garrido y Morales. Estaba lejos de Cuzco, escondida en el desierto de Atacama, la región más seca del mundo. Era necesario demostrar poder y control en una zona tan conflictiva. Todos los cráneos compartían marcas similares: agujeros perforados y marcas extrañas alrededor de las mandíbulas, como si las cabezas hubieran sido raspadas y colgadas de una cuerda. Las mandíbulas se despellejaron antes de la exhibición de los cráneos, para, según Garrido, aterrar más a los que cruzaran las puertas. Tres de los cráneos pertenecían a mujeres jóvenes y la última a un niño, y se encontraban desnutridos.

"No creo que atacaran a los líderes de la aldea", explicó Garrido, señalando que no solían matar a los líderes de las aldeas porque se trataba de hombres jóvenes y saludables que eran rentables para su imperio, como trabajadores o guerreros. "No fue una ola de asesinatos", también advierte. La exhibición de los cráneos la dejaron para esta ciudad, que no solo era la más rebelde sino que podría haber plantado un desafío logístico al imperio inca, que se había enfrentado a muchas dificultades para gobernarla. Los rebeldes locales, con conocimiento especializado de cómo sobrevivir en un ambiente hostil, tenían la ventaja sobre esos invasores. Para demostrar poder y control los incas quizá recurrieron a estas medidas extremas: cráneos a modo de trofeos para que la aldea entera nunca olvidara que estaban ahí y que habían llegado para quedarse.

https://www.elconfidencial.com/alma...-imperios-incas-peru-sociedad-oscuro_2199279/

Al juzgar las civilizaciones pasadas y sus ritos de sacrificios humanos lo hacemos desde nuestra mentalidad basada en el respeto a los derechos humanos, entre ellos el de la vida.Pero este derecho es un logro del siglo XX. Todas las civilizaciones anteriores no consideraban sagrada la vida humana, que estaba supeditada al poder, la religión, y más en una sociedad estratificada. El sacrificio humano era el mayor que podía ofrecerse a los dioses y que las esposas y esclavos acompañasen al rey en la vida eterna se consideraba normal.

Desde luego que a nuestros ojos es un espanto de crueldad, pero en las civilizaciones lejanas en el tiempo, era a veces una cuestión de optar por sacrificar a los más debiles y no aptos - como en Esparta - por el bien del conjunto de la sociedad. Tampoco los romanos tenían concepto de derecho a la vida, de ahí el goce de las masas con la muerte de los gladiadores o los condenados, o que el amo tuviese derecho a matar al esclavo, incluso al hijo y a la esposa. Asi es la historia de la antropología.
 
Las terribles y devastadoras epidemias del medievo que mataron a los monarcas de la Península

La tuberculosis, la lepra o la peste negra fueron algunas de las enfermedades que acabaron con más de una cuarta parte de la población durante la Europa medieval. Una de las grandes catástrofes humanitarias de la que no se salvaron ni los miembros de sangre real.



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La Peste Negra fue una epidemia que azotó al contienente europeo desde 1348 y que originó una de las grandes catástrofes de la historia de la humanidad



@abc_historia
MadridActualizado:02/09/2019


La inmundicia era una realidad en la Edad Media. La llegada del cristianismo sepultó las tradiciones griegas y romanas sobre el cuidado del cuerpo y generó muchos mitos alrededor de la higiene. Por ejemplo, el baño era considerado como una actividad indeseable por Dios. Esto, junto con la paralización de los sistemas de drenaje construidos siglos atrás creó un entorno perfecto para la propagación de enfermedades infecciosas. Un problema que se fue agravando con el resurgir de las ciudades y el desarrollo del comercio.

Europa fue testigo de las terribles epidemias que asolaron a su población durante el medievo. Cualquiera podía ser víctima de una enfermedad de la que se ignoraba por completo su origen y mecanismo. Estas hicieron de la muerte una realidad muy presente de la que no se libró ni el más rico.

La tuberculosis, la lepra o la peste negra también acabaron matando a reyes y a reinas que, supuestamente, tenían «poderes divinos» que les volvían inmunes. Ni las mejores condiciones materiales, sanitarias y nutritivas de las que gozaban les ayudaron a esquivar las infecciones que recorrían el contienente. Incluso un simple catarro se llevó a más de un miembro de la realeza al otro mundo.


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Escudo de Plagas: la muerte coronada como vencedora. 1607-37, Augsburgo, Alemania



El mal de reyes

En una época bañada por el cristianismo, tanto la enfermedad como el ejercicio de la medicina estuvieron muy ligados a supersticiones. Se practicaron rituales para prevenir o combatir determinadas enfermedades. El «toque real» era una de las formas en la que los gobernantes aplicaban sus supuestos poderes divinos para curar al infectado.

