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LEONOR DE AQUITANIA (Año 1122) Pasajes de la historia (La rosa de los vientos)
hola @pilou12 , mi mayor enhorabuena por haber iniciado este Super Hilo, además de una rama de la enseñanza - la Historia- que siempre me ha gustado y en donde mejores notas he sacado; junto a redacción y similares, en el campo de la gramática --mi as de oros--.
Que tengas un buen lunes y a tod@s en general.
Serendi,
Leonor de Aquitania es la reina estrella de la Alta Edad Media. Rica heredera del hermoso Midi francés, tierra de trovadores como su abuelo, el duque Guillermo IX el Trovador en la Corte de Amor donde se cantaba en Langue d´Oc, Leonor se vió muy joven huérfana al morir su padre, el duque Guillermo X, en el peregrinaje a Santiago, y de su tutela se ocupó su tío, Raimundo de Poitiers. Leonor tuvo además una hermana más joven.
Cultísima, Leonor destacó por su independencia de espíritu, pero como gran heredera, el rey de Francia, Luis VI el Gordo - -¡como seria!- cerró el matrimonio de su hijo y heredero Luis con Leonor.
La adolescente Leonor abandonó el dulce Midi para ir al gris Paris de la época y encontrarse con un joven esposo beato que la adoró, pero sin saber semostrarselo con ardor marital ni poemas. Leonor llevó consigo su séquito de trovadores, damas y licencia sexual que escandalizó al clero de Paris. Para colmo, la reina no daba hijos y la unión de la pareja era frágil porque no podian ser más diferentes, sintiendo leonor que estaba casada con un cura beato, siempre rezando. Juntos se convirtieron en reyes al morir el suegro. El fué Luis VII, rey de Francia y duque consorte de Aquitania, Guyena, etc. Ella era la duquesa de Aquitania y reina consorte de Francia. Eso queria decir que si habia divorcio, Leonor se iba con su Aquitania y por eso en Paris luchaban por mantener vivo el matrimonio.
Por fín nació una hija, Maria, pero no bastaba, se necesitaba un varón. En esas estaban cuando el Papa declara la Cruzada. Todos los reinos de la Cristiandad se unen ¡y Leonor decide acompañar a su esposo! Y no valia la pena decirle que no, ella hacia lo que queria. Y, claro, para no hacer distinciones, los demás caballeros también insistieron en llevar a sus esposas, con sus sequitos de criadas... Vamos, un ejército que dejaba atónitos a los sarracenos y bizantinos. Cuando estaba en Palestina intentando tomar Jerusalen se encontró con su tío, Raimundo de Poitiers, y se rumoreó que Leonor habia tenido un affaire incestuoso con él. Celoso, el rey se retira de la cruzada y la lleva a Roma para pedir al Santo Padre la anulación. Pero pese a ser el ferviente deseo de Leonor, el Papa apela al deber del trono y Francia para reconciliarles, hasta les acompaña al lecho. El caso es que Leonor vuelve a quedar embarazada.
Pero nace otra niña, Alix, y entonces la ruptura ya es inevitable. Leonor calla que ya ha encontrado sustituto para su marido. Se trata del joven Enrique Plantagênet, el normando duque de Normandia, hijo de Godofredo Plantagenet y la emperatriz Matilde. Es diez años más joven que ella, que ronda los 28 años. Llevando su acuerdo nupcial en secreto, Luis acepta el divorcio pensando que su ex-esposa volverá al Midi para meterse en un convento. Ella no le desengaña y debe aceptar renunciar a sus dos hijas, por ser princesas de Francia.
Nada más verse libre, Leonor se deja "raptar" por Enrique en su camino al Midi - y a punto está de ser secuestrada por otros que tambien ansian casarse con mujer tan rica -. La noticia de la boda caé como un jarro de agua fria a Luis VII, que trata de alegar para anularlo que siendo Enrique y Leonor vasallos del rey, no le habian pedido permiso para casarse. Se produce el enfrentamiento pero eso poco importa a los recien casados, que parecen locamente enamorados.
