Con cuchara. Sopas y Potajes.

GURULLOS: LA PASTA ANDALUZA QUE NO TIENE NOMBRE DE COMIDA
Los gurullos son trocitos de una masa de harina, agua y sal que se usan habitualmente en platos de cuchara en Almería. Puedes hacer otras cosas con ellos, salvo confundirte con la primera letra de su nombre.




Unos deliciosos gurullos con conejo guisado


Unos deliciosos gurullos con conejo guisado. NACHO SÁNCHEZ



Los gurullos tienen nombre de casi cualquier cosa menos de comida. Pero lo son, no hay dos iguales, hace falta paciencia para hacerlos y son orgullo de Almería. Buena parte de las amas de casa los hace; aunque sus descendientes -quienes rondan los 40 hacia abajo- los han comido, pocos los han hecho. Quizá porque este producto remite a una cocina en peligro de extinción, que se realiza con cariño y tiempo, de recetas humildes con sabores tradicionales.

Lejos de ser un producto viejuno, los gurullos ofrecen un amplio abanico de posibilidades: se pueden usar para propuestas frías como ensaladas, pero acompañan sobre todo guisos y platos de cuchareo, con un uso similar al del arroz. Cada ama de casa los elabora con sus propias cantidades a ojo, igual que hacen con el resto de recetas: no hay dos platos iguales de gurullos con conejo en ninguna casa almeriense, y tampoco de gurullos con sepia. Siempre hay una especia, un paso diferente, un algo que va antes o después. En lo que sí coinciden todas las mujeres consultadas es en que hace falta paciencia, mucha paciencia. También en que usan esas expresiones difíciles de trasladar a una cocina sin experiencia. ¿Qué es eso de “lo que te pida la masa? ¿Y “marear” al conejo? ¿Cuáles son las especias “que le dicen mucho” al caldo?

Los gurullos hay que afrontarlos sin miedo ni rencor. Hay pocas recetas tan sencillas como esta: al final se trata de mezclar agua templada, harina de trigo y sal. Nada más. ¿Las cantidades? “Las que te pida la masa”, dice Fina Fernández, que reside en un pueblo del levante almeriense. Escuchar lo que se dice escuchar, a la masa no la hemos escuchado, pero sí hemos entendido las pistas: el objetivo es que quede esponjosa y no se rompa con facilidad. Como truco, se pueden añadir un par de gotas de aceite de oliva o la yema de un huevo, que facilitarán la labor, e incluso un poco de azafrán para darle color, pero sin ellos la receta también funciona.

En pueblos como Rodalquilar, Tabernas, Sorbas, Vera, Níjar o Mojácar hay mujeres que elaboran gurullos en casa y los venden a sus vecinas en pequeñas bolsitas. El precio medio es unos tres euros el cuarto de kilo, que da fácilmente para cinco buenos platos. Tras un pequeño rastreo preguntando quienes más saben de esto y tirando de medidas matemáticas, nosotros hemos usado unos 150 gramos de harina de trigo, a la que hemos añadido un chupito de agua y una pizca de sal. La verdad es que la masa casi habla, pidiendo un poco más de líquido o de harina hasta conseguir ese resultado esponjoso. Es importante conseguirlo: de otra manera la frustración será infinita porque la masa se romperá una y otra vez.

Una vez compacta y elástica, se toma un pequeño trozo y se le da forma de hilicos de plastilina, que diría Rajoy con acento almeriense. Se hacen más fácilmente si el cachito de masa se apoya en la tabla de cocinar y se estira poco a poco, aunque ralentiza mucho la elaboración. Una vez tenemos la tira fina y alargada de la masa, llega el momento definitivo. Al clímax de los gurullos se llega a través de dos dedos, el índice y el pulgar, que se mueven como si fuésemos a ejecutar un chasquido. “Ahí está la clave”, dice Sally Escamilla, chef del restaurante Oro y Luz, en Rodalquilar. Ese gesto permite ir cortando nuestro espagueti en pequeños trozos de tamaño similar al del arroz: cada corte es un gurullo. Como una imagen vale más que mil palabras, recomendamos echar un ojo a cómo los hace Carmen Díaz, cocinera del restaurante La Isleta del Moro.