Fue en Francia e Inglaterra donde existió la costumbre de acudir al soberano para recobrar la salud a través de su contacto. En aquella época era muy común el contagio de una enfermedad llamada escrófula o «mal de reyes», que era una forma de tuberculosis en los ganglios linfáticos por la inhalación de una bacteria. Esta dolencia fue la que «trataban» los monarcas; una práctica que se prolongó hasta el siglo XVII.



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María I de Inglaterra curando la escrófula. Illustración del Queen Mary's manual for blessing cramp-rings and touching for the Evil, de Levina Teerlinc.



Resulta curioso que esos mismos monarcas con poderes también fuesen víctimas de la tuberculosis. Los reinos de la Península Ibérica no quedaron exentos. Sancho IV de Castilla padeció dicha enfermedad y en 1295 falleció con 37 años. Las crónicas relatan que su salud se agravó en sus últimos meses de vida y, consciente de que la muerte estaba próxima, hizo testamento. Dejó a María de Molina como tutora del heredero y menor Fernando IV en una situación de inestabilidad política acusada por el poder de la nobleza.

Un siglo más tarde, Enrique III también sufriría la desgraciada infección. Aunque sus crónicas no mencionen de manera explícita la tuberculosis (al contrario que las de Sancho IV), su estado de debilidad física permite pensar que fue esa enfermedad la que le apartó del trono a los 27 años.


La Peste Negra
Como cabía esperar, no faltan ejemplos de personajes reales que desaparecieron a consecuencia de la que fue, sin duda, la enfermedad más temida del medievo: la Peste Negra. Esta epidemia, que azotó el contienente europeo desde 1348, originó una de las grandes catástrofes de la historia de la humanidad. El mismo Alfonso XI de Castilla fue consciente de ello, tal y como demuestran las crónicas: «Esta fue la primera et gran pestilencia que es llamada mortandad grande». No se había conocido nada semejante y «los vivos apenas eran suficientes para enterrar muertos».
La peste colaboró en la supuesta locura que acompañó a Juana I hasta el final de sus días, ya que Felipe «el Hermoso» fue una de las miles de víctimas que la epidemia se llevó por delante
Según el medievalista Saturnino Ruiz Loizada, la Peste Negra llegó a la Península Ibérica en la primera mitad del siglo 1348, con diversas puertas de entrada (entre ellas, la zona oriental de los Pirineros, los puertos del Levante y el Estrecho de Gibraltar). Atacó a pueblos y ciudades de toda España, como se puede comprobar en «La Peste en los reinos peninsulares» (Libros Pórtico, 2009).

Por su parte, Margarita Cabrera Sánchez, de la Universidad de Córdoba, expone las crónicas que demuestran qué monarcas españoles del medievo fallecieron de Peste Negra. El primero de ellos fue el aragonés Alfonso III, también apodado «el Liberal». Se fue unos años antes de la gran epidemia europea, en 1291, cuando tenía 37 años. Al rey le sorprendió la muerte en medio de los preparativos de su boda con Leonor de Inglaterra.



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Alfonso XI de Castilla murió a los 30 años en 1350. En sus crónicas se demuestra la preocupación del monarca en cuanto a la epidemia de peste en la Península Ibérica: « Esta fue la primera et gran pestilencia que es llamada mortandad grande»




El cronista R. Muntanter hizo alusión a la muerte de Alfonso III y señaló que «le nació una protuberancia en el muslo acompañada de altas fiebres». La referencia a este hinchazón que apareció en el cuerpo del rey permite imaginar que murió de Peste Negra. Muchos años despuñes, en otoño de 1348, la segunda esposa de Pedro IV el Ceremonioso, Leonor de Portugal, también pereció a consecuencia de la epidemia. Y, al poco, en el reino castellano, corrió la misma suerte el monarca Alfonso XI, a los 38 años.

Ni el mismísimo Felipe «el Hermoso» logró escapar de ella. La peste también colaboró en la locura que supuestamente acompañaría a Juana I hasta el final de sus días. Aunque se sospechaba que había sido envenenado por su suegro, Fernando el Católico, varios historiadores e investigadores modernos apuntaron que la causa podría ser la peste. Y eso que, en 1506, la epidema había disminuido con respecto a las décadas anteriores; pero, al parecer, reapareció en Burgos unos meses antes y dispuesta a arrasar Castilla de nuevo.

https://www.abc.es/historia/abci-te...-monarcas-peninsula-201909020112_noticia.html












 
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