VOX

Nota del editor: Este artículo fue remitido al diario El Mundo por parte de Rocío Monasterio en respuesta a otro firmado por Cayetana Álvarez de Toledo, publicado en ese mismo diario y en el que hacía una severa crítica al partido Vox y a su presidente, Santiago Abascal. Sin embargo, el diario El Mundo se negó a conceder el derecho de réplica aduciendo que el texto “no se ajusta al tono de una tribuna de opinión”. En Disidentia creemos en la libertad de expresión y también en el derecho de réplica, por lo que ofrecimos a la autora su publicación en nuestra cabecera. Ella aceptó y lo hemos publicado.


A propósito de un artículo de Cayetana Álvarez de Toledo

Por Rocío Monasterio

Hace ya más de un siglo, en Ribadesella atracaba el velero “Habana” cargado de españoles rumbo a Cuba. En esa misma villa, hace años, escuchaba yo una conferencia de Cayetana Álvarez de Toledo, quien consiguió dejarnos a todos perplejos al afirmar que “España nace en la constitución del 78”, y que sólo desde entonces tiene “valor moral”. Muchos de los presentes nos miramos sorprendidos al escuchar esas palabras en las faldas de Covadonga, sobre todo al recordar que la Carta Magna reconoce en su articulado que su fundamento es la “indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”.

Es decir, que para los constitucionalistas nuestra patria común es piedra angular y previa al texto constitucional, excepto para doña Cayetana, cuyo voluntarismo político le permite defender la constitución y a la vez negar el fundamento de la misma. En realidad, no es algo exclusivo de ella, son muchos (sobre todo los subidos al tiovivo naranja) los que llevan muy mal ese artículo de la constitución, porque saben que el concepto de indisolubilidad les fastidia su plan de disolver la nación española en unos pretendidos “Estados Unidos de Europa”.

Ese voluntarismo de doña Cayetana no es simplemente político, llega hasta lo biológico, porque también afirmaba que nuestro “género” es una elección, en cerrada línea con la ideología totalitaria que Zapatero introdujo en nuestro ordenamiento jurídico, que el PP aumentó y que Sánchez prolonga.

El caso es que la señora Álvarez de Toledo ha escrito un interminable artículo para atizar a VOX y a su presidente, Santiago Abascal. Y por eso me acordaba yo de Ribadesella. Dice la articulista que las 100 propuestas de nuestro partido son “un pastiche populista, votos para hoy y frustración para mañana”. No dice si está en contra de la bajada de impuestos o de la defensa de la unidad nacional y la libertad de los españoles, que de eso tratan las 100 medidas.

También critica que Santiago Abascal no diera datos concretos sobre la inmigración ilegal y la delincuencia en una entrevista que publicó El Mundo. Ella, que ha sido diputada en las Cortes, sabe que el principal suministrador de estadísticas y datos es la Administración, y debería saber también que en determinados temas (aquellos que afectan al consenso multicultural y de género) o no dan los datos o no son fiables. Por eso, una de las utilidades de VOX cuando se encuentre en el Congreso será interrogar sobre cifras que todo el mundo pretende ocultar.

¿Sabe doña Cayetana, por ejemplo, qué porcentaje de delitos los comenten extranjeros, y cuántos de estos están en situación ilegal? ¿Sabe cuántas “manadas” han perpetrado violaciones este verano, y su nacionalidad? ¿Sabe cuántos terroristas islámicos han entrado en Europa como “refugiados”? ¿Sabe cuántos islamistas detenidos en España cobraban ayudas del Estado? ¿Sabe qué acuerdos alcanzaron Soros y Sánchez en su entrevista, y cuántos “rescates” ha hecho salvamento marítimo, colaborando con las mafias de tráfico de personas? Pues estas son las cifras que en VOX queremos conocer, y que se debata sobre ellas sin censuras.

También le molesta a Álvarez de Toledo que Abascal propugnase la expulsión de ciertos extranjeros nacionalizados después de que Pablo Echenique espetase a los miles de españoles que nos reunimos en Vistalegre que no éramos patriotas por vitorear al Rey. Trataré de desvanecer su preocupación: en VOX no elaboramos listas negras. Eso se lo dejamos a la izquierda, que las han hecho con periodistas ‘no afectos’ y al PP, que llamaba a tertulias de radio y televisión para que no se nos invitase a los dirigentes de VOX.

Pero en VOX pensamos que el individuo no es un ser irresponsable. Y de la misma manera que pedimos a los españoles que reciban con afecto a quienes vienen a vivir y trabajar con nosotros, exigimos a los extranjeros que acepten nuestra nación y nuestras leyes. No que vitoreen a la selección nacional de fútbol, pero sí que se abstengan de maquinar para convertir Barcelona en Caracas.

