Asesinato sin resolver de una profesora madrileña en Santander: María Natividad Garayo

El crimen de la profesora de inglés​


Sólo el asesino sabe quién mató hace cuatro años a Natividad Garayo tras un paseo por la playa de Santander​



ENRIQUE FIGUEREDO
BARCELONA

04/12/2006 03:31Actualizado a 02/09/2009 16:34
Sus pies se hundían en la arena, y aquella sensación de frescor pasajero pudo aliviar ese tipo de fatiga que proporciona la asistencia a un banquete de boda que se prolonga hasta la madrugada. Volver caminando a casa debió de parecerle buena idea, pese a que tardaría en completar el trayecto unos 45 minutos. Era una apacible noche de verano. Abandonó la Real Sociedad de Tenis de Santander entre las dos y las dos y media de la madrugada del 7 de julio del 2002. Avanzó por la playa de la Magdalena en dirección a unas escaleras que atraviesan una zona de vegetación bastante tupida y que desembocan en la avenida Reina Victoria. Llegó a ellas. Inició el ascenso. Casi lo completó, pero en un rellano situado muy cerca del concurrido paseo marítimo alguien la atacó salvajemente. Una, otra y otra y otra más, hasta alcanzar el número de 35 puñaladas concentradas en la cavidad cardiaca y el tórax. Hoy en día todavía no hay respuestas que expliquen el crimen de la profesora de inglés Natividad Garayo. El nombre del culpable no se conoce.

La investigación del asesinato de esta mujer de 44 años es un reto para la policía. Alguno de los mejores expertos en homicidios de España trabajan en el caso. La falta de testigos y de vestigios que hubiera podido dejar el criminal son algunas de las dificultades.

Se cuenta con algunas verdades irrefutables que por el momento son sólo orientativas. El ataque mortal se produjo allí donde se encontró el cadáver. Las embestidas fueron llevadas a cabo por una sola persona y una única arma blanca.

Cuando descubrieron el cadáver cerca de la avenida Reina Victoria llevaba la ropa puesta. Sorprendió que portara encima piezas de joyería de notable valor que el homicida no se llevó consigo. No pretendían robarle, así que las motivaciones debían buscarse en otra dirección. La hipótesis más plausible es que fuera víctima de algún psicópata, aunque no puede asegurarse si la conocía o no.

Si se recorre el camino que Natividad hizo tras abandonar los festejos de la boda de su primo en el club de tenis, se descubre que hay cámaras de videovigilancia a mitad del tramo y que el restaurante de playa cuenta con un vigilante nocturno. Nada de todo eso había en el 2002. De haber sido así, las cosas hubieran sido distintas.

Armando es camarero. Lleva muchos años trabajando en la playa de la Magdalena. "La arena se llenó de policías, andaban buscando algo, pero casi nadie se enteró de nada", explica. Este profesional de la hostelería recuerda que la mañana siguiente al crimen, y a pesar de la presencia de los investigadores, la actividad veraniega a orillas del Cantábrico se reanudó normalmente. El cuerpo fue retirado muy temprano, y el aspecto de las escaleras era el de un lugar donde nada tan horrible hubiera sucedido.

Hoy en día hay una pasarela de madera que transcurre en paralelo a la pared de piedra sobre cuyo límite avanza el paseo marítimo con nombre real. Ese pasillo artificial sobre la arena no existía el verano en que mataron a Natividad Garayo.

Aunque la avenida cuenta con una gran iluminación, no ocurre así en la zona de playa. Es imposible saber por qué la víctima decidió dirigirse a la casa de sus familiares - ella vivía habitualmente en Madrid- siguiendo el trayecto que siguió. Observando el mapa callejero de la señorial capital cántabra se descubre que no era un atajo, que no acortaba camino. La falta de iluminación de la playa se acentúa cuando se alcanzan las escaleras donde la mataron.

Las noches de julio y agosto en Santander son templadas y animadas. La ciudad recibe gran cantidad de visitas, y es agradable pasear por ella. Natividad se apartó del bullicio. ¿Hizo ese desvío porque quedó allí con alguien? Ese es un interrogante que la policía también se hizo. Es más probable que se topara con su asesino.