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Así quedan una vez secos. NACHO SÁNCHEZ



quí viene la dosis extra de paciencia: en la pequeña masa que hemos elaborado pueden salir más de un millar de unidades, quedándonos muy cortos. “Hay que tener buena voluntad”, dice Carmen Díaz en el vídeo. O muchas ganas de entretenerse durante un maratón de series en Netflix. Pero, afortunadamente bastan muchos menos para completar un buen guiso: “Hay que tener muy en cuenta que cuando se añaden al caldo engordan”, dice Fina Fernández, quien emplea minutos en lo que nosotros tardaríamos horas. Con unos 50 gramos por comensal es suficiente.

Pura Cabrera, desde Zurgena, recomienda ir espolvoreando harina sobre los gurullos para que no se peguen entre sí. Lo que dice es muy útil, porque el siguiente paso es dejarlos secar sobre un paño para que pierdan la humedad. La tradición local dicta que deben ponerse en una zona donde dé el sol, como la terraza de los cortijos almerienses. Quien no lo tenga se puede conformar con dejarlos junto a una ventana luminosa. Unas 48 horas después estarán secos, duros y con pinta de pequeños gusanitos. Entonces estarán listos para usar, aunque también se pueden conservar en un tarro de cristal o una bolsita de tela, donde aguantan bastante tiempo.

Quien quiera saltarse este proceso, puede tirar de firmas como La Catalana, que los comercializa -elaborados de manera industrial- en paquetes de 250 gramos. Buenos sustitutos son también los llamados piñones, que diversas marcas ofrecen los estantes de casi cualquier supermercado. También se pueden utilizar otras pastas italianas y griegas con nombres como risoni, orzo, kritharáki o puntalette, que son prácticamente idénticas. Y aunque no está mal tener alternativas, la mejor opción es hacerlos manualmente: orgullo de gurullos.

¿Cómo se cocinan? Básicamente, acompañan a los guisos. En Almería hay dos opciones clásicas: los gurullos con conejo, más habituales del interior de la provincia; y los gurullos con sepia, un clásico del litoral, especialmente de las localidades costeras del Parque Natural de Cabo de Gata. Otra opción es usarlos en ensalada o como falso risotto. Por ahora, os dejamos dos propuestas. La primera, gurullos con conejo en la versión que prepara en casa Fina Fernández. Como buen guiso popular, esta receta acepta muchas variantes: el conejo se puede sustituir por costillas de cerdo, y se le pueden añadir otros ingredientes carnívoros como morcilla. También verduras como patatas, zanahoria, alcachofas o habas; también acepta una ramita de tomillo y hay quien dice que el orégano es indispensable. Después, una rica ensalada de gurullos con remolacha, propuesta de Sally Escamilla, chef del restaurante Oro y Luz.




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A la izquierda, gurullos caseros, en el centro también caseros con azafrán para darle un poco de color y los terceros de La Catalana. NACHO SÁNCHEZ




GURULLOS CON CONEJO

Ingredientes


Para 4 personas

Un conejo cortado en octavos
Una cebolla mediana
Dos tomates medianos
Dos ñoras
Azafrán
Laurel
350 g de garbanzos
250 g de gurullos
Aceite de oliva
Sal


Preparación

Lo primero es marear -sofreír, en almeriense- el conejo. Vertir un chorreón de aceite de oliva virgen extra en una olla y añadir la carne, removiendo constantemente a fuego medio.

Cuando el conejo está medio mareao, se añade la cebolla. Una vez ésta pierde la vergüenza -se vuelve transparente- añadir el tomate y, un poco después, las ñoras (la tradición almeriense es freírlas antes y machacarlas en el almirez o mortero antes de incluirlas en la olla). Se pueden sustituir por pimentón dulce.

Segundos después de añadir las ñoras o el pimentón -si se queman, amargan- llenar la olla de agua. Cuando rompe a hervir, añadir un poco de azafrán y una hoja de laurel. Acto seguido añadir los garbanzos (que tendremos en remojo desde el día anterior).