Para mayor humillación del rey de Francia, un año después, en 1153, Leonor da a luz un varón, Guillermo, que morirá a los pocos meses, pero será seguido por Enrique el Joven, Matilde, Ricardo Corazón de León, Godofredo, Leonor, Juana y Juan Sin Tierra. En 1554, el rey de Inglaterra debe nombrar heredero a Enrique, convirtiéndose en Enrique II de Inglaterra.
Por primera vez, los territorios de un vasallo - el rey de Inglaterra tiene Inglaterra, Normandia y Aquitania - son más extensos que los del rey de Francia a quien debe pleitesia. Y encima es el hombre que se ha llevado a su esposa. La paz se mantendrá solo por la debilidad en que se haya el rey de Francia frente a su vasallo, el rey de Inglaterra.
El rey Louis se casa con Constanza de Castilla, con quien tendrá otras dos hijas. Al enviudar casa con Adela de Champaña, que le da, por fín, un heredero, Felipe Augusto, y otra hija. Felipe Augusto tomará la humillación de su padre como una afrenta que se propondrá lavar despojando a los Plantagenet de sus reinos.
Mientras tanto, toca contemporizar. Luis VII acepta el matrimonio de Aleis, una de las hijas de su segundo matrimonio, con Ricardo Corazón de León. Lo que pasa es que llega a Inglaterra en calidad de prometida y Enrique II la convierte en su amante, siendo otro gran golpe al honor de Leonor desde que Enrique la repudiase por una bella mujer llamada Rosemond que murió en circunstancias sospechosas -el rey la acusa de haberla envenenado - . Pero Leonor está herida, ella que le ha dado tantos hijos, que le ha apoyado en todo, aunque sea con recelos, como en el asesinato del obispo Thomas Beckett, el gran amigo de infancia de Enrique... Leonor vive encerrada en un castillo porque sublevó a sus hijos, Enrique, Ricardo - su favorito, el trovador - y Godofredo - casado con la duquesa de Bretaña y padre de un hijo, Arturo, como el mítico rey de los cantares celtas - contra su padre.
Para calmarlos, Enrique asocia a su hijo mayor al trono, deja que Ricardo viva en Aquitania como duque en nombre de su madre y casa a Godofredo con la duquesa de Bretaña... Y nada queda para Juan, el hijo favorito del rey, por lo que le llama Juan Sin Tierra. Por su parte, las hijas son casadas: Matilde en Alemania, Leonor con el rey Alfonso VIII de Castilla, y Juana en Sicilia, donde quedará pronto viuda.
Leonor pasará diez años encerrada, ninguno de sus hijos intentará liberarla de las garras de su marido. Fallece Enrique el Joven y Ricardo se convierte en sucesor, cosa que el padre desea impedir nombrando a Juan. En la película, el Leon en invierno, vemos reunida a la familia listos para devorarse mutuamente, frente a la mirada divertida de Felipe Augusto, ya rey de Francia y antiguo amante de Ricardo, durante la estancia de éste en Paris.
Cuando muera el rey, Ricarlo logrará el trono y lo deja bajo la custodia de su madre, a quien rescata, como regente de Inglaterra, mientras el marcha a la Tercera Cruzada. Aunque Leonor añora sus tiempos de juventud en Oriente, siente que Ricardo no deberia marcharse con el reino tan inestable y la amenaza de Francia, pues no confia en el joven Felipe Augusto, por mucho que afirme que perdona el desaire hecho a su hermana - Ricardo ya no quiere casarse con la amante de su padre - y que le va a acompañar en la Cruzada. Además, Ricardo se casará con la princesa Berenguela de Navarra en Sicilia, adonde llega acompañada de su suegra, que desea que Ricardo tenga un heredero, pero será inutil, pues Ricardo es bisexual, aunque ha tenido algunos bastardos.