A un lado y otro de la escalera se levantan árboles y arbustos que dibujan huecos y claros, recovecos que bien podrían haber ocultado al criminal. La luz artificial que de noche llega del paseo marítimo dota a las sombras que proyectan las figuras de un aire tenebroso. Lucky usa esas escaleras muy a menudo en verano, pero siempre de día. Suele tomar el sol con sus amigas. Conoce bien el lugar y sabe que a veces duerme gente entre la vegetación. "Y no sólo eso, está lleno de paleros [ como llaman allí a los mirones]", dice esta vecina. Recuerda bien la vez que un chico de unos 25 años la observaba a ella y a su grupo de amigas y se masturbaba durante la contemplación. "Le di un grito y salió corriendo", recuerda.

Puede que Natividad se topara con alguno de estos pervertidos. Nada puede descartarse porque nada se sabe. La tesis del encuentro ocasional con un psicópata es la que cuenta con más peso en este momento, a falta de una explicación distinta. La policía lo reconoce. Lo escalofriante es que nadie vio nada ni oyó nada, a pesar de que al otro lado de la avenida hay casas señoriales y bloques de pisos. Mientras los vecinos dormían o los veraneantes se divertían, la vida de Natividad se iba para siempre por 35 fugas.
 

El crimen de la profesora de inglés​


Sólo el asesino sabe quién mató hace cuatro años a Natividad Garayo tras un paseo por la playa de Santander​



ENRIQUE FIGUEREDO
BARCELONA

04/12/2006 03:31Actualizado a 02/09/2009 16:34
Sus pies se hundían en la arena, y aquella sensación de frescor pasajero pudo aliviar ese tipo de fatiga que proporciona la asistencia a un banquete de boda que se prolonga hasta la madrugada. Volver caminando a casa debió de parecerle buena idea, pese a que tardaría en completar el trayecto unos 45 minutos. Era una apacible noche de verano. Abandonó la Real Sociedad de Tenis de Santander entre las dos y las dos y media de la madrugada del 7 de julio del 2002. Avanzó por la playa de la Magdalena en dirección a unas escaleras que atraviesan una zona de vegetación bastante tupida y que desembocan en la avenida Reina Victoria. Llegó a ellas. Inició el ascenso. Casi lo completó, pero en un rellano situado muy cerca del concurrido paseo marítimo alguien la atacó salvajemente. Una, otra y otra y otra más, hasta alcanzar el número de 35 puñaladas concentradas en la cavidad cardiaca y el tórax. Hoy en día todavía no hay respuestas que expliquen el crimen de la profesora de inglés Natividad Garayo. El nombre del culpable no se conoce.

La investigación del asesinato de esta mujer de 44 años es un reto para la policía. Alguno de los mejores expertos en homicidios de España trabajan en el caso. La falta de testigos y de vestigios que hubiera podido dejar el criminal son algunas de las dificultades.

Se cuenta con algunas verdades irrefutables que por el momento son sólo orientativas. El ataque mortal se produjo allí donde se encontró el cadáver. Las embestidas fueron llevadas a cabo por una sola persona y una única arma blanca.

Cuando descubrieron el cadáver cerca de la avenida Reina Victoria llevaba la ropa puesta. Sorprendió que portara encima piezas de joyería de notable valor que el homicida no se llevó consigo. No pretendían robarle, así que las motivaciones debían buscarse en otra dirección. La hipótesis más plausible es que fuera víctima de algún psicópata, aunque no puede asegurarse si la conocía o no.

Si se recorre el camino que Natividad hizo tras abandonar los festejos de la boda de su primo en el club de tenis, se descubre que hay cámaras de videovigilancia a mitad del tramo y que el restaurante de playa cuenta con un vigilante nocturno. Nada de todo eso había en el 2002. De haber sido así, las cosas hubieran sido distintas.