Tras más o menos media hora, cuando la carne ya está guisada y los garbanzos se acerquen a su punto ideal, añadir los gurullos. Unos diez minutos después, el plato estará listo para servir.


 
Harira sopa marroquí

Aprende con este video a como hacer la harira es un plato tipico marroquí, pueden ponerle la carne que quiera o no ponerle carne. Este plato lo consumen durante todo el año pero por todo su aporte nutritivo la hace especialmente apreciada para el iftar o rotura del ayuno en el mes de ramadan.




INGREDIENTES:

1 BOTE PEQUEÑO DE LENTEJAS
1 BOTE PEQUEÑO DE GARBANZOS
1 PECHUGA DE POLLO
1 CEBOLLA
1 MANOJO GRANDE DE PEREJIL
1 MANOJO PEQUEÑO DE CILANTRO
1 MANOJO GRANDE HOJAS DE APIO
5 TOMATES MADUROS
1/2 CUCHARA DE CAFE DE CURCUMA
1/2 CUCHARA DE CAFE DE JENGIBRE
1/2 CUCHARA DE CAFE DE PIMIENTA NEGRA MOLIDA
1/2 CUCHARA DE CAFE DE COMINO
1 CUCHARA DE CAFE DE PIMENTON DULCE
2 CUCHARAS COLMADAS DE TOMATE CONCENTRADO
25GRS DE MANTEQUILLA CON SAL
1/2 TAZA DE AGUA
2 CUCHARADAS GRANDES DE HARINA 1 HUEVO



 
El poder sanador del caldo de huesos
Desde tiempos inmemoriales, se ha utilizado por motivos medicinales para tratar los problemas de intestino. También es un aliado de la piel, bueno para la artrosis y para perder peso



Foto: Foto: Unsplash/@enriquefelix.




Por
Verónica Mollejo
16/02/2020


En pleno siglo XXI, una nueva cartera de productos ha irrumpido con fuerza en el mercado para ampliar el número de alternativas dentro de la gastronomía más saludable. Seguramente, cualquier lector alguna vez ha oído hablar, por ejemplo, de los superalimentos, un grupo muy exclusivo de ingredientes naturales ricos en nutrientes y con un poderoso efecto sobre la salud del ser humano. Hablamos de la famosa quinoa, las semillas de chía, la espirulina, la stevia, la cúrcuma, la chlorella, el kale o las bayas de Goji, todos ellos una fuente rica de minerales, vitaminas y fitoquímicos.

Sin embargo, no siempre lo más novedoso y original es también lo más saludable. No hace falta buscar en otras culturas para dar con un aliado de altura para tu organismo. Y es que el caldo de huesos ya se utilizaba en la antigüedad como método medicinal contra la disfunción intestinal; una cualidad que se mantiene intacta, pero que con el paso de los años ha caído en el olvido. Al menos hasta ahora.


En la tradición (y el colágeno) está la clave
Ya en el siglo XVIII, el farmacéutico y filántropo Antoine-Alexis Cadet de Vauxinvestigó a fondo las propiedades del caldo de huesos, con resultados sorprendentes. A través de su obra ‘Mémoire sur la gélatine des os et son application à l’économie alimentaire’, el francés reveló el increíble poder de los elementos que componen esta receta tradicional. Entre ellos, se encuentra la glicina, un aminoácido esencial que facilita la digestión y favorece la regeneración celular; minerales como el calcio, el magnesio o el fósforo; y una gran cantidad de proteínas biodisponibles, resultado de la cocción lenta a la que debe estar sometido el caldo.



Foto: iStock.


Foto: iStock.


Esta opinión es respaldada por la periodista, cocinera e investigadora en temas de nutrición Sally Fallon en su libro ‘Nourishing Broth’. En él, la experta asegura que “la ciencia valida lo que sabían nuestras abuelas. Los caldos contienen minerales en una forma que el cuerpo es capaz de absorber con facilidad. Elementos como sulfatos de condroitina y glucosamina, que ahora se venden como suplementos caros para la artritis y el dolor en articulaciones”.