Y Leonor tiene razón, porque ya en Tierra Santa, Felipe Augusto dice a Ricardo que han surgido problemas en Francia y debe volver. Durante el camino, soborna a un duque alemán para que aprese a Ricardo cuando vuelva de Tierra Santa y tener las manos libres para tomar Inglaterra, donde Juan Sin Tierra ha usurpado el trono de su hermano ante la impotencia de su madre y para colmo, ha repudiado a su esposa inglesa, hija de un vasallo, deshonrando a éste, y raptado a la prometida de un vasallo del rey de Francia, Isabel de Angulema, prometida de Guy de Lusignan.Y eso para el rey de Francia es casus belli contra Inglaterra, exigiendo a Juan la devolución de la novia, cosa que Juan, con el beneplácito de la "raptada", no cumple, y se ve con las trompas francesas a punto de cruzar el canal.
Al enterarse por su madre, Ricardo vuelve a toda prisa pero es secuestrado. Al principio, Leonor no sabe quien le ha secuestrado y cuando por fín se entera se encuentra con la demanda de un rescate impresionante, y es que este crece porque Felipe Augusto y Juan Sin Tierra pagan al alemán para que no suelte a Ricardo, por lo que su cautiverio dura diez años. Leonor reunirá tesoros de todo tipo entre el pueblo inglés y por fín paga el rescate. A la vuelta, Ricardo se enfrenta al rey de Francia y es herido de muerte. Llama a su madre y Leonor recoge el último aliento de su hijo favorito.
Y ahora se enfrenta a la sucesión de Inglaterra. Por un lado está el inutil y malvado de su hijo Juan, que se proclama rey, Por otro está la duquesa Constanza de Bretaña, viuda de Godofredo y madre del principe Arturo, para quien reclama el trono. Leonor teme una minoria de edad y decide apostar, a su pesar, por Juan, que no la puede ni ver. Eso le costará la vida al joven Arturo, pues su tio Juan le hará degollar.
Leonor se retira al monasterio de Fontevraux, a sus 80 años. Allí quiere morir, defendiendo su Aquitania de Felipe Augusto, que ha logrado conquistar Normandia. Pero a Leonor se le ocurre un modo de que su Aquitania y Normandia vuelvan a su sangre. En Castilla, su hija Leonor ha tenido varias hijas. A su edad, Leonor va a Castilla, ve a su hija por primera vez en décadas, y elige a su nieta, la infanta Blanca, para llevarla a Paris como prometida del heredero de Felipe Augusto, Luis.
De este modo, su nieta será reina de Francia como ella y gobernará Normandia y Aquitania.
Ese matrimonio será el gran triunfo de Leonor, un matrimonio feliz que dió muchos hijos e hizo de Blanca regente de Francia a la muerte prematura de su esposo, Luis VIII, siendo ella cabeza del sometimiento de la herejía cátara en el Midi. Una personalidad que recordó a siempre a la de Leonor, por eso la habia elegido esta entre sus nietas.
Leonor fallecería en 1204, convertida en una leyenda en vida.
Recomiendo la biografia de Règine Pernoud, que también escribió la de Blanca de Castilla y la de Christine de Pisan
MEMORIA HISTÓRICA
La arqueología escribe la “batalla olvidada” que no sale en los libros
Científicos reconstruyen los hechos de la ofensiva del Alto Tajuña, con 8.000 bajas pero silenciada por los textos sobre la Guerra Civil. Han aparecido 13 soldados que nadie reclama, pero también latas, medicinas, envoltorios de chocolate y perfume de mujer
SILVIA R. PONTEVEDRA
Santiago de Compostela 16 OCT 2017 - 10:15 CEST
Exhumación de un soldado en Abánades en el año 2012. CSIC
Contaba Daniel Gutiérrez Renales, pastor y agricultor de Abánades (Guadalajara), que un día una vaquilla del pueblo burló a las tropas franquistas y acabó dando su vida por la República. Los nacionales habían confiscado la res y se la habían llevado a El Castillo, su posición en este frente; pero cuando la fueron a sacrificar el animal se zafó y echó a correr. Los soldados la persiguieron, le dispararon para matarla en su huida. Pero no la alcanzaron y la pobre incauta acabó yéndose a refugiar en el Alto del Molino, tomado por las tropas republicanas. Supuestamente, aquella codiciada pieza acabó en el estómago de los "rojos", porque al día siguiente, según el pastor, estos les gritaban socarrones a sus enemigos desde las trincheras: "¿Queréis un filete de ternera?".
