El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
04/06/2016
UN REY FELIZ Y UNA NOVIA CABREADA
EN GRANADA TENÍA QUE SER
EL GARROTE VIL DE MI ABUELO
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Elena con Jaime Marichalar, en la catedral de Sevilla, cuando éste se olvidó de levantarle el velo, después del sí tradicional. Lo de Lady Charlotte Wellesley, hija del duque de Wellington, el día de su boda, en la localidad granadina de Íllora con el millonario colombiano Alejandro Santo Domingo, no se había visto nunca. La joven, que debe ser de armas de tomar, no le importó ni el momento ni el lugar para echarle una bronca de campeonato, gritando al novio a la salida de la iglesia, donde acababan de contraer matrimonio. ¡Qué será en la intimidad! Hasta este momento se desconocen los motivos, porque la gente del pueblo que les rodeaba, un pueblo con más banderas republicanas que constitucionales en los balcones, no pudo enterarse por no tener ni put* idea de inglés. Nada que ver esta bronca con los desaires públicos a Doña Sofía que Don Juan Carlos nos tiene, desgraciadamente, acostumbrados. El rey emérito, el más importante invitado de la boda, no estuvo acompañado por su esposa, of course, sino de Camilla Parker, consorte del príncipe de Gales, a quien ofreció gentilmente su real brazo para bajar las escalinatas de la iglesia de La Encarnación. Parecía sentirse tan feliz como incómodo cuando le vimos recientemente en Estocolmo con Doña Sofía.
Coincidiendo con el Corpus, por aquello que decía el académico de la Lengua, Federico García Sanchiz, “ya vuelve el español donde solía”, he regresado a mis raíces, a Granada. Ha coincidido mi estancia con el aniversario del ajusticiamiento de mi paisana Mariana Pineda, una de las pocas mujeres en la trágica historia de España de vida breve (26 años) y muerte injusta, a garrote vil. Aquel crimen fue una vergüenza para Granada y los granadinos. Como la muerte de Federico, de la que a mis paisanos no les gusta hablar. Se sienten cómplices del asesinato. No sé si García Lorca tiene alguna calle con su nombre. Mariana Pineda, una hermosísima plaza en el centro de la ciudad con un monumento a su memoria. Monumento que el gran poeta no tiene. A los pies, la Corporación Municipal le rindió homenaje, el pasado 28 de mayo, en el 185 aniversario de su muerte, que la convirtió en un mito y símbolo de libertad y fuente de inspiración para dramaturgos, entre ellos, FGL que escribió una magnífica obra de teatro recreando su vida. Éste ha sido uno de los primeros actos oficiales y públicos del nuevo alcalde, Francisco Cuenca, del PSOE, que debutaba como tal presidiendo la procesión del Corpus Christi. De chaqué, con el collar del cargo, caminando tras la Custodia del Santísimo. Muchos granadinos dudaban que lo hiciera.
Durante mi breve estancia en Granada, he tenido la oportunidad de ver, con mis propios ojos, el garrote vil con el que ajusticiaron (¡qué palabra más horrible!) a Mariana Pineda, el 26 de mayo de 1881. Fue gracias a la cortesía del Fiscal Superior de Andalucía, Jesús García Calderón, quince años al frente de la Fiscalía, con gobiernos del PSOE y del PP y sucesor de Luis Portero, asesinado por ETA en 2000. Se trata de un jurista excepcional en todos los aspectos: íntegro, independiente, sencillo y de una humanidad desbordante, no solo física. Y muy culto. Es un gran poeta, de una poesía vivencial, de gran belleza moral. Desde aquí tengo que agradecerle me abriera la Cancillería para poder contemplar, no con cierto dolor, las piezas que componen el instrumento del horror y que tanto usó mi abuelo en su época de magnífico e inflexible magistrado en la Audiencia de Granada. Era el terror de abogados defensores y de asesinos. “El garrote”, como simplemente se le denominaba, se conserva en una vitrina instalada en una de las galerías del magnífico edificio, inaugurado por Felipe II y sede de la Justicia andaluza. Ahí está el collar de hierro; el tornillo de paso de bastante longitud, con una bola en el extremo y la manivela para accionarlo. Observando, sobrecogido, durante un buen rato esta terrible máquina de matar, me pareció oír la voz de Mariana preguntando a su verdugo “¿Por qué me matas? ¿Qué crimen he cometido?”. Simple y sencillamente, bordar una bandera republicana, con las palabras libertad, igualdad y ley. Sólo por esto la condenaron a garrote vil. El garrote fue una terrible máquina utilizada para aplicar la pena capital. Estuvo vigente, legalmente en España, desde 1820 hasta la abolición de la pena de muerte, al aprobarse la Constitución en 1978. Uno de los personajes más famosos a quienes se les aplicó garrote fue a José Manuel Jarabo, sobrino del Presidente del Tribunal de Supremo, Franco Ruiz Jarabo, en febrero de 1959. La última vez que se dio garrote a un reo en España, concretamente en la cárcel Modelo de Barcelona, fue el 2 de marzo de 1974 al anarquista Puig Antich.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
04/06/2016
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EN GRANADA TENÍA QUE SER
EL GARROTE VIL DE MI ABUELO
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Elena con Jaime Marichalar, en la catedral de Sevilla, cuando éste se olvidó de levantarle el velo, después del sí tradicional. Lo de Lady Charlotte Wellesley, hija del duque de Wellington, el día de su boda, en la localidad granadina de Íllora con el millonario colombiano Alejandro Santo Domingo, no se había visto nunca. La joven, que debe ser de armas de tomar, no le importó ni el momento ni el lugar para echarle una bronca de campeonato, gritando al novio a la salida de la iglesia, donde acababan de contraer matrimonio. ¡Qué será en la intimidad! Hasta este momento se desconocen los motivos, porque la gente del pueblo que les rodeaba, un pueblo con más banderas republicanas que constitucionales en los balcones, no pudo enterarse por no tener ni put* idea de inglés. Nada que ver esta bronca con los desaires públicos a Doña Sofía que Don Juan Carlos nos tiene, desgraciadamente, acostumbrados. El rey emérito, el más importante invitado de la boda, no estuvo acompañado por su esposa, of course, sino de Camilla Parker, consorte del príncipe de Gales, a quien ofreció gentilmente su real brazo para bajar las escalinatas de la iglesia de La Encarnación. Parecía sentirse tan feliz como incómodo cuando le vimos recientemente en Estocolmo con Doña Sofía.