No obstante, la auténtica joya de la corona es el colágeno. Este nace de los huesos cuando están expuestos a altas temperaturas, como las que se requieren para cocinar el caldo resultante. De hecho, la mejor forma de verificar que es de buena calidad pasa por comprobar si presenta una textura gelatinosa después de la refrigeración. Para que el caldo sea mucho más nutritivo, los expertos recomiendan añadir patas de pollo y cerdo, pues estas contienen altas cantidades de colágeno y cartílago que convierten el caldo en un elixir curativo.


Beneficios para la salud del caldo de huesos
A pesar de que el caldo de huesos sea un remedio tradicional para luchar contra resfriados y problemas digestivos, estamos ante una receta que tiene mucho que demostrar. Su potencial radica en que los huesos deben cocinarse lentamente sumergidos en agua, lugar donde van a parar los nutrientes que se extraen de dichas articulaciones. Finalmente, nuestro organismo absorbe todas esas sustancias a través del plato final. ¿Qué beneficios nos aporta?
Los caldos contienen minerales en una forma que el cuerpo es capaz de absorber con facilidad

-Alivia el síndrome del intestino permeable: el colágeno al que antes hemos hecho referencia actúa como un bálsamo calmante que cura y sella el revestimiento de los intestinos, evitando así otras dolencias de carácter autoinmune o neurológico.
-Un gran aliado de nuestra piel: esta sustancia proteica ayuda también a prevenir y corregir las arrugas, así como a favorecer la elasticidad y firmeza de la piel. Un poder que se extiende a otras partes del cuerpo como el cabello, las uñas, los tendones o los ligamentos.

-Bueno para la artritis y el dolor muscular: el caldo de huesos contiene sulfatos de glucosamina, condroitina y otros compuestos procedentes del cartílago, capaces de reducir el dolor que provoca la artritis, es decir, la inflamación de las articulaciones de los huesos.
-Favorece la desintoxicación: hoy en día, el ser humano está expuesto a una gran cantidad de ingredientes artificiales, productos químicos o pesticidas que pueden dañar gravemente al organismo. Para complementar la desintoxicación natural del mismo, el caldo de huesos ayuda al sistema digestivo y al hígado a expulsar los desechos y eliminar toxinas.
-Promueve la pérdida de peso: aunque parezca un plato ligero e insustancial, el caldo de huesos tiene un poder saciante que controla el apetito y mantiene a raya la necesidad de consumir alimentos ricos en azúcar y calorías.


Última tendencia gastronómica
A pesar de las increíbles propiedades que siempre le han acompañado, unidas a un sabor capaz de reconfortar a cualquiera, el caldo está experimentando un renacimiento dentro de las tendencias culinarias del momento. Todo comenzó con la publicación del citado libro 'Nourishing Broth', que relata las cualidades terapéuticas del caldo y que ha motivado a multitud de restaurantes de todo el mundo a incluir esta receta milenaria en su exclusiva carta. Tal es su popularidad que ya existen los llamados Bone Broth Bars o bares de caldo de huesos. Aderezados por un entorno alternativo y un envase sostenible que ayuda a cuidar el medio ambiente, estos locales han crecido como la espuma en ciudades como Nueva York, Londres, Vancouver o Sídney.

 
MINESTRA MARITATA: LA 'SOPA CASADA' ITALIANA


Revive a un muerto




La 'minestra maritata' es una sabrosa sopa a base de verduras y carnes típica de la Campania. Nuestra versión simplifica sus ingredientes, pero es igual de reconfortante que la original.



Mireia Font


En castellano, minestra maritata significa "sopa casada". No, no es la sopa que se sirve en las bodas italianas: su nombre hace referencia a la unión de carne y verduras en un solo plato y es un excelente ejemplo de cucina povera. Es una receta de origen campesinotípica de la zona de Campania, y se sirve sobre todo en Navidad y Pascua. Algunos creen que este plato se remonta a la Antigua Roma y que se hacía con sobras de carnes curadas y frescas y una mezcla de verduras silvestres que se encontraban en el campo o se compraban en el mercado. Hay infinidad de versiones que incluyen un sinnúmero de vegetales y partes distintas del cerdo, lo que la convierte en una sopa muy abierta y flexible.