Como hispanocubana me irritan esos hispanoamericanos (una minoría minúscula, subrayo) que han salido de sus países porque en ellos pasaban hambre, miedo, riesgo para su vida o falta de futuro y han venido voluntariamente a España, donde se les ha dado educación y sanidad gratuita y la nacionalidad, y se revuelven contra los españoles, con la mentira y el odio.

Para hacer su revolución, o su fortuna (ninguna de ellas tiene patria) buscan la ruina de los españoles. Los Pablo Echenique, las Rommy Arce, los Gerardo Pisarello y los Gonzalo Boye (todos ellos, curiosamente, en el mismo partido o sus alrededores) están empeñados en presentar la España que les acogió como si fuese la peor región de los países de los que huyeron. Y lo que es peor, en algunos casos colaboran con golpistas que pretenden destruir la soberanía nacional. En VOX queremos que, entre las causas que ya existen para perder la nacionalidad adquirida, se incluya la de conspirar contra el Estado de Derecho. Me parece una medida del todo lógica.

Pero claro, eso choca con quienes abogan por “la aldea global” donde coinciden los oligarcas de Bruselas, los podemitas de Pablo Mezquitas y todos a los que España les molesta, porque reniegan de una realidad que es la identidad, igual que reniegan de la biología.

Pero lo peor del artículo de doña Cayetana es, precisamente, cuando se le ocurre poner al mismo nivel a los delincuentes y a sus perseguidores, a los comunistas que quieren destruir la patria y a los que la defiende, y equipara “el inmenso poder institucional de Podemos, el referéndum unilateral de independencia y la irrupción mediática de VOX. Sí, las tres cosas son casi lo mismo… para alguien que no crea en nada, claro, y quien no tenga el mínimo respeto a personas como José Antonio Ortega Lara.

https://disidentia.com/a-proposito-de-un-articulo-de-cayetana-alvarez-de-toledo/
 
Pues a veces aparece alguien capaz de colar en su medio un texto serio sobre algún aspecto del tema Vox, lejos de caricaturas.

* * *
José García Domínguez
Los 'fachas' de Vox y el Banco Mundial

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Yo no sé si en España habrá alguien dispuesto a sentenciar que el Banco Mundial también es facha. Pero, aunque muy pocos aquí se hayan enterado, resulta que esa institución internacional con sede en Washinton y fundada en 1944 nada menos que por John Maynard Keynes defiende exactamente la misma idea que Vox, el partido de moda, para hacer compatibles los flujos migratorios globales con el mantenimiento de la cohesión social y los niveles de renta de los trabajadores autóctonos en los países de acogida. Así, la propuesta xenófoba de Santiago Abascal que tanto escandaliza a nuestra opinión local biempensante, esa consistente en introducir algún tipo de incentivo fiscal para los empleadores que contraten a trabajadores de nacionalidad española, resulta que, expresada apenas de un modo ligeramente distinto, es la misma que defienden los economistas del Banco Mundial. Y la defienden por razones de orden tanto económico como político. En concreto, el Banco Mundial postula la creación un impuesto nacional a la inmigración por parte de los países receptores.


Impuesto que podría recaer directamente sobre el inmigrante (a través de la fijación de un precio para poder acceder al permiso de trabajo o de un recargo en la tarifa del IRPF) o que igual pudiera ser aplicando mediante la creación de una tasa específica a pagar por los empresarios que demanden sus servicios. La justificación económica de ese tributo es, por lo demás, evidente. La inmigración puede generar beneficios colectivos a la sociedad que la recibe, sin duda. Pero también perjuicios. Y notables. Que las grandes corrientes migratorias hacia Occidente a que ha dado lugar el abaratamiento de los viajes intercontinentales están provocando un impacto negativo en los salarios del personal nativo menos cualificado es algo que todos los estudios empíricos al respecto corroboran. Que Baleares, la región con diferencia más rica de España hace solo tres décadas, posea a día de hoy una renta per capita inferior a la de la provincia de Lérida, una zona agrícola del interior donde predominan las plantaciones de perales, lo dice todo sobre el empobrecimiento general que provoca la arribada masiva e incontrolada de inmigrantes a determinados territorios antes prósperos.


La inmigración libre beneficia a los pobres de los países pobres, pero perjudica al tiempo a los pobres de los países ricos. Algo que a estas alturas ya no se puede discutir porque las obviedades no se discuten. Esa tasa, sostiene el Banco Mundial, además de introducir un filtro automático a los movimientos transfronterizos de mano de obra que no dependiera del control policial de los Estados, aportaría recursos dinerarios para compensar con ellos a los grupos locales directamente perjudicados por la nueva competencia laboral foránea. Sentimientos colectivos de rechazo a los inmigrantes provocados por la idea de que se aprovechan de servicios públicos, como la sanidad, que no han ayudado a costear en la misma medida que los autóctonos, fenómeno aquí tan extendido, podrían desaparecer con la puesta en marcha de esa fiscalidad complementaria. Y resulta que Vox propone lo mismo. Exactamente lo mismo. ¿Será que son todos fachas?

https://www.libremercado.com/2018-1...z-los-fachas-de-vox-y-el-banco-mundial-86257/
 
La clave es NO DIFUNDIR LA AGENDA FASCISTA. Si nos pasamos el verano dando espacios sin fin a la llegada de inmigrantes, como si viviéramos una oleada que no existe, da igual que el tratamiento sea serio y riguroso, el público creerá que tenemos un problema de inmigración.