Coincidiendo con el Corpus, por aquello que decía el académico de la Lengua, Federico García Sanchiz, “ya vuelve el español donde solía”, he regresado a mis raíces, a Granada. Ha coincidido mi estancia con el aniversario del ajusticiamiento de mi paisana Mariana Pineda, una de las pocas mujeres en la trágica historia de España de vida breve (26 años) y muerte injusta, a garrote vil. Aquel crimen fue una vergüenza para Granada y los granadinos. Como la muerte de Federico, de la que a mis paisanos no les gusta hablar. Se sienten cómplices del asesinato. No sé si García Lorca tiene alguna calle con su nombre. Mariana Pineda, una hermosísima plaza en el centro de la ciudad con un monumento a su memoria. Monumento que el gran poeta no tiene. A los pies, la Corporación Municipal le rindió homenaje, el pasado 28 de mayo, en el 185 aniversario de su muerte, que la convirtió en un mito y símbolo de libertad y fuente de inspiración para dramaturgos, entre ellos, FGL que escribió una magnífica obra de teatro recreando su vida. Éste ha sido uno de los primeros actos oficiales y públicos del nuevo alcalde, Francisco Cuenca, del PSOE, que debutaba como tal presidiendo la procesión del Corpus Christi. De chaqué, con el collar del cargo, caminando tras la Custodia del Santísimo. Muchos granadinos dudaban que lo hiciera.
Durante mi breve estancia en Granada, he tenido la oportunidad de ver, con mis propios ojos, el garrote vil con el que ajusticiaron (¡qué palabra más horrible!) a Mariana Pineda, el 26 de mayo de 1881. Fue gracias a la cortesía del Fiscal Superior de Andalucía, Jesús García Calderón, quince años al frente de la Fiscalía, con gobiernos del PSOE y del PP y sucesor de Luis Portero, asesinado por ETA en 2000. Se trata de un jurista excepcional en todos los aspectos: íntegro, independiente, sencillo y de una humanidad desbordante, no solo física. Y muy culto. Es un gran poeta, de una poesía vivencial, de gran belleza moral. Desde aquí tengo que agradecerle me abriera la Cancillería para poder contemplar, no con cierto dolor, las piezas que componen el instrumento del horror y que tanto usó mi abuelo en su época de magnífico e inflexible magistrado en la Audiencia de Granada. Era el terror de abogados defensores y de asesinos. “El garrote”, como simplemente se le denominaba, se conserva en una vitrina instalada en una de las galerías del magnífico edificio, inaugurado por Felipe II y sede de la Justicia andaluza. Ahí está el collar de hierro; el tornillo de paso de bastante longitud, con una bola en el extremo y la manivela para accionarlo. Observando, sobrecogido, durante un buen rato esta terrible máquina de matar, me pareció oír la voz de Mariana preguntando a su verdugo “¿Por qué me matas? ¿Qué crimen he cometido?”. Simple y sencillamente, bordar una bandera republicana, con las palabras libertad, igualdad y ley. Sólo por esto la condenaron a garrote vil. El garrote fue una terrible máquina utilizada para aplicar la pena capital. Estuvo vigente, legalmente en España, desde 1820 hasta la abolición de la pena de muerte, al aprobarse la Constitución en 1978. Uno de los personajes más famosos a quienes se les aplicó garrote fue a José Manuel Jarabo, sobrino del Presidente del Tribunal de Supremo, Franco Ruiz Jarabo, en febrero de 1959. La última vez que se dio garrote a un reo en España, concretamente en la cárcel Modelo de Barcelona, fue el 2 de marzo de 1974 al anarquista Puig Antich.