Para evitar pasar muchísimo tiempo en la cocina, hemos simplificado mucho la receta tradicional, en la que se usan más de seis tipos de verduras locales de hoja verde oscura; berza, diente de león, col rizada, achicoria, acelga, borraja, grelo, hoja de remolacha, etc. Como muchas son amargas, se deben blanquear previamente. Nosotros hemos optado por otras de sabor más suave que no necesitan escaldarse y que solemos tener más a mano; repollo, espinacas y escarola. También hemos reducido drásticamente el apartado cárnico: la versión italiana incluye costilla de cerdo, hueso de jamón, salchicha, pie y panceta; la nuestra solo lleva salchicha.

No somos los únicos que hemos abreviado y adaptado esta sopa tradicional a nuestro gusto. Los estadounidenses fueron los primeros y lo hicieron a lo grande empezando por el nombre del plato, que muchos lo traducen erróneamente como “sopa de bodas”. De carne, solo usan albóndigas y de verduras, un máximo de tres. Los cambios no acaban aquí; también se toman la licencia de añadirle pasta, arroz y hasta lentejas. Y el mundo sigue dando vueltas. Así que, avanti con las modificaciones que os proponemos.


Dificultad

Más fácil que estar casado/a.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 1,2 l de caldo de carne (pollo, jamón, gallina, ternera, puchero o una mezcla)
  • 1 cebolla pequeña
  • 2 zanahorias medianas
  • 2 ramitas de apio sin hojas
  • 100 g de repollo
  • 100 g de espinacas
  • 100 g de escarola
  • 4-6 salchichas de cerdo
  • 100 g de queso parmesano
  • Pimienta negra
  • Sal
Preparación

  1. Calentar el caldo en una olla a fuego medio. Pelar la zanahoria y la cebolla. Cortar el apio, la zanahoria y la cebolla en daditos.
  2. Lavar el repollo, las espinacas y la escarola y picar todo en trozos pequeños.
  3. Cuando el caldo hierva, agregar las verduras a la olla y salar. Cocer hasta que los vegetales estén tiernos, unos 10-12 minutos.
  4. Cortar las salchichas en rodajas de un centímetro de ancho y añadirlas a la olla.
  5. Hervir hasta que la carne esté hecha, unos cinco o siete minutos. Mientras, cortar el queso parmesano en daditos. Emplatar la sopa, esparcir el parmesano, salpimentar y servir.
 
LENTEJAS CON SETAS Y CEBOLLA ENCURTIDA


Delicias estofadas




Un plato de cuchara sencillo, reconfortante y que puedes preparar en menos de una hora aunque no te hayas acordado de poner ninguna legumbre a remojo. Además, es barato y apto para todos los comensales (veganos incluidos).



MÒNICA ESCUDERO



Los guisos de legumbres que no necesitan remojo y se cocinan relativamente rápido, como las variedades más pequeñas de lenteja, son una buenísima opción que nos permite medio improvisar -digo ‘medio’ porque la cocción dura tres cuartos de hora- un plato de cuchara sano, económico, rico y reconfortante.
Además, estos platos son un lienzo en blanco sobre el que podemos usar muchísimos ingredientes, incluso algunos de aprovechamiento como restos de pollo asado, estofados, huesos de jamón o las carnes del caldo o el cocido. Pero también podemos conseguir un guiso de sabor muy potente usando solo vegetales, siempre que los doremos bien antes en un poco de aceite.
La caramelización de los azúcares, que hace que una sencilla crema de calabaza, zanahoria y cebolla previamente doradas o asadas tenga 200 veces más sabor que una en la que solo están hervidas, tiene los mismos efectos en este tipo de estofados. Para darle aún más potencia podemos añadir una cucharada de pasta de miso al agua de cocción -en este caso, no añadir sal-, o sustituir la mitad por nuestro caldo favorito.