En las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en sucesivas campañas desde 2010 por el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), han aparecido los huesos de una vaca. En un informe comentan que podría tratarse de aquel animal tan berlanguiano, porque ese tipo de carne era un lujo en el campo de batalla. Aunque por los vestigios descubiertos la dieta de los soldados republicanos que participaron en la Ofensiva del Alto Tajuña (finales de marzo y primeros de abril de 1938) debía de ser la envidia de España. Es algo que solo se sospecha ahora que los científicos han desenterrado los restos de la que se conoce como "la Batalla Olvidada", porque la mayoría de los libros de historia nunca la citan.
Durante unos tres días de encarnizada lucha se produjeron unas 8.000 bajas entre heridos y difuntos. Los que ya no se levantaron jamás pudieron ser entre 1.000 y 2.000. Pero de los republicanos no existen listados y los recuentos de los sublevados solo registran con sus nombres a los oficiales. Todas ellas fueron las muertes más inútiles de la guerra, si es que hay alguna muerte útil, porque este enfrentamiento en los alrededores de Abánades en el que los gubernamentales se anotaron un ligero avance "no cambió nada" en la contienda. "Quedó eclipsado para los historiadores por las ofensivas de Aragón y Levante", que sí fueron decisivas y "cambiaron el destino", explica Alfredo González-Ruibal, investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit) de Santiago y director de las prospecciones.
La profunda laguna de la historia oficial en este municipio de Guadalajara de solo 59 vecinos se ha ido supliendo con testimonios y, sobre todo, con arqueología. Una disciplina que, en este lugar, es la ciencia que interpreta latas de conserva, munición oxidada, botellas de coñac y vértebras de bacalao salado para reconstruir el día a día y las penurias de ambos bandos en un paisaje en el que perduran las trincheras, los fortines, los refugios improvisados en "parideras" del monte, viejas cabañas construidas para recoger los rebaños.
El Alto del Molino permaneció bajo dominio republicano durante toda la guerra, y aunque allí la compañía de ametralladoras pudo disfrutar de raciones extra para afrontar los combates, también padeció enfermedades cutáneas y musculares asociadas a los parásitos, y bronconeumonías por culpa de las noches de invierno de hasta -20ºC. Así de elocuentes son los envases de medicamentos. O las latas de leche condensada, atún, sardinas y sobre todo anchoas, una exquisitez que nunca llegaba a otros frentes. Y también el fino papel de aluminio propio del chocolate, las espinas de pescado o los huesos de cabras y ovejas que revelan la ingesta en fresco, cuando en otros lugares las tropas se conformaban con pequeñas raciones de carne en lata. Para beber y aguantar el frío, el dolor y la angustia, el avituallamiento incluía vino, coñac Peinado fabricado en Tomelloso, licores varios y, según se sospecha por unas botellas blancas y traslúcidas, alguna vez también champán.
Aquellos días los sublevados intentaron sin éxito abrir una brecha en este frente. Se sabe que existen fosas comunes con cadáveres , pero aún no se han encontrado. De momento, según González-Ruibal, lo que ha aflorado es "la punta del iceberg". Durante años, los vecinos se han topado huesos desperdigados "labrando la tierra". Y los trabajos del CSIC han desenterrado restos de otros 13 jóvenes procedentes de toda España, sepultados aquí y allá. La mayoría murieron cuando tenían unos 20 años de edad y todos han aparecido sin chapas ni documentos identificativos. Esos esqueletos de soldados de ambos bandos llevaban desde 2012 en la sede compostelana del Incipit y han sido devueltos a Guadalajara esta semana para regresar a la tierra el próximo marzo, en el 80 aniversario de la Batalla Olvidada. Ellos también son soldados olvidados, porque nadie los ha reclamado y el Ejército, según el director del equipo arqueológico, tampoco asume los gastos del sepelio.