Armando es camarero. Lleva muchos años trabajando en la playa de la Magdalena. "La arena se llenó de policías, andaban buscando algo, pero casi nadie se enteró de nada", explica. Este profesional de la hostelería recuerda que la mañana siguiente al crimen, y a pesar de la presencia de los investigadores, la actividad veraniega a orillas del Cantábrico se reanudó normalmente. El cuerpo fue retirado muy temprano, y el aspecto de las escaleras era el de un lugar donde nada tan horrible hubiera sucedido.

Hoy en día hay una pasarela de madera que transcurre en paralelo a la pared de piedra sobre cuyo límite avanza el paseo marítimo con nombre real. Ese pasillo artificial sobre la arena no existía el verano en que mataron a Natividad Garayo.

Aunque la avenida cuenta con una gran iluminación, no ocurre así en la zona de playa. Es imposible saber por qué la víctima decidió dirigirse a la casa de sus familiares - ella vivía habitualmente en Madrid- siguiendo el trayecto que siguió. Observando el mapa callejero de la señorial capital cántabra se descubre que no era un atajo, que no acortaba camino. La falta de iluminación de la playa se acentúa cuando se alcanzan las escaleras donde la mataron.

Las noches de julio y agosto en Santander son templadas y animadas. La ciudad recibe gran cantidad de visitas, y es agradable pasear por ella. Natividad se apartó del bullicio. ¿Hizo ese desvío porque quedó allí con alguien? Ese es un interrogante que la policía también se hizo. Es más probable que se topara con su asesino.

A un lado y otro de la escalera se levantan árboles y arbustos que dibujan huecos y claros, recovecos que bien podrían haber ocultado al criminal. La luz artificial que de noche llega del paseo marítimo dota a las sombras que proyectan las figuras de un aire tenebroso. Lucky usa esas escaleras muy a menudo en verano, pero siempre de día. Suele tomar el sol con sus amigas. Conoce bien el lugar y sabe que a veces duerme gente entre la vegetación. "Y no sólo eso, está lleno de paleros [ como llaman allí a los mirones]", dice esta vecina. Recuerda bien la vez que un chico de unos 25 años la observaba a ella y a su grupo de amigas y se masturbaba durante la contemplación. "Le di un grito y salió corriendo", recuerda.

Puede que Natividad se topara con alguno de estos pervertidos. Nada puede descartarse porque nada se sabe. La tesis del encuentro ocasional con un psicópata es la que cuenta con más peso en este momento, a falta de una explicación distinta. La policía lo reconoce. Lo escalofriante es que nadie vio nada ni oyó nada, a pesar de que al otro lado de la avenida hay casas señoriales y bloques de pisos. Mientras los vecinos dormían o los veraneantes se divertían, la vida de Natividad se iba para siempre por 35 fugas.
Sobre ese artículo ya hemos hablado aquí, esta lleno de inexactitudes.
 
He dicho que no creo que la Policía no se hartara de investigar (repito, investigar) a los invitados. No necesariamente interrogándolos, aunque parezca lo más lógico empezar por ahí. Quizá si tenían algún candidato a sospechoso por el visionado de los vídeos de la boda, prefirieran no interrogarlo para ver si en las siguientes horas cometía algún desliz delator.
No estoy muy convencido de ello, la verdad...

La sensación que da es que no había de dónde tirar.
 
A veces un equivocado planteamiento inicial frustra o retrasa mucho la resolución de un caso. Pero aquí, precisamente por resultar inexplicable, creo que no descartaron nada inicialmente. Y por eso creo que investigar sí investigarían a los de la boda, pero claro, si no encuentran nada de nada, ni incidentes, ni discusiones, ni antiguos odios...pues no pueden seguir por ahí.
 
Me recuerda este caso al de María Luisa Ricon,enfermera del Hospital de Vitoria y esposa del prestigioso cardiólogo Loma-Osorio. Se tapo, se volvió el caso hermético. A ella la mataron en un camino vecinal de un pueblo de Álava, vivía en un chalet cercano. Y yo tengo claro quien fue.
 