Dificultad
Hay que ser muy patazas para que no te salgan bien (o que tus lentejas hayan hecho la primera comunión).

Ingredientes
Para 4 personas
  • 250 g de lentejas verdinas, pardinas u otra variedad que no necesite remojo, del año
  • 1 cebolla mediana
  • La parte blanca de 1 puerro
  • 2 o 4 dientes de ajo
  • 1 tomate maduro (o 3 cucharadas de salsa de tomate)
  • 200 g de setas variadas frescas (o 300 congeladas)
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Pimentón dulce o picante, al gusto
  • ½ cebolla roja
  • Vinagre de manzana, vino blanco o jerez
  • Perejil (opcional)
Preparación
  1. Lavar las lentejas en un bol con abundante agua, cambiarla dos veces y escurrirlas. Reservar.
  2. En una olla con un fondo de aceite y a fuego medio, dorar la cebolla pelada y picada con un pellizco de sal. Cuando empiece a cambiar de color, añadir el puerro -eliminando las dos o tres capas exteriores- también picado.
  3. Un par de minutos después, añadir el tomate rallado y las setas frescas o descongeladas troceadas. Dar vueltas durante unos cinco minutos, o hasta que hayan perdido el agua y se pardeen (si es necesario, añadir un poco más de aceite). Como un minuto antes de que estén listas, añadir el pimentón y el ajo sin dejar de remover (si usamos salsa de tomate, añadirla ahora).
  4. Añadir aproximadamente un litro de agua a temperatura ambiente, las lentejas y un poco de sal. Llevar a ebullición durante unos 40 minutos -dependiendo de la variedad- a fuego medio-bajo y sin tapar, vigilando a partir de los 25 minutos por si hubiera que añadir algo de líquido (cuidado al removerlas a partir de este momento, podemos hacerlo con pequeños movimientos de la olla, sin meter ningún cucharón para no destrozarlas). Estarán listas cuando estén blandas, pero enteras y con una cierta resistencia al mordisco: es el momento de ajustar la sal.
  5. Cuando las lentejas estén en el fuego, pelar y picar la cebolla roja. Ponerla en un bol con un pellizco generoso de sal y unas cinco o seis cucharadas de vinagre al gusto. Servir las lentejas con una cantidad generosa de cebolla encurtida encima y, si se quiere, perejil picado.
 
ESTOFADO DE JUDÍAS NEGRAS Y POLLO



Sin sacramentos, con todo el sabor




Una manera diferente de preparar legumbres, con contramuslo de pollo en lugar de los sacramentos porcinos habituales, una sabrosa mezcla de especias y un picadillo de tomate y aguacate para refrescar el conjunto.




RAQUEL BERNÁCER 24/02/2020


En la cocina, como en otros muchos campos, las maravillas gastronómicas surgen como causa de un error, algún que otro ingrediente que falta o, simplemente, una necesidad. Es el caso de los nachos, que aparecieron cuando Ignacio Anaya -natural de Acuña, Coahuila (México)- se vio en la tesitura de tener que dar de comer a un grupo de mujeres estadounidenses en el establecimiento en el que trabajaba, justo cuando el chef se encontraba ausente.
Al parecer al señor Anaya se le ocurrió servirles unos triángulos de maíz fritos con queso rallado por encima, a los que llamó “nachos” y que acabaron convirtiéndose en un picoteo que ahora mismo se sirve -con mayor o menor fortuna, todo hay que decirlo- en el mundo entero. La receta de hoy, de alguna manera, me recuerda a esa historia, no solo por los aromas e ingredientes de la cocina mexicana, sino también por eso de montarte un plato con lo que tienes en casa (ese día tenía chips de plátano, y resultaron fantásticos como acompañamiento).
En un intento de salirme del típico potaje de lentejas con su chorizo, panceta y otros sacramentos nacionales, tiré de judías negras, un sofrito de cebolla, ajo y zanahoria, pollo, tomillo, comino, pimentón, chile y canela. Las judías negras lo tiñen todo de color oscuro, pero el sabor era absolutamente delicioso y reconfortante. Solucioné la tristeza visual con un poco de tomate y aguacate picados con cilantro, una cucharadita de creme fraiche -nata agria- y, a falta de totopos, unos chips de plátano. El resultado no son unos nachos, pero no me digas que no te viene a la memoria el plato del señor Anaya.



