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Estoy viendo un trozo de las Campanadas de Telecinco y Lara Álvarez parece, por vestido, gesticulación y voz, un personaje de Disney, tipo Bella o Jasmine.
Pues yo voy a romper una lanza en favor de la Pedroche. Dice la autora de este artículo que "no nos molesta su atuendo; nos molesta saber que, sin él, no trabajaría". Seguramente sea verdad. Retiro seguramente: es verdad. Pero es que a la Pedroche la contratan por y para eso. Su atractivo, su gracia, su gancho y su reclamo son enseñar cacha. La define la autora como "una mujer que parece sentirse, por tercer año consecutivo, orgullosa de que la gente nunca hable de su talento, ni de su inteligencia, ni de sus logros, ni de sus capacidades, ni de su solvencia, ni de su profesión, ni de sus méritos, ni de su gracia... sino de su culo y de sus t*tas". Pues sí, pero es que eso es lo que tiene que ofrecer. No la contratan por su inteligencia, ni por su agudeza, ni por buena locutora, ni por lo que pueda aportar al mundo de la comunicación... la contratan para que enseñe su cuerpo y ya está, igual que a las modelos de lencería las contratan para que enseñen el suyo y posen en ropa interior. ¿Eso las degrada como mujeres? Mientras hagan ese trabajo de forma voluntaria, no. Su trabajo es enseñar el cuerpo.
A esta chica la han contrata para dar las campanadas de fin de año, no para moderar el debate entre los candidatos a la presidencia del gobierno o para cubrir la información política de Oriente Medio: las campanadas son espectáculo, son un espacio televisivo que no está concebido para tomarse en serio sino como un formato de entretenimiento puro y duro. La Pedroche salió enseñando cacha igual que Mireia Canalda hizo lo propio en 8TV. Para los que quieran un formato más puro y casto, pues ya está la Igartiburu en la uno a la que, por cierto, le cayó lo suyo hace años porque llevaba un vestido con transparencias y, en un momento dado, se le vio el tanga (Hay que ver, Maripuri, cómo está el mundo; qué degradación, ande vamos a llegar). O Lara Álvarez en Telecinco ejerciendo de nuera ideal que iba elegante, sobria y estaba preciosa. Hay opciones para todos. A mí, como mujer, no me ofende que salga la Pedroche luciendo cacha en un espacio televisivo de corte verbenero y festivo. ¿Que le gusta sentirse mujer objeto? Pues oye, las hay que se realizan cuando promocionan a puestos directivos y las hay que se sienten validadas despertando el deseo en el s*x* masculino.
De todos modos, es que no entiendo por qué aquí y por qué ahora este debate. Mujeres que han hecho del despelote su carrera profesional las ha habido siempre y muchas de ellas, hoy, nos parecen iconos de la elegancia y del Hollywood dorado. A Ursula Andress (a la que apodaban Ursula Undress) la contrataban para que se despelotara en las películas, no por su talento interpretativo. Y ella, además, posaba bien orgullosa como Dios la trajo al mundo en las portadas de las revistas de la época, como muchas de sus contemporáneas. Margot Kidder, la chica Superman, otro tanto: en pelota picada en la revista Playboy con el matorral bien visible. Y nadie se ponía las manos a la cabeza ni se armaba ningún debate feminista. No sé... a mí me parece que todo tiene su lugar. A mí lo que me parece inapropiado es ver a una recepcionista o a una profesora con unos shorts que parecen bragas en su puesto de trabajo. No es el momento ni es el lugar. Pero las veo. ¿Y por qué lo hacen? Para que hablen de ellas y los hombres las miren. Conozco a una de 50 años que se machaca en el gimnasio para después poder ir a trabajar con los shorts de crochet de Zara y que los hombres la miren. Lo mismo que busca la Pedroche.
A mí no me parece denigrante ni degradante que alguien viva de exhibir su cuerpo. Tanto en hombres como en mujeres.
Lo que sí creo, es que deben de tener la cabeza vacía si esa es su meta en la vida.