Para escribir sus historias anónimas no ha quedado más remedio que fijarse en los útiles que empleaban, y que se han incorporado al museo de la guerra que ha creado Abánades. Al igual que en cualquier tipo de excavación arqueológica, se ha obtenido mucha información de los grandes hoyos donde las tropas arrojaban su basura y de los corrales donde dormían. De allí, y de las huellas de los combates a corta distancia, y de los cráteres abiertos por las explosiones donde han aparecido algunos cuerpos destrozados. En las parideras vivían, y también escribían cartas y hacían trabajos de oficina. Han aparecido plumillas, tinta Waterman y Milán y hasta quebradizas minas de grafito milagrosamente conservadas. Hay, además, navajas de afeitar y liendreras, porque los piojos, como las pulgas y la sarna eran una constante. Y envases de medicamentos como el Bardanol, para combatir los problemas de piel, y de otro llamado Urodonal que estos chicos no tomaban por el ácido úrico, sino para aplacar el dolor de las articulaciones, el reuma y la "fiebre de la trinchera" causada por parásitos humanos.
Han aflorado muchísimos botones, hebillas, zapatos, llaves, mecheros; una ficha del juego de damas; insignias de guerrera en las que se lee "Catalunya"; munición con caracteres cirílicos; algún cierre de cremallera, que era un invento relativamente reciente. Pero lo que más le llama la atención al director de las excavaciones son "los objetos que no se espera encontrar en el escenario de una batalla", como "algún pendiente o algún frasco de perfume de mujer". Un soldado guardaba con celo una medalla de San Antonio. Quizás pensaba que el santo lo protegería de la muerte, porque en algún momento dado perdió la cadena y se prendió la medalla a la ropa con un imperdible al que, 80 años después, la chapita de plata sigue amarrada y sin dueño.
https://elpais.com/elpais/2017/10/12/ciencia/1507829534_093972.html
Hablan las heroínas del Gulag: "Intenté suicidarme tragando cal viva"
- CLARA FELIS
- Madrid
- 15 NOV. 2017 03:06
En 1949, se cifró en 503.000 las mujeres presas en el Gulag: 9.300, embarazadas y 23.790 con niños a su cargo. LASKI DIFFUSION
Trabajaban de sol a sol con 300 gramos de pan como único sustento. En vez de sopa de col podrida, tenían que conformarse con agua recalentada
"El complejo del hambre me ha acompañado hasta hoy, por eso siempre tengo la nevera llena", recuerda Janina Misik, una de las nueve supervivientes
Janina Misik se levantó de la cama sobresaltada. Eran las cinco de la mañana del 10 de febrero de 1940 y aquellos hombres no paraban de vociferar. Sus métodos eran de sobra conocidos. También el motivo de su presencia. Aquellas llamadas a la puerta (como se conocía este método de arresto que ejercía la NKVD, la policía secreta, en plena noche) anunciaban el fin de su libertad.
"¡Preparen el equipaje!", gritaron.
Pero su madre ni se movía. Sabía que nunca volverían a casa. No se equivocó.
"¿Qué piensan hacer con nosotros? ¡Esta es nuestra casa, nosotros vivimos aquí!", replicó la pequeña Janina.
Poco a poco, su madre comenzó a moverse. Le ayudaba su hermano pequeño, que por entonces tenía nueve años. El miedo le hizo dar su último estirón. Así alcanzó la estatura media de aquella generación nutrida por la balanda (sopa de col podrida que les servían a los prisioneros) y la nieve. Pirámide nutricional del Gulag.
Tras dos semanas en un tren de ganado llegaron a Nóvgorod (sureste de San Petersburgo), uno de los campos de concentración que formaban parte del Gulag, aquel sistema penal de campos de trabajos forzados donde destinaban a los "enemigos del pueblo" (presos políticos y opositores del régimen).
"Nos alojaron en cabañas de madera. A nuestra familia de cinco miembros les asignaron una litera. Nos sentíamos como en una jaula. Al día siguiente de la llegada nos mandaron a trabajar. Catorce horas al día cortando árboles, hundiéndonos en la nieve", recordaba la propia Janina, cuyo testimonio y el de ocho mujeres más conforman Vestidas para un baile en la nieve (Galaxia Gutenberg, 2017), el nuevo ensayo de Monika Zgustova. Un recorrido por todas y cada una de las torturas que soportaron muchas de las mujeres que estuvieron presas en aquel infierno de hielo.