Dificultad
La de recordar poner las judías en remojo.


Ingredientes
Para cuatro personas
  • 300 g de judías negras secas (dejarlas en remojo toda la noche)
  • 200 g de pollo deshuesado (preferiblemente contramuslos)
  • 3 zanahorias medianas
  • 1 cebolla
  • 3 dientes de ajo
  • 4 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
  • 1 cucharada de postre de comino en polvo
  • 1 cucharada de postre de pimentón ahumado
  • 1 cucharada de postre de tomillo seco
  • ½ cucharada de postre de chile picante en polvo
  • Una pizca de canela en polvo
  • 1 hoja de laurel
  • Sal
  • Pimienta al gusto
  • 1,5 litros de caldo de verduras
Para decorar
  • Cilantro
  • 1 aguacate
  • 2 tomates maduros
  • 1 lima
Opcional, para acompañar
  • Creme fraiche
  • Chips de plátano o totopos de maíz
Preparación
  1. Pelar la zanahoria y la cebolla, y picarlas a cubos de 1 centímetro de lado, más o menos.
  2. Calentar el aceite en una olla a presión y sofreír la cebolla con el laurel y una pizca de sal a fuego moderado. Cuando empiece a estar transparente, añadir la zanahoria y sofreír unos minutos más.
  3. Incorporar las especias y remover bien. Dejar que se cocinen un par de minutos a fuego suave, sin que se quemen, para que desprendan bien sus aromas.
  4. Añadir las judías negras y el caldo de verduras. Cerrar la olla a presión bien y cocinarlas 20 minutos desde el momento en el que la válvula de presión empieza a soltar vapor.
  5. Cuando queden cinco minutos para terminar la cocción, picar cilantro al gusto, el aguacate y los tomates. Añadir una pizca de sal y el zumo de media lima para que el aguacate no ennegrezca.
  6. Una vez estén las judías listas, sacar un par de cucharones y triturarlos. Devolverlos al guiso y mezclar bien.
  7. Corregir de sal y pimienta y servir con la mezcla de tomate y aguacate y un cuarto de lima por ración para exprimir en el último momento. También se puede acompañar con un poco de crema agria y unos chips de plátano o totopos de maíz.

 
Sopa de Lenteja | Molinari tv Cocina Fácil

Esta sopa ecuatoriana es muy economica y deliciosa de preparar y la lenteja tiene muchas beneficios al consumirla.


 
Sopa de pescado sencilla

Si te gustan la merluza, las gambas o los mejillones, no te pierdas esta fácil receta de sopa de marisco sencilla con la que podrás disfrutar en casa de todo el sabor del mar. Aprende a elaborar este delicioso plato siguiendo el paso a paso de nuestra receta escrita o mirando el vídeo que la acompaña.



 
Garbanzos con verduras. Muy fácil y saludable.

Te traigo una receta vegana de garbanzos con verduras variadas. Una receta fácil y muy saludable. Se prepara en menos de 30 minutos. Te propongo verduras variadas que puedes sustituir por las verduras que tengas en casa. Un potaje de garbanzos y verduras que encantará a toda la familia.


Ingredientes para 2 personas:
400 gramos de garbanzos cocidos
600 ml de verduras
1 cebolla
1 puerro
1/2 pimiento rojo
1 pimiento verde
1 zanahoria
150 gramos de brócoli
2 cucharadas de salsa de tomate o 150 g de tomate natural
aceite de oliva virgen extra,
pimienta negra molida y sal.



 
Sopa de pueblo casera, Receta de la Abuela muy fácil y económica

Si te apetece un buen plato de cuchara y tu excusa es el tiempo, pues ya no te sirve, ya que con esta receta de la Abuela tan fácil, rápida y económica, podrás preparara una sopa de pueblo muy sabrosa y simple, ya que seguro que tienes todos los ingredientes en casa.



 
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