Viviendo en una isla sabes, perfectamente, que no hay escapatoria. Si hubiera vuelto a tierra hace mucho que lo habrían encontrado, seguro.Por llegar a la orilla pues bueno, uno se lleva una tabla de aprender a nadar y llega cinco horas después pero llega. Secarse lo seca el viento. El caso es que le coge la mañana en la gracia. Y está en una isla y no tiene fronteras. No tiene sentido. Yo quiero que aparezca porque yo como Tomás (uno que era bueno no este): "ver para creer"... pero ese está muerto.