Me recuerda este caso al de María Luisa Ricon,enfermera del Hospital de Vitoria y esposa del prestigioso cardiólogo Loma-Osorio. Se tapo, se volvió el caso hermético. A ella la mataron en un camino vecinal de un pueblo de Álava, vivía en un chalet cercano. Y yo tengo claro quien fue.
Y el esposo estaba en el chalet con los hijos.
 
Me reitero en que el comentario me parece clasista.
Creo que mezclas información en tu comentario, que se comente un hecho objetivo como que la única vivienda cercana pertenece a una familia muy conocida en ningún caso quiere decir que se la ponga en el punto de mira de nuestras elucubraciones,por mi parte nada más lejos. Siempre he pensado que para saber quien la mató lo primero que teníamos que saber era quien se beneficiaba de su muerte.A estas alturas y con el caso a punto de prescribir tengo claro que no lo vamos a saber, un crimen perfecto.
Hola Doña,

Estoy de acuerdo contigo en que a estas alturas, a 18 meses más o menos de prescribir, es muy difícil que sepamos quién fue el asesino (suponiendo, además, que siga vivo o en este país).. aún queda tiempo pero.... cada vez es más difícil... sinceramente más que crimen perfecto, en este caso yo hablaría de investigación imperfecta: no se interrogó a todos los invitados de la boda, no se encontró ADN en la escena, ni huellas etc etc... creo que no se protegió bien el escenario del crimen etc etc (creo que ni se batió la zona de la playa, pero no estoy seguro de ello) por lo que no creo ser exagerado si calificó a la investigación de "algo laxa"

En cuanto al beneficio de la muerte funciona según que crímenes...en otros es inoperante, especialmente en los casos de asesinos seriales o de esquizofrénicos paranoides.. un asesino serial suele repetir sus pautas y sigue asesinando hasta que es capturado, muere, o se va de la zona... sigo pensando que este caso cuadra más con un asesino paranoide que vio su oportunidad, que no con un elaborado y racional plan para asesinar a alguien por un móvil económico.

Saludos

PD: Una característica de los asesinos seriales que matan con manos o armas blancas es llevarse un trofeo de la víctima... en principio creo que esto no ocurrió ¿verdad?
 
Me recuerda este caso al de María Luisa Ricon,enfermera del Hospital de Vitoria y esposa del prestigioso cardiólogo Loma-Osorio. Se tapo, se volvió el caso hermético. A ella la mataron en un camino vecinal de un pueblo de Álava, vivía en un chalet cercano. Y yo tengo claro quien fue.

Nunca había oído hablar de este caso, ¿Ocurrió hace mucho tiempo o no?
 
Hola Doña,

Estoy de acuerdo contigo en que a estas alturas, a 18 meses más o menos de prescribir, es muy difícil que sepamos quién fue el asesino (suponiendo, además, que siga vivo o en este país).. aún queda tiempo pero.... cada vez es más difícil... sinceramente más que crimen perfecto, en este caso yo hablaría de investigación imperfecta: no se interrogó a todos los invitados de la boda, no se encontró ADN en la escena, ni huellas etc etc... creo que no se protegió bien el escenario del crimen etc etc (creo que ni se batió la zona de la playa, pero no estoy seguro de ello) por lo que no creo ser exagerado si calificó a la investigación de "algo laxa"

En cuanto al beneficio de la muerte funciona según que crímenes...en otros es inoperante, especialmente en los casos de asesinos seriales o de esquizofrénicos paranoides.. un asesino serial suele repetir sus pautas y sigue asesinando hasta que es capturado, muere, o se va de la zona... sigo pensando que este caso cuadra más con un asesino paranoide que vio su oportunidad, que no con un elaborado y racional plan para asesinar a alguien por un móvil económico.

Saludos

PD: Una característica de los asesinos seriales que matan con manos o armas blancas es llevarse un trofeo de la víctima... en principio creo que esto no ocurrió ¿verdad?
No,no se llevo nada, precisamente esa fue una de las cosas que llamo la atención ni robo ni violencia sexual.
 

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