"Vivieron una situación límite. En el Gulag tuvieron unas experiencias muy fuertes, como la crueldad de los guardas y su entorno, porque las prisioneras políticas estaban rodeadas y sometidas a los reos comunes. La otra crueldad era la del trabajo, que se ejercía en unas condiciones inhumanas", apunta la escritora.
La hambruna permanente pasó a ser un estado de ánimo y muchos acabaron por no diferenciar la propia vida de la muerte.
El campo de trabajo de Vorkuta./ RIA NOWOSTI
"Nos invadía la tristeza, no sabíamos qué sería de nosotros y estábamos permanentemente hambrientos. Los niños soñábamos con una sola cosa: tener suficiente pan, poder comer hasta saciarnos. El complejo del hambre me ha acompañado hasta hoy, por eso siempre tengo la nevera llena", confesaba Janina.
Después del fallecimiento de Lenin (1870-1924), líder de la Revolución de Octubre de la que este año se conmemora el centenario, Stalin, Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, se alzó como líder principal de la Unión Soviética. Su "socialismo en un solo país" triunfó frente a la "revolución permanente" de León Trotski, a quien expulsó del territorio en 1929.
El crecimiento industrial que ideó Stalin a través de una planificación económica centralizada dio lugar a los Planes Quinquenales, cuyo principal objetivo era modernizar el sistema económico mediante el fortalecimiento del sector agrícola, industrial y militar. De ahí se produjo la colectivización de los campos y el control estatal de la producción industrial.
Para cumplir los objetivos económicos, Stalin se apoyó en el Gulag, cuya expansión tuvo lugar a partir de 1929. El trabajo en la URSS es una cuestión de honradez, gloria, valor y heroísmo o ¡Libertad! mediante el trabajo eran algunos de los lemas que se encontraban los prisioneros en los portones de acceso. Una falsa ilusión que buscaba exprimir al máximo a todos los que allí se hacinaban.
NOS SENTÍAMOS COMO EN UNA JAULA, CATORCE HORAS AL DÍA CORTANDO ÁRBOLES, HUNDIÉNDONOS EN LA NIEVE
Tal y como apunta la periodista Anne Applebaum en Gulag: Historia de los campos de concentración soviéticos (Debate, 2004), Stalin decidió utilizar el trabajo forzado tanto para acelerar la industrialización como para explotar los recursos naturales en el extremo norte. "Aquel año, la policía secreta soviética comenzó a asumir el control del sistema penal soviético, sustrayendo lentamente los campos y prisiones de todo el país al poder judicial".
Tras las detenciones masivas que tuvieron lugar entre 1937 y 1938 (los años de la Gran Purga, también conocida como Yezhovschina), los prisioneros fueron la mano de obra encargada de producir oro, madera y carbón, materiales que favorecerían la creación y desarrollo de la industria aeronáutica, armamentística, forestal y minera.
"El principal propósito del Gulag era económico. Esto no significa que fuera humanitario. Dentro del sistema, los reclusos eran tratados como ganado", explica Applebaum. El método consistía en los traslados al antojo de los guardias. En términos marxistas, estaban explotados, cosificados y mercantilizados. Según el relato de Applebaum, a menos que fueran productivos, sus vidas carecían de valor para sus amos.
No había distinción. Hombres y mujeres tenían la misma capacidad para ejercer las pesadas tareas que los guardias les encargaban. Las largas jornadas a la intemperie con una ración escasa de pan (300-400 gramos al día por prisionero), carecer de instrumentos necesarios para la tala de árboles o la extracción de carbón (Vorkutá) y no disponer de buenas condiciones higiénicas dificultaron enormemente la integridad física de los presos.
