Los invitados llevaban prisa por marcharse, los que se quedaron fueron los políticos y los pelotas, el resto salió pitando.Los invitados asisten por obligación o conveniencia, pero, en el fondo, nadie los soporta, además de que ya los tienen bien calados hace tiempo: él es cortito y soberbio; ella es una trepa de cuidado. Juntos son un real despropósito y un insulto a la nación. Ni las sosas botijas ayudan ya.
Lo ha contado un incondicional de los Bartolos. Qué dirán los que no lo sean y hayan acudido por compromiso u obligados por sus jefes por no perder el puesto de trabajo.