Leocadia, hola.Me llama la atención tu primera frase por el hecho de que la supuesta cercanía no veo tenga que ver con el manejo de los idiomas. Me explico.
Esta mujer quiere, pretende, situar su posición al nivel más mayestático posible eliminando todo lo que tenga que ver con posturas o gestos que conlleven sencillez, afabilidad, llaneza. Por ejemplo, si en un acto sonrie al mismo tiempo que observa algo de reojo, de forma aviesa, atravesada, frecuentísimo en ella, pues esa sonrisa para nada encaja con la mirada, no van cogidas de la mano precisamente, no se complementan. La cercanía no se demuestra con la arrogancia y rigidez de las que hace gala continuamente pese a que, por lo visto, moderniza la monarquia. Que sí, que sí, que yo me lo creo. Que dicha modernización consiste en permitir confianzas inadmisibles, (campeón de patinaje abarcándole la cintura en una recepción, presidente de Portugal al que ayuda ostentosamente a babosear, etc.), mientras que la enorme falta de simpatía es consecuencia del engreimiento que la domina, del énfasis continuo que pone en el cuidado de su imagen, de la supuesta propia belleza que la tiene encarcelada a una vanidad a la que hay que alimentar constantemente. Es como un círculo que gira sobre si mismo alrededor de un centro inamovible.
Querer llegar a algo no se reduce a la demostración continua y probada de mostrar áulicamente.....¿el qué ?
Bueno, Leocadia espero no molestarte si bien, como final de momento, recordarte que el zangolotino de su marido, nuestro impuesto como Felipe VI, habla varias lenguas y de cercano y simpático no tiene nada, por mucho que haya aprendido a sonreir.
Saludos