"Lo primero que comprobé fue el frío que hacía en los barracones. Durante el día íbamos al bosque a trabajar de leñadoras, incluidas las embarazadas. A cada momento nos teníamos que rescatar mutuamente de la nieve. Por la mañana, en lugar de los preceptivos, e insuficientes, 400 gramos de pan, recibíamos 200. No había sopa sino agua recalentada. Un mundo de dolor y sufrimiento". Así le relató Valentina Íevleva su calvario a la escritora Zgustova.
Poemas y piojos
En el campo de Arjánguelsk (norte de Rusia), su último destino, cavó día y noche para construir vías de ferrocarril. "Pronto aparecieron los piojos, blancos y grandes. En ningún otro campo los había visto así. Los aplastábamos contra la estufa".
A pesar de que intentara sobrevivir mediante la escritura de poemas o cuentos, las torturas diarias a las que era sometida le llevaron a intentar quitarse la vida. De la forma más cruel. "Había barreños con cal viva. Corrí hacía allí, encontré un vaso de medio litro y lo llené de cal. Acto seguido me lo bebí. Sentí un ardor terrible, como si el estómago se desgarrara", recordaba.
Asumir tantos años de prisión y destierro no fue fácil. Tampoco combatir las secuelas que el régimen dejó en gran parte de sus víctimas. Como explica la escritora Zgustova, "varias de ellas se quejaron de que sus maridos estaban trastornados por el Gulag, que tenían una personalidad muy difícil para convivir y he notado una cosa, las mujeres lo superaron. Me contaron sus vivencias desde el optimismo, desde la supervivencia alegre, pero los hombres no. Los hombres lo veían todo muy negro, muy oscuro, muy terrible y estaban hundidos".
Un desasosiego que vivieron 18 millones de personas. Así lo recoge Applebaum en su trabajo, en el que también destaca que desde 1929 hasta 1953, fecha de la muerte de Stalin, seis millones fueron enviados al exilio o deportadas tanto a los desiertos de Kazajistán como a los bosques siberianos, donde seguirían siendo trabajadores forzados.
Zayara Vesiólaya, una de las nueve supervivientes
Llevar el letrero de "enemigo" a cuestas complicó en muchas ocasiones cualquier reinserción social y laboral. Las poblaciones autóctonas de estos lugares se distanciaban, bien por temor o desconocimiento.
Al regresar, los prisioneros descubrían que sus casas habían sido requisadas hacía mucho tiempo, que sus pertenencias habían desaparecido. Tenían que empezar de nuevo. Mucho tiempo después de que hubieran sido liberados, los familiares de los enemigos seguían estigmatizados, sometidos a formas oficiales de discriminación y no se les permitía trabajar en ciertos trabajos.
Dura reinserción, tal y como relata Susana Pechuro, otra de las supervivientes del terror estalinista. "Todo me parecía trivial. Nada tenía sentido. Nadie en libertad podía imaginarse ni por asomo lo que yo había experimentado. Y a mí me parecía que ellos no tenían vivencias. Al menos no lo que yo llamaba vivencias. El mundo de la gente en libertad era radicalmente distinto al mío. Me sentí sola, incomprendida".
Una opinión similar a la que también expresó Zayara Vesiólaya, que vivió desterrada en Pijtovka (Siberia), para después ser deportada al campo de Kazajistán, donde también estaba su hermana. "¡La estancia en Siberia fue tan enriquecedora! ¡Tenía amigos de verdad en los que podía confiar como después no he vuelto a confiar en nadie!".
Es el síndrome de Estocolmo. Y se desliza por todo el relato colectivo Zgustova. Igual que la poesía. Porque ésta les salvó de la locura. Fue lo que cimentó la humanidad que estaban perdiendo.
Esta resistencia literaria se observa en los versos de Nina Gagen-Torn desde el Gulag: A lo lejos en el siniestro cielo / el sol indiferente gira / Tu respiración es un silbido tenue/a cincuenta grados bajo cero/ morir ¿qué significa? / Las montañas miran, y se quedan calladas.
Gritos versados de libertad y justicia. Deshielo de las voces ausentes. Hoy con altavoz propio.
http://www.elmundo.es/papel/historias/2017/11/15/5a0b1d1622601df10f8b45d8.html