Si dedicamos horas sin fin a contar que unos quitan lazos y otros los ponen, como si los catalanes estuvieran a punto de emprenderla a tiros, da igual que tengamos tertulianos o columnistas muy serios, el público creerá que estamos al borde de la confrontación civil.


Si toda la programación televisiva de las mañanas consiste en hablar de sucesos escabrosos, ignorando que en realidad tenemos los niveles de delincuencia criminal más bajos de la historia y de los más bajos del continente, la gente creerá que necesitamos endurecer el código penal


Si cada vez que un terrorista condenado obtiene un tercer grado o es excarcelado por motivos de salud dedicamos páginas y páginas a debatirlo como si no fuese lo normal en democracia (que la ley penitenciaria se aplica), el público creerá que hay oscuros pactos con el terrorismo



Si a cualquier noticia sobre los pocos cientos de manteros que operan en Madrid o Barcelona le damos tratamiento de Cuestión de Estado el público creerá que nuestros barrios viven sometidos a un régimen de terror nunca visto, cuando todos los indicadores dicen JUSTO LO CONTRARIO.



Si apenas informamos de los desahucios pero hacemos debates sobre narcopisos, cuando el primer problema ha afectado a cientos de miles de ciudadanos y el segundo estadísticamente es residual, el público creerá que la amenaza al vecindario son los negros y no la ley hipotecaria.



Si cuando nuestras grandes ciudades hacen lo propio del momento, es decir, sacan vehículos contaminantes del centro, montamos debates de los años setenta sobre el supuesto "derecho" a hacer lo que te plazca con tu coche, degradamos e irritamos al ciudadano.



Si nos esforzamos en relatar el debate territorial del Estado en términos de selección de bandera, si decimos a los ciudadanos que son desiguales por su identidad y no por su renta, crearemos en el público la necesidad de elegir bandera.



Como no hemos hecho esto sino lo contrario, como hemos actuado de forma irresponsable como gremio en pos del debate cutre, el click y la audiencia, quizá no estamos ya a tiempo de hacer nada muy relevante contra el fascismo.



Porque el primer deber del periodismo es la selección de agenda. Esa jerarquización del mundo es lo más importante que hace cada día un periodista, mucho más importante que escribir bien o invitar a analistas sensatos. Y lo segundo no redime de lo primero.



La agenda no viene dada ni la marcan los políticos. La creamos nosotros. Si existe alguna posibilidad de detener el fascismo y si esa posibilidad pasa por el periodismo (son dos "y si"), no creo que dependa de cómo los tratamos, sino de silenciar su agenda racista e identitaria.
Este post es para enmarcarlo. Y si encima ves quiénes se cachondean de él, ni te cuento.
Lucidez en estado puro. Los mass media y su decisivo papel a la hora de que veamos los hechos de una forma o de otra.
Supongo que quienes no están de acuerdo es que ya llevaban el fascismo de serie.
 
La izquierda expañola ni es demócrata, ni es inclusiva, ni defiende la soberanía nacional de España, ni su unidad ni su integridad territorial.
No tiene ni la décima parte de civismo y de respeto por la existencia del discrepante que el centro derecha.
Tiene mal ganar y peor perder. Tan peor que cuando pierden dan golpes de estado (1934), hacen pucherazos electorales (1936) o participan en conspiraciones (23F, 11M, moción de pedrito cum fraude) para ocupar el poder y expulsar de la vida política a sus adversarios.
Y eso lo saben aquí y sebastopol.

Además, se arroga una superioridad moral perdonavidas y trata de imponer su corrección política a todos los que piensan diferente. Con amenazas y etiquetas estúpidas e insultos groseros (facha, homófobo, xenófobo, retrógrado, franquista, qué clase de mierda puede simpatizar con esta basura) esparcidos por doquier.
:ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:
¡Ay, qué chistes más buenos!
 
Coloquio de las juventudes de Vox con J. Javier Esparza.

Tratan de las corrientes antiglobalización de la derecha que están cristalizando en los nuevos partidos tipo Vox, de la Unión Europea como campo de pruebas de las dinámicas globalizadoras, de la desvertebración nacional de España promovida por el Régimen del 78 y del discurso anti-patriotismo de la corrección política progre, entre otras cosas.

 
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